La plazuela se llenaba de personas al ritmo de un cuentagotas persistente. Todas se mostraban ataviadas con colores llamativos y más de una con la gama del arcoíris. Ni bien llegué atisbé a Leandro, siempre imponente, no solo en altura, sino en sus gestos de líder nato. Él era uno de los principales organizadores de la marcha, mi corazón rebozaba de orgullo al verlo. No transcurrieron tres segundos, que su mirada me ubicó y una gran sonrisa se estampó en su rostro. Yo aceleré el paso, nos dimos un corto beso en forma de saludo.

― No sabes cuánto me alegra de que estés aquí, Guillermo ―me dijo.

Eso era poco en comparación a lo que yo sentía.

¡Libre! Dicha palabra teñía cada una de las sensaciones arremolinadas dentro de mí y que hacían que observara el mundo como si fuera la primera vez. El disfrazarme de un yo que no soy dejaba de ser ni siquiera una opción, hoy todo eso quedaría atrás.

Cerré los párpados, inspiré profundo y me apresté a empaparme de felicidad. "Soy lo que quiero ser, soy lo que quiero ser", me repitía como un mantra...

Abro los ojos y recuerdo que debo apurarme si no quiero llegar tarde al examen en la facultad, puesto que la marcha hará desviar al tráfico. Veo encima de mi mesa de noche la foto de Mirella, mi novia, saludándome como cada mañana. Me levanto de la cama con mi pensamiento diario: "a vivir otro día de farsa, Guillermo".

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Este microrelato responde al desafío #6 de WattpadHistoriasCortasES: escribir una historia con algún personaje del colectivo LGTBQIA+ que no exceda las mil palabras, eligiendo una de sus tres portadas con título.