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¿Soy tu bonito? 2/2❤️‍🔥💔

Hola, ¿qué tal están por aquí? Me da mucha alegría volver a estar con ustedes. Bueno, ¿qué les puedo decir? Disculpen por no haber actualizado ayer.

Pero les aseguro que el capítulo de hoy los compensará con creces por lo largo que me ha quedado.

Les advierto que en este capítulo tendrán que tener sus pañuelos a mano, ya que se tocarán temas sensibles como la violencia doméstica del pasado.

Espero leer todos sus comentarios.

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Quiso ignorar todo el entorno tan extraño que se había desarrollado desde el instante en que se atrevió a poner un pie por fuera del hospital. Primero que nada estaba el hecho de estar sin saber dónde; todas las calles eran demasiado extrañas, lujosas, algo que no había visto en muchos años.

Junto a esto estaba, sobre todo, la vergüenza que sintió al tener que devolverse hasta el hospital y preguntar dónde debía tomar un taxi o autobús. Peor aún fue cuando tuvo que pedir algo de dinero para poder trasladarse hasta ese punto.

Comenzaba a vagar por las calles, admirando lo lujoso que era esta zona y lamentando que su mente no pudiera librarse de este tipo de recuerdos tan dolorosos de esa época que, de algún modo, quería olvidar y dejar atrás en el pasado, como quizás todas las demás personas involucradas lo habían hecho.

Continuó caminando sin medir el tiempo hasta que llegó a una pequeña plaza de juegos donde recordaba haber traído, de más pequeña, a su hija, cuando aún podía tener el derecho de ser llamada madre y su antigua pareja no la despreciaba hasta por la más mínima acción que llegara a realizar.

Por todo le mantenían una crítica: cuando tenía que salir ante la sociedad debía cambiarse de ropa, de peinado, saber cómo hablar o quedarse callada cuando fuera necesario; no podía darle de comer a su pequeña en la calle, o eso creía que era un escándalo, y mucho menos podía salir más de cinco metros sin su pareja o algún guardaespaldas que se aseguraba de vigilar todos sus movimientos.

Al pensar en este tipo de situaciones, sencillamente se encogió entre sus piernas, escondiéndose ahí para comenzar a soltar esas lágrimas traicioneras. Odiaba tener que recordar todo su pasado y más de esta manera tan brusca. Quería, necesitaba algún tipo de calmante para su propio corazón. Se sentía tan miserable, hasta el punto de ser destruido, al estar de esta manera.

Cuando menos se lo esperaba, repentinamente escuchó una pequeña voz que lo comenzaba a llamar a lo lejos, repetidas veces.

“Mamá, mamá, ¿eres tú?”

Su vista se alzó, saliendo del escondite en el que estaba, creyendo que esto era un sueño, aunque estaba siendo así al ver cómo su pequeña Seong Ga-yeong venía corriendo hasta donde estaba. Sin embargo, llegó a ver la duda en los ojos de su pequeña al pararse repentinamente.

Él decidió acabar con esa incertidumbre, importando poco todos los recuerdos que le estaban atormentando justo ahora, para hablarle lentamente.

—Si, pequeña Seong Ga-yeong… soy tu mamá… soy yo. —Intentó con todas sus fuerzas no tartamudear esas palabras, sobre todo al ver cómo la pequeña se lanzaba a sus brazos, sin importarle ensuciar su ropa fina—. Mamá… está aquí contigo. No sabes todo lo que te he extrañado. Me haces mucha falta.

Solo escuchaba la respiración entrecortada de la pequeña a causa del llanto. Él también estaba igual o peor. No podía negar que estaba llorando hasta el punto de temblar, al tener a su pequeña de esta manera después de tanto tiempo sin abrazarla.

Hace dos o tres años… no tenía el recuerdo exacto. Pero eso era lo de menos ahora. La mantenía entre sus brazos y debía ser fuerte por los dos. Comenzó a liberar un poco de sus feromonas maternales para que su pequeña se sintiera a gusto y calmada.

Parecía que no había perdido el toque, al sentir cómo la pequeña ya no sollozaba, sino que solo soltaba pequeños hipos por haber llorado tanto. Así que decidió cargarla entre sus brazos para sentarse en el banco, manteniéndola en esta misma posición como cuando era una bebé.

Estaba tan grande y bonita. No quería perderse ningún detalle de su cuerpo.

Necesitaba memorizarlo con mucha exactitud, ya que no sabía cuándo sería la próxima vez que la viera. Quizás ya estuviera casada o lejos del país. Eso le provocó una horrible pena a su parte Omega, a la cual se obligó a esconder. Lo último que necesitaba era que estas emociones salieran a la luz justo ahora, con su hija entre sus brazos.

—No sabes todo lo que te he extrañado, mami. —iba diciendo muy lentamente mientras estaba abrazada a su pecho—. Sabes, en esa casa me dicen que tú ya has perdido el derecho sobre mí y que nunca más puedo llamarte mamá. Que la nueva pareja de ella es a quien debo llamar mamá. ¿Verdad que no es así? Tú eres mi mami.

Escuchar todas estas palabras de parte de su hija era como que le estuvieran clavando un puñal en el fondo. Podía permitir lo que fuera de su ex esposa, menos que le llegara a meter todo este tipo de cosas a la pequeña, más siendo ella tan inocente del mundo que la rodeaba. Se fue tomando su tiempo mirando todos los detalles de su pequeña hasta el cómo estaba vestida ese vestido tan fino que se había ensuciado.

Esperaba que nunca le aplicaran ese tipo de castigos como lo hacían con su persona cuando aún vivía en esa casa y se atrevía a manchar su ropa con la más mínima gota de suciedad. Trataba de ignorar estos detalles. Ella no era capaz de tratar de esta manera a su hija.

Soltó un suspiro, evaluando qué decir para que no terminara en llanto a ninguno de los dos. Eso era lo que menos quería por los momentos.

—Claro que soy tu mamá. Esto nunca pero nunca cambiará, no importa lo que te quieran hacer creer.—Intentó que su voz no saliera entrecortada por las lágrimas que comenzaban a acumularse en su garganta.

Sintió como la pequeña se pegó mucho más a su pecho al terminar de decir esas palabras y el cómo ahora solo se dedicaba a pasarle sus pequeñas manos por su cara como cuando era una bebé. Ese gesto le trajo muchas emociones entrecortadas.

Al igual que ese tipo de pensamientos que siempre quería enterrar en lo más profundo de su ser. ¿Qué tan difícil sería irse con su hija fuera del país? Llevarse todo el dinero del premio para comenzar una vida juntos sin que nadie lo impidiera. Un cambio de identidades hasta podía funcionar. Se olvidaba de querer vengarse de los juegos.

“No, Gi-hun, es una fatal idea”, se repetía en su mente. No podía hacer las cosas de esta manera. Estaría yendo en contra de la ley. Pero él era su mamá. ¡Como un puto carajo tenía todo el derecho de tenerla con él si lo quería así! Decidió cambiar la estrategia preguntando por otra cosa.

—Dime, ¿necesitas que te ayude a limpiarte este vestido? Estoy seguro de que te podrás meter en muchos problemas por llegar sucia a casa. —Lo soltó como un chiste, pensando que podría ser humor y que su hija se iba a reír.

Aunque esperaba que fuera así, vio la mirada preocupada que le dio su pequeña antes de atreverse a soltarse de ese abrazo, comenzando a examinar su propia ropa. Y como si cayera en cuenta de la gravedad del asunto, luego vio cómo comenzaba a intentar quitarse la tierra y veía las pequeñas lágrimas de nuevo en esos ojos.

—No... no... no está suciedad, tiene que salir de la ropa o me van a castigar por llegar de esta manera con la ropa tan sucia. —Se expresaba así, intentando quitarse la mancha de barro que tenía en el vestido.

Ahí se dio cuenta de toda la situación que estaba pasando su pequeña. Estaba viviendo todo el mismo infierno que él vivió desde que conoció a su exesposa, y él sencillamente no podía permitirse que su hija viviera con estos traumas desde tan pequeña, que no tuviera un margen de error para equivocarse o ser una niña.

Quizás estaba tomando la decisión más arriesgada y una locura total, pero necesitaba que ella estuviera bien, y no lo estaría con nadie más que no fuera él. Soltó un suspiro antes de ponerle una de sus manos en los pequeños hombros de la pequeña y hablar pausadamente.

—Mírame, pequeña. —Hizo que alzara su mirada y cuando vio esos pequeños ojos llenos de lágrimas, decidió continuar hablando, tomando el valor suficiente.— ¿Qué te parece si tú y yo nos escapamos de todo esto esta misma noche? Tengo el dinero suficiente para mantenernos a ambos.

—Podría vivir contigo sin tener que volver a verla, mucho menos tener este tipo de regaños. —Comenzó a decir muy pausadamente, procesando lo dicho, además de que estaba ilusionada.— Seríamos tú y yo, ¿verdad, mamá?

—Si tú lo quieres así, mi pequeña, se hará.
—Tomó una pausa antes de volver a hablar con mucho miedo en su voz sobre lo que iba a pedir a continuación.—Solo quiero que me digas algo: ¿sabes dónde guardan los papeles importantes, como tu certificado de nacimiento?

— Los guardan en la oficina de la persona a la que me hacen llamar mamá —decía muy pensativamente.

— Tú crees que los puedas conseguir sin que haya peligro de que te metas en problemas. Solo necesito un documento que diga certificado de nacimiento y que tenga mi apellido.

— Si lo puedo hacer, mamá, aunque ¿para qué necesitas ese documento de todas maneras?

— Es el único documento legal que existe que puedo tener para sacarte sin que nadie nos persiga —se atrevió a agacharse a la altura de la pequeña—. Escúchame algo: si sencillamente no puedes, déjalo así y te encargas de escapar esta noche. Nos veremos en la estación de trenes. ¿Sabes cómo llegar hasta ahí, verdad?

Vio el asentimiento por parte de la pequeña, que también intentaba quitarse las lágrimas de sus ojos. Sin poder aguantar más esta situación, la agarró entre sus brazos para abrazarla muy fuertemente, ya que estaba sintiendo el mismo miedo de su pequeña. Así que comenzó de nuevo a soltar más feromonas.

— Esto va a pasar esta noche. Ya estaremos juntos y muy lejos de aquí. Solo sé fuerte hasta entonces. No necesitas traerte absolutamente nada, solo ese documento. Pero si no puedes, encontraremos la manera de arreglar esto —soltó un suspiro, intentando acallar las lágrimas que quería soltar. No podía permitirse debilidad frente a su hija.

— Cuando llegues a casa, solo agacha la cabeza y di que un niño te empujó por eso estás con la ropa manchada. Eso funcionará para calmar su ira. Lo sé muy bien.

Odiaba tener que darle este tipo de consejos sobre sumisión a su hija, pero era mejor esto. Además, solo sería un rato más de este sufrimiento y pronto podrían estar lejos de todo esto. Se atrevió a soltarla, poniéndola en el piso, viendo sus lágrimas, algo que partía a su parte Omega. Se atrevió a quitarle algunas lágrimas.

— Sé fuerte. Nos vemos en unas horas, princesa —terminó de decir para quitarle las lágrimas y arreglarla lo mejor posible, y quizás estar reteniendo esta despedida entre ambos.

— Te amo mucho, mami. Ya quiero estar contigo viviendo feliz. Nos vemos esta noche —terminando de decir eso, se comenzó a despedir.

Vio como su pequeña le dedicó un último abrazo antes de comenzar a correr hasta su casa, y él estaba sin entender por qué tenía este mal presentimiento de que algo malo fuera a acontecer. Aunque ignoró eso y salió lo más rápido de ahí para buscar un taxi que lo llevará hasta su casa. Debía ser práctico en lo que iba a empacar.

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Agarré el primer taxi que encontré para decirle la dirección de su casa. Fue un trayecto bastante largo en el cual su corazón no paraba de sonar bastante agitado. En general, todo su cuerpo estaba así de nervioso por querer llegar a su casa, empacar y que fuera de noche. El trayecto lo sintió demasiado largo y, cuando estuvo en su departamento, le pagó para bajarse.

Intentando calmar toda su respiración y su cuerpo, no debía tener un ataque de pánico justo ahora que estaba a nada de estar con su pequeña. Al entrar a su departamento, ignoró todo el lugar, comenzando a buscar la maleta más cómoda posible para meter unas cuantas mudas de ropa y, en su mayoría, el suficiente dinero para que él y su hija pudieran vivir una vida plena y con algunos lujos.

Lo demás del dinero lo guardó bien guardado en un escondite que había mandado de hacer. Total, este departamento era suyo y, si necesitaba más dinero, que no iba a ser así, podía volver sin problemas algunos. Decidió acostarse en su cama para tomar una siesta de pocas horas. La puso en su despertador solo dos horas.

Aunque durmió menos tiempo del que pasó mirando el reloj y sintiendo un mal presentimiento, como si algo malo fuera a ocurrir esta noche, trataba de mantener esos pensamientos lejos de su mente.

Cuando sonó la alarma a la hora acordada, se dio cuenta de que no había podido dormir nada. Solo había dado vueltas en la cama, pensando en lo peor. Además, se sentía culpable por haber insistido en que su hija fuera a buscar esos documentos. Quería creer que ella era lo suficientemente inteligente para evaluar si era seguro hacerlo.

Se paró rápidamente de la cama para ir por su maleta e irse de allí. Realmente no le importaba irse con la misma ropa; solo quería largarse. Decidió, para no levantar tantas sospechas, agarrar un taxi de nuevo que lo llevara a la estación de trenes.

Cuando estuvo allí, se dio cuenta de que ya eran las seis de la tarde. Comenzó a observar todo el lugar, dándose cuenta de que todavía no había llegado, aunque sabía que en parte era su culpa por no haber especificado alguna hora en particular. Pero ese mal presentimiento de que algo malo fuera a pasar seguía rondando en su cabeza.

Otra hora más pasó mientras él estaba sentado esperando que ella entrara y nada pasaba. Pensaba en que quizás se habían complicado las cosas; ojalá que no hubieran sido así. Media hora más había pasado y ya estaba comenzando a perder la esperanza de que su hija llegara a venir hasta que la vio, como venía corriendo hacia él con las lágrimas en los ojos y la misma ropa de esta tarde.

Muy poco le importó eso. La abrazó con todas sus fuerzas, alzándola entre sus brazos para soltarle sus feromonas y que se calmara. Su hija no entendía el porqué estaba así de alterado; pensaba que algo malo podía haber pasado con ella o que la hubieran descubierto.

Cuando sintió que se calmó lo suficientemente, se sentó en uno de los bancos e hizo que se sentara entre sus piernas para quitarle ese cabello alborotado que estaba en su carita, poniéndolo detrás de sus orejas.

—Mami… Yo conseguí los documentos que me estabas pidiendo, pero yo sencillamente he pensado las cosas mejor y no quiero irme a vivir contigo.—expresaba para luego derrumbarse a llorar en su pecho.

Para él, el llegar a escuchar estas palabras fue como si su mundo entero se derrumbara. Estaba sin entender el porqué de cómo habían pasado las cosas. Solo unas pocas horas habían pasado y eran las suficientes para hacer cambiar de opinión a su hija. Además, si este era el caso, ¿por qué estaba aquí entre sus brazos? Y como que de alguna manera estaba pidiendo perdón, y estaba sin entender sus razones.

Intentando encontrar las respuestas lógicas a tantos pensamientos que rondaban por su mente, y sobre todo a por qué su parte Omega estaba tan preocupada, decidió poner en orden sus pensamientos para hablar con su pequeña.

—Si esto es así, o sea, si has cambiado de opinión, dime por qué estás aquí en vez de quedarte en casa y no exponerte de esta manera tan peligrosa. Era más fácil que me dejaras plantado.

—Es...que yo de verdad quería irme contigo, soñar con esta vida juntos y había conseguido los documentos, pero ella...me descubrió —terminó de decir eso rompiéndose en llanto y escondiéndose en el pecho de su mamá.

Escuchar esas últimas palabras saliendo de la boca de su hija fue como un balde de agua fría. Pensaba que solo eran mentiras o que sencillamente había escuchado mal hasta ver cómo esa mujer comenzaba a caminar hacia ellos aplaudiendo.

—Miarete gi-hun, con tantas falsas esperanzas pensando en que podías escaparte con mi hija, llevártela lejos de mí sin que me diera cuenta. ¿Y sabes lo peor? Mandarla a buscar unos documentos fue tan fácil atraparla —soltó una risa sarcástica sin dejar de aplaudir.

Ir escuchando estas palabras, y mucho más los aplausos, fue como hacerle revivir esos recuerdos del pasado cuando llegaba a hacer algo malo y su esposa lo llegaba a castigar. No quería esto, pero estaba sintiendo demasiado miedo. Quería huir de todo.

—Te atreviste a salir de esta casa sin pedirme permiso a mí, que soy tu pareja. —lo iba diciendo, soltando feromonas bastante agresivas que hacían al omega agacharse.

—Yo... Yo no quería hacerlo, solo tenía mucha hambre. No había nada que comer en esta casa. —se iba expresando con voz lo suficientemente débil para no alterarla más.

Se agachó esperando los reclamos. Lo que menos quería eran golpes, mucho más ahora que solo tenía unos días de haber salido del hospital por el parto tan trabajoso que había tenido. Además, casi no había podido ver a su pequeña, menos darle de comer.

—¿Qué mierdas te he dicho sobre que me pidas permiso para salir de esta casa? ¿Acaso no te entra en la cabeza que eres mi propiedad y solo haces lo que yo te pido? ¡Y además de que son estas ridiculeces de querer darle pecho a la bebé!

Escuchar esas palabras solo lo hacían querer decir algo, aunque por ahora era mejor mantenerse en silencio y no decir nada. Quizás le permitirían comer algo y darle pecho a su bebé, o mejor aún, verla. Así que se quedó ahí sin decir nada.

—Es solo una bebé. No necesita eso, solo fórmula. ¿Para qué crear lazos con una mocosa que costó tanto traer a este mundo? ¡Y mírame cuando te estoy hablando, omega estúpido!

Tenía tanto miedo que no se atrevió a mirarla cuando hablaba. Algo que le causó fue que lo agarraran para darle varios golpes consecutivos antes de arrastrarlo hasta el sótano, encerrándolo ahí y, sin compasión, le pusieron cera caliente en el pecho. El dolor le hizo soltar un grito que retumbó por toda la casa.

