Cap. 25
Las cosas eran extrañas para él desde que Jake y Jay hablaron ese día después del partido, o incluso, cuando él felicitó a Park en este mismo, o tal vez... cuando se chocó con Sunghoon momentos antes de ver a Chaewon noona. Todo cambió desde ese día, hizo cosas que no creyó poder hacer.
Vivió... vivió libre y sin preocupaciones, libre y sin temores, negándose a pensar, negándose a recordar el pasado que le aterraba, negándose a dejar pasar la oportunidad... de sentirse bien consigo mismo y con las personas a su alrededor.
Un miedo, un trauma, no se cura de la noche a la mañana, no se presiona, no se obliga para que se supere. Todo requiere tiempo, perseverancia y decisión. Sunoo puso todas esas, pero, agregando un toque único, en su camino a su felicidad se deshizo de su mente, de sus pensamientos, se deshizo de aquella voz en su cabeza, esa voz lastimera y rencorosa, esa voz aterrada de la vida. La dejó atrás.
Pensó que no volvería a escucharla, pero se equivocó, ella volvió esa noche en la fiesta, cuando Sunghoon descubrió sus esencias.
— Ciruela y... miel.
Aquella voz escalofriante apareció en su cabeza, gritando con estruendo, mareándolo, asustándolo. Pero a pesar de que lograba escuchar todos aquellos pensamientos negativos sobre la situación había alguien que lo sorprendió, alguien que no se quedó callado esta vez y que no aceptó aquellas afirmaciones de su cabeza y que aulló sobre ellas para tratar de alejarlas.
Su lobo y él no eran tan cercanos, compartían pensamientos en común de vez en cuando y era raro de que hablaran entre ellos, pues desde aquella tarde cuando tenía doce años su lobo durmió en silencio en su interior, no queriendo abrir los ojos, no queriendo ver de nuevo el exterior, y hablando solo si algo llamaba su atención. A Sunoo le aterró por un tiempo de que su lobo nunca más quisiera despertar, pero este mostró mejoras con el pasar de los años, estando más presente en su vida pero siendo solo un espectador.
Eso claro, hasta que llegó Sunghoon.
En la fiesta, luego de salir de la habitación de Sunghoon su lobo no dejó de aullar por ayuda para el Alfa, preocupándose porque este estuviera sufriendo por el celo en vez de concentrarse en que él también lo estaba, y adelantado incluso.
Fue desconcertante porque a pesar de que su vientre dolía y sentía la humedad en su trasero, una parte de él seguía ansiosa por saber qué ocurriría con Sunghoon.
Esa preocupación no cesó, incluso ahora, dos días después de la fiesta y con su celo aún en la cúspide. Para ese entonces se supone que su celo ya debería estar más controlado pero no parecía ser así, estaba adolorido... y necesitado.
Pero más extraño que eso... seguía pensando en Sunghoon y eso no lo dejaba descansar, porque en una situación como esta, donde pensaba solo en satisfacerse, preocuparse por Sunghoon cambió su rumbo a necesitar de Sunghoon.
Trató de convencerse de que era una reacción normal, el Alfa estaba en su mente y su mente justo ahora estaba cegada por el placer, por lo que fue inevitable. Pensar en Sunghoon fue el incentivo más intenso que pudo tomar cuando rebuscó entre sus juguetes para calmar el líbido, recordó todo de él, su rostro, su cabello, su cuello, sus brazos, su pecho, sus muslos, su... aunque de eso solo pudo imaginarlo, porque jamás lo había visto.
Y quería hacerlo.
Sollozó. El juguete morado metido en su culo destrozó su próstata con cada empuje que daba no queriendo parar al sentirse tan cerca de su quinto orgasmo, no le importaba que sus piernas temblaran o que sus nudillos estaban tan blancos que dolía mientras se aferraban a las sábanas, se encontraba tan extasiado que lo único que quería hacer era clavarse ese pene falso y gritar otra vez el nombre de Sunghoon.
Después podía pensar en lo que hizo y mortificarse por ello, ahora solo quería sentir.
Sus padres se habían ido a la casa de su tío Seungcheol para quedarse ahí en lo que pasaba su celo, él agradeció eso porque le daría vergüenza que ellos lo oyeran gemir tan alto como lo estaba haciendo ahora, y más que estuviera gimiendo el nombre de un Alfa, un Alfa que ellos conocían y que, pensando en los celosos que eran, no dudarían en buscar y matarlo aunque no tuviera nada que ver.
Se corrió con un fuerte grito y se dejó caer sobre su cama sin molestarse en sacar el dildo de su entrada, cerró los ojos mientras giraba sobre su cuerpo para quedar boca arriba y sus manos tantearon la cama hasta dar con la chaqueta que había usado para la fiesta.
Tomó esta y la acercó a su rostro, suspirando cuando pudo reconocer en ella la esencia de Sunghoon, su olor intenso de Café y madera mojada, un poco débil pues ya había pasado algunos días desde entonces y perdía cada vez más su esencia, eso lo ponía triste.
Y entonces, sin atreverse a aguantar más se quedó dormido por fin, luego de largas horas de trabajos manuales y anales. Despertó cuando la noche cayó, al revisar su teléfono notó que eran pasada las nueve y que tenía muchos mensajes de Jake contándole de su día en el colegio, no abrió el chat porque sabía que si lo hacía estaría obligado a responderle y él estaba muy cansado como para hacerlo.
Pero de repente una idea cruzó por su cabeza, en realidad no era una idea, era una necesidad, quería hablar con él en persona para que lo ayudara pero en sus condiciones sabía que eso no sería sino en dos días más, tal vez solo debía mandarle un mensaje para programar un encuentro.
Su hyung jamás se negaría a una charla con él.
Y viendo esto como su vía de escape para librarse de todos esos pensamientos negativos y sus deseos escondidos, además para ver si podía ayudarle en ese problema en el que ahora estaba, le mandó un mensaje corto y no se sorprendió al recibir una rápida, y afirmativa, respuesta.
Ahora solo quedaba esperar...
En cuanto el Lunes llegó Jake fue el primero en llegar al colegio, esperando por cierta persona en especial.
Y en cuanto lo vio no dudó en tomarlo por la camisa y jalarlo como un perro detrás de él, recibiendo algunas miradas confundidas y para nada disimuladas de los estudiantes, eso no le importó, y caminó apresurado arrastrando a Sunghoon hasta que llegó a uno de los pasillos abandonados del segundo piso.
Una vez se aseguró levemente de que estuvieran solos soltó a Park y se puso frente a él, encarándolo, dispuesto a hablar, pero el Alfa fue más rápido que él.
— ¿Cómo está Sunoo? — lucía preocupado y ansioso, Jake estaba mucho peor.
Sentía que sus manos temblaban. — ¡Quisiera también saber eso! pero no responde mis mensajes desde que lo dejé en su casa el sábado y sus padres me han dicho de que sería mejor no visitarlo mientras esté en celo. — que ambos lucieran desesperados no ayudaba al ambiente.
Sunghoon iba a tomar la palabra pero se cortó a sí mismo antes de fruncir levemente el ceño. — ¿Es- está en celo?
— ¿¡CÓMO NO TE DISTE CUENTA ESE DÍA!? — el más bajo explotó, alzó sus brazos y miró rojo de ira a Park, no iba a descansar hasta saber si Sunghoon le hizo algo malo a Sunoo antes de que Jay y él llegaran, pero tenerlo ahí estaba haciendo que sus ideas se desacomodaran. — ¡Aunque bueno, tu olor era lo único que se podía percibir, si yo no conociera tan bien el aroma de Sunoo no me-
Eso por fin hizo que recapacitara.
Pegó a Sunghoon contra la pared detrás de él, amenazante. — ¿Oliste algo en Sunoo?
A pesar de ser un Alfa Sunghoon temblaba bajo el agarre del Omega mientras asentía lentamente, pero eso no lo privó de preguntar aquello que quería confirmar. — ¿De verdad Sunoo es un Omega?
— ¡No puedes decírselo a nadie! — advirtió, Jake no podía caber en su desesperación, era la primera vez que alguien más sabía de la designación de Sunoo y aún le faltaba confirmar si Jay también lo sabía, pues él había estado con ellos el tiempo suficiente para oler el aroma de Sun. Shim arrugó la nariz al percibir el aroma de Sunghoon antes de crisparse en su sitio. — ¡Pero no te alegres!
El Alfa se ruborizó. — Pe-perdón.
Jake lo soltó por fin obligándose a respirar y ordenar su lista de preguntas mientras Sunghoon se hundía en su burbuja de pensamientos todos referidos al chico de cabellos castaños, mejillas de melocotón y aspecto de un príncipe.
No era un Alfa como él creía, era un Omega, su suerte estaba cambiando, sin embargo seguía preocupado, ¿por qué razón Sunoo ocultaría su designación? por como se mostraba Sunoo no podría ser simplemente por gusto, sabía que ahí había algo más.
Tenía tantas preguntas sin embargo solo una persona podría responderles todas ellas, y esa persona no se aparecía por el colegio.
— Bien, lo segundo — Jake lo miró con los ojos entrecerrados. —, ¿le hiciste algo a Sunoo antes de que nosotros llegáramos?
El menor parpadeó mientras lo observaba confuso, entonces recordó la posición en la que había puesto a Sunoo y los colores pintaron su cuello, manos y cara, no pudo ser menos obvio.
Jake lo sacudió con fuerza. — ¿¡Lo manoseaste!?
— ¡No, no! — negó apresurado mientras trataba de soltarse del agarre del Omega, este sin embargo seguía sacudiéndolo como si fuese un muñeco de trapo. — ¡No lo toque de mala forma, lo juro!
— ¿¡Cómo que tocar de mala forma!? ¿¡De qué forma lo tocaste entonces!?
Jay apareció en el lugar, corriendo hacia ellos, como si de su ángel de la guarda se tratara. — ¡Jake suéltalo, parece un rocoto apunto de estallar!
Esa era una comparación muy pobre.
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