Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25


¿Si estaba asustada?, pues claro. Aquel lugar gritaba poder. ¿Fundación para la protección del legado histórico?, cualquiera podría pensar que del país, pero si estábamos allí, era otro tipo de historia la que protegían.

Podía ver los rostros estirados y altivos, de las personas al otro lado de las paredes de cristal. Y los peores eran sus miradas. Las hembras se creían auténticas reinas, como si el simple hecho de mirarlas, fuera una ofensa a su elevado rango, como si fuésemos menos que ratas. Los machos, parecían estudiar a su oponente, porque era lo que hacían. Todos allí conocían el nombre de Alexander, y aunque era difícil oler su miedo, sí era capaz de reconocer su atento nerviosismo.

Ah, pero todo cambiaba cuando atravesábamos esas puertas. El olor, oh dios, lo sabía. Era percibir mi olor, y los machos se convertían en seres hambrientos, dispuestas para saltar sobre mí. Podía verlo en sus ojos; brillantes, infinitamente profundos. Sus cuerpos tensos, listos para la acción. Pero era dar una mirada a Alexander a mi lado, y quedaban petrificados, expectantes, manteniendo las distancias. Estaba claro que percibían su fuerza. Esa misma que me hacía mantenerme firme. Su mano envolvía la mía, mostrando lo que nuestro olor proclamaba a los cuatro vientos. Le pertenecía. No sabía cuánto era, hasta que algo pasó con uno de los secretarios. El pobre muchacho entró desprevenido en la sala en la que estábamos esperando, y mi olor le golpeó de lleno. Pude ver sus ojos oscurecerse, su boca mostrar unos incisivos puntiagudos, su postura dispuesta para saltar... Alexander se giró bruscamente hacia él, y con solo una mirada, el muchacho pareció mearse en los pantalones. No vi a nadie salir tan rápido y tan acalorado de una habitación. ¿De verdad era tan peligroso?. Es posible, aunque la risa contenida de Byron me decía que no intimidaba a todos. Bueno, pero es que Byron era alguien para poner fuera de ese grupo de estirados. Con él no me sentí en ningún momento intimidada, quizás disimulara muy bien, quizás su control fuera mayor, quizás ya estuviese acostumbrado a mi olor. El caso, es que con el cerca, me sentía aún más a salvo. Alexander y Byron, eran dos fuertes presencias que había que tener en cuenta. Algo en mi interior me decía, que ellos dos solos, podían poner de rodillas a todos los vampiros de aquella enorme planta.

- El Consejo de Guardianes les espera.-

Alexander cabeceó un asentimiento, y apretó mi mano mientras seguimos al estirado funcionario. Su traje estaba hecho a medida, y los zapatos eran europeos. ¿Cuánto cobraban los funcionarios vampiros?. Si lo hacían por antigüedad tenía que ser un pico considerable. ¿Un chiste, había hecho un chiste de vampiros?, si, parecía que sí. Alexander me miraba con el ceño fruncido, como si hubiese percibido lo que pensaba. ¿Podía leerme la mente?, antes nunca un vampiro lo había hecho, puede que no pudiesen o que no merecía la pena hacerlo. Pero, ¿ese vínculo especial que Alexander decía que habíamos establecido, podía cambiar eso?.

Miré a mí alrededor, y vi a 7 vampiros sentados en una gran mesa de reuniones, todos apiñados en uno de los extremos. Nosotros permanecimos de pié al otro lado. Qué remedio, no había más sillas. Estaba claro que de esa manera, podían intimidar aún más, haciendo que el visitante se sintiera expuesto, vulnerable, incómodo. Al menos así empezaba a serme yo. Alexander no. Él parecía crecer aún más, como si su posición le brindara algún tipo de ventaja que yo no lograba encontrar.