Ese recuerdo solo desencadenó que apretara más a su hija contra su pecho mientras veía la mirada acusatoria de su ex esposa. Aunque no se atrevía a soltarla por ningún motivo, estaba teniendo demasiado miedo de lo que pudiera acontecer.

—O mejor hago que caigas en cuenta. ¿Pensabas que la niña iba a estar sola en un parque? Solo me descuidé con unos inversionistas y luego los vi juntos ahí. Agradece que no los interrumpí justo ahí. Quería ver hasta dónde podías llegar y quizás evaluar la posibilidad de que la vieras, pero hiciste todo lo contrario con estos planes de querer escapar.

No podía permitir que esto siguiera así, pero su cuerpo no dejaba de temblar. Al recordar todo ese pasado tan traumático, unos jadeos entrecortados escaparon de sus labios. Se atrevió a poner a la pequeña en el suelo, aunque sin soltarla del todo; tenía muchísimo miedo de lo que pudiera pasar.

—Pero solo me doy cuenta de que eres un tonto Omega que creías vivir en un cuento de hadas, aunque no es así. Mira, te voy a mostrar la realidad. —Sacó de su cartera ese documento tan importante para el Omega y se atrevió a rompérselo en la cara antes de agarrar a la niña fuertemente. —Pensaste que ibas a ganar, que de verdad ibas a salirte con la tuya, pero no es así. Además, apestas demasiado a un alfa. Quién sabe qué tan zorra estás siendo ahora.

Escuchar esas palabras lo terminó de romper ahí mismo. Además de ver cómo se iban llevando a su pequeña en contra de su voluntad, solo podía escuchar las lágrimas, los llantos y esos "mamá, mamá, mamá" que tanto le estaban rompiendo el alma, aunque sencillamente no podía hacer nada al respecto.

Se quedó ahí como un cobarde, llorando sin poderse defender. Con su parte Omega llorando y aullando por salir y enfrentarse a todos, pero él sencillamente estaba siendo un cobarde que se tiró al suelo a llorar sin importarle nada.

Ya nada parecía tener sentido en su vida sin su hija.

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Solo lo sintió al amanecer. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar cuando alguien lo tocó en los hombros. Al alzar la vista, se encontró con quien menos pensaba ver tan pronto: este alfa.

— Omega, que estás haciendo aquí en esta estación de tren, y mucho más con los ojos tan llorosos. Dime, ¿quién se atrevió a tocarte o lastimarte de esta manera?

Para el alfa no fue tan difícil llegar hasta aquí. Pensó que fuera lo que su peluche  estaba haciendo era cualquier tontería... Lo que más lo sorprendió fue encontrarlo de esta manera tan destruido, con esos ojos llorosos. ¿Quién se había atrevido siquiera a hacer que sus ojos lloraran? Él era el único con este derecho. Se iba a encargar de asesinar a los responsables.

—Nadie lo hizo. Esto fue solo darme cuenta de que nunca podré ser feliz y mucho menos tener la custodia de mi hija sin que mi antigua pareja se entrometa. Porque para ella, soy alguien insuficiente para mi propia hija.

Terminar de decir esto fue como darse cuenta de la realidad de anoche. Entendió que las cosas realmente habían pasado de esa manera, que no pudo ser feliz con su hija. Siempre esa mujer se encargaba de arruinar su felicidad de formas tan espantosas como esta. Quería continuar llorando, aunque de su cuerpo no salieran más lágrimas. Así que hizo lo que su parte Omega le indicaba en esos momentos: abrazarse al alfa.

Sin importarle su dignidad o lo que pudieran pensar de ella, se tiró a los brazos del alfa, pegándose a su pecho y echándose a llorar ahí mismo. Poco le importaba que fuera un descubrimiento; lo que quería justo ahora era esa protección. Sabía que el alfa era el único capaz de darle el consuelo necesario.

El alfa se sorprendió por el gesto tan repentino de su peluche, pero eso no lo alejó de él. Se encargó de soltar feromonas para calmarlo y pareció funcionar, ya que a los pocos minutos dejó de llorar y solo ronroneaba por las feromonas. Se sintió alegre por este gesto de su peluche, así que lo cargó, viendo que no ofrecía resistencia, y lo llevó hasta su coche.

De verdad, Gi-hun estaba desorientado y con un dolor de cabeza y de pecho intenso por la angustia que había sentido. Le importó poco cuando el alfa lo levantó y lo llevó a su coche; en su mente, cualquier lugar era más seguro y cálido que donde estaba. Así que no se opuso cuando le pusieron el cinturón de seguridad.

