Capítulo 6
Intenté dejar de gritar, de lamentarme, pero solo conseguí sollozar con agonía. Puede que escuchara algunas maldiciones, algunos gritos que no eran míos, ¿puede que de Helena?. Sólo llegaban a mi algunas frases, al menos que pudiera entender.
- Hijo de puta... bastardo...ramera... te has atrevido...lárgate...puta.-
Sentí un portazo, o algo así, mientras la mano de Leopold se extendía sobre mi dolorida carne.
- No te preocupes, te pondrás bien. ¡Jhon, mueve tu culo hasta aquí, ahora!.-
Estaba hablando por teléfono, creo que lo vi hacerlo, y pedir ayuda, pero tardaría en llegar. Si hablaba con el Dr. Matheus, aún tardaría un rato en llegar, y mientras tanto, yo seguiría allí, aguantando el dolor. ¿Y que hizo Leopold?, pues lo que cualquier vampiro haría, no desperdiciar ni una sola gota de sangre. Sentí su lengua pasando sobre mi lacerada piel, arrastrando y limpiando cada gota del preciado tesoro, como alguien que lame sus dedos, recogiendo los restos de chocolate del bombón que se ha comido. Eso era lo que era yo, comida. Una delicatesen, pero no dejaba de ser comida.
Me pareció una eternidad hasta que la voz de Jhon sonó cerca. Le vi posar su maletín cerca de donde me encontraba, y maldecir cuando se acercó para ver mejor la herida.
- ¿Has lamido sobre las heridas?.-
- No soy estúpido, Jhon, los dos sabemos que mi saliva la cauterizaría, y es evidente de que no es lo mejor en una herida como esa.-
- No, tengo que coserla, es demasiado profunda.-
- Hazlo con cuidado, no quiero que queden feas cicatrices.-
Jhon asintió y se puso manos a la obra. No se atrevió a mirarme, porque sabía que estaba avergonzada. No por la herida, no por el lugar donde estaba, sino por saber que no era nada más que una sierva de sangre. Ambos sabíamos que no tenía más opción que dejar que Leopold hiciese conmigo lo que quisiera, doliera lo que doliera. Luchar contra ello no había servido de nada, lo intenté, por eso la única familia que me quedaba era mi pequeño.
Noté las incisiones de las agujas quemar mi carne, y no pude evitar dejar escapar un doloroso gemido.
- Sssshhh, tranquila, sólo es un poco de anestesia local.-
Giré mi rostro hacia el vacío, intentando vaciar mi mente. Mi mano se aferró a la dura encimera, y casi me río al reconocer que aquel era el mejor sitio para una operación de ese tipo. Superficie plana y resistente, elevada, y sobre todo, muy bien iluminada. Me incliné hacia adelante, observando la coronilla de Jhon inclinada entre mis muslos. Y sentí el rubor volver a mi rostro. Bueno, al menos nadie más estaba viendo aquello, éramos Jhon y yo, solos, porque Leopold había desaparecido hacía un buen rato. Y entonces me permití llorar, porque aquella era mi vida, y no podía hacer nada por cambiarla.
- ¿Puedes ponerte en pie?.-
Noté la mano de Jhon aferra mi brazo, y ayudarme a incorporarme. El adormecimiento no se había extendido por mis piernas, pero aún así, me costó ponerme sobre mis piernas.
- Te acompañaré a tu habitación. Te dejaré algunos analgésicos y volveré a revisar la herida mañana, ¿de acuerdo?.-
Asentí con la cabeza, y me dejé llevar. Cuando atravesamos el pasillo, la impecable silueta de Leopold nos sobrepasó a ambos.
- ¿Cuánto tiempo tardará en curarse?.-
- En una semana los puntos estarán secos, pero internamente aún tardará un poco más.-
- ¿Medicación?.-
- Algunos calmantes y antibióticos.-
Leopold apretó la mandíbula, no le iba a decir quién me había mordido, no iba a picar con una treta tan infantil, todos sabíamos que la mordedura de un vampiro jamás se infectaba, pero tampoco reconocería que había sido él, no, eso diría muy poco sobre su pregonado autocontrol. Él no era débil, ni tampoco un bárbaro primitivo sin civilizar. Y todos en el ático, sabíamos que Leopold había recibido una visita esa noche. Leopold ni se justificaría ni daría explicaciones, Jhon no preguntaría, y mi boca estaría cerrada, más me valía.
Él se fue sin decir nada, nunca lo haría, eso sería reconocer que le importaba, y un vampiro podía lamentar una pérdida valiosa, pero no sentiría nada, no eran capaces. A veces pienso que nos envidian a los simples humanos por ello, pero dudo que tampoco puedan sentir celos de su alimento, ¿tu envidiarías a un pollo de granja?, pues eso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro