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Capítulo 9

-Hm... - Me levanté lentamente y con esfuerzo ya que mi cuerpo se sentía muy pesado.

Miré a mis alrededores notando que estaba en el hospital de mi manada.

En ese momento, la puerta se abre y entra un doctor.

-Me alegro que haya despertado, Alpha- Dice y camina hacia mi para checar las máquinas a las que estaba conectada y luego quitarme algunas cosas.

-¿Qué... pasó?- Murmuré.

Me dolía la cabeza, no podía pensar con claridad en lo que había sucedido para que terminara aquí.

-No tengo muchos detalles pero creo que el Beta la encontró junto a su Mate frente a una casa en llamas-

Abrí los ojos de par en par.

-¿Dónde está?- Mi voz salió demandante y gruesa.

-Alpha, debe calmarse... -

-No voy a calmarme hasta verlo. Así que díme... por favor- Dije.

Él suspira.

-Habitación trecientos tres- Dice y yo salí disparada.

Miré el número de mi habitación, no era tan lejos.

Caminé rápidamente para llegar a aquella habitación, aunque tuve que apoyarme varias veces de la pared por unos fuertes mareos a causa del golpe y todo lo sucedido la noche anterior.

Entré a la habitación de golpe llamando la atención del que estaba en la camilla.

-Izaro... -

Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi labio inferior comenzó a temblar. En un segundo ya estaba abrazándolo mientras escondía mi rostro en su pecho.

-Idiota... tuviste que quedarte afuera... - Dije entre sollozos.

-No iba a dejarte morir... -

Ya no dije nada, solo me quedé llorando de alivio y miedo.

No quería que aquello se volviera a repetir... no con Joel...

-Alpha- Brais y Enzo llegan a la puerta de la habitación pero se quedan callados.

Estuve llorando bastante tiempo, Joel acariciaba mi cabello y eso me hacía sentir mucho mejor que antes, también me había hecho subirme por completo a la cama y abrazar su cintura estando entre sus piernas.

Me sentía una niña nuevamente, desprotegida y querida...

Resoplé y me acurruqué más contra él.

-Alpha, el doctor dijo que ya pueden irse- Dice Brais desde el otro lado de la puerta.

Yo me levanté pesadamente.

-E..Está bien- Dije mientras limpiaba mi rostro por el rastro de lágrimas en mis mejillas.

Suspiré calmándome y luego miré a Joel.

-Los chicos te darán ropa para que puedas cambiarte y salir, te espero afuera- Dije y llevé mi mano a la manija de la puerta.

-Izaro... - Me detuve y lo miré -¿Estás... bien?-

Le sonreí.

-Si... si tú estás bien, yo también lo estoy-

Abrí la puerta y salí.

Fui a la habitación en la que desperté, ya me habían dejado ropa sobre la cama así que, la agarré y entré al baño para cambiarme.

Aproveché para lavarme el rostro y refrescarme el cuello y los brazos.

Al estar lista, salí de la habitación y me encontré con Brais y Enzo, a los segundos aparece Joel y todos salimos del hospital.

Entramos en el auto, Brais manejaba y Enzo estaba a su lado.

El camino era silencioso, yo no podía evitar pensar en todo lo que ocurrió y lo que podría haber pasado.

¡Agh! Odio a los cazadores.

¡¿Por qué no pueden dejarme tranquila?!

Apreté los puños con fuerza al igual que los dientes.

-Detente- Dije de golpe y Brais así lo hace y suspira.

Salí del auto rápidamente, me transformé y corrí al bosque.

Solo escuché como Joel me llamaba pero Brais y Enzo lo detuvieron.

Luego solo seguí corriendo.

Narra Joel

-Cálmate... ella volverá- Dice Enzo.

-¿A dónde va?- Pregunté.

-Cuando algo la abruma decide ir a correr. Siempre hace eso- Dice Brais mientras sigue conduciendo.

-Pero... ¿Estará bien?- Pregunté.

Ellos se quedan en silencio un momento hasta que Brais suspira.

-Haznos un favor... Izaro es alguien que prefiere guardarse todo para sí misma y no molestar a los demás... todo esto desde que sus padres murieron-

-Algún día eso que ella guarda podría ocasionarle algo malo... que posiblemente llegue a terminar con su muerte... - Dice Enzo agachando la cabeza.

-Haz que te cuente todo... sabemos que si se descarga estará bien... eres el único que puede conseguirlo-

Yo agaché la cabeza dudando.