Comenzó a ver el camino por donde iban a estar pegado a la ventana, aunque realmente no sabía dónde se encontraban. Lo que quería era calmar el dolor que sentía en su pecho, así que sencillamente cerró los ojos, perdiendo la noción del tiempo. No se dio cuenta cuando llegaron al departamento del alfa y cómo lo volvieron a cargar entre los brazos como si fuera una novia.

Se sentía bien el gesto. Nunca nadie lo había tratado así, mucho menos el día de su noche de bodas. Lo levantaron de esta manera, se preocuparon de llevarlo hasta la cama, asegurándose de arroparlo con las cobijas y de soltar feromonas para que se sintiera amado.

Creía estar escuchando una melodía que salía de los labios del alfa, aunque dejó de prestarle atención al ir cerrando los ojos y quizás sentir como este le daba algún beso en los labios era agradable. Lástima que estuviera sin poder hacer nada, ya que lo único que necesitaba era dormir unas horas.

Ver a su peluche de esta manera no le estaba gustando nada, además de que continuaba retrasando sus planes respecto a los juegos por este omega que, a pesar de ser su pareja destinada, seguía siendo importante para él, ya que no permitía que alguien más que no fuera él pudiera lastimarlo de esta manera. Él era el único capaz de causarle dolor y placer a su preciado, nadie más.

Así que, por los momentos e ignorando la situación, se atrevió a acostarse junto a su omega con tal de darle la protección que sabía que necesitaba justo ahora.

No podía negar que, cuando volvió a despertar, todavía sentía esa opresión en el pecho, pero no tan fuerte. Así que se permitió abrazar más al alfa. Al ver que estaba consciente, se atrevió a soltar un poco más de feromonas y hablarle más despacio.

—Bonito, ¿qué te parece si vamos a comer donde lo teníamos previsto para relajarnos un rato? Y luego te llevo a donde tú quieras. —iba diciendo con una voz muy suave a medida que le iba quitando los mechones de su cara.

Era una propuesta tentadora y hasta halagadora el aceptar salir, considerando todo lo que había perdido. Pero quizás sería el momento oportuno para comenzar a poner su cabeza en orden y, quizás, comenzar a plantearse el pedir la custodia de su hija. Así que sencillamente le dedicó un asentimiento al alfa antes de abrazarse más, buscando ese calor que sabía que tenía su alfa.

Vio la sonrisa que le dedicó su alfa ante su asentimiento y cómo, al pasar algunos minutos, se levantó de la cama.

— Bonita, gracias por aceptar esta cena. Estoy seguro de que no te vas a arrepentir. Por ahora, me voy a bañar. Tú puedes hacerlo en el cuarto de invitados. Ahí tengo algunas mudas de ropa, quizás alguna te pueda quedar bien.

Solo le dedicó un asentimiento al alfa antes de verlo entrar al baño. Él se tomó unos minutos más en la cama antes de levantarse y comenzar a buscar el cuarto de invitados. Lo primero que hizo fue quitarse la ropa y buscar el baño para darse una ducha rápida. Esta vez, lo que menos le importaba era su apariencia.

Sentir el agua en su piel fue algo magnífico. El modo en que parecía que se iba llevando todas sus preocupaciones, aunque solo estuvo unos minutos ahí antes de salir del baño con la toalla tapando su cuerpo.

Comenzó a buscar en el armario por unos minutos, evaluando toda la ropa hasta encontrar algo que más o menos le iba a quedar bien. Poco le importaba cómo se veía, solo se puso ese traje elegante, es decir, salió de ahí viendo que el alfa ya lo estaba esperando, vestido también. Sintió como le dieron una vuelta y unos besos en sus labios antes de que volvieran a salir del departamento hacia ese restaurante.

No quería negarse a sí mismo que todavía estaba pensando en las cosas a medida que iba viendo el camino por donde iban, admirando todo el paisaje aunque sin decir nada. Y por suerte, el alfa también llegó a respetar su silencio y estuvieron sin comentar nada, aunque el ambiente entre ellos estaba sin ser tenso.

Al llegar hasta ahí, el alfa, como todo un caballero, le abrió la puerta del coche para irlo guiando hasta su mesa asignada. Lo único que podía decir del ambiente era que todo estaba siendo espectacular, y más aún el primer bocado que les trajeron de comida antes de comenzar a ordenar.

Comenzó primero tomando una copa de vino y admirando un poco el sabor del mismo antes de atreverse a darle un bocado a su comida. Aunque sencillamente no pudo hacerlo ya que sintió como alguien lo llegaba a jalar de la silla, tirándole toda la comida encima. No sabía quién era, pero cuando se dio cuenta, se encontró con la mirada furiosa que mantenía en sus ojos y apretaba los puños antes de atreverse a hablarle o gritarle más bien.

—Mirarte aquí gi-hun, sin un rumbo fijo, se te va todo el supuesto amor que le tenías a tu hija con tus ansias de querer recuperarla. —se expresaba burlescamente, mirando toda la ropa manchada de comida—.Y hoy estás aquí, como una prostituta, vendiéndote al mejor postor por dinero. Das lástima.—Soltó una risa sarcástica al burlarse de su propio chiste.—A ver, dime cuánto le estás cobrando. O mejoro la pregunta: ¿Eres tan zorra que no cobras nada?

A todas estas, su alfa se había ido al baño, dejándolo solo unos minutos disfrutando la degustación de la comida. Jamás se esperó volver a encontrarse con ella, mucho menos que llegara a hacer este acto de tirarle la comida encima y comenzar a insultarlo a los cuatro vientos, importándole poco el escándalo que pudiera causar frente a las demás personas.

Se sentía con demasiado miedo. El nerviosismo comenzaba a flotar a través de sus feromonas al haber escuchado todas estas palabras y sentirse humillado de esta manera. Una parte de sí mismo quería salir corriendo de allí mismo, otra buscaba a su alfa desesperadamente para que lo protegiera, pero al no verlo aparecer a su rescate y, mucho menos, al sentir las miradas juguetonas de todos los demás, se decidió a enfrentarla.

—Basta, tú... sencillamente has perdido el derecho de tratarme de esta manera. —lo soltó con demasiado nerviosismo, viendo cómo ella lo miraba con total desprecio. Aunque ignoró eso, bajando su cabeza antes de hablar.— Sabes desde que yo decidí irme de tu lado por todos los maltratos, además, no debería importarte con quién estoy o no, ¿o es que acaso aún sientes algo por mí?

Cuando terminó de decir lo último, sintió cómo la alfa lo rodeaba con todas esas feromonas agresivas, además de que lo agarraron muy fuertemente por el brazo, haciendo que levantara su mirada antes de que le escupieran en la cara. El gesto le pareció asqueroso y le provocaba ganas de vomitar, pero ella no paraba ahí, lo mantenía todavía agarrado por el hombro muy fuertemente.

—Si a irte de mi lado lo llamas escaparte porque no soportas que yo te domine como un verdadero omega que solo sirve para dar placer a mí, que soy tu pareja —le volvió a escupir en la cara, admirando el miedo que le tenía. Era tan maravilloso—. Porque siempre terminabas llorando cada vez que intentaba darte una lección sobre comportamiento básico.

Intentaba con todas sus fuerzas no recordar esos momentos de los castigos tan crueles que era capaz de infligirle cuando algo se salía de su control. Aunque estaba sintiendo mucho, ya que se sentía como si en cualquier momento fuera a hiperventilar. Además, tenerlo agarrado en el brazo, haciendo esa presión, le costaba respirar y el alfa nada que venía a su rescate.

Se sentía patético estar pidiendo por un alfa que parecía que ahora lo estaba abandonando a su suerte, justo cuando más lo necesitaba. Así que comenzaba a actuar por instinto: bajar la cabeza, no mirarla a los ojos más de unos segundos. “Esto va a pasar”, se iba repitiendo a sí mismo, a medida que inconscientemente se iba agachando al suelo como un animal.

—Además, amarte a ti no me hagas reír, que sí me encantaría tenerte a mi lado —decía, soltando una risa de satisfacción al verlo de esta manera—. Pero para ponerte en cuatro y dominarte como una puta, porque para más nada sirves en esta vida, ni siquiera para quedar embarazado a la primera vez que te cogen.

Escuchar eso fue como un golpe muy bajo, aunque continuaba en la misma posición, sin hacer nada durante algunos minutos, ya que las feromonas lo habían mareado lo suficientemente como para hacerlo estar ahí, con las lágrimas en los ojos. Cuando pareció tener algo de control en su cuerpo, se atrevió a hablarle de nuevo, con bastante miedo.

—¿Dar una lección? ¿Te refieres a pegarme cada vez que me atrevía a intentar llevarte la contraria, como en el hecho de querer dar pecho a mi hija? Porque es lo que es, aunque me niegues eso... Es mi derecho, aunque tú no lo veas así...

Se atrevió a decirlo, por fin, con todo el miedo del mundo, aunque no se esperaba la acción que ella iba a tomar: como pararlo del suelo y pegarlo fuertemente contra la pared, dándole varias cachetadas antes de hablarle muy fuertemente, usando la voz de mando, algo que lo hacía ser sumiso por naturaleza.

—Tú darle pecho a un bebé, no me hagas reír; no estás diseñado para eso, mucho menos para producir leche. Por eso me encargué de quemarte con cera los pechos—, se atrevió a decirlo mientras le apretaba uno de sus pechos muy fuertemente, algo que hizo que soltara gritos de dolor, pero estaba sin importar. —Y mírate, gracias a eso nunca más le diste de comer porque se te secaron; deberías agradecer eso, de lo contrario no tuvieras dignidad justo ahora, porque esto me demuestra que tengo control sobre ti.

Odiaba este control sobre su propio cuerpo, el cómo sencillamente no podía hacer nada para cambiar esta situación; además, le estaban doliendo los pechos por cómo se los estaban maltratando. Quería gritar, aunque estaría sin darle ese placer. Cuando al fin lo soltaron, él se atrevió a hablar de nuevo, bastante nervioso.

—Era mi derecho, como su madre, darle de comer a mi hija. No me hagas reír—, se atrevió a reírse un poco de la situación que estaba antes de hablar. —Justo ahora, sabes algo: yo haré lo que tenga que hacer para recuperar la custodia de mi hija y tenerla de vuelta. No permitiré que le des el mismo trato que me dabas a mí.

Cuando terminó de decir eso, se armó del valor para soltarte de este agarre y largarse de aquí, aunque no pudo dar más de algunos pasos antes de escuchar la voz de ella de nuevo.

—Así como que llegando a acostarte con cuántos alfas sea necesario para ganar dinero e intentar apelar una orden de un juez; con mucha suerte, con esta perra, continúa haciéndolo a ver si lo logras—, se lo volvió a decir en su oído, viendo el miedo en su máximo esplendor del Omega. —Y ya basta, no quiero seguir discutiendo; mejor me voy, no quiero tener que seguir rebajándome a tu nivel, Omega.

Volvió a soltar otra risa, viendo toda la situación y lo que era capaz de provocar en el Omega, como el miedo a su máximo esplendor. Así que hizo que se agachara de nuevo, poniéndolo en cuatro, antes de volverle a susurrar en el oído.

—Si quieres ver a tu hija de nuevo, trata de no cometer estos errores de nuevo, como intentar acostarte con un alfa; todavía apestas. Al mismo tiempo, puede que te dé la oportunidad de verla.

Cuando terminó de decir eso, se fue dejándolo destruido en toda la extensión de la palabra, al ver cómo lo dejaba en esta posición tan comprometedora y con todas las miradas juzgándolo por el espectáculo que había ocasionado. Cuando vio que se había ido, se paró muy rápido de esa posición, quitándose la suciedad de su ropa y, ¿por qué no?, también la de su alma.

Mientras iba sollozando, se sentía patético. Nadie había venido a su rescate, y quizás esta era la señal para darse cuenta de que ningún alfa sería capaz de amarlo en ninguna circunstancia, mucho menos viendo lo patético que era. No importaba qué tan caballero era.

Así que se decidió, sin importar nada, a salir corriendo de este restaurante para irse a cualquier lugar. Ahora, sus dos metas principales serían acabar con los juegos y recuperar la custodia de su hija, cueste lo que cueste.

No le importaba tener que rebajarse ante alguien solo por sacarla de este infierno, y si tenía que convertirse en lo que más odiaba, lo haría, porque esta era su meta y no iba a parar hasta conseguirlo; no le importaba que alguien lo juzgara.

Porque para él no importaba nadie más que su hija, y salvarla de este infierno se iba repitiendo a sí mismo a medida que se iba quitando las lágrimas en esa parada de autobuses.

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Y bueno, con esto hemos llegado al final del capítulo. ¡Cuántas emociones hemos vivido hasta ahora! Díganme, ¿quiénes fueron los valientes que no lloraron en todo el capítulo o sintieron odio?

Siento que he batido mi propio récord con la cantidad de palabras escritas en este capítulo, así que me siento muy orgullosa de mí por esto. Espero leer sus comentarios.

Por aquí pueden dejar todo su odio a la exesposa de Gi-hun.

Aquí todo su odio al líder.

Sus teorías de lo que puede venir ahora que vamos al salto de los tres meses.

Abro el debate sobre quién quieren que comience a narrar el próximo capítulo:

A) Gi-hun.

B) Hwang In-ho (Líder)

C) Hwang Joon-ho (hermano del líder)

Y no saben lo feliz que me siento de haber podido terminar este primer arco de la historia. Porque si les tengo buenas noticias, esta historia se dividirá en cinco arcos y ya vamos a entrar en el segundo arco.

Por aquí les dejo el link del grupo de WhatsApp en caso de que aún no se hayan unido ya que por ahí comparto spoliers de primera mano.

Abre este enlace para unirte a mi grupo de WhatsApp: https://chat.whatsapp.com/LjqFifNYF0XH7FmiPchZ9D

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