25
Era mi primer día en la universidad, en la ambientación de dos semanas, y ni siquiera podía levantarme de la cama.
— Oh Dios... Esto duele — susurré para mí misma tocando por encima de mi vientre. No me dolía exactamente esa parte, pero no quería tocar más abajo.
Sí, siempre me pasaba después de una sesión muy fuerte.
Me había dado cuenta de que Jack no había estado en cama cuando desperté, eran las siete y quince. Yo entraba a la universidad a las diez pero él debía trabajar... creía.
Me senté en la cama, pero rápidamente volví a acostarme siseando de dolor. Maldita sea, en serio me follo duro ayer. Bien, no solo me dolía la vagina, también mi culo. El plugg y los azotes ya los podía sentir. Me puse de pie a regañadientes, pero igual volví a acostarme sobre la cama. ¡No podía caminar! En serio dolía.
— ¿Cómo se supone que iré ahora? — me puse una camiseta de Jack que encontré más cerca y me levanté de una vez por todas.
Cada paso que daba hacia el baño era una punzada de dolor fuerte. Incluso mis muñecas y mi cadera dolía debido a las cuerdas que me sostuvieron. Cuando por fin llegué al baño me miré al espejo, mi cabello lucía hecho un desastre, mi rostro necesitaba un poco de cuidado.
Me lavé la cara y luego mis dientes. Entonces volví a la cama.
Okay, yo en serio estaba en problemas. ¿Cómo iba a ir a la universidad de esa forma? Usualmente el dolor se iba dos días después, el primero dolía como el infierno y el segundo ya era más soportable, pero ahora dolía hasta mi culo, y dudaba que no doliera el resto del día.
La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Jack, quien traía algo sudada su ropa deportiva. Había estado haciendo ejercicio. Maldita sea, por un momento hasta olvide mi dolor cuando él comenzó a quitarse la camisa. Dios santo.
— Buenos días — saludó acercándose a mí.
— Buenos días.
Frunció un poco su ceño, pero sus labios se torcieron en una media sonrisa — Sabes, recuerdo que te dejé desnuda en la cama.
— No creo que me quieras desnuda todo el día.
— Que poco me conoces.
Me reí — No lo creo, pero debo ir a la universidad ahora y no creo que quieras que otros vean mi cuerpo.
— No, claro que no. Tu eres mía — se inclinó sobre mí, sus ojos azules penetrantes se fijaron en los míos — y nadie más que yo puede ver lo que me pertenece.
Alcé mis manos y acaricié su cabello — Te pertenezco.
— Dilo de nuevo — me ordenó, con esa voz que dominaba mis pensamientos y me enamoraba.
— Soy tuya, soy toda tuya — declaré sintiendo mi sumisión para él, siempre se apreciaba así.
Sus labios parecieron además de besar los míos, parecían que besaban mis palabras. Que las adoraba tanto como yo lo adoraba a él. Sus labios se movían salvajes y fuertes contra los míos, me daba esa sensación de sentirme intimidada por su beso, dominada. Se removió sobre la cama hasta quedar entre mis piernas, cuando chocó contra mi cuerpo no pude evitar soltar un quejido.
Sea como sea, el entendió por qué me quejé, y se rió sobre mis labios.
— ¿Te duele?
— Tu qué crees, genio — dije juguetonamente.
Una suave risa brotó de sus labios, se separó de mí y se recargó en uno de sus brazos. Su otra mano bajó por mi abdomen cruzando mi vientre hasta mi feminidad, situó la caliente palma de su mano sobre ella haciendo que una corriente viajara por mi cuerpo.
Levantó la camisa hasta dejarla sobre mi abdomen y sus ojos se desviaron de los míos al punto que el tocaba suavemente.
— Eres realmente suave — su voz era ronca y cada parte eriza de mi piel era consiente. Me miró de nuevo mientras sus dedos se abrían paso en mí. Gemí — ¿Te gusta?
— Sí — jadee cerrando mis ojos.
Sus labios se apropiaron de los míos una vez más y su lengua entró a mi boca jugando con la mía cadenciosamente. Mis dedos se enredaron en su cabello blanco, al mismo tiempo mi cadera se movía al contrario del movimiento de sus dedos. Un gemido se escapó de mis labios mientras Jack me besaba con fuerza.
Un gruñido suyo abandonó a mi boca y se removió de mi lado sosteniéndose con sus manos sobre mí y bajó por mi cuerpo dejando algunas mordeduras suaves en el camino.
Mis piernas temblaban y mi corazón latía desbocado, lo quería. Quería lo que estaba por hacer.
— Abre tus piernas para mí — ordenó con ese tono carnal en su voz que me enloquecía.
Me acomodé mejor entre su cuerpo y cumplí lo ordenado. Sus ojos me devoraban y me adoraban casi por completo. Sí, la camisa. Podría decir que obstruía que sus intensos ojos azules me observaran completamente.
— Quítate esa camisa ahora.
Me senté nuestros rostros quedaron casi a la misma altura, el siempre sería más grande que yo. Sentada o de pie. Me quitar fácilmente su camisa dejando a su vista mis pechos.
Sus manos se fueron a mi espalda y sus labios a mis pezones de uno a uno, mordí mi labio inferior reprimiendo un gemido, pero entonces sus dientes tomaron posesión de mis puntas e hicieron fuerza ganándome un grito.
— Recuéstate de nuevo — lo hice, sintiendo la sangre acumulándose en mis rojos pezones — No te vistas cuando yo te he dejado desnuda. No hasta que yo lo diga, ¿entendido?
— Sí.
— ¿Si?
— Señor — dije rápidamente — Sí señor.
Una sonrisa lobuna se dibujó en su perfecto rostro, le encantaba. Y a mí también.
Su cuerpo se inclinó sobre el mío y lamió mis afectados pezones rojos al mismo tiempo que sus dedos volvían a mi clítoris.
Oh, maldita sea, yo era una masoquista a toda potencia. La vagina me dolía, pero si el planeaba algo de sexo por la mañana no me importaría.
Su cuerpo se movió hacía abajo, podía sentir su respiración cerca de mi punto sensible. Mi cadera se movió ante la ansiedad que se creaba en mi interior y que crecía más y más.
Una risa ronca nació desde su garganta antes de que sus labios tocaran mi monte venus y que su cálida lengua encontrara su camino hacia mi clítoris. Una oleada de extraño, nuevo y profundo placer embargó mi cuerpo entero contrayendo mi cadera, sacándome un gemido alto.
— ¡Jack! — gemí su nombre tan espontáneamente como su lengua jugaba con mi sensibilizado clítoris. Sentía ese movimiento continuo y nuevo en mi zona, me hacía rogar por más, mis nervios estaban disparados y mis sentidos en alerta.
Un gruñido de parte de él me hizo creer que le había gustado que gimiera su nombre, que le gustaba escuchar su nombre de esa manera tan erótica de mi parte. Abrió más mis piernas y me jaló un poco hacia abajo. Su lengua caliente se deslizó hasta mi entrada y jugueteó de arriba-abajo rápidamente causando temblores en mis largas extremidades, las cuales él me había hecho doblar y abrir hasta que tocaran mis codos, y tener toda mi zona intima para él. Toda para él. Me dolía ante la leve presión, pero maldita sea, se sentía delicioso.
Estrujé con mis manos el cobertor de la cama y cerré mis ojos procesando la cantidad de placer agónico que me daba con su boca, era suave, caliente y el toqué pervertido de su lengua había hecho que mi feminidad se humedeciera mientras Jack me estimulaba de tal forma.
— Ah, Jack... — gemí de nuevo, casi como un quejido ante la tensión que mis piernas tenían, mi espalda se curvaba y mi cadera se movía a su voluntad, no podía con todo eso. Un grito salió de mí — ¡Ah!
Jack tomó fuertemente mi cadera y trabajó mucho más rápido mi zona, queriéndome sentir el máximo placer de esta desgarradoramente deliciosa forma. Sentía mi piel de gallina con cada toque húmedo de su lengua presionando en círculos mi zona sensible, mi pecho se elevaba con rapidez, tomando aire que no llegaba por mi maldita adrenalina. Sus labios succionaron mi clítoris y mi cuerpo convulsionó por un placer desconocido.
Aun en mi orgasmo, Jack me trabajaba, yo gemí, y lo hacía fuerte. Mi cuerpo entero ni siquiera estaba consciente de lo que había pasado, solo sabía que había sido realmente increíble.
Jack subió hasta que sus labios llegaron a los míos, acepté su beso fuertemente hasta que mis labios se sintieron hinchados.
— ¿Debes ir a la universidad?
— ¿Debes ir a trabajar?
Ambos nos reímos en nuestros labios, se sentía bien despertar de esa manera.
— Sí, debo ir — respondí — Inició a las diez.
— Lo sé — bufó — Pero es solo la ambientación.
Me reí — Lo sé, pero no dejaré que tires tu dinero. Además, debes trabajar... ¿verdad?
Negó con la cabeza, sus ojos profundamente azules se conectaron con los míos — Soy el jefe, puedo ir o no. Aunque, ¿de qué sirve no ir si mi mujer no estará aquí?
— ¿Quieres que me quede, Jack? — pregunté sonriéndole mientras sentía mi corazón latiendo como tambor.
— ¿Qué comes que adivinas?
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A lo largo de las semanas, comencé a preguntarme varías cosas que realmente me intrigaban de mi relación con Jack. No es que dominaran la mayor parte del día mi cabeza, pero me preguntaba ¿qué pasaría cuando acabaran los seis meses estipulados en el contrato? ¿Seguiríamos, acabaríamos esto? No lo quería. Yo lo amaba mucho como para dejar esto.
¿Cómo no enamorarme de él con tanta profundidad? Me trataba como si fuera lo más bello que sus ojos pudieran ver. Después de que me castigaba, me mimaba con tanto cariño y cuidado que requeriría una joya o una rosa. Cuando teníamos fuertes sesiones en nuestra sala de placer, y me follaba con fuerza complaciéndome y así mismo, luego me recompensaba con suaves besos y cuando simplemente me recompensaba haciéndome el amor no paraba de repetirme lo perfecta y hermosa que era para él.
Sí teníamos momentos en que ambos nos enojábamos, me enojaba con él cuando consideraba que sus castigos eran injustos, incluso cuando no me daba total libertad para algunas cosas y a veces cuando me castigaba él se enojaba tanto que ni siquiera me hablaba. Había prometido que no lo volvería hacer, pero en esos momentos yo sentía mejor así, pensaba mejor en lo que había hecho mal y trataba siempre de arreglar mi error. Pero la mayoría del tiempo él y yo compartíamos risas, chistes, bromas, gustos sobre nuestro día y lo que odiamos también. Cuando hacía que me pusiera de rodillas frente a él y me explicaba el porqué de sus castigos, me hacía sentir adorada con solo acariciar mi cabello platino.
¿Cómo no enamorarme de él cuando me trataba como su reina? Nunca me había dicho que me quería, o que me amaba, pero ¿de verdad era necesario? ¿Era necesario que lo hiciera cuando lo demostraba?
No, no lo era. Sin embargo yo quería que me lo dijera. Porque solo así yo estaría segura de que esto no se lo había hecho a otra de sus sumisas... ¿Qué tal si todo esto que yo sentía que era especial él lo había hecho a sus otras mujeres? ¿Qué tal si yo solo era una más en su lista? A mí mente venía aquella chica con la que estuvo cuatro años, ¿en serio alguna vez yo, una sumisa que apenas inicia, va a superar eso algún día? ¿Iba a ser tan hermosa e importante como para estar con él ese tiempo, e incluso mucho más? ¿Podía ganarme ese privilegio con mi amo?
Con mi corazón y alma esperaba que sí. Realmente lo quería.
En la universidad me iba bien, realmente bien, me esforzaba todo lo que podía. Los dos primeros meses fueron muy estresante a veces, pero sabía que podía hacerlo. Tenía algunas compañeras que me agradaban y otras que realmente detestaba, a veces me veía con Eugene y tomábamos un café en la cafetería o íbamos a la biblioteca juntos, pero hasta ahí.
Astrid había sido una instructora increíble, aunque solo iba a estar conmigo durante dos meses para que yo aprendiera a tomar una nueva rutina de vida, y lo hice. Me comunicaba mucho con Tadashi, quien estaba cada vez más cerca de ser padre, estaba severamente nervioso. Y también hablaba con Diane, Dios, amaba hablar con ella, sobre todo cuando estaba deprimida cuando Jack se iba a viajes de una o dos semanas, era difícil. Oh, mierda, pero cuando volvía no esperábamos para recuperar el tiempo perdido.
Tres meses después yo conocía todo Nueva York, como él me había prometido me llevó a conocer varios lugares hermosos y según él me dijo, Nueva York no iba a ser el único lugar que conocería. Y sí, él había cumplido una de mis fantasías locas, que eran tener sexo en un espacio público. Fue loco, pero toda esa adrenalina nos encantaba a ambos. Me di cuenta de que éramos adictos a la adrenalina. Y no hablo solo del sexo, ambos compartíamos un extraño amor por los deportes extremos, aun si no los hubiéramos realizado ya. Salto en bongi, paracaidismo, rápel, parapente, ala delta y otros que realmente se sentía la adrenalina a mil.
Él me había prometido llevarme al país que yo quisiera en cuanto terminara el ciclo en la universidad, que ya solo faltaban dos meses para eso. Planeaba escoger un lugar donde pudiéramos hacer todo eso, en Nueva York no se podía.
Había ido ese día a la universidad con un atuendo que Jack no aprobó para nada, era muy revelador, según él. Pero hacía un infernal calor y quería ir con ropa fresca, yo pensaba que una falda y una simple camisa no eran malos, pero a él no le agradaba nada la idea.
— ¡Está haciendo calor! — rezongué mirando mi atuendo — Ir con pantalón me sofocaría demasiado.
Era una falda que llegaba cinco dedos encima de la rodilla, ni siquiera era tan corta, no veía exactamente el problema. La camisa que había escogido tenía un escote pronunciado ya que era un diseño veraniego y unos tacones no muy altos. Además iría a una clase de dos horas ese día, solo iba a ir y regresar... Bueno, estaba buscando un trabajo, pero aun no le iba a decir nada.
— No te estaba preguntando o poniendo opciones, Elsa — espetó enojado — Cámbiate eso ahora.
— Pero ya me he vestido así cuando salgo contigo.
— ¡Sí! Cuando sales conmigo, no me gusta que vayas vestida así cuando no voy contigo — aclaró rápidamente — Muchos hombres van a verte y decirte cosas que no te agradaran nada y te harán sentir incomoda.
— ¡Nunca lo han hecho!
— ¡Porqué voy contigo, Elsa! — gritó igual de enojado que yo.
Rodé los ojos frustrada — Como sea entonces.
Ese era el comportamiento que el odiaba de mí, y sabía que podía castigarme, ¡Pero hacía calor! Igualmente me gustaba mucho como me veía.
Cuando me di la vuelta para ir a la habitación, Jack me detuvo.
— Bien, como quieras. Ve así a la universidad, pero luego no digas que no te lo advertí, ¿entiendes?
— Iba a cambiarme justo ahora — repliqué frunciendo mi entrecejo.
— No, olvídalo. Ve así.
Y justo en ese momento yo sabía que cuando regresara a casa iba a esperarme un buen castigo.
Él se quedaría en casa y Aster me llevaría a mi lugar de estudio, realmente no quería pensar pero estaba molesta.
Cuando llegué y bajé del auto... maldije una y otra vez.
Cuando caminaba la falda se me subía poco a poco debido a que era ajustada y tenía que bajármela mientras escuchaba a algunos chicos decir algo sobre mis piernas y otros que las querían alrededor suyo y cosas tan asquerosas como esas relacionadas con mi culo también. ¡Eran unos idiotas! ¿Cómo podían? Cada paso rápido que daba para alejarme de esas opiniones, mis pechos rebotaban un poco y eran dignos de comentarios así. ¿Acaso ese era mi día de mala suerte? ¡Dios mío! ¡Yo debía tener una maldición!
Cuando llegué a mi salón la clase ya había comenzado por unos minutos y de verdad me sentí agradecida de quedar atrás junto con una compañera que había conocido.
Ella silbó — ¡Por fin no traes puesto algo de invierno! Lucías increíble, pero no hace nada mal usar algo sexy, gatita — me guiñó el ojo sonriéndome.
— Créeme, desearía llevar puesto algo de invierno — bufé secando mi frente y abanicando mi rostro con mi mano, a pesar de que estaba la ventila encendida, tenía calor por haber caminado tan rápido.
Recibí un mensaje de Jack que decía que él me iría a traer, y eso fue malditamente tenebroso para mi culo exageradamente alagado ese día, que sería torturado esa noche.
Quise que la clase durara mucho pero no fue así, parecía que el mundo se había puesto en mi contra y el tiempo avanzó más rápido de lo que creí.
La hora de salida llegó y maldije al tiempo por millonésima vez. ¿Por qué él siempre debía tener razón? siempre la tenía y lo peor es que siempre salía perjudicada al no hacerle caso. Me habían hecho sentir muy incómoda y las fuertes ganas de salir corriendo cada que sorprendía a algún hombre viéndome el culo solo crecían más. ¿Cómo podían vivir las chicas que vestían así todos los días? ¡Era horrible!
Envié a Jackson un mensaje para avisar que ya había salido, no toleraba ni un segundo más en ese lugar. No vestida así. Esperé en una banca a que el auto de mi muy enojado amo se estacionara frente a mí. Sabía tan bien que él estaría muy enfadado.
Tomé mi cabello y lo arreglé rápidamente en una coleta alta para sentir menos calor. Saqué un libro mientras esperaba y comencé a leer gustosa mi lectura.
De pronto un chico se sentó, llevaba una patineta a su lado.
— Hola — saludó tras unos minutos al sentarse.
Lo miré de reojo y dibujé una débil sonrisa y seguí leyendo, aparentando, mejor dicho. Ahora no estaría tranquila. ¿Dónde estaba Jack?
— ¿Esperas a tu novio, dulzura? — Preguntó alargando su brazo en el respaldo de la banca — ¿Tienes novio, verdad?
Tampoco contesté. Eso no lo detuvo.
— Se nota que eres tímida — se acercó un poco a mí — Te puedo ayudar a quitarte esa timidez.
Lo golpee antes de que se acercará demasiado y me levanté de la banca agradeciendo que Jack por fin había llegado, pero el muy hijo de perra se levantó conmigo y me apretó el trasero. Me di la vuelta golpeándolo con mi bolso.
— ¡Imbécil! — le grité mientras mi rostro se tornaba rojo de la furia mezclada con la vergüenza.
— Nos vemos luego, preciosa — se burló lanzándome un beso. Cuando se dio la vuelta, Jack lo sorprendió dándole un fuerte golpe en la quijada.
— ¡No vas a volver a tocarla, hijo de puta! — gritó lanzando otro golpe que dejó al chico en el suelo.
— ¡Oye tranquilo! — vociferó el skater mientras se levantaba atropelladamente sobre su patineta y volviera a caer.
— ¡Vete a la mierda!
No tardó mucho para que el tipo se fuera corriendo.
Jack respiraba pesadamente, cuando me miró solo pude sentirme avergonzada, intimidada y con miedo a lo que diría.
— ¿Estás bien? — preguntó con su entrecejo fruncido, pero al mismo tiempo un poco preocupado.
— S-sí.
— Te lo dije, Elsa, te lo advertí ¿verdad? — espetó apretando los dientes. Baje mi mirada y límite a asentir notando las lágrimas en mis ojos — Entra al auto. Ahora.
Eso hice, solo entré al auto sintiendo cada vez más cerca mi castigo.
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¡Gracias por leer!
¡Voten y comenten!
Gracias por hacer llegar esto a los 54k!!!! =D
¿Maratón? ¡Maratón!
Pero van a tener muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucha paciencia para eso xv estoy muy ocupada, demasiado... pero el maratón viene si o si ;)
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