De un cúmulo de primeras veces acumuladas en los poros que se me desbordan por el alma.

De la amistad que se va a la cama con una copa de vino y entre las sábanas y sin esperarlo descubre al amor.

De la pasión desbordada que no conoce de límites, que solo con verte a los ojos quiere salir a raudales.

Del amor imposible que en ratos se vuelve posible y entonces en esos ratos al fin entiende la vida, ya la vida nada nos debe, no hay deudas que saldar.

De sentir que siempre es como la primera vez, aunque de veces hayamos perdido ya la cuenta, aunque los cuerpos ya se sepan de memoria y la piel ya tiene nuestros nombres grabados.

De jugar y jugar hasta volverse la risa, esa que suena en las madrugadas y que no nos deja dormir.

De la tristeza vestida de fiesta, porque sabe que a veces el amor tiene de amante a la despedida.

De llorar hasta verte de nuevo, cambiando las lágrimas por poemas que hablan de ti.

De tenerlo todo para perderlo y después volverlo a tener, para perderlo otra vez.

De tu cuerpo en mi cuerpo multiplicándose en suspiros, naciendo mil menos, volviéndose orgasmos interminables, piernas temblando, lenguas explotando, bocas ardiendo, almas muriendo para volver a nacer.

De tus ojos azules que llevo tatuados en el pecho, que son como agua, que siempre me quitan la sed.

De tu belleza incansable, esa que inicia en tu cuerpo, pero llega hasta tu ser, se multiplica y entonces se vuelve el universo.

De la fortaleza que llevas dentro, esa que me parece inaudita, que me asombra y me contagia y entonces lo entiendo, tú eres el mar y tu nombre lo sabe.

De los recuerdos inacabables que ya no caben en los cajones, que vuelan y vuelan y me abrigan cada noche antes de dormir.

De la distancia que a veces nos da la mano y se convierte en momentos perpetuos que, aunque acaben, ya no tienen final.

De la poesía que es una mujer; una que se llama como tú, que eres todas las mujeres, pero ninguna otra es como tú.

De las mariposas y el aire, de las canciones que nos cantamos, de los obstáculos que superamos y los caminos que abres con tu risa, de los besos que cuando empiezan ya no pueden terminar, del sexo que se convierte en flores, de los demonios que espantas con tu voz. De lo que no es mío, pero me pertenece también.

De la libertad convertida en amor, de las manos entrelazadas con la verdad, del miedo que echas por la ventana y me enseñas a hacerlo también.

Cuando hablo de ti, hablo de todo y la poesía escucha con atención, a veces llora y al escuchar sobre ti la poesía ya no puede dejar de escribir.