- Hemos estudiado su petición, y he de confesar que estamos confusos.-

- Creo que los informes son bastante claros.-

- Quizás ese sea el problema. Son demasiado explícitos. Verá señor MontBlanck, este consejo se siente más inclinado en creer que lo que usted nos trae no es más que una mestiza, cuyo nacimiento no llegó a inscribirse en el registro, a su debido momento.-

- ¿Insinúan que miento?.-

- Seamos sinceros, señor Montblank. Lo que usted sugiere, es un mito, una quimera. A fecha de hoy, no hay ningún caso documentado de que lo que propone sea posible.-

- ¿Qué pruebas necesitan para creerme entonces?.-

- No estamos discutiendo la... legitimidad de su compañera, porque todos aquí podemos apreciar que han establecido el vínculo. Pero aparte de felicitarle, e inscribirla en el registro. No sé porqué persigue más llamémosla notoriedad. Ser el primero en conseguir llevar a cabo una conversión, le daría fama, sí, pero llevar el caso al Consejo no creemos que sea el medio de conseguir esa fama. Aunque puede que lo que persiga sea algo más.-

- ¿Quiere decir algo como el reconocimiento de un órgano tan formal lo es el Consejo de Guardianes?.-

- Veo que lo entiende.-

- Esperaba su escepticismo, así que me he permitido traer algunos testigos fiables que corroboren nuestra historia.-

- ¿A qué se refiere?.-

- Si son tan amables de abrir el campo visual de la habitación anexa, comprobarán que he convocado a varios miembros de la raza. Todos ellos respetables, y que en varios momentos coincidieron con Leopold Montblanck, y la que por aquel entonces era su mascota humana.-

Era duro oír como me llamaban ahí, pero era la verdad. Yo era eso, una posesión, una mascota. Si Alexander cumplía su palabra, dejaría de serlo.

La pared que estaba detrás de nosotros, empezó a volverse transparente, revelando a varias personas. Conocía a todos ellos, eran vampiros.

- Señores. ¿Serían tan amables de identificar a esta persona?.-

Un hombre se acercó, y su pose altanera no pasó desapercibida. De entro todos, era el que mayor posición tenía entre ellos. Estaba claro, que entre los vampiros, el estatus quo lo es todo.

- Es la trufa blanca de Leopold. Ahora que ha muerto, ¿está a la venta?. Porque puedo hacer una buena oferta.-

- ¿Alguien más la conoce?.-

Vi una hembra de cabello oscuro acercarse. Su andar felino y sensual cautivaba no solo a los humanos. Era ella, Helena, la amiga de Leopold. Era imposible no reconocerla. Había dejado en mí una marca que nunca sería borrada, y no estaba hablando de mi memoria.

- Sí, es la mascota de Leopold. Yo también querría pujar por ella.-

El resto de vampiros me reconoció igualmente, y casi todos mostraron interés en mi adquisición. Intenté empequeñecerme todo lo que pude, pero era imposible escapar de lo que era. Note la tensión en el agarre de Alexander. Cuando miré su rostro, percibí su tensión y enfado. No, no le había gustado que pujaran por mí. Pero tenía que asumirlo, él mismo me lo dijo. Me había convertido en el mayor de los trofeos, todos me querrían. Alexander se giró hacia el consejo, y estudió sus caras una a una.

- ¿Satisfechos?.-

Los cuatro machos y tres hembras empezaron a cuchichear entre ellos. Y después de unos minutos, el portavoz dio su veredicto.

- Este consejo acepta el hecho de que la humana ha sido convertida. Se la reconoce como miembro de la raza, y se estudiará su registro.-

- ¿Se estudiará?.-

- Debe entender, que no es fácil inscribirla en un tomo determinado. Su linaje no ha sido determinado.-

- Mi sangre la transformó. Pueden inscribirla como si fuese de mi familia.-

- ¿Hija y compañera al mismo tiempo?, me temo que no, señor Montblanck. Estas cosas han de estudiarse con detenimiento. Es un paso demasiado importante y no queremos cometer errores, espero que nos comprenda.-

- Al menos le reconocen todos sus derechos como vampiro.-

- Lo hacemos. A expensas legales, ella es un vampiro.-

- Bien.-

- Por ahora pueden retirarse. Les notificaremos cualquier cambio.-

- De acuerdo.-

Salimos de la sala, y caminamos hacia la salida. La puerta de la sala contigua se abrió en aquel momento, pero no me di cuenta de ello, hasta que empecé a escuchar las maldiciones que salían de allí.

- ¡Hijo de puta!, la ha marcado.-

- Es... es una de nosotros, ¡una raza!.-

Decían más, pero Alexander tiró de mí hacia el ascensor. Byron se ocupó de que nadie más entrara con nosotros. Lo último que vi cuando las puertas se cerraron, fueron los ojos entrecerrados de Helena. Me observaban de una manera que hizo que mi cuerpo temblara.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro