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17

Con un poco de miedo, presioné la primera velocidad.

— ¡Guou! — exclamé al comenzar a sentir la leve vibraciones en mi entrepierna. Una corriente nerviosa pasó por mi espalda y llenó mi cuerpo entero, jadee suavemente y cerré brevemente mis ojos.

Jodida mierda, eso era malditamente delicioso. Pero simplemente no estaba en el lugar correcto para disfrutar de aquella vibración.

Traté de ignorar el hecho de que en ese momento algo de placer comenzaba a sentirse mi entre pierna. Envié un mensaje a Jackson avisando de la velocidad, y luego seguí mi camino.

Bien, ahora se me hacía difícil ignorar aquello. Debía caminar y era imposible no sentir el vibrador moviéndose entre mi vagina. Se sentía las leves vibraciones, que si hubiera estado en una cama, mi cadera se hubiera contraído ante el inicio del placer, hubiera jadeado y levemente gemido con libertad. Y estoy 100% segura de que Jackson hubiera estado haciendo otra cosa con mi cuerpo para aumentar el placer. Pero estaba en la maldita universidad, no en casa, no podía hacer todo eso e imaginármelo era una auto tortura.

Seguí caminando, dije que podía hacerlo y así lo haría.

Fue fácil llegar a la oficina central, lo que debía hacer era ignorar lo que sentía, costaba, pero no era difícil. Era la primera velocidad y no hacía tanto como la que Jack había usado la primera vez. Habían pasado esos cinco minutos y tenía miedo de encender la segunda velocidad.

"He encendido la segunda velocidad, señor"

Guardé mi teléfono y presioné el botón para subir de nivel. Rápidamente me senté en un muro cualquiera y presioné mis piernas contra mi sexo y mi boca se abrió soltando un jadeo.

Eso era horrible, ¡Malditamente horrible!... Bueno, se sentía increíble, ¡Pero no estaba en el lugar indicado! Debía no prestar atención. Sí eso seguiría haciendo, debía ignorar completamente eso para no llegar a ninguna clase de orgasmo, ni siquiera estar al filo de él.

Sentí mi teléfono y lo saqué. Era un mensaje.

"Mantenlo por diez minutos"

Debía ser una broma.

*****

Minutos después llegue a la oficina central de registro, era un lugar realmente moderno y elegante. Pero bueno, era una universidad en Nueva York, ¿Qué esperaba?

Una amable señora me dio una pequeña bienvenida y algo sobre la buena elección de universidad... no recuerdo muy bien, tenía un maldito vibrador haciéndome pedazos por dentro. Esa misma señora me indicó que debía hacer unos pagos iniciales para ponerme en la lista de registro.

— Muy bien, señorita Arendelle. ¿Su solicitud de inscripción está hecha en línea o prefiere hacerla aquí mismo?

— Prefiero hacerla aquí mismo — conteste con una tensa sonrisa marcada en mi rostro.

— ¡Excelente! Te daré está hora y quiero que la llenes con tus datos, mientras dame los documentos que has traído y los llevaré a que la secretaria del Director general los revise.

— Está bien — le extendí el folio con mis documentos y después de imprimirlo, me paso dos horas tamaño oficio.

Cuando ella salió de la pequeña oficina, exhalé aire y apreté mis piernas. Saqué mi teléfono y le escribí a Jack sobre el tercer nivel y luego lo encendí.

Mierda, mierda, mierda, mierda. Se sentía genial, estaba sola y me permití disfrutar un poco de aquello. Crucé mis piernas y presioné, mi espalda se curveo un poco y jadee...

¡No! Concéntrate, idiota. Pensé golpeándome mentalmente. Tomé un bolígrafo y comencé a llenar aquella forma. Debía poner mi nombre, mi fecha de nacimiento, la carrera que elegí y todos aquellos datos que eran tediosos de poner, algunas otras cosas en las que me tarde medio minuto en responder.

Mi teléfono zumbo.

"Cambia ya el nivel"

Fruncí mi entrecejo y teclee la respuesta "Pero acabo de cambiarlo, señor"

Su respuesta no demoró demasiado "No te lo pregunte. Cámbialo"

Mierda. Saqué el control y aumenté la velocidad.

— Oh mi Dios — gemí en voz baja tomando la tela de la falda arrugándola entre mis manos. Una velocidad más, y se asemejaba a la que Jack había puesto la noche anterior.

La puerta se abrió y rápidamente me enderece. Fingiendo como si nada pasara en mi vagina

— ¿Ya está lista la forma?

