Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34

No ha sido fácil dejar a Veronika en mi apartamento después de decirle que vendría a mi casa familiar a ver qué demonios significaba el mensaje que su padre le entregó.

Harris se ha negado a dar respuestas por lo cual solo debemos confiar en que esto encubre alguna de las mil preguntas que nos hacemos.

El perímetro se ha cercado y la agente de bienes raíces que patrocina la comercialización de la propiedad no vio de buena forma que el 31 de diciembre el vallado policial indique como escena del crimen a una de las casas más bonitas - y más costosas - del vecindario.

Sin embargo, cuando se le exhibió la autorización judicial y remarcamos que sabíamos que los papeles de esta casa no estaban en regla, razón por la cual podíamos acusarla de fraude, cerró su boca. Horrorizada y jurando que sus escribanos habían asegurado lo contrario, nos dio la llave del lugar.

Una acusación más en contra de Harris y contando...

―¿Por qué están cavando aquí? ―Solo Branson sabe que esta casa fue de mis padres y tras un largo proceso de judicialización, fue adquirida por un grupo inversor fantasma del que no se pudieron corroborar antecedentes.

Aún.

―Anders pasó el detector de metales y le pareció escuchar un pitido fuera de lo normal. Era débil, pero lo suficientemente notable como para investigar a fondo ―la nieve hace que toda la superficie del patio tarsero sea resbaladiza y fangosa. El aspecto general del parque se ha mantenido tal cual lo recordaba.

Incluso, la casa de la difunta señora McKenzie mantiene su aspecto.

Emil no dice nada cuando me encuentra repasando las superficies con nostalgia y me da una palmada en la espalda en señal de entendimiento.

Hay dos agentes de la división de explosivos que se han quedado dando vueltas por aquí junto al detective Branson y a los dos hombres en la puerta que mantienen a resguardo el lugar. La ambulancia ha apagado su sirena, permaneciendo afuera solo por precaución.

Sin dudas el vecindario se ha visto revolucionado previo a un día festivo.

Nos deben estar amando.

Copos de nieve se estacionan en los hombros de mi grueso abrigo de paño negro. Con las manos en los bolsillos camino por los alrededores de la escena, rememorando cada merienda sobre la mesa de piedra desgastada, cada balón arrojado contra las plantas que mi madre adoraba y las numerosas veces en que jugamos a las escondidas con mi padre.

Enciendo un cigarro, dibujo aros de humo que se desvanecen en el aire y lo abandono cuando uno de los chicos del equipo nos convoca a todo volumen.

Me abro paso entre los observadores y me detengo junto a Will Anders.

―Señores, creo que estamos frente al tesoro del pirata Harris. ―anuncia con ironía señalando el techo de una caja de chapa negra. Reynols, del equipo de explosivos, baja y la manipula con cuidado. Da el visto bueno con su pulgar en alto y de inmediato pasa una cuerda por la manija que hay en la parte superior.

Han tenido que cavar casi diez metros para hallarla, lo cual no es poco.

Reynolds y Anders jalan y la arrastran por la tierra. Tiene un candado ajustado a una gruesa cadena, difícil de cortar.

Los flashes de las cámaras persiguen el movimiento de los agentes y de la caja.

Dejamos lugar para que los expertos la manipulen y la coloquen sobre un plástico que se dispuso sobre el piso de tierra removida.

El detective Branson, impaciente, toma un alicate corta pernos y parte la cadena que cerca la pesada caja. Mi respiración se atasca en mi garganta porque puede que estemos frente al principio del fin.

El agente Lanch, experto en explosivos, aparta al detective y revisa la caja de 50cm x 50 cm. Asiente con la cabeza y nos acercamos; quita el candado y la cadena y abre la tapa de unos 10 milímetros de espesor.

Pestañea y de inmediato, comienza a colocar sobre el nylon lo que encuentra en su interior, con los flashes de la cámara sobre él.

El peritaje arranca cuando saca una caja de terciopelo azul envuelta en una bolsa. A continuación, otras cajas, de diversos tamaños, siguen su camino.

Billetes americanos y algunos de otros países precintados, papeles que a simple vista parecen documentos que acreditan propiedad inmobiliaria y más de cinco licencias de conducir, forman parte del botín.

Al cabo de una hora, se ha hecho un inventario de los bienes ocultos.

―Viejo hijo de puta ―Branson está con sus brazos en jarra, mirando el despliegue a nuestro alrededor.

―Estoy seguro de que la mayoría de las joyas son de la madre de Veronika o de su abuela.

―¿Tú crees? ―su ceño se frunce en mi dirección.

―Las otras víctimas reportaron joyas pequeñas, aretes, dijes de oro, nada grande como esto. Además, él me dijo que Aida fue su único y gran amor. ―Informo, dolido por los sentimientos que pudo haber despertado en mi madre el saber todo esto. Maldición, mamá estaba embarazada de este zángano ―. Supongo que conservar estas posesiones ha sido un modo perverso de tenerla consigo ―Elevo los hombros y me deprimo al no encontrar otro cigarro que fumar.

―Se las ha ocultado a Alice Pearce. ―Hace un acertado comentario.

―...y así es como comienzan los problemas en el Paraíso... ―Sonreímos sin gana y esperamos porque todo termine lo antes posible.

***

Una vez que las pruebas han sido llevadas al laboratorio del departamento de policía a fin de ser investigadas y patrimoniadas, me comunico con Roni. Espero que no se haya marchado a un hotel.

―Dios mío Fabien, estaba muy nerviosa ―confiesa.

―Ha sido una larga jornada, pero ya estamos en la estación. ¿Puedes venir hasta aquí?

―Pensé que nunca me lo pedirías ―un atisbo de sonrisa suena en su voz y me reconforta.

No dilatamos la conversación y a pesar de que quiero seguir hablando con ella, más quiero tenerla a mi lado.

Quince minutos más tarde, la veo anunciándose con Nola. Me ha contado que nuestra agente no ha sido muy amable cuando vino buscándome por primera vez, aunque me consta que Roni no se la ha hecho fácil.

―Llegué lo más rápido que pude ―dice y muero por besarla.

Sin embargo, el saludo queda a mitad del camino y mi cuerpo lo sabe.

―Ven, acompáñame. Te necesitamos aquí ―Vacilo si colocar mi mano en su hombro, pero ¡a la mierda! Necesito tocar un pedacito de su cuerpo, por lo que asiento mi palma abierta en la mitad de su espalda.

Roni no se inmuta y eso me alivia.

La llevo hacia la sala blindada donde se realizan los careos a los detenidos mientras castiga su labio inferior con el filo de sus dientes.

―Toma asiento por favor ―le indico. Me ubico a su lado y esperamos por Branson. Cuanto este aparece, saluda a Veronika.

―¿Debería contactar a mi abogado? ―pregunta ella con intriga.

―Solo se te mostrarán unas fotografías y tendrás que decir si reconoces o no el material. Si lo prefieres, puedes hacer la llamada.

―¿Afirmarlo o negarlo me tendría como cómplice o algo parecido? ―su mirada preocupada va del detective principal hacia mí numerosa cantidad de veces.

―No, Roni ―le tomo las manos―, pero si no confías, la opción de contactarlo sigue en pie.

La palabra confiar, en este contexto, tiene mucho peso. Es quizás, la palabra más importante que ha colgado entre nosotros durante todo este tiempo.

Ella se relame, debatiendo mentalmente su decisión.

―Está bien, supongo que me lo dirías de ser extremadamente necesario, ¿verdad?―Su sonrisa se desinfla y ese simple gesto paraliza mi corazón. La amo tanto que me aferro a esas estúpidas migajas.

―No te arriesgaría. No más.

Beso sus nudillos y aparto mis manos de las suyas, gestando una separación profesional.

―Buenas noches ―Daniel Fritzman, el representante legal de Martin Harris es quien entra y saluda a los presentes.

―¿Daniel? ―Roni parpadea, obviamente, sin imaginar su aparición.

―Hola Veronika, ¿cómo estás? Ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos.

―Sí, es cierto.

Para entonces, el momento de la verdad ya no puede postergarse más. El agente Hatcher, recién llegado, le indica a Roni cuál será el procedimiento a seguir y al obtener su aprobación, abre una gruesa carpeta con numerosas fotografías reveladas en su laboratorio.

―Solo di si reconoces o no el objeto y qué puedes sumar al respecto. Toda información será bienvenida ―indico y ella asiente. Emil Branson está cruzado de brazos al otro lado de la mesa en tanto que Fritzman y Hatcher, a su derecha ―. ¿Estás de acuerdo con eso, Veronika?

―Por supuesto.

Inspira profundo y acaricia la pulsera que le obsequié en navidad. Quiero golpear mi pecho, orgulloso de que la lleve consigo, pero me contengo.

En todo momento mantengo mis ojos en ella, en el modo en que su pecho sube y baja a causa de su respiración. En sus manos expertas con uñas pintadas de negro, en su garganta moviéndose por el paso de saliva.

Mira todas las imágenes con idéntica emoción, dedicándoles tiempo y agudeza visual hasta que una quiebra sus defensas y provoca que unas lágrimas caigan de sus preciosos ojos.

―Este de aquí...―señala con gesto contrito ― era un collar de mi bisabuela. Ella vino a América después de huir con su familia de Alemania. ―el peso de la historia tiñe su voz.

Hatcher la aparta. Se ha sumado un perito taquígrafo que toma nota de todo lo que sucede en el interior de la sala.

Luego, es el turno de un anillo cuadrado, de oro macizo con unas iniciales grabadas en él.

―Mis abuelos se lo obsequiaron a mi madre en su cumpleaños número 16. Eran fanáticos de la ópera de Verdi―En efecto, pueden leerse las letras "AVL": Aida Verdiana Lumington.

Veronika pasa unos cuantos minutos identificando joyas de su madre y dudando el reconocimiento sobre otras. Sin embargo, mi cuerpo acusa sorpresa cuando veo la sortija de compromiso de mi madre y lo indico a los testigos. Se me hiela la sangre, colapsando mis nervios.

