Interludio.
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"Quería amarte pero me di cuenta de que en ese proceso me perdí a mí mismo."
Siempre existe un punto intermedio que hizo cambiar el rumbo de las cosas, como en este caso una relación tóxica. ¿Cuáles son tus límites para aguantar los maltratos y justificar que es amor, o para no quedarte solo en esta vida?
Gi-hun se preguntaba cuáles de todas sus acciones lo habían llevado a este punto de tanto dolor y sufrimiento. Quizás si no se hubiera dejado cegar por las palabras bonitas de ese alfa para casarse, ahora no estaría en esta situación tan patética.
Toda su ropa estaba en su cuerpo, excepto el mono y su ropa interior, las cuales habían sido arrancadas violentamente apenas llegó a esta habitación. La mujer ni siquiera le dio besos para excitarlo o lo lubricó; sencillamente, le metieron la polla en su interior sin importarle el dolor que pudiera sentir en el cuerpo.
Solo se dedicaba a poner una de sus manos en su boca para acallar los gemidos lastimeros, ya que si emitía cualquier tipo de sonido sería castigado severamente. Todo esto mientras estaba de espaldas en la cama, sintiendo cómo lo embestían fuertemente.
Llegó un punto en que sintió cómo el nudo comenzaba a formarse en el interior de su útero; eso le hizo soltar un gemido que no pudo callar, aunque se ganó un golpe en la espalda que le dolió. Aunque esta vez se mantuvo en silencio, no quería más dolor en su cuerpo.
—Eres tan inútil que hasta para recibir un nudo fallas —se empujó más hacia el interior del Omega—. ¡Mírate cómo estás llorando! —Soltó una risa sarcástica antes de continuar—. ¿Sabes algo? Esto no debería dolerte, ya que solo sirves para tener sexo, eres una máquina de reproducción, solo sirves para eso, aunque ahora te comportas como una niña llorona.
De verdad, no terminaba de entender qué le dolía más en ese momento, si era el nudo o los golpes, quizás estas palabras ofensivas, o sentir cómo su parte Omega se iba rompiendo cada vez más con este tipo de maltrato de esta persona que consideraba su más grande amor.
¿En qué momento el amor se transformó en un cuento de terror lleno de sufrimiento y lágrimas? Él creía que de verdad ella lo amaba cuando se encargó de cortejarlo diariamente, diciéndole todas las palabras de amor para que cayera en esta ilusión de este amor.
—Alfa... yo... —Soltó un gemido lastimero al sentir cómo lo embestían fuertemente—. Esto me duele mucho, ¿podemos parar? Te prometo que sí tendré a nuestro hijo.
Se volvió a poner las manos en la boca al sentir ese golpe en la espalda, y apretó los labios para no soltar ningún sonido. Tenía que hacerlo lo mejor posible, no quería más golpes, solo quería que todo pasara para poder quedarse dormido.
—Siempre me dices esto y tengo que volver a tener relaciones sexuales —le escupió en la espalda antes de continuar embistiendo—. Para llegar a intentar tener un bebé es que eres tan inútil, jamás debí haberme casado contigo.
—Entonces nos divorciamos... —soltó esas palabras con demasiado temor—. Si no me amas, dejemos esto de lado. Yo prometo no contarle a nadie sobre los maltratos que me haces, mucho menos los golpes —terminó de decirlo soltando algunas lágrimas.
Era lo que más quería y no se atrevía a decir, quería divorciarse de esa mujer y volver a su casa con su mamá. No le importaba tener que volver a pasar las carencias de siempre, todo eso ahora le parecía hermoso comparado con todo el sufrimiento que estaba teniendo ahora.
Tenía todos los lujos que pudiera soñar, desde comidas hasta ropas, pero la cosa era un trofeo más de esa casa, no tenía voz ni voto. Se la tenía que pasar encerrado en la habitación para que el personal no le soltara comentarios ofensivos solo por ser pobre.
Al principio, si hablaba de su pareja, se mostraba encantadora, pero a medida que pasaban los meses y ella veía que no obtenía los resultados deseados para concebir rápidamente, comenzaron los primeros golpes. Las palabras amables se transformaron en agresiones.
—¿Y quién dice que te golpeé, Omega? —lo embistió nuevamente con fuerza—. Dime, ¿quién te va a creer si no hay marcas en tu cuerpo? —se rio al saber que tenía razón—. Y sobre divorciarnos, jamás. Sabes que tengo que cobrar la herencia, para eso tengo que tener mi primer hijo, y tú eres mi mejor opción.
Cuando el nudo terminó de bajar, ella se apartó de él sin decir palabra alguna, mientras lo observaba ponerse la ropa para salir de la habitación y dejarlo solo.
—Mucho cuidado con levantarte de esa cama en las próximas horas —dijo, sin importarle el estado en que pudiera estar el omega—. Y yo necesito, más bien te exijo, que te embaraces esta vez para ver si así dejamos de hacer esto. Me das asco.
Se encogió mucho más en su posición a medida que iba escuchando esas palabras que ni siquiera lo estaban rompiendo a él, sino a su parte Omega que cada vez se iba sintiendo miserable, que no valía para nada, ni siquiera estaba siendo capaz de poder quedarse embarazada para poder complacer a su alfa..
Se daba asco de solo verse a sí mismo, por eso era que todo el mundo siempre lo odiaba. Por unos segundos vio cómo se iba acercando hasta él y sintió esa ilusión de que lo iban a llegar a consolarlo, pero ha sido todo lo contrario al sentir esa cachetada que resonó en la habitación, algo que le dolió mucho.
—Sabes que puedes llorar todo lo que quieras, pero nunca vas a escapar de mi Gi-hun.
¿Qué le dolió más, las palabras o las acciones de su alfa? Diría que ambas, porque lo lastiman de maneras espantosas.
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Su cuerpo dolía mucho, su mente estaba borrosa sobre los hechos que habían acontecido hasta hacía unas horas. Lo único que podía mantener claro justo ahora era que había despertado en esta habitación con las paredes blancas y un vacío muy profundo dentro de su ser. Sentía cómo su parte Omega estaba destruido.
Eso también lo hacía sentir destruido por dentro, sin contar que no tenía en claro cómo había terminado en este lugar, cuáles eran los hechos que habían acontecido.
Estuvo en el parque de diversiones, el golpe en su vientre y su bebé perdido por las patadas. Se puso sus manos en la boca para aguantar el sonido del llanto a medida que iba continuando recordando los hechos que habían transcurrido. Luego él había salido de ese hospital, compró las pruebas de embarazo, estuvo en la casa de la señora... cree que salió de ahí, es lógico.
Para terminar en esa casa, creía que era la de su antigua pareja, además de que sus manos estaban manchadas con sangre. ¿Qué había hecho? ¿Acaso él había sido el responsable de matarla? Pero cómo, si ni siquiera era capaz de recordar qué había hecho. Solo que cuando tuvo conciencia, la policía estaba ahí arrestándolo.
Trayéndolo hasta aquí, por un momento pensó en que sería una celda, pero era una habitación de la cual no había salida. ¿Acaso era un hospital psiquiátrico? ¿De verdad lo estaban haciendo pasar por loco?
Quería gritar, patalear, hacer cualquier cosa para poder salir de aquí y que su voz fuera escuchada de alguna manera, pero también tenía muchísimo miedo de adónde ir y cómo podría responder a todas esas acusaciones si, en verdad, él la había matado.
Estaba tan sumergido en sus propios pensamientos que no sintió el sonido de la puerta cuando la abrieron, haciendo que se parara a la fuerza, sin que le dijeran nada, para comenzar a guiarlo fuera de esa habitación por el pasillo bastante largo y lleno de muchas habitaciones.
Entraron a lo que parecía ser un cuarto de visitas y la sorpresa más grande que pudo haber visto fue ver a su pequeña sentada en una de las sillas, con la mirada agachada. Apenas lo dejaron a solas en esa habitación, él se acercó hasta la pequeña para abrazarla.
Vio cómo ella medio levantó la cabeza y, cuando lo vio, fue bastante doloroso verla con esa herida en la cabeza, todo por su causa. Aunque ahora dejaría esos pensamientos de lado y solo dedicaría su atención a su hija.
Parecieron pasar muchos minutos antes de ver cómo la pequeña se levantó de donde estaba sentada para lanzarse a sus brazos, fundiéndose ambos en un abrazo.
Algo que le llenó el pecho de mucha alegría y tristeza al escuchar llorar a su hija de manera tan desconsolada. Quería hacer algo, lo que fuera, para que se pudiera tranquilizar, así que lo primero que se le pasó por la cabeza fue comenzar a soltar feromonas maternales mientras cantaba una canción de cuna que se sabía de memoria y sabía que le daría la tranquilidad necesaria a su pequeña.
Volvieron a transcurrir algunos minutos hasta que sintió como la pequeña se quitó las lágrimas de los ojos y comenzó a verlo. Tenía una mirada que no podía descifrar: ¿lo odiaba? Él quería hablar, pero la pequeña se adelantó.
—Ella... está... muerta... —sus palabras se entrecortaban mientras las decía con temor—. La mataron hace unas horas. Dime, mami, ¿tú no estabas en esa casa?
Escuchar esas palabras, y ver cómo la pequeña lo miraba con esa expresión indescifrable, le destrozaba el corazón. Cada vez que intentaba acercarse, ella se alejaba más.
—¿De qué estás hablando, pequeña? —dijo, sin poder creer lo que salía de su boca. ¿Significaba eso que la sangre era real?
La sangre que había visto, que creía que solo era un sueño, parecía tener mucho más sentido. ¿Acaso se había manchado las manos de sangre? Y lo peor de todo, no recordaba nada. No tenía nada para defenderse ante un juez.
¿Cómo que la mataron? ¿Quién la mató? ¿Cómo lo hicieron?
Esas preguntas salieron tan despacio de su boca que no creía que su hija las hubiera escuchado, aunque fue así al ver cómo se quitaba las lágrimas de las mejillas antes de comenzar a hablar.
—Yo vi con mis propios ojos cómo ese alfa, el mismo por el cual me dejaste sola en el parque de diversiones, la mataba en mi propia casa. Dime que no fuiste tú quien le dijo que la matara solo porque no quería irme a vivir contigo.
—Yo no le he dicho a nadie que la matara, mucho menos lo hice yo. Sé lo mucho que la querías, así que jamás sería capaz de hacerlo, princesa, debes Creerme.—intentaba agarrar una de sus manos para que escuchara lo que tenía que decirle.
Aunque le diría realmente que no la mató y no tenía idea de por qué ese alfa lo hizo, pero no esperaba lo que vino a continuación.
—¡Eres un monstruo! Tú la asesinaste. La mataste. Me dejaste sin nadie porque yo a ti no te considero mi mamá. Ella nunca la hubiera matado, sin importar lo que hubiera hecho. ¡Te merecías la muerte de mi hermanito! Te odio. No quiero verte nunca más en mi vida.
—Princesa, yo... yo estoy solo. Ha sido un accidente. Te juro que yo no accioné la pistola. No estaba ahí, mamá. No estaba en ese lugar. Te lo juro por lo que más quieras. Tienes que creerme cuando te digo las cosas.
No sabía cómo debía actuar. Los hechos estaban demasiado borrosos en su mente. No recordaba cómo había terminado ahí, además de los motivos del odio de su hija. Él no había matado a esa mujer, o eso creía.
Él era inocente y sus manos no estaban manchadas de sangre, entonces, ¿por qué lo acusaban? ¿Por qué estaba en ese lugar como un payaso de circo o algo para la diversión de los demás?
—Nunca más me vuelvas a hablar, mucho menos a buscar. Todos tenían razón: solo eres una puta, y la mataste solo para quedarte conmigo. Y mira cómo te han resultado las cosas, porque nunca me vas a tener en tu vida. No eres mi madre y nunca lo serás.
Supo que volvió a cometer los errores de su vida al volver a dar el golpe en seco, volviendo a darle una cachetada a su hija.
Solo sintió cómo el ambiente se puso tenso entre ambos al darle la cachetada. Él vio cómo su hija se llevó la mano a la mejilla afectada, que se estaba poniendo roja, antes de que se atreviera a levantarse de donde estaba, llegando a devolver el golpe cerca de su vientre bajo que, aunque no había nada ahí, le dolió.
—¿Y así pretendes que te ame y yo te quiera cuando a la primera oportunidad me golpeas? No eres una madre ni nada. Deberías dar gracias de haber perdido a ese bebé —lo decía con total neutralidad, sin esperar que fuera tras ella a medida que caminaba hacia la puerta—. Pero ni creas ni por un momento que voy a vivir contigo luego de lo que ese alfa le hizo a mi familia. Tú no eres nadie, nunca serás mi madre.
— Princesa... Yo...
Fue lo último que pudo salir de su boca con coherencia, ya que el dolor en su vientre bajo estaba siendo demasiado fuerte. Luego todo comenzó a ponerse borroso a medida que quería arrastrarse hasta su princesa. Vio cómo alguien lo llevaba de vuelta a las paredes blancas, o solo era algo de su mente.
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