— S-sí, ya está bien la he llenado.

— Muy bien, permítame unos minutos por favor — salió de la oficina de nuevo.

Mi corazón iba golpeando cada vez más en mi pecho, sentía aquel placer enorme comenzando a surgir. Demonios, ahora quería estar en la primera velocidad, porque ahora sí que empezaba el verdadero reto. Retener mi orgasmo o acabar frete a todos. Apagarlo era una opción, pero ¿cómo se suponía que iba a aprender si abandonaba todo?

Conforme pasaban los minutos me sentía ansiosa, una parte de mi... muy pequeña, era porque aquella mujer no había llegado, presentía que era por los análisis de las notas más mi solicitud de entrada, no dudaba que miles de personas trataban de entrar aquí igual que yo. Pero la gran parte de mi ansiedad era porque en algún momento tendría que aumentar la velocidad y tendría que soportar esta tortura que me quemaba por dentro.

"Creí que no necesitarías los azotes ;)"

Por alguna razón, me reí. "Y no lo serán, no he cambiado el nivel, así que no he roto ninguna regla ;)"

En lugar de un mensaje, recibí una llamada de su parte.

— No he roto ninguna regla — respondí con una sonrisa juguetona-tensa en mi rostro.

Una risa profunda se escuchó en la línea — Por tu bien espero que no sea así, ¿Cómo va hasta ahora?

Arrugué mi nariz — ¿Mi vagina o la universidad?

Volvió a reír — Ambas cosas.

Un escalofrío caló desdé mi punto sensible por todo mi cuerpo, anunciando que mi orgasmo estaba llegando y fue increíblemente inevitable gemir suavemente — Estoy tratando, demasiado y... — otra corriente me hizo estremecer y jadee un poco — n-no quiero acabar frente a todos.

— ¿Estás sola, cierto? No gimieras si no lo estuvieras

— Sí, lo estoy — me sonroje.

— Me lo imaginé — dijo en un tono burlón que me hizo sonrojar mucho más — Sube otro nivel.

Me quejé, pero de todos modos lo hice. Estaba llevándolo bien hasta ahora, me costaba, pero no había tenido mí anhelando orgasmo, y vaya que había resistido. Me sentí bien pues la última vez solo fueron cinco minutos. Está velocidad vibro más fuerte y por fin pude sentir mi orgasmo justo para estallar en mí, pero lo retuve apretando mis piernas y respirando con lentitud, eso ayudaba demasiado, pero ¿hasta cuándo podría hacerlo?

— L-listo, señor — respondí con un tono condescendiente de voz.

— ¿Y con la universidad?

— Y-yo... ah, ya hice l-la solicitud.

— Excelente, ¿no te han dicho otra cosa?

— Nada, de hecho estoy esperando a esa señora de registro.

— ¿Te sientes nerviosa? — preguntó, noté que había algo divertido en su voz, pero no estaba segura.

— Est-toy más nerviosa de correrme en público que otra cosa, s-señor.

Finalmente volvió a reír entre dientes — ¿Sabes que puedes apagarlo, cierto? Decirme que ya no puedes no está mal.

— ¿Qué propósito tiene haber soportado todo este tiempo si voy a parar ahora?

— Entonces quieres seguir — afirmó.

— Aunque no creo soportar mucho... no quiero decepcionarte, señor — me sinceré.

Hubo un momento de silencio de su parte.

— ¿señor? ¿Sigues ahí?

— Elsa, apaga el vibrador.

Me quedé en shock por breves momentos — ¿Qué?

— Sí, apágalo. Luego hablamos, ¿entendido?

Me quedé callada por unos instantes, pero presioné el botón de apagado del vibrador y toda aquella sensación se fue — Ya lo apague, y... sí, hablamos luego.

— Estaré ahí cuando salgas.

Finalizó la llamada en cuanto terminó la frase.

Una parte de mí sintió un gran alivio al apagar esa cosa, pero otra parte de mí se sintió muy confundida... Pero sí, si no hubiera apagado eso estaba cien por ciento segura que me hubiera corrido en público, discretamente, pero seguramente lo hubiera hecho. Tenía intriga por lo que me diría.

Pocos minutos después la señora llegó.

— Muy bien señorita Arendelle, su solicitud ha sido exitosamente aceptada — una sonrisa enorme se dibujó en mi rostro — Ahora, voy a programarle una entrevista con el rector de esta universidad, sí pasa esa entrevista usted será oficialmente bienvenida a esta institución y será un gran privilegió tenerla, sus calificaciones han sido catalogadas en la lista de las mejores admitidas en este lugar. La felicito.

Mi sonrisa solo se intensificó — Muchas gracias.

Me sonrió de vuelta y se acomodó detrás de su ordenador — Muy bien, tu entrevista con el rector será el día viernes, también hay otras entrevistas y ya iniciará el curso de ambientación y estamos un poco atrasados. Pero el viernes a las dos treinta será tu entrevista.

— Está bien, muchas gracias.

— Gracias a ti por tu elección académica, nos vemos luego señorita.

— Nos vemos luego.

Me levanté de aquella silla y salí por fin de la oficina.

Me aprecié menos nerviosa cuando salí de ahí, al menos no iría a una entrevista con una falda corta y con un vibrador encendido en mi entre pierna.

Pero cuando salí de aquel edificio la ansiedad creció dentro de mí como fuego en un incendio. Yo era una bipolar a toda honra, porque yo quería y no quería apagar aquella cosa. No quería decepcionar a Jack, pero tampoco podía resistirlo por mucho tiempo. Sí había resistido casi media hora, pero no creía poder más. Pero cuando él me dijo "apágalo" sentí como si lo hubiera decepcionado. No sabía que esperar de lo que iba a decirme.

El sol de las cuatro de la tarde alumbró suavemente mientras caminaba por el campus, el viento soplaba y caminaba con cuidado para que el viento no levantara mi falda.

Vi el Ferrari a lo lejos y no tarde caminar hacia él. Cada paso que me acercaba era realmente... deseoso, ansioso... y muy aterrador. ¿Por qué? solo el infierno sabrá. ¿Y si al decirle aquello terminé de decepcionarlo? Muy probablemente sus otras sumisas toleraron más... ¡pero ellas eran expertas!... creo. Sinceramente no sabía que esperar.

La puerta del auto se abrió y me adentré a él — Hola... — ni siquiera sabía que decir, solo esperaba que el hablara y me dijera que había sucedido. Cerré la puerta del auto.

— Hola — contestó escueto poniendo en marcha el auto. Luego de unos cortos segundos de que el motor del auto se callará, dijo — Supongo que estás un poco confundida.

Me removí en mi asiento — Sí... mucho en realidad, ¿qué te hizo cambiar de opinión? De pronto me dijiste que lo apagara, señor...

— Ya no podías más.

— Lo sé pero yo...

— No querías decepcionarme — terminó diciendo, volteó a verme por unos cortos segundos, aunque fue el tiempo suficiente para que me taladrara con su potente mirada.

No estaba enojado, pero sus ojos tenían una emoción que no supe identificar muy fácilmente hasta que me di cuenta que era preocupación. ¿Preocupación a qué?

— Elsa, por mucho que me encante que no quieras decepcionarme, juro que no lo haces, me gusta que intentes incluso a pasar tus límites — ¿y entonces? — pero ese es el problema...

— ¿Qué? — lo interrumpe sin pensar.

— Escucha — se detuvo en un semáforo en rojo y me dirigió su mirada — Todos tenemos límites, tú tienes los tuyo y algo que si me decepcionaría es que no me los digas, porque significa que no confías en mi lo suficiente como dices hacerlo.

— Yo lo hago — me apresuré a decir, quedándome corta de palabra. Comencé a sentir una clase de ansiedad en mi interior.

— Entonces, si lo haces, ¿por qué no me dices cuando te molesta algo? — Volvió a poner en marcha el auto — Dime una cosa: cuando te castigué el otro día, ¿Toleraste esos azotes porque de verdad lo hiciste, o fue porque, según tú, no me querías decepcionar?

Mis mejillas se tornaron rojas y desvié la mirada — Yo... una parte de mí no lo hizo por esa razón... pero otra fue porque realmente quería hacerlo.

— Y me impresiona mucho que lo hagas, pero Elsa, estás iniciando. ¿Qué tal si te hubiera dicho que iban a ser cuarenta azotes? ¿Lo hubieras soportado? — Bajé mi mirada a mis manos y negué lentamente con la cabeza sintiéndome un poco como una niña regañada — Debes poner tus límites y decírmelos o esto no funcionará... aunque sí, debo admitir que en parte ha sido mi culpa. No te lo había preguntado antes. A veces se me olvida que eres nueva.

Voltee a verlo un poco colorada del rostro sintiendo algo de vergüenza — ¿Y cómo sabré cuales son mis límites?

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