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Huir como un cobarde.

Nota de autora: Hemos vuelto con este capítulo, el cual, sinceramente, me ha costado escribir más que otros. Tenía un rumbo totalmente diferente al que finalmente tomaron los hechos, pero gracias a la canción de fondo que puse, cambié de opinión.

Aquí se las dejo por si quieren escucharla.

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Su mirada estaba bastante borrosa con cada parpadeo. La luz lo cegaba demasiado, así que prefirió mantener los ojos cerrados mientras repasaba mentalmente lo sucedido. Estaba casi seguro de no reconocer el lugar ni a la persona con quien había pasado la noche.

Por un instante, pensó que quizás estaba en su departamento, pero lo descartó al abrir los ojos y ver que las paredes eran blancas.

Recordaba haber estado en un bar, intentando olvidar sus problemas. Luego, alguien se le había acercado y le había ofrecido una bebida. ¡Tenía que recordar qué había pasado! Estaba seguro de que las cosas no podían haber ocurrido así. ¿Quién se fijaría en un omega tan... defectuoso?
Con un gran esfuerzo, abrió los ojos y se encontró en una cama, desnudo y abrazado a un alfa. Era una escena que quería borrar de su mente. ¿Cómo había llegado a esto con un desconocido?

No entendía por qué su parte omega se sentía tan a gusto. Ronroneaba y se aferraba al alfa como si fuera su hogar. Intentó sacudirse esos pensamientos, pero no podía. Se sentía rebajado.

No podía creer que hubiera caído tan bajo. ¿Había sido su celo o lo habían drogado? Tenía dudas sobre toda la situación. Se abstuvo de gritar para no despertar al alfa y, con cuidado, se liberó de sus brazos.

Al intentar levantarse, sintió un dolor agudo en las caderas y el trasero. El semen aún resbalaba por su cuerpo. Intentando olvidar esa imagen, comenzó a buscar su ropa. Por suerte, la encontró doblada en un sillón.

Se vistió lo más rápido que pudo, sintiendo la pegajosidad del semen en su ropa interior. Se puso los pantalones, la camisa y los zapatos, ignorando las medias. Lo importante era salir de allí.

Caminó hacia la salida, evitando mirar a su alrededor. No quería recordar nada de esa noche. El lugar era enorme y se perdió varias veces.

Finalmente, encontró un baño y se miró en el espejo. Estaba pálido y demacrado. Cerró la puerta con fuerza y reanudó su búsqueda.

La ansiedad aumentaba al no encontrar la salida. Intentó calmarse, pero era difícil. Al abrir otra puerta, cruzó los dedos para que fuera la correcta.

La abrió, y si esta era la correcta, alcanzaría su ansiada libertad. Sin embargo, no pudo dar más de algunos pasos cuando sintió que alguien lo agarraba por atrás, jalándolo de nuevo hacia el cuarto. Comenzó a patear con todas sus fuerzas para liberarse de ese alfa, aunque estaba claro que este tenía mucha más fuerza. Además, comenzó a liberar feromonas, lo que lo cegaba y lo hacía sentir mil veces peor que antes.

Lo continuaban arrastrando hacia la cama. Él intentaba con todas sus fuerzas liberarse, pero ya comenzaba a sentirse bastante mareado por la cantidad de feromonas que se habían liberado en el ambiente, las cuales lo hacían gemir inconscientemente aunque él no quisiera. Lo acostaron en la cama, sujetando sus brazos con demasiada fuerza, y su vista comenzaba a ponerse bastante borrosa. Más aún con sus ojos llorosos. Parecía que en un momento lo soltaron en la cama, intentando de nuevo escaparse de ahí, pero sintiendo todo su cuerpo pesado, no dio más de algunos pasos.

Antes de caer torpemente en el piso, vio cómo ese alfa se acercaba hasta él con una inyección, la cual sintió cómo fue clavada muy lentamente en su cuello. Aquello lo hacía sentir demasiado caliente por dentro y comenzar a sentir ese fuego en especial en su útero. Además, comenzaba a sentirse mojado en la parte trasera.

Sintió cómo el alfa de nuevo lo cargó en sus brazos con todo el cuidado del mundo antes de ponerlo en la cama, comenzando a pasar sus manos por su cara haciéndole gestos.

-Tranquilo, amor, esto va a pasar en unos minutos. Te acabo de dar un afrodisíaco el cual sencillamente te hará terminar de estimular tu celo y lo mejor del caso es que estarás tranquilo para estar juntos.