―Bastardo ―Gruño, mordiendo mi puño.

Roni me mira con intriga y su mano rodea la mía, dura. La lleva a su boca, la besa y me sonríe.

Eso basta para calmar mis ánimos, tiene un efecto amansador.

―Ya está, Fabien ―Susurra.

Cuando ya no hay nada más por ver, Fritzler se queda con el resto del equipo en tanto que me llevo a Veronika a la oficina de lado. Es momento de ver los papeles aunque ninguno de nosotros está capacitado para determinar la veracidad de cada uno de ellos.

Cierro la puerta contigua y me apoyo contra ella. Exhalo una respiración pesada y dejo caer mi cabeza hacia adelante. Es hora de tomar uno de los analgésicos.

―Nunca pensé tener que encontrarme con todo eso. ¡Él era un maldito estafador! ―Puede que Roni supiera, teniendo en cuenta los últimos hechos, lo que su padre hizo, pero hasta que no lo vio no lo creyó.

―Lo siento, Veronika.

―Yo soy la que lo siente, es mi padre después de todo. ―sorbe su nariz mientras camina de un lado al otro, como animal enjaulado ―. Tantos años de mentiras, tantos años creyendo que trabajaba a destajo para olvidar el dolor de la muerte de mi madre y que el dinero con el que pagaba mi escuela, mis necesidades, eran ganados en buena ley...―toma asiento en la silla plástica que hay en una esquina y hunde su rostro entre sus manos ―. Mi vida ha sido un completo engaño.

Atravieso la pequeña sala y me acuclillo delante de ella. Le exijo que me mire y a pesar de su renuencia inicial, lo hace.

―No todo ha sido un engaño: tú no sabías de dónde venían las extravagancias de tu padre. Eras una niña que acababa de perder a su madre, ¿qué podías preguntar? ¿Cuánto podías entender?

―¿Cuándo me transformé en una adulta, acaso? ―Menea la cabeza ―. Nunca quise meterme en sus asuntos. Creo que en el fondo fue porque sospechaba que nada era color de rosa. ¿Cómo no accioné? ―pregunta en un gemido y me mata no tener una respuesta.

―Roni, esto sonará trillado, pero lo hecho, hecho está. Ya no hay nada que puedas cambiar.

―Me siento una tonta creyendo en las mentiras que todos me dan ―Pluraliza y sé que soy partícipe directo de su queja.

―No eres tonta, lo somos aquellos que te mentimos.

Su sonrisa es ladeada y sarcástica. Se pone de pie y limpia su rostro.

―Disculpen chicos, pero hemos terminado por aquí. Faltan dos horas para las doce. ―Tras un tenue golpe en la puerta, Branson se asoma e informa.

Por supuesto, estamos a dos horas de darle la bienvenida al nuevo año.

Tanto Veronika como yo caemos tarde en la cuenta hasta que cogemos nuestros abrigos y billeteras, saludamos al personal que aun pulula en la estación y nos enfrentamos al gélido invierno de Chicago.

Nos invitan a celebrar con ellos, pero rechazo la oferta antes de que Veronika se sienta en el compromiso de aceptar.

―No tengo más que algunas copas y una botella de vino para el brindis, pero podemos buscar una tienda abierta y hacer algo al respecto.

―Puedo ir a un bar...no quiero ser una carga. ―Sus mejillas se ruborizan de frío y pudor. Está loca si cree que me separaré de ella.

―De ningún modo te dejaría a la deriva, Veronika. Hemos tenido nuestra gran cuota de diferencias y acúsame de ser un imbécil mundial, pero no estaremos separados en año nuevo.

Le cuesta decir que sí, hasta que cede. La tomo de la mano y aunque quisiera sentir su piel contra la mía, es mejor conservar los guantes.

Paramos un taxi y le doy mi dirección. Nunca separamos nuestras manos, pero su mirada está perdida en la ventanilla de su lado.

Bajamos a los pies de mi edificio, atravesamos la pequeña recepción y subimos a mi planta. Ni siquiera me ha mirada dentro del elevador, concentrándose en aferrarse todavía más a su abrigo. En tanto pongo la llave en la cerradura de mi unidad, aparece Peyton con una copa en la mano.

―Hey, vecinos. ¿Cómo están?

―Hola Pey. Cansados. ―Respondo.

―Oh...sí...veo eso ―ella frunce el entrecejo, examinando nuestro aspecto de película de terror ―. Mmm, ¿no quieren venir a recibir el año con nosotras? Estamos solo Kate y yo. Y claro, Misha también ―sonríe. Juro que de no ser por ellas no sé qué hubiera hecho con mi gata. Cuando me fui esta mañana se las dejé a su cuidado para que Roni no tuviera que lidiar con mi mascota.

Muerdo mi labio y miro a mi compañera. Luce exhausta, emocional y físicamente. Ella es la que decidirá.

Parpadea durante unos segundos, hasta que finalmente da su veredicto.

―Nos gustaría mucho, Peyton. ―Sonríe, débil, y le beso la cima de la cabeza en agradecimiento.

***********************************

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro