Capítulo 24
Había demasiada luz. Intenté abrir los ojos, pero la luz era demasiado intensa. Seguro que el sol estaba golpeando de lleno sobre mi cara. Me protegí con la mano, proyectando un poco de sombra sobre mis ojos, y finalmente abrí los ojos. No, el sol no estaba brillando sobre mi cabeza, es más, las claras cortinas estaban aún corridas, y aún así, podía ver las nubes cubriendo el cielo, convirtiéndolo en una uniforme manta gris. Tarde o temprano tendría que acostumbrarme a mi nueva naturaleza, donde todo es más intenso, donde la oscuridad no lo es tanto.
Inspiré profundamente, y su esencia penetró en mí como una ola. Su olor era como él, todo lo eclipsaba, todo lo dominaba.
- Tenemos que hablar.-
Deslicé la vista hasta la pared del fondo. Allí estaba él, con los codos apoyados sobre las rodillas, vestido solo con un liviano pantalón de pijama, su pecho desnudo recordándome su fuerza, la marca de mi mordisco recordándome... lo que fuera que me llevó a hacer aquello. Y sus ojos, aquellos ojos que me miraban con aquella intensidad, con determinación, con... algo que no sabía cómo interpretar, pero que hizo que mi cuerpo se estremeciera, y no precisamente de miedo.
Me incorporé un poco, aferrando la sábana contra mi cuerpo desnudo. No necesitaba mirar para saberlo, sentía el fresco roce de la sábana sobre toda mi piel. Alexander se levantó, y caminó hasta la cama, sentándose lo suficientemente cerca, como para extender una mano y agarrarme por el cuello. No, su mirada estaba sobre mi cuello, pero no era porque quisiera aferrarlo, era por otra cosa. Podía sentir aún el cosquilleo de mi piel, cuando su lengua selló las heridas que me hizo al morderme allí.
Lo de anoche había sido algo animal, algo salvaje. Yo había visto el acto sexual entre vampiros, pero el intercambio de sangres en medio de ello, no era habitual. Quizás fuese por estar rodeados por otros, quizás fuese algo íntimo, quizás algo inusual, el caso, es que anoche fue algo nuevo para mí.
- Siento si fui demasiado... brusco anoche. No tengo escusa, nosotros somos así, lo sabes.-
- Sí, lo sé.-
- El caso, es que tu trasformación... no sé cómo explicarlo.-
- Inténtalo.-
- Eres mucho más que un ser único, eres magnética. Para un "raza" te has convertido en un imán imposible de esquivar.-
- Por mi olor.-
Alexander se acercó un poco más, y deslizó sus candentes dedos sobre mi muslo, trazando con las yemas hipnóticos patrones que seguía con la mirada.
- Sabes que somos diferentes, nuestro sentido predominante es el olfato. Somos algo parecidos a...-
- Lobos.-
- Iba a decir perros, pero sí, lobos se acerca más a nuestra naturaleza.-
- Entonces mi olor es más intenso ahora.-
- Es más que eso. El olor de una hembra nos atrae.-
- Para vosotros, su auténtica belleza radica en su olor. –
- Yo no lo llamaría belleza. Diría que es su atractivo sexual.-
- ¿Quieres decir que ahora mi olor pone cachondos a los vampiros?.-
- Digo que para nosotros eres como una hembra en celo. Cualquier macho a un kilómetro a la redonda, se pondrá duro como una piedra y salivará como un sabueso. Te perseguirán y acosarán como hambrientas bestias salvajes.-
- ¿Eso es lo que te sucedió anoche?.-
- Anoche fuiste la única tentación que no pude resistir. Anoche perdí todo mi civilizado control. Anoche no pude contenerme, y te marqué como mía.-
- Ya era tuya antes.-
- No, Mira. Antes eras una propiedad que heredé de mi padre, una joya muy valiosa. Pero anoche, te reclamé como solo lo hace un macho con su hembra. Ahora eres uno de los nuestros, y yo te he atado a mí.-
- ¿Cómo tu pareja, quieres decir?.-
- No sé hasta qué punto comprendes nuestra cultura, pero lo que pasó anoche entre nosotros, es algo parecido a una ceremonia de matrimonio.-
Tragué saliva. Casada. Estaba casada con un vampiro. Y ni siquiera había sido consciente de lo que estaba haciendo.
- Sé que puede parecerte... complicado. Pero en estas cosas, la racionalidad no tiene nada que ver. Es algo salvaje, algo puramente físico. Ni tu ni yo podríamos haberlo evitado.-
- Y, ¿ahora?.-
- Lo primero es que seas reconocida como una "raza".-
- Creo que eso no es difícil. Tengo colmillos, y me alimento de sangre.-
- No es tan sencillo. Un vampiro, puro o mestizo, es registrado al nacer. Se le inscribe en un libro, en el que se anota su fecha de nacimiento, sus progenitores y el lugar de nacimiento. Y en el caso de los mestizos, se incluye el porcentaje de mestizaje, tanto propio como el de sus progenitores.-
- Sí, será difícil de explicar, que sea vampiro con unos padres humanos.-
- Es más que eso. Pero no te preocupes, ya me he encargado de ello.-
- ¿Qué quieres decir?.-
- He puesto a mis abogados en ello, y he solicitado una audiencia con los "Guardianes del legado de la raza".-
- Nunca había oído hablar de ellos.-
- Eso es, porque raramente se acude a ellos.-
- ¿Y qué es lo que van a hacer conmigo?.-
Alexander deslizó sus brazos a mí alrededor, y me abrazó contra su pecho. Podría ser un vampiro, pero aquel gesto también lo usábamos los humanos. Estaba intentando reconfortarme, hacerme sentir segura, protegida. Estaba trasmitiéndome su apoyo. Me estaba diciendo, que estaría allí para mí, que no me dejaría sola.
- Eres algo único, algo nuevo. Tendrán que decidir dónde inscribirte.-
- ¿Dónde inscribirme?.-
- Digamos que hay dos secciones, el registro de los pura sangre, y el registro de los mestizos.-
- Suena como blancos y negros en el siglo 19.-
- Algo parecido es, sí.-
- Entonces, yo soy negra ahora.-
Alexander me aferró por los hombros, obligándome a mirarle a la cara. Lo que iba a decirme era algo muy serio.
- Lo que tú seas no me importa. El sistema de porcentajes de mestizaje, no es más que una escusa para humillarnos, algo con lo que mantenerse un escalón por encima, algo con lo que protegerse entre los "pura sangre". Pero no voy a mentirte, ellos harán todo lo posible por arrastrarte por el fango. Los mestizos éramos y seguimos siendo una amenaza, porque cada vez ellos son menos, y nosotros somos más. Pero tú, acabas de abrir una nueva puerta. Para los vampiros puros, eres otra amenaza. Para algunos mestizos, serás un ser inferior en el que desplazar su denigrante trato de inferioridad, pero esos serán los menos. La mayoría de mestizos, han superado el esnobismo de los "pura sangre", porque saben que somos más fuertes, estamos mejor adaptados que ellos, y sobre todo, porque seguimos creciendo.-
Había crudeza en sus palabras, como si quisiera mostrarme un camino difícil, pero real. Pero al mismo tiempo, me transmitía la sensación de que no caminaría sola. Muchos estarían a mi lado, muchos, y el primero, él.
- Y ¿Cuándo... cuándo veremos a esos guardianes?.-
- Los asuntos legales son lentos, y para los vampiros, seres con una larga vida, lo son mucho más. Pero he movido algunos hilos, será pronto. Además, el tuyo es un asunto que no se puede demorar demasiado. Habrás sido la primera, pero algo me dice dentro de poco no serás la única.-
- ¿Qué quieres decir?.-
- Nuestra tasa de nacimientos es demasiado escasa. Y aún contando con nuestra longevidad, la raza está abocada a la desaparición. Tu conversión a abierto una nueva esperanza para nosotros.-
- Si... si soy aceptada como un vampiro, ¿qué pasará con Adrien?.-
- Tendremos que protegerle.-
- ¿Le he puesto en peligro?.-
- Tienes que entender algo muy importante, Mira. Los vampiros somos seres con escasos o ningún escrúpulo, hacemos verdaderas atrocidades para conseguir lo que queremos. Y tú, eres el mayor de los premios, sobre todo para un macho. Harán lo que sea para tenerte, para controlarte. Buscarán cualquier medio para hacerlo, recurrirán a tus debilidades, y la mayor de ellas es tu hijo.-
- ¡Oh, dios mío!.-
- Pero no te preocupes por ello, yo me encargaré de ello. Ahora me perteneces, eres parte de mi familia, los dos sois mi familia, me pertenecéis. Y yo cuido lo que es mío. No permitiré que sufran ningún daño.-
- Pero... pero es un niño, no puedo encerrarlo en...-
- No pasará nada de eso. Él tendrá una vida normal, más o menos como hasta ahora. Vigilado, sí, pero la protección que le doy no es solo la seguridad que puedan darle mis hombres. Ahora llevas mi olor, llevas mi marca de compañera. Cualquier macho que aprecie su vida, se lo pensará dos veces antes de poner un dedo sobre algo que me pertenece.-
- Lo dice como si fueras el capo de la mafia.-
- Llevo mucho tiempo peleando para llegar hasta donde estoy, y no todas las peleas han sido limpias. Tengo un nombre, una reputación. Todos los "raza" saben que no se puede pelear conmigo y salir indemne. Tiendo a cobrar un precio alto a quien me desafía. Y todos saben que no hay límites cuando se trata de compañeras reclamadas. Desangraría a cualquiera que te hiciera daño, y la ley me ampararía. Al marcarte, he establecido unos derechos sobre ti, que mantendrán al resto bien alejados de ti.-
- Entonces, mientras esté contigo, estoy a salvo.-
- No lo entiendes. No hay un "mientras". Siempre estarás a salvo. Voy a protegerte, hasta el final de mis días.-
Una parte de mí, la más grande, estaba asustada. Estar atada a aquel hombre de por vida, era un futuro que daba miedo. Pero otra parte de mi, una pequeñita, estaba más que feliz de que así fuera. Era algo romántico el haber encontrado a esa persona con la que compartir tu vida. Sobre todo una con la que el sexo era así de increíble. Quizás aquella fuera lo más parecido a una declaración de amor, que un vampiro podría hacer. Ellos no tenían sentimientos, no amaban, solo poseían. Tenía que recordarlo, así no sufriría ninguna decepción. Pero aún así, sabía que él no era como Leopold. Con él, con Alexander, todo era diferente.
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