Afrodisíaco de nuevo. Esto quería decir que este alfa lo había drogado en la noche del bar y ahora lo hacía otra vez. ¿Acaso no había saciado su sed de tortura? Estos eran algunos de sus pensamientos antes de que todo se volviera borroso. La vista se le nublaba y sus pensamientos se dispersaban sin coherencia alguna.

"Eres un Omega, pero ni siquiera sirves para cuidar de tu hija. Mira en lo que nos has metido. ¿Sabes algo? Voy a demandar la custodia de nuestra hija y te aseguro que me la darán a mí antes que a un Omega inútil."

Al recordar a su hija, reaccionó parcialmente. Se dio cuenta de la situación en la que se encontraba: acostado en la cama, mientras el alfa buscaba algo más. Quería luchar, pero su cuerpo estaba débil y no respondía.

Quería hacer algo: gritar, o ponerse a llorar. De nuevo, sus ojos se cerraban lentamente, sumergiéndose en otro recuerdo más.

"El jurado ha tomado la decisión de quitarle la custodia de la menor Seong Ga-yeong al Omega aquí presente, Gi-hun. A pesar de ser su madre, las pruebas son contundentes: es incapaz de cuidar a una menor de edad y velar por su custodia. Por eso, tendrá prohibido acercarse a ella a más de 500 metros."

Había perdido la custodia de su pequeña en ese juicio y, sin tener suficiente influencia para apelar la decisión del juez, se sentía desamparado. Su mirada, cada vez más borrosa, apenas podía enfocar al alfa que se acercaba lentamente.

Iba sintiendo lentamente cómo lo desvestían. Parecía hacerlo con cuidado, aunque sinceramente no lo sentía así. Intentó reunir fuerzas con sus manos para quitárselo de encima, pero sus intentos eran vagos. Sus manos caían pesadas sobre la cama; apenas podía levantarlas. Además, sentía cómo su cuerpo se calentaba lentamente bajo las caricias del alfa.

¿Acaso podía tener voz y voto en esta situación? Parecía que no. Sentía cómo su cuerpo se calentaba ante los nuevos toques que recibía. El alfa acariciaba sus pezones con una mano mientras la otra se acercaba peligrosamente a su espalda.

No, no quería esto. Aunque su cuerpo sentía placer y su parte Omega disfrutaba, él no lo deseaba. Quería que parara, pero no sabía cómo hacer que su voz fuera escuchada.

-Por favor... Puedo entregármele voluntariamente, pero no así... Yo no quiero esto. Por favor, alfa, compréndeme -suplicó entrecortadamente, sin saber si había sido escuchado.

Por un instante, pareció ver un atisbo de comprensión en el alfa. Dejó de tocarlo y lo atrajo hacia su pecho, pasando una mano por su espalda en un intento de calmarlo.

Sintió el arrepentimiento de lo que estaba haciendo el alfa para llegar a parar y ahora sencillamente estarlo abrazando y liberando parte de sus feromonas con tal de que su parte Omega se sintiera en calma y pudiera sobrellevar los efectos del afrodisíaco.

-Ya calma, mi Omega, puedes descansar en paz por un rato. Sé que he cometido el error de drogarte, solo que... -toma una pausa intentando encontrar las palabras correctas para terminar de expresarse, aunque tenía sus dudas si el Omega era capaz de comprenderlo-. Que yo no quería perderte y al verte queriendo salir corriendo de este departamento me dio muchísimo miedo.

Quería creer que estas palabras dichas por este alfa de cierta manera eran ciertas y realmente no lo estaba utilizando como más le conviniera para luego sencillamente botarlo a la calle, aunque realmente estaba sin tener en claro el rumbo de sus pensamientos, quizás se debía a que su mente seguía tan alborotada por todo que no estaba haciendo que procesara las cosas correctamente.

-Y sencillamente no pensé en mis acciones como debía. Quizás lo más coherente hubiera sido el intentar hablar como dos personas civilizadas e hice todo lo contrario. Y si quizás justo ahora no entiendas ni la mitad de lo que te digo. Y lo que en verdad estoy intentando decirte es que lo siento.

¡Lo siento!, ¡lo siento!. Estas palabras retumbaron en su mente, siendo lo último que escuchó con claridad antes de que sus ojos se cerraran cada vez más despacio. A pesar de que su cuerpo aún estaba caliente por dentro, queriendo huir de todo esto, se sentía cada vez más pesado. Y seguía preguntándose por qué su parte Omega, a pesar de toda esta situación, se sentía tan a gusto en los brazos de este hombre.

Mirar de esta manera a su peluche, ahí tan indefenso, que hacía todo para mantener los ojos abiertos ante cualquier movimiento que él pudiera realizar, como el pasarle sus manos por la espalda para intentar mostrarle esta seguridad que debía tener, y pensar que era para hacerle daño de cierta manera le hacía sentir mal.

Arrepentimiento, creía que así se llamaba la palabra cuando habías hecho algo mal, y de cierta manera lo sentía así, pero no debía confundirse a sí mismo. Esto era por haberlo drogado justo ahora, no esa noche, de lo contrario no lo hubieran disfrutado tanto ambos.

Sencillamente era tan perfecto de ver que provocaba tenerlo siempre así a su merced, en sus brazos, aunque sin los ojos llorosos. Esto tendría que ser por el placer que sintiera al hacerlo suyo, no porque estuviera teniendo miedo a él, su alfa, su pareja destinada, porque eso eran lo que eran.

Su nueva obsesión era capaz de hacer todo lo que le pidiera, menos el corresponder a sus sentimientos, y no lo sentía de que estaría traicionando a su esposa, muerta, sino algo mucho más profundo, como lo eran sus ideales. Amaba ver a la gente sufriendo, pidiendo piedad, para que no los maten en los juegos disque infantiles.

Continúo soltando feromonas en pocas dosis solo para que se calmara su peluche y terminara por quedarse dormido. Era como la mejor manera para que los efectos del afrodisíaco llegaran a pasar. Por suerte, fue una dosis mínima la que le inyecté y pasaría en una o tres horas a lo máximo, tiempo suficiente para que lo llegara a vestir y dejarlo en su apartamento.

Los minutos continuaron pasando hasta que al fin comencé a escuchar la respiración calmada de su Omega. Al fin se había quedado dormido así que podría hacer las cosas. Se dedicó por última vez a pasar sus manos por el cabello del mismo, admirando todas sus facciones que ya estaban relajadas y su rostro estaba pegado a su pecho.

Quisiera parar el tiempo para quedarme así con mi Omega y sabía que mi parte alfa también estaba de acuerdo con mis pensamientos. Se merecía que lo mimaran y lo cuidaran como el perfecto que era. No debía permitir que llorara.

Un pensamiento que quiso sacar de su mente, aunque instintivamente sintió como sus propias feromonas se volvían más agresivas por intentar dejar este pensamiento cálido de lado. Así que sencillamente dejó que volvieran a fluir para que las feromonas se controlaran y no llegara a despertarlo.

Con todo el dolor de su corazón, se atrevió a quitarlo de su pecho, poniéndolo de nuevo en la cama para llegar a ponerle la camisa que había quedado tirada en el suelo y luego proceder con la ropa interior. Aunque antes de hacerlo, se dio cuenta de que todavía tenía el anillo en su polla. Decidió quitárselo, viendo cómo llegaba a soltar un suspiro de satisfacción incondicionalmente.

Continúo poniéndole la ropa interior y luego los pantalones, asegurándome de levantarlo cuidadosamente para que no se despertara. Al estar seguro de que el Omega mantenía toda su ropa puesta, incluso al baño, quería hacer cualquier cosa que calmara a la bestia que tenía en su interior: desde gritar hasta romper algo en particular.

Decidiendo por lo segundo, se atrevió a golpear el vidrio con su puño, viendo cómo este se fragmentaba en millones de pedazos. Cualquier cosa era mejor que continuar viéndose en este espejo. El solo hecho le hacía mostrar esa debilidad que no podía permitirse bajo ningún fundamento.

Él era un alfa capaz de hacer que las demás personas se rebajaran ante su sola presencia. No podía permitir que un estúpido Omega viniera a querer alterar y destruir todo por lo cual había luchado. Sencillamente, esto no podía volver a ocurrir.

Puso sus manos ensangrentadas y llenas de rastros de vidrio en el lavabo, abriendo el chorro y dejando que se llevara toda la sangre y los pequeños trozos de vidrio. Al asegurarse de que estaba limpia, buscó a tientas una de las vendas que tenía ahí para hacerse un vendaje bastante torpe antes de terminar de salir de ese baño. Luego, la servidumbre se encargaría de hacer la limpieza necesaria.

Estuvo caminando por la sala antes de entrar en otra de las habitaciones, buscando ese teléfono en particular para comenzar a marcarle a su hermano y que viniera a llevarse a su Omega. No hubo respuestas, al menos las inmediatas que necesitaba. Volvió a intentar y nada. En definitiva, esto le estaba preocupando un poco.

Tenía miedo de que ese idiota se hubiera caído por ahí y, considerando la herida en su pecho, todo era más que posible. Se atrevió a volver hasta el cuarto, viendo que el Omega todavía seguía dormido plácidamente, así que se atrevió a pasarle una de sus manos por las piernas sin ningún tipo de índole sexual. Solo quería acariciarlo y sentirse, quizás, seguro.

Sí, seguro era la palabra correcta, así que se atrevió a sentarse un poco más arriba en la cama, atreviéndose lentamente a pasar sus manos por la cara del Omega, viendo que todavía las mejillas seguían sonrojadas, aunque no tanto. ¿Y por qué no atreverse a darle un beso en los labios? Aunque antes de que se atreviera a hacerlo, comenzó a sentir unos golpes fuertes y consecutivos. Soltó un suspiro, alejándose de su Omega para comenzar a caminar hasta la puerta.

En su cara se admiraban las facciones de odio que tenía por haber interrumpido en este momento. Aunque para cuando se acercó a abrir la puerta, se encontró frente a su hermano. ¡Vaya sorpresa! Hace nada lo estaba llamando y ahora estaba aquí.

Servicio eficiente, sencillamente le dejó la puerta abierta mientras le iba indicando que entrara hasta el cuarto más específico donde estaba su Omega.

-Hwang Joon-ho, esto fue más rápido de lo que pensaba. Apenas te dejé dos llamadas perdidas y ya estás acá -expresó un tanto sarcástico antes de atreverse a mirarlo-. Sin mirarme tan acusadoramente. Ni siquiera he durado los tres días para darme el placer necesario con el Omega.

-No, Hwang In-ho. Sencillamente está sin ser nada de lo que puedas estar pensando, y sencillamente me quedé unos días al lado de tu departamento para venir al Omega cuando sea necesario, así que si ya estás listo, me lo puedo llevar.

-Si con gusto, hermanito. Ya me complací lo suficientemente con él. Puedes dejarlo en su departamento y deja la escena de que llegó a su casa totalmente borracho y que no estuvo con nadie -iba diciendo al alzarlo con sus brazos e ir saliendo del apartamento con su hermano siguiéndolo hasta el coche-. Me imagino que ya le habrás pagado al del bar para que le haga creer que estuvo toda la noche tomando ahí, ¿verdad?

-Sí, ese asunto ya está más que resuelto. Y respecto al apartamento del Omega, ya me encargué de dejarlo y hacer la evidencia de que estuvo todo este tiempo ahí. También soborné a los vecinos para que no dijeran lo contrario.

-Siendo así, todo esto solo te queda dejarlo en su departamento y por los momentos no te despegues de él. Me tengo que ir de nuevo para ir preparando todo para los próximos juegos, y él va a querer encontrarme, pero se lo haré mucho más difícil.

Terminó de meterlo en el coche, poniéndole el cinturón de seguridad, mientras su hermano se aseguraba de montarse en el coche. Se aseguró de ponerle un chip rastreador que le indicara siempre dónde esté su Omega.

-Haz lo que tengas que hacer con Sung Ki-hoon. Pero ni se te ocurra llegar a separarte de él, y me mantienes informado de todos sus movimientos.

Vio como su hermano le llegó a dar un asentimiento de cabeza antes de ver cómo el coche se ponía en marcha a toda velocidad, mientras él sencillamente iba caminando hacia su apartamento sintiendo un aire de superioridad de que las cosas se hicieron como él quería.

















Más que perfecto, no pudieron haber resultado de toda esta situación.






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Y hemos finalizado el capítulo de hoy. ¡Cuántas emociones encontradas hubo en este capítulo, verdad?

Los leo por aquí.

Les dejaré un pequeño spoiler: este encuentro de ambos ocurre un año antes de los juegos, así que pueden comenzar a formar sus teorías sobre si nuestro omega Sung Ki-hoon queda embarazado.

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