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Capítulo 17

Alexander

- Bueno, este es el último.-

Jhon sujetó la gasa esterilizada sobre la pequeña herida. Mira dobló el brazo y sujetó el apósito con el mismo cuidado de otras veces.

- ¿Cuándo tendremos los resultados?.-

- Los últimos los tendré en un par de días.-

- Bien, hasta entonces.-

Odio cuando las cosas van despacio, y eso que soy un vampiro, irónico, lo sé. Si algo nos sobra es tiempo. Será mi parte humana, o será la necesidad de saber en qué la he convertido a ella. Sea lo que sea, asumo toda la culpa. Mi debilidad ha sido su condena. Nacer vampiro es una cosa, pero ser convertido...¿qué diría un psicólogo?. Si, Hollywood ha trabajado con ello durante décadas. Pero la realidad es otra cosa. Pero lo peor no es eso. Lo peor es haber creado a un ser como ella. ¿Llegará algún día a entender el poder que puede ejercer sobre un vampiro?. ¿Sobre mí?. Sí, me ha costado reconocerlo, pero es cierto. Su olor me perturba de formas que no estoy dispuesto a reconocer. Cada día, su aroma se intensifica. Cada día es más difícil permanecer a su lado, y no hincarle el colmillo de nuevo. Su sangre, su sabor, me volvió loco la primera vez que la degusté. Pero ahora... hay una promesa en su olor, que es imposible dejar pasar.

- ¿Podemos irnos a casa?.-

Sus ojos estaban vidriosos, y no la podía reprochar nada por ello. Algunas drogas que le suministraron no son agradables de soportar, y algunas de las pruebas... bueno, un vampiro puede soportar más dolor que un humano normal, pero ella... podía sentir su dolor, me atenazaba las entrañas, como si fuese yo el que lo padeciese y al mismo tiempo se lo provocase. Y ojala hubiese sido yo quien lo soportara. Ella parecía tan frágil... como si fuese de cristal. Hubo momentos que estuve a punto de sacarla de allí. No podía verla pasar por aquello, pero tenía que hacerse. ¿Y si un día se exponía al sol y no lo toleraba?, ¿y si algún alimento era veneno para su organismo?, ¿y si mi sangre no era suficiente para ella?, parecía aún tan débil. La había alimentado con regularidad, pero aún parecía que no se había restablecido del todo. ¿Qué necesitaba?.

- Sí, pequeña. Nos vamos a casa.-

Casa. Odiaba aquella casa. Me traía demasiados malos momentos. No la muerte de mi padre. Llámame frío. Pero su desaparición no me ha afectado. El que haya sido allí, si. El lugar fue vulnerado una vez, puede volver a serlo. Tenía que encontrar otro lugar, uno que fuera seguro para nosotros, sobre todo para ella. Porque llegará el momento en que no podré ocultarla al resto, y porque puede que no pueda protegerla como merece.

Byron estaba parado detrás de mí, esperando mi indicación. Cuando hice el familiar gesto, dio la orden por el intercomunicador. Antes de que llegáramos al aparcamiento subterráneo, el coche ya estaría allí, y el lugar habría sido revisado.

Las piernas de Mira se doblaron, en el instante que sus pies tocaron el suelo. Mis reflejos me llevaron a su lado antes de que se diera cuenta.

- Te tengo.-

Ella solo me miró, con aquellos ojos dulces y agotados, y dejó que la cargara entre mis brazos. No dijo nada, tan solo apoyó su mejilla contra mi pecho, y cerró los ojos. Ella no solo sabía que la cuidaría, sino que aceptaba que lo hiciera, y eso para mí significó un mundo en aquel momento. Su cuerpo estaba relajado, no había miedo, solo aceptación. Noté la mirada de Byron sobre mí, pero él es lo suficientemente inteligente, como para no decir nada. No es la primera vez que me veía cargar a una hembra en brazos, pero seguro que había olido el aroma de la posesividad emanando de mí. Yo podía olerlo. Y seguro como el infierno que el resto de razas de aquel edificio también podrían hacerlo. Mi naturaleza vampiro había lanzado su desafío, ella estaba bajo mi protección, y mataría a aquel que intentara hacerle daño.

Ya en el coche, la sostuve bien cerca. Su piel estaba demasiado fría, y sabía que ninguna manta la daría más calor que mi cuerpo. Así que la estreché tanto como pude. Estar así, en silencio, se sentía demasiado bien, pero en aquel momento no me importaba.

El equipo de seguridad estaba bien entrenado, me había encargado personalmente de ello. Así que antes de sacarla del coche, los machos nos rodearon, manteniendo la distancia correcta. Una cosa era mantenernos seguros, y otra invadir el espacio de un macho y su hembra. No, no iba a cambiar su percepción de la situación, porque me gustaba que pensaran en Mira como mía. Al fin y al cabo, era de mi propiedad, desde el principio.

Mis pies se pararon en seco después de dar dos pasos dentro del dúplex. Los pelos de mi nuca se habían erizado, había un extraño olor en el aire, o más bien una carencia del mismo. Mi instinto animal percibió que algo no estaba bien, mucho antes de que mis sentidos lo corroboraran.

- Algo no...-

- Lo sé.-

Quizá fue la tensión de mi cuerpo, quizá fue la determinación y dureza en las expresión de Byron, quizás fue el ligero cabeceo de su cabeza, al dar la orden de alerta a los hombres. El caso es que Mira se tensó su cuerpo igualmente, notó el peligro a nuestro alrededor, y su instinto de protección sacó su cuerpo del letargo.

- ¡Aidan!.-

Dicen que no hay fuerza más poderosa, que una madre protegiendo a su hijo. Y ahora lo creo. Sentí la energía devolver a la vida aquel agotado cuerpo, estaba lista para salir corriendo escaleras arriba, y llevarse por delante a cualquiera que amenazara a su pequeño. Pero mientras estuviera yo allí, no iba a permitirlo. Porque sería yo el que afrontara ese peligro, y le traería al pequeño, sano y salvo.

Entregué a Mira a los reticentes brazos de Byron, pero a ninguno les di la opción de negarse. Antes de que saliera una palabra de sus bocas. La amenaza de posesión fue bien clara, Byron sabía que ella me pertenecía, y que si bien confiaba en él para protegerla en mi lugar, no me gustaba nada cederle ese sitio.

Corrí escaleras arriba, directo a la habitación del pequeño. Abrí la puerta con brusquedad, y busqué en la oscuridad con mi agudizada vista. El olor me golpeó con fuerza, aquella mezcla de nada y algo más. Alguien había estado allí, alguien que había neutralizado su olor, alguien que ya se había ido.

- ¿Aidan?.-

Lancé la pregunta antes de llegar hasta la cama. Y por primera vez desde hacía mucho tiempo, sentí miedo, miedo de no tener una respuesta.



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