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¿Manos Manchadas? 2/4

Hola, ¿qué tal están por aquí? Volvió su escritora de nuevo con esta nueva actualización. Disculpen por ayer, pero fue un día estresante además de que la inspiración no estaba de mi parte.

Como recompensa, hoy tienen un capítulo bastante largo por lo de ayer. Y aquí, entre nosotros, les hago una pregunta: ¿no les gustó mucho el capítulo anterior? Ya que no tuvo tantos comentarios como lo que estoy acostumbrada a leer.

¿Qué puedo decirles de este capítulo en sí? El propio capítulo es su propia advertencia. Está dividido en tres actos que son bastante fuertes y turbios, quizás rozando lo macabro de leer. Así que, ¡discreción! Las del grupo de WhatsApp saben a lo que me refiero.

Un saludo especial para Jatzi_jatzi
virrsox_ Quienes fueron las que más se acercaron a las teorías en el capítulo de hoy.

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Acto Uno:
El payaso está triste. ¿Qué hiciste?

Salió casi corriendo de esa habitación donde estaba su peluche hacia las puertas del hospital sin esperar que alguien le dijera algo o quisiera retenerlo. Solo quería estar en su carro, conducir lo más lejano posible y dejar de estar con esta vulnerabilidad.

Y al estar enfrente de su coche, lo abrió con bastante irregularidad ya que sus manos estaban temblando. Algo a lo cual estuvo sin prestarle atención, solo necesitaba salir de este lugar. Cuando se pudo sentar dentro de su coche, comenzó a respirar para irse calmando.

Tenía que tener una mente fría. Tenía que pensar en lo que iba a hacer a continuación con esa mujer, preparar la muerte más dolorosa posible y así hacerle pagar por la vida de su hijo que acaba de perder.

Además, no podía negar que todo su cuerpo temblaba de frustración y de querer estar con su Omega cuando llegara a estar consciente y consolarlo cuando despertara.

Algo a lo cual no podía permitirse.

Golpeó varias veces el volante hasta que soltó un "joder" por sentir cómo se había dado en la mano que hasta hace poco mantenía vendada. Buscó con otra mano su cigarro para intentar calmarse un poco.

Le dio algunas bocanadas antes de que su teléfono empezara a sonar. Quiso ignorar el sonido, pero este se estaba volviendo bastante insoportable, así que decidió contestarlo dispuesto a insultar a quien fuera que estuviera llamando.

—Hermano, ¿puedes explicarme cuál ha sido todo ese alboroto en ese parque de diversiones? —hizo una pausa esperando respuestas al no ser así volvió a hablar—. Porque estoy seguro de que eso lleva tu firma o estuviste involucrado de alguna manera.

La policía actúa rápido cuando le conviene o involucra a niños, como en este parque de diversiones. Hasta podría parecerse a un chiste de mal gusto y uno se pudiera reír si su mente no estuviera perdida en otros pensamientos.

¿Cómo recordar la mirada en los ojos de su peluche cuando lo encontró tan destruido y no por algo que él hubiera hecho, sino por manos de otra mujer? Llegó a poner el teléfono en su lugar correspondiente antes de comenzar a hablar.

— Yo...lo perdí...— ahora hasta estaba tartamudeando. Necesitaba urgentemente ponerse su máscara de nuevo. —Quiero venganza contra esa mujer. Se merece una de las muertes más dolorosas que puedan existir para ella. Necesito que me apoyes. — lo último lo dijo cambiando su tono de voz casi que siniestro.

—¿A qué te refieres con haber perdido a quién o qué? —iba diciendo al otro lado de la línea. — Y yo necesito que te calmes y comiences a explicar la situación paso a paso para intentar entender lo que ha acontecido.

Paso a paso, se preguntaba si estaba actuando como un bebé o alguien con retraso mental. ¿Por qué su hermano no entendía sus palabras? ¿Por qué no lo apoyaba?

Sus manos estaban manchadas de sangre. Se encontraba en un quirófano, donde los ruidos distorsionados invadían su mente. Se veía a sí mismo recorriendo los pasillos, buscando respuestas, pero su voz parecía haberse apagado.

"¡Hermano, estás ahí! ¿Qué está pasando? ¿Por qué te has quedado callado?", gritó.

Pero su voz se ahogaba en su garganta. Además, ¿quién lo estaba llamando desde lejos? Debía ser algún doctor para informarle sobre su esposa.

Eso era lo único que quería saber: ¿qué había pasado con ella? Pero la escena cambió de repente. El doctor se acercó y, poniéndole una mano en el hombro, le dijo:

"Mi más sentido pésame. Ninguno de los dos pudo resistir el cáncer. Estaba demasiado avanzado".

Cayó al suelo. Sus manos continuaban manchando de esa sangre carmesí el piso. Los había matado. No llegó a tiempo para rescatarlos a ninguno de los dos. Era un asesino.

Yo los maté. Están muertos por mi culpa. Soy un asesino.

Su voz pareció haber vuelto al fin, aunque estaba sin dejar de ver la sangre frente a sus ojos, el cómo sus propias manos estaban manchadas por los inocentes a quienes les quitó la vida. Quería que parara esto.

Sentía cómo de sus ojos iban saliendo las lágrimas que no podía detener, aunque quisiera.

—Hermano, yo necesito que te calmes, vuelvas a mí. —Intentaba hacer que reaccionara del trance en que estaba.— Y escúchame algo: no eres un asesino. Hiciste todo lo que estuvo en tus manos para salvarlos, pero no lo lograste. Son cosas que pasan.

Volver a donde se merecía, donde estaba su esposa. Estaba muerta gracias a su egoísmo.

Continuó caminando a través de las paredes del hospital, esta vez llegando hasta un punto donde todo era demasiado frío. Inconscientemente se abrazó a sí mismo, pero se terminó destruyendo al ver cómo levantaban la sábana, revelando el cuerpo.

No estaba muerta, ella estaba bien. Lo esperaría en su casa, con su piel llena de vida, no pálida como estaba. Se fue acercando muy lentamente hasta derrumbarse donde estaba el pecho de su esposa. Muy poco le importaba dónde estaba.

Y que las lágrimas estuvieran saliendo; si con eso la regresaba a la vida, era capaz de hacerlo. Puso una de sus manos en la piel pálida de su esposa, quitando algunos mechones de ese rostro.

“Yo volví aquí, estoy con ustedes. Tengo el dinero para pagar el tratamiento. Necesito que despiertes y nos vayamos a casa los tres. Puedo hacer todo lo que me pidas”, se quitó unas lágrimas de sus ojos antes de continuar. “Mira, amor, estoy llorando. Muestro los sentimientos que casi nunca lo hago. Si con eso vuelves a mí...”

Continuaba diciendo que, a medida que pasaba el tiempo, no podía soltar el cuerpo. Necesitaba verla despierta, con sus ojos llenos de vida, no de esta manera.

¡Vamos! Este lugar da mucho miedo. Quiero que volvamos a estar juntos, lo necesito. Te amo. Despierta, dejemos de jugar a esto. Sé que no soy el mejor, pero necesito que estemos en casa.

Seguía sin funcionar, además sentía que lo querían agarrar para que saliera de aquí, disque porque llevaba más de tres horas cuando solo habían sido unos segundos. Ellos no entendían que ella podía estar viva todavía. Ella lo esperaba para estar juntos. Como último acto, le puso el anillo antes de que lo corrieran.

De nuevo estaba en el coche, ya no estaba en ese lugar. Comenzó a respirar lentamente, asegurándose de que sus manos no estuvieran llenas de sangre, antes de atreverse a volver a hablar, sin tener claro si tenía coherencia o no.

— Mi bebé murió por causa de esa mujer —soltó luego de unos minutos de haberse quedado callado—. Y yo lo permití. Soy un miserable. No debí haber permitido que mi peluche estuviera sin tu vigilancia antes de haberlo dejado solo.

— Gracias a Dios que ya estás aquí conmigo. Estabas diciendo muchas incoherencias y no sabía cómo hacerte reaccionar. — Tomó una pausa, soltando un suspiro de satisfacción. — Dime qué quieres hacer. ¿Cómo quieres tomar esa venganza?

— Es mejor que no lo sepas. Solo te informaré esta noche cuando todo esté hecho. — Intentó soltar una risa sarcástica antes de continuar. — Y no debiste preocuparte por mí, pero gracias, hermano.

Lo último lo dijo en un susurro bajo antes de colgar la llamada, ignorando todos los pensamientos que estaban en su mente para comenzar a manejar hasta su departamento. Debía comenzar a pensar con la cabeza fría, no dejarse guiar por estos sentimientos.

Cuando llegó ahí, dejó su coche estacionado para comenzar a subir las escaleras y entrar a su propio departamento. Buscó las llaves para abrirlo, importando muy poco lo que hiciera por las próximas horas.

Había dejado botadas sus pertenencias en la mesa de noche apenas llegó a su departamento, quitándose la corbata que sentía que le estaba presionando demasiado en el cuello para tirarse en su cama soltando algunas respiraciones irregulares.

Todo estaba perdido. Había tomado esa decisión tan drástica sobre la vida de su hijo. ¿Acaso eso lo podía convertir en alguien más superior o un inútil que prefería la muerte antes que la vida?

Esto, aunque estuviera sin quererlo así, le recordaba a su esposa y su bebé. También los había perdido de esta manera tan drástica. Se atrevió a jugar con el anillo en uno de sus dedos. Si, a pesar de los años, nunca se lo había atrevido a quitárselo más que en momentos oportunos.

Se sentó en su cama, continuando jugando con su anillo hasta sentir como su vista se empañaba. Así que se atrevió a poner una de sus manos ahí, sintiendo lo húmedo que estaban. Esto era lágrimas de dolor.

No podía ser esto más patético. Justo ahora se las llegó a quitar, sintiendo como estaban sin dejar de caer en sus mejillas sin que pudiera llegar a evitarlas. Estuvo un rato más hasta que se cansó de hacer el acto de quitarse esas lágrimas de sus ojos, mientras las interrogantes estaban en su mente.

¿Qué eran estas lágrimas en sus ojos? Un dolor sentido en su corazón. No podía ser así. ¿O es que acaso se había rebajado a lo más bajo como para llorar y sentir estos sentimientos tan patéticos? Se rió ante su propio chiste de tener emociones: lo más bajo que podía caer para una persona como él.

Y justo ahora lo que menos necesitaba era estar en estas ridiculeces, ya que debía ponerse su máscara de frialdad de nuevo. Así que se ordenó a sí mismo dejar de llorar, parándose de su cama y yéndose hasta el baño. En el proceso vio la hora: 7:15 pm.

Antes de hacer cualquier plan, debía estar limpio, quitarse la suciedad de la gente ordinaria y también la del hospital. Porque si lo ignoraba, dejaba de existir. Esta vez, ni siquiera se miró en el espejo, solo se quitó toda su ropa y se metió en su jacuzzi, pensando en cómo llegaría a torturar a esa mujer.

Porque no le llamaba mucho la atención sencillamente darle un disparo en la cabeza y acabar así de simple con la vida de alguien que le había causado tanto dolor a su peluche. Se merecía una tortura digna.

Se iba deleitando pensando en todas las maneras en que la iba a torturarla, a medida que iba sintiendo cómo el agua se iba llevando toda la frustración del día de hoy. Perdió la cuenta de cuánto tiempo estuvo en el jacuzzi, solo se salió cuando sus manos se estaban arrugando.

Agarró su toalla, envolviéndola en su cintura, para irse hasta su cuarto. Viendo que la hora eran las 9:15 pm, tanto rato había pasado, debía apurarse en las cosas.

Así que buscó en su armario hasta encontrar la ropa más sencilla que tenía, junto a un gorro que le tapara la mayor parte de la cara y también sus amados instrumentos de tortura que iba a utilizar esta noche.

Metió todas esas pertenencias en una bolsa negra antes de salir de su apartamento, asegurándose de que no hubiera dejado nada en mal estado antes de ir a su coche. Meditó un momento antes de poner el coche en marcha.

Y por meditar se refería a pensar en la mejor manera de torturar a la mujer, porque no sería una muerte rápida.

"El villano nace del héroe destruido o simplemente se convierte en villano por su pasado."

Recordó esas palabras que un antiguo colega le había dicho en los juegos en los que participó, antes de que el otro le diera la señal de que podía matarlo. Todo esto mientras conducía, así que la muerte era más satisfactoria para él y se catalogaba a sí mismo como un villano.

Quisiera decir que fue un camino demasiado largo o que encontrar la casa de esta mujer sería mucho más difícil, pero en solo media hora había llegado a esta lujosa mansión. Me sorprendió que no tuviera seguridad; uno nunca sabe cuándo lo van a atacar en su propia casa.

Estacioné el carro para pasar lo más inadvertido posible. Asegurándome de sacar mis instrumentos, caminé con pasos lentos hasta la puerta. Pensé que iba a tener que forzarla, pero estaba abierta. Parecía que todo se conspiraba para acabar con la vida de esta mujer.

Cuando entré en la casa, vi lo que parecía ser un omega alimentando a una niña. Supuse que era la hija de su pareja, pero bueno, por matar a su madre, ya luego se recuperaría del trauma. Así que saqué mi pistola y le disparé.

Un disparo seco resonó.

Disparé directamente a la cabeza de ese omega, viendo cómo caía lentamente al suelo. Además, comencé a escuchar el llanto de la pequeña, que intentaba acercarse al omega para ayudarlo.

¡Qué patética! ¿No se suponía que amaba a su madre? ¿Por qué un desconocido la hacía sufrir también? Pero teniendo en cuenta todo lo que amaba a su hija mi peluche, me abstuve de dispararle también.

Comencé a subir las escaleras, viendo cómo la pequeña no me prestaba atención. Mucho mejor para hacer mis cosas. Oh, ya me estaba sintiendo el dueño y señor de esta casa.

Estaba sin entender por qué tenían que diseñar este tipo de casas con estas estructuras de tantas escaleras. Si perdías el control, te ibas rodando por las mismas. Al estar en este segundo piso, admiraba las habitaciones pensando en cuál habitación podría estar esa mujer. Descartó la que estaba pintada de rosa; esa seguramente era la de la niña.

Se inclino por una de color café al abrirla se encontró a la mujer arreglándose su rostro vio la cara de susto que le ponía aunque sinceramente lo ignoro al igual que los gritos que estaban comenzando a dar.  Una buena idea había sido ponerse la capucha para que nadie lo reconozca.

Se acercó muy lentamente hasta ella, como dándole tiempo para que la presa se llenara de miedo al intentar huir. Mientras tanto, a él le causaba excitación el solo poder oler ese miedo. Cuando vio que ya estaba a punto de llegar a la puerta, la agarró por la espalda, comenzando a arrastrarla hasta la cama donde se encargó de amarrarla de pies y manos.

Admirando en el proceso esa mano donde le faltaba un dedo, se sentía con satisfacción de lo que había hecho, aunque también se arrepentía de no haberle quitado más dedos cuando pudo. Ahora, sin embargo, sería más que suficiente para su disfrute personal.

Se fue alejando al ver que ya estaba amarrada, para buscar en su bolsa los implementos que iba a utilizar el día de hoy. Entre ellos estaba un alicate para jalarle los dedos y un bisturí para la operación. Se iba deleitando con la sola idea de hacerlo; tenía meses sin disfrutar el abrir un cuerpo.

Sacó su teléfono por unos segundos, admirando la hora: 11:30 pm. Bastante rato había transcurrido. Debía ser rápido con sus acciones. Tan concentrado estaba en sus pensamientos que cuando escuchó la voz irritante de la mujer, le hizo querer clavar el bisturí en su pecho.

—¡Qué pretendes hacerme a mí, alguien que soy superior a ti! —escupió saliva, viendo la situación tan ridícula en la que lo habían puesto—. ¿Acaso quieres violarme? ¡Sabes que deberías pedírmelo! No intentes someterme de esta manera tan patética. Porque te recuerdo que soy mejor que tú, alguien con clase.

Se rió ante tanta ridiculez. Esta mujer de verdad lo estaba cansando. Se acercó hasta ella con el alicate para quitarle otro dedo, escuchando el grito de dolor que había dado.

—Parece que ahora sí reconoces quién te está haciendo esto —tomó una pausa, desinfectando el alicate y viendo cómo el dedo caía al suelo—. Sabes que deberías tener en cuenta que esto solo es el inicio por haber matado a mi hijo.

Así que, al tener limpio el alicate, agarré otro dedo más para quitárselo de la mano, admirando los gritos que estaba dando. Era más que magnífico, pero quería algo más.

—Es por esa puta por quien estás llorando y haciendo todo este circo.— Intento reírme ante el dolor que estoy sintiendo.— Sabes, déjame darte un consejo: ese Omega no es bueno para nada, ni siquiera para retener un bebé. No sabes todo lo que me costó hacer que quedara embarazado; además, no sé qué le ves de bueno.

Escuchar esas palabras de parte de esta mujer tan insoportable lo hizo volver a poner el alicate en la misma mano y quitarle otro dedo. Vio cómo quedaba uno solo y, para que no quedara solo, se lo quitó también de un solo jalón, escuchando de nuevo los gritos insoportables.

—Ese omega, como tú lo llamas, es más importante para mí de lo que tú quieres ver. Que tú no lo hayas sabido admirar no es mi culpa —lo soltó riéndose, viendo la cara de asco que ponía esta patética mujer.

— Y si es así, ¿por qué estás aquí matando en vez de follártelo como tanto te deleitas? No debe estar haciendo nada bien su trabajo.

¡Joder! Continuaba hablando con esta mujer, no se cansaba de hacerlo. Así que hizo lo mejor que sabía: con el mismo alicate, hizo que abriera la boca y, a pesar de las resistencias de la mujer, le sacó la lengua, llegando a arrancársela de un solo golpe. Así ya no escucharía más su patética voz.

Ahora fue él quien se estaba riendo por toda la situación. Esto sí que le causaba muchísima diversión antes de hablar.

— Sabes que intentar hablar contigo es cargar con una cruz horrible y por eso ahora no hablas. ¿Entiendes el chiste? — se rió de su propio chiste viendo la cara de terror que le dedicaban. — Así que mejor pasemos al punto que quiero.

Volvió a agarrar la otra mano de la mujer, esta vez comenzando con el mismo proceso de irle quitando dedo por dedo, admirando las lágrimas que estaba soltando. Esa mujer, ¡qué satisfacción tan grande! Así que se alejó para buscar otro de sus instrumentos, el bisturí más específicamente, aunque no pudo dar más de tres pasos cuando las luces se apagaron y luego vino el disparo en seco que resonó en todo el lugar.

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Acto Dos:

Mis manos manchadas de sangre irán hacia el payaso.

12:15 AM:

Dio algunos golpes en el volante antes de comenzar a buscar en uno de los cajones de su coche algo que lo llegaría a calmar. Después de rebuscar por unos minutos, sintió satisfacción de haberlo conseguido. Vio su amado frasco naranja, sin etiqueta ni nada, y se tomó tres pastillas de un solo golpe, tragándolas en seco antes de comenzar a manejar por la carretera, sintiendo como le iban haciendo efecto para calmarlo.

Sentía que todo estaba siendo felicidad a su alrededor. Al llegar a su destino, casi choca con el carro que estaba ahí estacionado. Se sorprendió de que en esa casa tuvieran esos lujos, aunque lo ignoraba antes de bajarse con tropezones del coche, chocando con varias cosas a su alrededor.

Cuando logró entrar a la casa, muy poco le importaba que la puerta estuviera abierta. Iba a comenzar a buscar a su hija, aunque se sorprendió de ver una pistola en el suelo y a una persona tirada. También se acercó muy lentamente, viendo que esa persona tenía un disparo en alguna parte de su cuerpo, por la sangre que estaba manchando todo.

Se fue acercando hasta llegar a sentir cómo sus manos se iban manchando de ese líquido. Quería hacer algo por ayudar, pero su mente estaba demasiado perdida. Solo creyó ver cómo alguien bajaba corriendo las escaleras, agarraba el arma y volvía a subir. Creía que podía ser su hija, aunque lo descartó en segundos: era imposible que fuera su princesa.

Se tiró al suelo ya que iba sintiendo demasiado sueño. Luego vio cómo todas las luces se apagaban alrededor, luego ese disparo en seco que parecía haber venido de arriba y luego un grito. Y luego, hubo silencio.

Quería pararse y ver qué estaba pasando, pero el sueño le estaba ganando. Le importaba poco que estuviera todo manchado de sangre.

Solo cerró sus ojos. Le importaba poco que su ropa se manchara de más sangre de la que tenía.

1:40 AM:

Un ruido de algo cayendo por las escaleras lo hizo abrir los ojos a medias. Vio la situación en la que estaba, sintiendo el líquido pegajoso en su cuerpo. Un poco de luz se filtraba por las ventanas, lo que hizo que terminara de abrir los ojos y viera dónde estaba y cómo.

Se alejó lo más que pudo de ese cuerpo antes de comenzar a hacerse preguntas. No sabía si él lo había hecho o no.

—Quién hizo esto... ¿Por qué mis manos están manchadas con sangre? ¿Acaso lo hice yo? —intentaba quitarse la sangre de su cuerpo.

Quería llorar. Además de que tenía demasiadas preguntas en la cabeza, se paró con pasos muy torpes para comenzar a subir las escaleras. Sintió algo crujiente y duro bajo sus pies. Al ver dónde había pisado, se contuvo de gritar al darse cuenta de que era un dedo humano. Y parecía que la cosa continuaba, al ver la escalera llena de nueve dedos, cada uno con sangre seca.

Quería mirar lo menos posible ya que la escena le parecía repugnante, así que subió con mucho cuidado hasta llegar a la habitación, que estaba abierta. Se encontró con una escena que quería olvidar.

Creía ver el cuerpo de su esposa o de alguien más, con alguna especie de herida abierta en el pecho. Y luego, al ver al alfa tan tranquilo, se atrevió a confrontarlo.

—No... no fuiste tú. ¿Cómo fuiste capaz de hacerlo, alfa? Yo te amaba. Mataste a una persona —decía, alejándose cada vez más hasta tocar la puerta—. La mataste, no lo hice yo. Ahora mi hija me va a odiar. Soy un monstruo.

Solo sintió un golpe fuerte que lo hizo caer inconsciente en el piso. Creyó sentir un beso en los labios, o quizá era su imaginación.
Sonrió un poco ante la situación tan ridícula en la que se encontraba.

3:15 AM:

Volvió a abrir los ojos, dándose cuenta de que la electricidad seguía sin volver. Estaba en la oscuridad y se sentó a medias en el suelo, intentando ubicarse.

La sangre estaba en sus manos o venía de alguna parte de su cuerpo. Se rió ante la gracia de que lo hubieran herido, además de que todo estaba oscuro a su alrededor. Era hasta gracioso descubrir de quién era la sangre o el cuerpo esta vez.

Cuando volvió a ponerse de pie con bastante dificultad, se dio cuenta de que estaba encerrado en una habitación con lo que parecía el cadáver de una persona a la que le habían extraído los órganos. Como estaban esparcidos por el suelo, se abstuvo de gritar y se dirigió hacia la puerta, dándose cuenta de que no estaba cerrada como había pensado inicialmente.

Salió de la habitación y vio cómo el corazón de alguien rodaba por las escaleras. Era un hombre; ¿acaso era el alfa que lo amaba? Se rió un poco ante la situación y se acercó hasta donde veía su sombra.

Parecía ser él, aunque no lo recordaba con esa capucha. Pero no le importaba mucho, así que se acercó hasta donde estaba para hablarle.

"Alfa, ¿cómo llegué hasta aquí? ¿Nos podemos ir a nuestro hogar? Te extraño mucho. Quiero decirte palabras bonitas de amor."

Sintió cómo esa persona se quitaba la capucha para revelar su rostro antes de acercarse a él, acortando la distancia entre ambos.

Le dio un beso tan salvaje que lo hizo soltar un gemido inconscientemente.  Estuvo así unos minutos, hasta que sus ojos se cerraron lentamente y quizás cayó por las escaleras, golpeándose la cabeza contra el suelo. 

Pero el chiste era saber de quién era el corazón.

4:15 AM:

Un ruido de ambulancias y sirenas lo sacó de su estado de ensoñación. Se dio cuenta de que estaba acostado sobre un cuerpo que tenía todos los órganos expuestos. Se asustó al ver esa escena, mucho más al ver la cara de esa persona.

Así que se alejó lo más rápido que pudo, comenzando a salir por la puerta principal. Al darse cuenta de que estaban la policía y todas las miradas estaban sobre él, se detuvo.

Le hicieron que se pegara contra la pared para esposarlo y meterlo al coche policial.

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Acto tres:
Dime,¿qué entendiste? Era solo una broma, el payaso no murió.

—¡Eres un monstruo! Tú la asesinaste. La mataste. Me dejaste sin nadie porque yo a ti no te considero mi mamá. Ella nunca la hubiera matado, sin importar lo que hubiera hecho. ¡Te merecías la muerte de mi hermanito! Te odio. No quiero verte nunca más en mi vida.

—Princesa, yo... yo estoy solo. Ha sido un accidente. Te juro que yo no accioné la pistola. No estaba ahí, mamá. No estaba en ese lugar. Te lo juro por lo que más quieras. Tienes que creerme cuando te digo las cosas.

—Nunca más me vuelvas a hablar, mucho menos a buscar. Todos tenían razón: solo eres una puta, y la mataste a ella solo para quedarte conmigo. Y mira cómo te ha resultado las cosas, porque nunca me vas a tener en tu vida. No eres mi madre y nunca lo serás.

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Y bueno, con esto hemos terminado el capítulo de hoy. ¡Tantas emociones vividas en este capítulo! Díganme, ¿qué tal les pareció los actos en sí? ¿Cuál les gustó más o les pareció más macabro?

Los leo por aquí.

Teorías de lo que se pueda venir más adelante por aquí.

Respecto al pasado del líder, no pensaba contarlo tan pronto. Pero la inspiración me atacó por ese lado y dije: "¿Por qué no meterlo con este pasado para mostrar otra de sus tantas máscaras?" Y este fue el resultado. ¡A mí me encantó! Quiero leer qué les pareció a ustedes.

¿Qué puedo decirles del acto dos? Todavía faltan dos partes más que van a estar conectadas entre sí, por eso está tan confuso. Y con las horas puestas, si a ustedes les interesa, puede haber una narración más extrema ahí del líder, ya que es el que más consciente está.

Respecto al tres, también va conectado con las otras dos partes, por eso ahora parece que está sin tener sentido, pero más adelante lo tendrá. Lo único que puedo decir es que está en un hospital.

Ahora sí, leo todas sus opiniones del capítulo. ¿Qué les pareció? ¿Qué tantas dudas les generó?

Las del grupo del WhatsApp ayer se estaban matando con las teorías que les estaba soltando, más que todo con emojis. Repórtense por aquí y díganme a cuántas acertaron.

Opiniones del líder por aquí.

De Gi-hun por aquí.

¿De quién creen que es el corazón por las escaleras? Por aquí.

Y vuelvo a abrir el debate: ¿quién quieren que narre el próximo capítulo?

A) Gi-hun.

B) Líder.

Respecto a la actualización de mañana, no sé si pueda actualizar mañana. De todas formas, les estaré avisando.

Cómo siempre por aquí les dejo el link del grupo para que se unan.

Abre este enlace para unirte a mi grupo de WhatsApp: https://chat.whatsapp.com/LjqFifNYF0XH7FmiPchZ9D

Y si no les carga mi número de teléfono+5804241720472

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