-No importa cuánto grite, no importa si saca las garras o intenta intimidarte. Ella no es capaz de hacerte daño, lo sabemos bien-

Llegamos a la casa de Izaro y Enzo suspira.

-Pero... no vamos a obligarte, la decisión es tuya-

Ellos salen y yo me quedo un momento pensando.

Suspiré y salí del auto y miré hacia la dirección en donde se fue Izaro.

Entré a la casa y decidí esperarla.

Primero recorrí el lugar, noté que no había ninguna foto de nada, solo pinturas.

Ni siquiera tenía alguna foto de ella.

-Lun ¿Se le ofrece algo?- Una chica aparece haciendo una corta reverencia.

-Am... no gracias, por ahora no quiero nada... - Dije sonriendo un poco y ella asiente.

Hace otra reverencia y se va.

Yo me senté en el sofá y apoyé mis codos en mis rodillas y junté mis manos.

Las horas comenzaron a pasar hasta que el cielo se tornó oscuro e Izaro aún no regresaba.

Comenzaba a sentir mucha preocupación por ella.

Recordé cuando la vi en la cocina en llamas de mi casa, me fue extraño verla así justamente a ella.

Como también me dejó sin habla el verla llorando... cuando la tuve junto a mi en ese estado tan... indefensa...

Me causó un sentimiento muy grande y extraño.

Como si no quisiera volver a verla así, no quiero volver a verla llorar.

Me levanté rápidamente al escuchar la puerta principal abrirse y luego cerrarse.

-Izaro... - Llamé su atención.

-¿S..Sigues aquí? Creí que ya te habías ido- Murmura.

-Bueno... no es que tenga otro lugar al que ir... mi casa explotó- Dije rascando mi nuca.

-Claro... lo siento- Dice y yo negué.

-¿Podemos hablar?- Pregunté.

Ella se agarra un brazo y aparta la mirada.

-No creo... -

-Por favor Izaro... no quiero verte en ese estado nuevamente. Me preocupé por ti- Dije.

Ella me mira rápidamente con un brillo en los ojos pero que desaparece y vuelve a apartar la mirada.

-Gracias por preocuparte Joel pero... no... no quiero hablar del tema- Dice y se da la vuelta.

Ella comienza a alejarse y yo temía no conseguir nada.

Decidí seguirla.

-¿Por qué no quieres contarme lo que te ocurre Izaro? Desde que nos conocimos me ocultas algo y... yo quiero saber sobre ti-

-Ya sabes mucho de mi... -

-Casi nada- La interrumpí -Apenas te conozco, no tengo idea de lo que te ocurre-

-No me ocurre nada... -

-¿Es enserio? Izaro, sé que soy tímido y nervioso pero no soy tan idiota como para no saber que te sucede algo-

Entramos a su habitación y yo cerré la puerta para hablar mejor.

-Por favor... cuéntame... -

-¡¿Que parte de no, es la que no entiendes?! ¡No quiero decírtelo!- Se da la vuelta bruscamente.

Sus ojos eran dorados muy brillantes.

Yo retrocedí un paso por la impresión pero después, decidido, me acerqué a ella.

-No quiero que sigas guardandote todo para ti misma. Así que voy a insistir, insistiré hasta que me lo digas, Izaro-

Ella me golpea contra la puerta pero no de una manera que me doliera, solo para asustarme.

-Si no te vas ahora... haré algo que me arrepentiré por completo de hacer- Dice.

-¿Qué harás? Sé que no me harías ningún daño, lo sé-

Ella me mira a los ojos, vi sus manos temblando.

Levanta una de ellas y saca sus garras para asustarme nuevamente pero yo no me moví, le sostuve la mirada.

-Ya aguantaste lo suficiente sola... ahora acepta que tienes a alguien para contarle tus problemas. Yo te escucharé Izaro, te escucharé todo lo que necesites-

Sus ojos se llenan nuevamente de lágrimas y gruñe un poco, cierra su mano en un puño pero luego golpea la puerta junto a mi cabeza atravesándo la madera.

Cierra los ojos y saca su mano de la puerta para luego dejarse caer y yo la sostuve justo a tiempo.

Ella me abraza con desesperación y esconde su rostro en mi cuello.

-Ya no puedo... Joel, ya no lo soporto más... -

Esas palabras me destruyeron por completo.

-Por favor cuéntame Izaro... yo te apoyaré-

La cargué en brazos, porque aunque no parezca ella era muy liviana, y me senté en su cama con ella en mi regazo aún abrazándome.

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