Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7

Fabien es un hombre sombrío, misterioso y muuuuuuy sexy. Y como tal, completamente peligroso y fuera de los límites.

Pero...mi yo interior, con unos tragos de cerveza de más, parece no entender que debe preservarse y no caer en las garras de un seductor de manual como él.

No quiero un hombre en mi vida, mucho menos un adulador que salte de cama en cama. Venturi exuda virilidad y promete sexo del bueno, pero en mi lista imaginaria, los contras son muchos más que los pro.

Sin embargo, aquí me encuentro, tonteando y llevándolo fuera de su zona de confort. Peleándolo como lo haría una noviecita de instituto. ¿Con qué objetivo?

―Vamos, será solo una canción ―tironeo de su mano. Él se niega rotundamente, atornillado a su asiento. Ha tomado la misma cantidad de alcohol que yo y está fresco como una lechuga ―. Por favor, ¡lo prometo!―junto mis manos en una plegaria, sin convencerlo tampoco.

Protesto débilmente mientras voy al escenario del restaurante de Peggy y Rusty y me hago del micrófono anclado en un pie, sobre la tarima. Las últimas dos personas en cantar han sido de terror. ¿A qué le teme mi caliente policía, entonces?

El murmullo se aquieta cuando me ven de pie, escogiendo el tema que cantaré a continuación frente a la antigua máquina. Amo el karaoke y sé que mi voz es uno de mis mejores atributos.

Bueno, ese, y mi culo pomposo, pero no voy por la vida haciendo alarde de él.

Debería, ¿o no?

Todas mis parejas me lo han elogiado, no así mis senos aceptables aunque nada llamativos. Han cabido en las manos de mis amantes lo cual es bueno para mí y para ellos.

¿Cómo he llegado a hablar de mi cuerpo?

Ah, sí, mis atributos.

Divago. No estoy borracha; en efecto, achispada.

Me alegra sentirme desinhibida; habitualmente recta y formal, es bueno quitarme el peso de la responsabilidad que acarrea mi empleo.

―Hola, buenas noches a todos―la gente es bulliciosa, pero de a poco va girando sus cabezas desde donde estén, buscando mi voz. Puedo ver que, además, me reconocen ―. ¡Hola! ―agito mi mano, saludando ―. Hoy les voy a cantar algo.

―¡Es la doctora del remolque! ―se escucha a Peggy gritando desde la barra, por si a alguno no le quedó claro quién soy.

Gracias Peggy, no te escucharon en Bruselas.

De pronto, hay un murmullo que se convierte en un sostenido "doc, doc, doc..." junto a palmas que se baten en alto, arengándome. Por fortuna, en apenas una semana y algunos días me estaré yendo de aquí y nadie recordará este bochornoso momento.

Miro a todos y a ninguno hasta que localizo a Fabien gloriosamente sentado en nuestra cabina, con una botella de cerveza en la mano. La eleva brindando silenciosamente conmigo y me guiña uno de sus hermosos ojos.

Entrelazo compulsivamente mis dedos en el micrófono de pie, ansiosa por demostrarme que puedo ser aventurera y romper con mis esquemas.

No me pasa desapercibido que un grupo de moteros me están observando con asentada curiosidad. Han dejado de jugar en sus mesas de billar y se mantienen expectantes.

¿Quién me dijo que esta era una buena idea?

Estúpidas neuronas alcoholizadas.

Peggy pulsa el botón de la rocola cuando se lo pido y la música comienza a sacudir los altavoces.

La suerte está echada y "Unstoppable" de Sia es mi canción elegida.

All smiles, I know what it takes to fool this town

Con sonrisas, sé cómo engañar a este pueblo
I'll do it till the Sun goes down and all through the night time

Lo haré hasta que se ponga el sol y durante toda la noche
Oh, yeah, oh, yeah, I'll tell you what you wanna hear

Oh, sí, oh, si, te diré lo que quieres escuchar
Leave my sunglasses on while I shed a tear

Uso mis lentes de sol mientras dejo caer una lágrima
It's never the right time, yeah, yeah

Nunca es el momento adecuado, si, si

I put my armor on, show you how strong I am

Me pongo mi armadura, te mostraré que soy

Me pongo mi armadura, te muestro lo fuerte que soy
I put my armor on, I'll show you that I am

Me pongo mi armadura, te mostraré que soy

I'm unstoppable

Soy imparable
I'm a Porsche with no brakes

Soy un Porsche sin frenos
I'm invincible

Soy invensible
Yeah, I win every single game

Si, yo gano todos los juegos
I'm so powerful

Soy tan poderosa
I don't need batteries to play

No necesito pilas para funcionar

Compenetrada en la letra, entrego todo de mí. Hace mucho tiempo que no me siento tan libre y sin temor al ridículo.

Unstoppable today, unstoppable today

Imparable hoy, imparable hoy
Unstoppable today, I'm unstoppable today

Imparable hoy, soy imparable hoy

Break down, only alone I will cry out now

Me derrumbo, únicamente sola lloraré
You'll never see what's hiding out

Nunca verás lo que se oculta
Hiding out deep down, yeah, yeah

Se esconde muy adentro, sí, sí.
I know, I've heard that to let your feelings show

Lo sé, he oido que dejar que salgan tus sentimientos
Is the only way to make friendships grow

Es el único modo que las amistades crezcan
But I'm too afraid now, yeah, yeah

Pero ahora estoy muy asustada, sí sí

I put my armor on, I'll show you that I am

Me pongo mi armadura, te mostraré que soy

I'm unstoppable

Soy imparable

Para cuando termino, el vitoreo es estruendoso. Todos celebran mi buen desempeño e inconscientemente busco a mi compañero de cena; sin encontrarlo.

Algo aturdida y con un dolor de cabeza que amenaza con tumbarme del escenario, bajo de la tarima mirando en todas las direcciones posibles. Inesperadamente, una mano transpirada me toma de la muñeca y me arrastra con brusquedad hacia un cuerpo grueso y con olor rancio.

Los ruidos me ensordecen y creo que aunque grite con toda la fuerza que mis pulmones sean capaces, nadie me escucharía.

―¿Qué hace una cosita caliente como tú en un lugar como este? ―Un sujeto con chaqueta repleta de parches, cabello largo grasoso y barba profusa, me presiona contra un rincón oscuro. Hay otra persona cantando ahora, lo cual equivale a posibilidades casi nulas de que alguien me rescate.

―¡Suéltame asqueroso! ―Esquivo el beso que intenta darme en la boca, haciendo que su baba se estacione en mi mejilla. ¿Dónde carajo se ha ido Fabien? Tiemblo, incómoda y prisionera de un tipo desagradable con propósitos igual de temerarios.

―¿Así que eres doctora? No soy de aquí, pero nada me gustaría más que tener una consulta privada contigo.

―¡Ni en tu sueños, bastardo! ―el hedor se disipa después de que esa advertencia propia porque mi policía personal le asesta un golpe de puño al gigantón barbudo en la mandíbula, haciéndolo caer en el piso como si fuera una marioneta descoordinada.

Sin tiempo para procesar todo por completo, Fabien se ajusta a mis bíceps.

―¿Te hizo algo? Fui a la barra a pedir una botella de agua para entregarte después de la canción, pero te perdí en la multitud.

Para entonces, el bar es un cuadrilátero de boxeo; hay dos sujetos igual de grandes que el que me atacó dispuestos a que Fabien caiga en la pelea. Lo provocan, pero él se mantiene junto a mí, con su agarre de muerte en mis brazos.

―¡Se van ahora mismo de aquí! ―Rusty separa a los grandulones, empujándolos hacia la salida. Los tipos protestan y se resisten. Lo superan en cantidad y la situación no parece mejorar en lo inmediato.

Sin perder tiempo, Fabien expone su placa policial, aquietando los aullidos y las quejas mientras me rodea la cintura con la mano libre, presionándome contra su duro cuerpo. El murmullo baja, la gente regresa a lo que sea que estuvieran haciendo y los tipos se marchan.

Todo vuelve a la normalidad al cabo de unos tensos minutos.

―¿Estás bien? ―me pregunta y asiento, mordiéndome el labio.

Fabien me mira de arriba hacia abajo y me acomoda los mechones que cuelgan del moño que ajusté sobre mi cabeza para cantar con comodidad.

―Déjame llevarte a tu remolque. ―Rusty se entromete con su ofrecimiento y es lindo que se preocupe.

―¡De ningún modo!―la voz ronca de Venturi no admite análisis―. Tú te quedas aquí. ―le exige al chico ―.Y, por cierto, deberías ser más cuidadoso con la clase de gente que dejas entrar en este lugar ―Está oscuro, estoy un tanto adormecida y temblorosa y aun así puedo ver que el rostro de Rusty se ha pintado de un rojo escarlata.

Peggy me da un beso en la mejilla y me escabullo entre la gente, buscando la salida. No ignoro, sin embargo, que susurra algo en el oído de Fabien provocándole una sonrisa fácil. Él asiente ante sus palabras y me toma la mano con fuerza y determinación antes de huir lo suficientemente lejos.

¿Por qué me siento celosa?

Es cierto, soy escéptica en las relaciones, mucho más después de la infidelidad de mi esposo, pero esta opresión en el pecho y este sentido de pertenencia que me genera Fabien en este momento es inaudito.

Estás mal de la cabeza, Roni. Debes dormir.

Una vez que atravieso la puerta de salida, aprovecho a inspirar profundo y llenar mis pulmones de aire limpio, dando grandes inhalaciones. Quiero llorar, ese idiota motero ha arruinado mi noche.

―¿Estás bien?¿No te dañó? ―Fabien suena como disco rayado con esa pregunta mientras me lleva hacia un árbol.

Niego con la cabeza cuando mi espalda toca la áspera corteza.

Sus manos grandes acunan mi rostro y me examina, como si no creyera en mi débil negativa.

―Ven conmigo ―soy su títere a estas alturas; camino un paso por detrás de él y de inmediato recuerdo que he dejado mis pertenencias dentro del bar.

―No tengo mi bolso.

―Estoy seguro de que Peggy lo guardará en cuanto lo vea, no te preocupes ―Su arrullo es necesario en este momento de falsa calma.

Aligero el peso asentado en mi pecho y ni siquiera me molesto en preguntarle cómo cree que nadie las robará antes de que ella las encuentre.

Sus largas zancadas recorren la distancia a su motocicleta más rápido que las mías; mis pies arrastrados levantan tierra seca a su paso, manchando las botas llaneras que he comprado en un viaje anterior.

Frente a su Harley, me entrega su casco.

―¿Para qué es esto? Mi remolque está a calle y media de aquí. Puedo caminar. ―Cuestiono.

―Necesitamos dar un paseo primero.

―No estoy de ánimos para paseos.

―De no ser por el imbécil que te interceptó, ¿hubieras seguido cantando?¿Hubiéramos seguido bebiendo y disfrutando de la noche? ―Hago puchero, admitiendo que sí―. Vamos, es temprano.

―No sé si es buena idea. Mañana es día laborable. No estoy de vacaciones como otros...―Utilizo la ironía para desestimar su propuesta sin ser desagradecida.

Fabien llena su pecho de aire y lo larga con paciencia. Apoya las palmas en mis hombros, los frota y nuestra cercanía, su perfume, mi sequía sexual y mi frustración nocturna, generan inevitables cortocircuitos en mi sistema.

―No te presionaré si no quieres, Veronika ―su voz ronca es un elixir. Bajo los párpados, cansada, un poco bebida, absorbiendo su sensual modo de hablar ―, pero sabes que tienes otra opción. No pretendo que dejes de lado tus deberes profesionales, sino que te diviertas un poco, que salgas, que te relajes ―en este momento, su aliento acaricia mi oído. Las notas dulce de la cerveza artesanal que bebió, sumadas al dejo de nicotina y sus mentoladas palabras enriquecen mis sentidos.

Un gemido ahogado repleto de deseo sale de mi boca y ruego porque no lo haya escuchado.

―Sí, yo también deseo pasar más tiempo contigo. ―Acusa con una media sonrisa diabólica.

Mierda, lo escuchó.

―Fabien, no lo tomes a mal, pero en diez días me iré de aquí. No quiero...¡rayos! no quiero tener motivos de los cuales me arrepienta al día siguiente ―mis ojos se abren despacio, aletargados.

Los suyos están esperándome bien abiertos, escandalosamente hermosos bajo la luz de la luna y el reflejo de las luces del restaurante, a nuestras espaldas. Hay un grupo de mujeres por un lado, otro de hombres a la izquierda, pero nada de lo que hablan llega a nuestros oídos. Estamos en una burbuja, únicamente conformada por nosotros dos.

―Por supuesto que entiendo, lo mismo pienso. ―Baja sus manos recorriendo el lateral de mis brazos hasta llegar a mis dedos. Juguetea con ellos y los entrelaza con los suyos ―. Sin promesas. Sin sentimientos. Podemos simplemente salir a tomar algo, un café, un helado o podemos...lo que quieras...―su voz es un trueno que anticipa tempestad. Anhelo un encuentro con él, anhelo sentirme deseada y adorada por este desconocido. Cada vez me cuesta más rechazar su oferta.

¿Cuáles son los riesgos de arrojarme en brazos de esta aventura? Él me está ofreciendo exactamente lo que necesito ahora y lo opuesto a lo que siempre busqué.

Me muerdo el labio inferior; mi mujer cauta dice que no, pero aquella que necesita sentirse viva pretende aceptar.

―No soy una mujer acostumbrada al sexo sin ataduras, Fabien. Lo siento.

Estúpida, estúpida conciencia, me maldigo en silencio.

"¿Cuántas veces en tu vida tuviste la posibilidad de enredarte con un sujeto tan caliente como este?", la pregunta cae como las monedas de una máquina de casino. La respuesta es inmediata: ni una.

―Te alcanzaré a tu sitio. ―Fabien me besa la frente en una actitud tan inesperada como tierna. Probablemente haya sido la primera mujer que le ha dicho que no.

No es tu problema, Roni. Que lidie con su ego.

―B-bueno ―balbuceo, derrotada por mis propios miedos.

Tomo el casco y me lo coloco en la cabeza. Él se asegura de ajustarlo como corresponde sin dejar de recorrer con sus bellos ojos cada poro de mi rostro. Agradezco haberme puesto algo de maquillaje, aunque supongo que ya no luzco como cuando llegué al bar.

Pierde más tiempo del que debería ajustando la hebilla bajo mi barbilla y me sonrío.

―¿Y esa sonrisa?

―Esta noche ha sido una completa locura.

―Has cantado muy bonito.

―Yo creo que tú lo harías muy bien también.

―Eso es un no rotundo ―me guiña su ojo y me explica cómo subir a su motocicleta ―. Presiona tu torso contra mi espalda y aférrate a mi pecho. No iré a fuertes velocidades, pero es mejor prevenir.

Asiento y me acomodo. Él monta su corcel metálico y hago exactamente lo que me indicó: me amoldo a su cuerpo y recuesto mi mejilla contra el frío cuero de su chaqueta.

Tabaco, madera, mentol...es una combinación que puede resultar muy adictiva para mi sistema nervioso.

―¿Lista?

―¡Sí! ―grito cual desaforada y la vibración de su Harley repercute en toda mi carne.

Arrancamos y cierro instintivamente los ojos hasta que siento la brisa nocturna chocando contra nuestros cuerpos; la luna nos acompaña desde lo alto, siguiendo nuestro andar mientras su mano no dominante descansa sobre mi muslo.

Abro los ojos, las luces de las caravanas se ven a lo lejos.

Más rápido de lo que esperaba llegamos a mi lugar de acampe. Es obvio, estábamos a una distancia ridícula.

La mezcla de las brasas y carne asada de algunas barbacoas fluye en el aire; hay remolques vecinos en el parque donde me instalé, pero lo suficientemente alejados como para escuchar su alboroto cuando atiendo a mis pacientes sin resultar molesto.

Los búhos ululan y estoy a gusto contra el cuerpo de Fabien; maldigo no haber aceptado su oferta de hacer que la noche se extienda un rato más.

Acabo de conocerlo, lo sé. No se ha abierto mucho, aunque supongo que contar sobre su adopción no debe ser algo fácil de comentar. Quizás le he causado una buena primera impresión o simplemente surgió, pero me alegra haberle transmitido la seguridad para hacerlo.

Bajo de la motocicleta y tambaleo; como es de esperar sus brazos fuertes me envuelven y en ese momento, en el cual nuestras miradas se conectan, el oxígeno a nuestro alrededor se torna denso.

―Parece que siempre estás listo para detener mi caída ―susurro a sus labios, deseosa por probarlos.

―O se trata de estar en el lugar indicado y en el momento preciso ―su ambigüedad me embriaga. Es una frase cliché, sin compromiso, pero mi cerebro se encapricha en buscarle otro significado.

Mi pecho se desinfla cuando él se aparta, poniendo la distancia que le rogué.

No quiero que me deje, pero al decirle que prefiero quedarme en mi sitio esta noche he sentenciado el final.

―Es tarde. ―me recuerda. Mete las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones y retrocede en dirección a su motocicleta. No pasa ni siquiera un segundo que me da la espalda y mira al cielo.

¿Qué pide?¿Qué busca?¿Por qué pudiendo tener a cualquier mujer en su cama me ofrece una noche sin compromisos a mí?¡A mí! Peggy estaría más que dispuesta a tener lo que él le ofrece sin arrepentirse o darle vueltas al asunto.

Me froto los brazos dándome calor.

―¿Quisieras entrar a por un café? ―Mi voz se adelanta a mis pies, estáticos frente a los escalones de mi remolque.

Se toma un tiempo infernal para girar, mirarme y negar con la cabeza.

―Si entro allí no querré salir por unas cuantas horas. ―Toda su seguridad se resume en esa frase.

―¿Y qué si soy yo la que no te deja salir? ―lo desafío, atrevida y contradictoria.

Me mira con sus ojos azules bien agudos y puedo ver la dicotomía asentada en ellos. No entiende qué es lo que pretendo, porqué le muestro el dulce y luego, se lo retiro de la cara.

Pues bien, yo tampoco comprendo por qué me siento tan irresoluta al respecto.

―Que descanses, Veronika.

Toma el casco y se lo coloca dejándome más confundida de lo que estoy. Para cuando reacciono ya no está en mi campo de visión y el ruido de su motocicleta es un eco en la noche.

He perdido mi oportunidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro