Capitulo 3
En las profundidades del inframundo las cosas estaban calmadas, por así decirlos Minos quien había salido todo el día no estaba al tanto de lo que, sucedida, aunque algo estaba por pasar mientras aquel espectro caminaba por los pasillos oscuros del reino de Hades alguien lo sujeto del brazo bruscamente haciendo que Minos volteara a verle con un rostro de molestia.
—¿¡Donde diablos te metiste!? —hablo con voz gruesa y ejerciendo presión sobre el brazo de Minos
Minos lo observo y solo rodo los ojos—Tranquilo Rhadamanthys, solo fui a dar un paseo—respondió alzando los hombros sin dar mucha importancia
Rhadamanthys lo solo y realizo una mueca—Te estuve buscando y le pregunté a Lune por tu paradero, me dijo que no sabía a donde te habías metido—le reclamo señalando lo con su dedo
—Ya, pero volví no ... —menciono aburrido por lo que estaban hablando—¿Ahora por tanta urgencia me buscabas?
Rhadamanthys: ¡Tu! —menciono enojado, para rodar los ojos—Te buscaba ya que el dios Thanatos te llamaba ya que quería hablar contigo
Minos se sorprendió, pero solo asistió para ir a los aposentos del dios donde lo iba a esperar durante el camino tenía sus dudas por lo que lo llamaba, pero solo quedaba esperar a que se lo respondiera.
Cuando llego toco la puerta esperando que le dieran la autorización de entrar no tuvo que esperar mucho ya que la voz gruesa e imponente del dios se escuchó dándole entrada a sus aposentos, Minos camino en silencio hasta donde se encontraba el dios, sus pasos podían escuchar al igual que su armadura.
El dios recién se encontraba levantándose froto sus ojos y bostezo, andaba por la vida desnudo hasta que encontró una de sus túnicas negras y se la coloco sin importar la mirada inquisitiva del espectro—Si, como sea, tráeme un poco de té Minos—Menciono para luego sentarse en uno de sus sillones.
Minos: Como ordene mi señor—Sin quejarme acate su orden para ir por el té—Aquí tiene mi señor con su permiso—Hablo para entregar le el té y esperar que hablara
Thanatos al ver dicha acción sonrió de lado y palmeo su cabeza por ser un buen chico—Me eh enterado que un caballero dorado te tiene envuelto alrededor de su meñique... ¿Qué tan cierto es eso Minos? —menciono para tomar un sorbo de su te
Minos pudo observar como palmeo su cabeza por lo que se sorprendió más cuando menciono aquellas palabras de que estaba rondando por el santuario—Usted sabe que no puedo mentir mi señor, por lo que si es cierto lo que le comentaron... —hablo tranquilamente, aunque por dentro se moría nervios
La sorpresa era evidente sobre el dios, su sentimientos sinceros y entonces internamente me pregunté ¿Qué estaba pasando con este mundo?
—Ya veo... Espero que ese sentir no nuble tu juicio y te aparte de tu deber, por mi parte no puedo impedir nada si ha sido elección propia, solo vigila a ese caballero, puede ser tan mortal como sus rosas y tú terminaría sepultado en ese rosal—hablo observando al espectro
Minos escucho atentamente cada palabra de la deidad por lo que asistí con la cabeza—De acuerdo muchas gracias por las palabras mi señor...—No dije más y salí de la habitación en donde me encontraba para lanzar un suspiró—Iré a ver a la rosa—Sonreí y salí para emprender el camino al santuario.
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En el santuario ya el sol había amanecido algunos se despertaron con alegría otros solo resoplaron ante la mañana que les llegaba en el coliseo todos estaban entrenando otros solamente pasaban por el lugar. Saliendo de Escorpio demasiado adormilado con pijama y taza de café en mano, tallándose los ojos y llegando al coliseo era nada más que el caballero de escorpio y conocido como Milo.
– ¡Buenos días a todos muchachos! —Hablando con el menor animo existente para aparecer en el coliseo.
Camus se acomoda las vendas de sus brazos y ve llegar a milo como recién levantado—Buen día Milo. Tu atuendo no es apropiado para entrenar—hablo serio e observando a su compañero
Milo dando un sorbo a su café y mirándolo sobre la taza, para después dejarse caer desparramado en una de las gradas del coliseo, con su pierna flexionada sobre su rodilla—No vengo a entrenar, sólo a supervisar—Habla algo sarcástico y ríe bajo
Camus: Tu, ¿Supervisando? Eso es peor. Como esperas que te tomen en cuenta si estas así
Milo rueda los ojos y vuelve a dar un sorbo– ¿Qué me tomen en cuenta para qué? Ya tengo mi armadura, lo demás no es importante—Se incorpora un poco– ¿Por qué mejor no comienzas ¡TÚ! ¿a entrenar? Supongo que a ti si te importa el qué dirán de ti.
Aioria: Milo pendejo... Me dejaste abandonado—hablo el caballero con enojo sobre sus palabras y amenazándolo con el dedo
Milo le levanta el dedo medio—Te lo recompensare. Vamos hoy a embriagarnos, ¿te parece?
Camus: Qué ejemplo le darás a los discípulos y nuevos reclutas—frunce el ceño al escuchar lo último—Somos un ejemplo a seguir Milo. Y me das a entender que me estas reclamando algo
Milo resopla y termina de tomar su café de un sorbo– ¡Disculpa, soy un desastre! No tuve la suerte de nacer siendo un Don Perfecto...—Suspira– Ya, qué importa... Quizás mañana entrene, no lo sé.
Camus: Milo te estás pasando. Esa es una actitud infantil de tu parte
Milo solo ignoro unos momentos las palabras de Acuario para responder a su amigo– Carajo gato, que no... Invita a los muchachos, vamos a divertirnos—Intenta sonreír y verse animado. No dice nada, sólo aprieta la taza que tenía en su mano al punto de quebrarla y hacerse unas cuantas cortadas.
Camus: Por los dioses Milo deja de hacer una rabieta—toma una toalla y se la da al escorpio
Milos le aparta la mano negando la toalla y se levanta, dándose la vuelta– Iré a cambiarme para que el conde francés no se moleste por mi apariencia... —Comienza a alejarse escaleras arriba
Camus suspira pesado y lo sigue— Milo hablemos sin público—menciono para empezar a subir las escaleras
Subiendo las escaleras a paso lento– ¿de qué quieres hablar? —Mirando solo al frente.
—¿Sigues molesto conmigo? —no es bueno expresándose y le duele estar mal con Milo
Milo: – Depende, ¿vas a seguir menospreciándome todo el tiempo? Con cada acción que hago... —Sólo suspira– Olvídalo—Se adentra a Escorpio con intención de cambiarse de ropa.
Camus: No te despreciaba... es raro verte desarreglado y sin coquetear.
Milo: – No es solo... - suspira - ¿por qué todos creen que soy la puta del Santuario? Por Hades...
Se adentra a la habitación principal con Camus detrás de él y se quita la camisa para comenzar a buscar ropa entre el closet y los cajones.
Camus: Yo no lo decía por eso. Esa es tu forma de ser alegre y coqueto...
Aunque tú mismo te forjaste una reputación de casanova.
Milo después de sacar algo de ropa, se sienta a la orilla de la cama para empezar a vestirse– Lo que tengo qué hacer para ocultar mi homosexualidad...–Murmura bajo intentando no hacerse escuchar, pero sin lograrlo mientras se coloca las botas– ¿Qué quieres hacer hoy?
Camus: ¿Por qué harías eso?, Quiero decir... importa que lo seas. Tiene algo que ver que seas alegre y te vistas bien con tus preferencias– el francés lo ve con tranquilidad, es casi completamente ignorante de temas sexuales fuera de lo biológico –No tengo planes hoy
Milo: – Prefiero no tocar más el tema... Olvídalo– Se levanta para ponerse una camisa negra de manga larga y una cadena de oro en su cuello– Te sigo, yo invito– Se mira en el tocador acomodando su cabello y colocándose algo de colonia en el cuello.
Camus: ¿Seguirme? ¿Adonde? –sonríe al ver a su amigo de mejor ánimo, aunque sigue confundido
Milo Lo mira a través del reflejo del espejo mientras se coloca unas pulseras en ambas muñecas– A desayunar, caminar, hablar, lo que quieras. O sólo hacerte compañía en tu templo, tu decide–Le encantó ver aquella pequeña sonrisa que el galo le mostró, pero no dijo nada ni hizo nada al respecto.
Camus: Deje un pai en acuario– la verdad prefería estar en un lugar poco concurrido
Milo: – ¿De qué es? – Se gira para mirarlo, recargando su cadera en el tocador y cruzándose de brazos
Camus: Manzana. Lo deje enfriando–Hablo observando al griego–Puedo preparar otra cosa si prefieres
Milo se incorpora y enciende un cigarrillo, colocándolo en sus labios– Te acepto un café, entonces. Andando–Camina hacia Camus para comenzar a seguirlo.
Camus: Está bien, vamos–salen de escorpio rumbo al templo del francés–¿Estas mejor?
Milo Ignora la pregunta– ¿Quieres ir a beber hoy por la noche? –Dando unas caladas a su cigarro.
Camus: Me parece bien ¿Fuera del santuario? – llegan a acuario y va a la cocina poniendo la cafetera y tomando unos platos y cubiertos
Milo: Si, a algún bar o algo... Podemos invitar a los muchachos o ir solos, como lo prefieras–Tomó los platos de las manos de Camus, los cubiertos, tazas y dos tapetes para mesa– ¿en el comedor o en la sala?
Camus toma el pay y un cuchillo– La sala. Estaría bien ir a un bar–menciona para tomar asiento y dejar las cosas sobre la meso del centro–Tenemos mucho sin salir juntos.
Milo: Tienes razón–menciono para empezar a comer un trozo del pai que su compañero había preparado
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Mientras tanto Albafica se encontraba regando su jardín, en suma, tranquilidad hasta que sus ojos fueron tapados por unas manos por lo que hizo estremecer y darse la vuelta rápidamente cuando lo hizo se sorprendido al ver a Minos con una de su sonrisa característica sobre su rostro.
Albafica: ¡Minos! ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto al confuso ya y algo nervioso por lo que había sucedido
Minos lo observo para soltar una leve risita—Lamento si te asusté rosita, vine porque como lo prometí en la carta—menciono tranquilo y llevando su mano a su cadera
Albafica solo desvió la mirada ya que no se acordó de que iba a venir por lo que suspiro—Lamento, no me acorde—menciono ya calmado—gracias ... por traerme ayer...—se encogió de hombros por la vergüenza que sentía
Minos: No, hay de que—hablo sin perder su sonrisa—¿Bueno hoy día estas ocupado?
—No, ¿por? —pregunto con curiosidad ante el espectro que estaba al frente
Minos ante lo escuchado sonrió y estiro su mano en su dirección —Entonces me acompañarías a pasear unos minutos—hablo acercándose a donde estaba
Albafica por inercia retrocedió, pero observo la mano que estaba estirada en su dirección—De acuerdo—hablo sujetando su mano—¡Pero no te atrevas a soltarme! —grito en su dirección
Minos solo rio por su comentario—Nunca te soltaría rosita—hablo para atraer su cuerpo chocando con su pecho para cargarlo y emprender el vuelo.
Apenas nos elevamos cerré los ojos por inercia, pero poco a poco volví a abrirlos observando la vista que me daba el panorama—Me encanta, esto—susurro despacio sin perder de vista el panorama y colocando su cabeza sobre el pecho de Minos con cuidado.
Afrodita quien había observado como Minos y su padre se retiraban del templo sonrió por lo que sucedido, por lo que salió para empezar a regar su jardín y atenderlo con cuidado mientras tanto sintió un cosmos cerca que lo hizo observar a la entrada de su templo.
Afrodita: Gatito a que me honra tu presencia en mi templo
Aioria solo entro despacio y saludo con su mano al guardián—Hola rosita—menciono acercándose a donde se encontraba— ¿Me das una rosa?... Que no tenga veneno
Afrodita: Claro, dame un momento—menciono para voltearse y caminar a un almacén donde había varias rosas—Lamento la demora aquí tienes una rosa—Entregando la rosa—Es una de mis mejores rosas que tengo
Aioria: Gracias... ¿Tienes... Algo de comer? Tengo hambre...
Afrodita: Que goloso gatito, claro que tengo—Sonriendo—Ven pasa hice galletas de avenas
Aioria: Es que no quiero pedirle a Aioros... ¿Está raro... Cocinas mucho? —lo sigue adentrándose a la cabaña de piscis
Afrodita: Hmm.. Supuestamente hoy venia el cangrejo a comer, pero como no vino—Mientras entregaba las galletas—Creo que tenía una misión, además quería hablar con él para arreglar un tema que tengo pendiente con cáncer—menciono realizando una mueca de desagrado—Y con respecto a tu hermano tal vez está un poco estresado
Aioria: Yo diría que tiene más cabeza en las nubes desde que vio a Saga... —suspira pesadamente para sujetar una de las galletas
Afrodita: Mm no sabría decirte gatito, pero habla con el—Hablo tranquilamente—Además, con las palabras todos se entienden—hable sonriendo—Y muchas gracias por el regalo —Giñando mi ojo
Aioria: Ahhh.. Descuida... —aparta la mirada medio sonrojado— Bueno... Era tu cumpleaños... No iba a olvidarlo
Afrodita: Hay gatito—Acercándome para darle un beso en la mejilla—Gracias por no olvidarlo—menciono sin perder la sonrisa y mirándolo—Eres todo un encanto, pero no te olvides de hablar con tu hermano gatito para que soluciones los problemas—Sonriendo llevándose el plato vacío
Aioria: Descuida... ¿Yo? ¿Un encanto? —se auto señalo con un poco de vergüenza—No sé si pueda... ¡¿Debe estar con Saga ahora... ¡¿Sabías que me quieren lejos del Santuario?! ¿No es una locura?? Bah...
Afrodita: Hay cariño no seas tan enojón—Colocando mi mano sobre su hombro—También que habrás hecho—Con mirada burlona—Aunque conociendo a tu hermano no dejara que te vayas, creo...
Aioria: Está "dominado" por Saga... Bah—hablo realizando un bufido con su boca—De todos modos, yo voy al bosque seguido... Ah... ¿Puedo llevarme más galletas?
Afrodita: Claro que sí gatito—Dándole una bolsita con galletas—No te olvides de la rosa que me pediste
Aioria: Gracias... Y... Perdón por robar tus pasteles... Fui yo... Pero sólo en parte...
Afrodita: Como castigo me ayudaras a cocinar mañana o en la tarde—Cruzado de brazos—Y no aceptó un no por respuesta—hablo para ver cómo se iba a ir del templo —Y no te olvides de hablar con tu hermano gatito
Aioria: ¡Odio cocinar Afro!... Aunque... Vale. Tienes razón... Como si pudiera Afro. Ese Géminis lo tiene acaparado... Lo hare.
Afrodita: Pues aprenderás a cocinar—Hablo mirándolo fijamente y con una rosa en la mano—Y no cuesta nada tratar de hablar con tu hermano y Saga debe de haber una manera de que se lleven bien, sin necesidad de pelear a cada rato—Cruzado de Brazos
Aioria: Vale. De seguro que sí. Aprendo rápido... Aunque no creo que me guste cocinar después de todo. En fin... Bueno tengo que irme rosa...
Afrodita: Hasta más tarde gatito—Despidiendo me con una sonrisa—¡No te olvides de hablar con tu hermano! —Grito antes de que salga de mi templo
Aioria: Como si fuera fácil... Adiós rosa culona. Eh digo Afro. Disculpa
—Que atrevido gatito gruñón —Sonríe divertido y negando con la cabeza al ver como salía de su templo
Cuando Aioria salió del templo Afrodita observo como su vista se nublo un poco por lo que llevo su mano a su cabeza tratando de calmarse, cuando volvió a la normalidad suspiro pesadamente y agradeció que nadie lo haya visto de esa forma por lo que se adentró a su habitación para tomar una de las pastillas.
Afrodita: Porque siempre se repiten los mismos sueños—menciono negando con la cabeza para seguir con lo que estaba haciendo
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En las profundidades de las montañas varias personas con armaduras se movían a toda velocidad mientras que un dios lanzaba y rompía las cosas con mucha furia sin importar quien estuviera en frente o delante suyo.
—¡MALDITA SEA!
Grito aquel dios con mucha furia y haciendo que fuego saliera de las puntas de sus cabellos, cuando estaba a punto de maldecir otra vez uno de los guardias entro con la respiración agitada y observo a su dios con un poco de miedo.
—Mi señor, tenemos una pista de donde pudiera estar—hablo con temor sobre sus ojos más cuando el dios se acercó a donde estaba
—¿Donde?
X: Aun no sabemos... si es ella con certeza, pero puede que sea en el santuario de la diosa Athena—hablo temeroso
El dios lo observo y solo se alejó con una sonrisa sobre su rostro—Manténgalo vigilado y quiero saber más noticias—menciono para sentarse en una de sus sillas haciendo que el guardia saliera del lugar—Pronto... muy pronto
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Volviendo a Acuario ambos estaban disfrutando de la calidez del silencio y de la comida que había Milo como siempre volvía a sonreír mientras probaba cada bocado de su pedazo de pay, por lo que dirigió su mirada al onceavo guardián que disfrutaba en silencio su rebanada.
Se recarga en el respaldo del sillón, posicionando sus codos en los brazos de éste y entrelazando sus propias manos a la altura de su pecho.
– Dime cómo has estado...
—Sirve otro pedazo de pay y le pasa una porción más a Milo– Nada fuera de lo común. Solo estoy planeando remodelar el estudio
Hace una reverencia como agradecimiento mientras recibe el pay– Deberías poner una mesa de billar o algo por el estilo—Sonríe ladino, volviendo a recostarse en el respaldo
Camus: No es mala idea. Hay mucho espacio libre—sonríe comiendo despacio, sintiéndose más tranquilo con la convivencia
Come una porción y sonríe, hablando muy animado aún con comida en la boca– ¡Claro, sería muy divertido! ¡Podríamos jugar todos los días! —Mira el plato, comportándose como un niño feliz– ¡oye, esto está rico!
Camus: Entonces si conseguiré la mesa de billar—toma su café mirando al otro sonreír—Come cuanto gustes
– ¡Por supuesto! ¡Te ganare todo el tiempo, estoy seguro! —Continúa comiendo lentamente y bebiendo café, ambas combinaciones lo ponían hiperactivo.
Camus: Al fin encontraras algo en que ganarme. Dejamos de jugar ajedrez porque odiabas perder
Mientras mastica un bocado más lo mira con los ojos entrecerrados, mirada inquisitiva– Cam, eres pésimo enseñándome a jugar ajedrez, ¡no es justo! Además... Te he ganado muchas veces durante los entrenamientos... No sería la primer cosa en la que te gane...
Camus: No tienes paciencia ni estrategia, por eso pierdes siempre. No cuentan actividades físicas
-Lo apunta con el dedo, divertido– ¡Oh no, "Albert"! ¡Retráctate!
Camus se queda a medio bocado al escucharlo—¿Cómo me llamaste? Nunca me retracto. No cuentan las actividades físicas
Milo comenta divertido– Albert, Alexander, A... No recuerdo cómo te llamaba cuando éramos niños. ¿Cuál era tu segundo nombre? —Come el último bocado– Claro, tú mismo dándote ventaja de la situación. Injusto—Se deja caer desparramado en el sofá, tocando su estómago dando a entender que estaba lleno.
Camus: Armand, No puedo creer que lo único que recuerdas de los libros que te preste sea sobre Albert Camus—toma su taza regresando a la calma—No es injusto. No es mi culpa que no seas bueno en el ajedrez
Milo: Armand... - ríe a carcajadas - Quizás es porque fue lo único que leí de aquellos libros, y eso porque lo decía la portada—Se encoge de hombros– No es mi culpa que no sepas enseñarme a jugar bien al ajedrez, AR-MAND—Rueda los ojos, divertido
Camus: Lo esperaba. Deja de hacer eso. Suena horrible. No me llamabas así desde hace años—se cruza de brazos—Yo soy un excelente maestro
Milo: Armand... - intentando no reír - ¡ja! Camus Armand - intenta hacer un acento francés muy estúpido, Habló burlón mientras recogía los platos y se levantaba para ir a la cocina— Claro que no, Armand. Eres pésimo para enseñar a jugar ajedrez, no sé cómo Hyoga te soportó tanto tiempo.
Camus: Hyoga dice lo contrario—menciono con los brazos cruzados—dice que soy un gran maestro
Milo: "Sebastián", por favor. - lo corrige - no hay necesidad de gritar, _Aquarius no Armand—Hablando esta vez más tranquilo, pero aún en burla— Hyoga lo dice porque de seguro te tiene miedo o demasiado respeto, ¡pero yo no, amigo mío! —Ríe posándose detrás de él
Camus: No es gracioso. "Sebastián" —levanta una ceja—Dejemos esto de lado
Milo posa ambas manos en los hombros de Camus y le sonríe, esta vez amablemente— ¿Qué quieres hacer ahora, Armand? —Lo mira desde el costado derecho del francés, aun manteniendo su sonrisa juguetona.
Camus se contiene de estremecerse—Solo moveré unos muebles—gira el rostro haciendo un lado con un ligero puchero sobre su rostro
Milo Se acerca a su oído, hablándole suavemente a murmureos, pero lo hacía con la clara intención de molestarlo, pues mantenía su sonrisa burlona de lado– ¿Qué te parece... Si hacemos algo mejor... ¿Tú y yo juntos? —Hizo un poco de presión con sus dedos sobre sus hombros, masajeando.
Camus tiembla y se tensiona por escucharlo—¿Qué? —dice lento y se sonroja un poco por el toque
Milo se acerca más a su oído y hacia él, logrando rozar su propio pecho en la espalda de Camus– ¿Qué tal si vamos a tomar algo? —Sonríe y habla completamente animado, esta vez dejando la tensión por completo y cambiando el semblante a uno alegre.
Camus cierra los ojos respirando profundo calmándose—Ahora? —lo voltea a ver de reojo antes de asentir
Milo Se separa y se pone frente a él, sonriendo coqueto como siempre–O podría ser luego, está bien... —Se encoge de hombros y se sienta en el brazo del sillón, sabiendo que eso a Camus le molesta.
Camus: Milo... —se toma del puente de la nariz y niega fastidiado—Es temprano para beber—se deja caer en su asiento
Milo mira su reloj imaginario– ¡Por Hades, es cierto! ¡Olvide que Shion cambió los horarios para beber de esta semana! —Habló sarcástico y rodando los ojos– Bien, nos vemos luego entonces...—Se levantó de donde estaba y camino hacia la salida
Camus se resigna a su amigo—está bien. Vallamos a beber Milo
Milo: Puedo beber sólo, no te preocupes...—Se detuvo un momento y puso pose pensativa, con sus dedos en el mentón– O con Aioria... Hmm...—Esto último lo dijo con intención de ponerlo celoso, sabiendo que quizás no lo lograría ya que Camus no se rebajaba a algo tan estúpido, pero aun así lo intentó.
Camus: ¿Ahora no quieres que valla? —se acerca mirándolo fijo—¿Qué estas planeando? Yo iré sin ti entonces —pasa a su lado saliendo del templo
Milo Sonríe al verlo sucumbir ante su provocación y antes de que se alejara más, agarro su mano, entrelazándola con la suya– Vamos entonces, ja!
Camus se deja llevar por el griego—Eres todo un caso
Milo Con una sonrisa en su rostro y el pecho bien erguido y orgulloso, comienza a bajar por el Santuario con Camus tomado de la mano, sin que le importe el qué dirán– ¿A qué bar de mala muerte quieres ir hoy?
Camus: "Argos" aún sigue abierto?—recuerda el nombre del bar donde entraban de adolescentes
Milo Pensativo y sosteniendo más la mano del francés – ¿En dónde tuvo que ir Shion a sacarme a mí y a Death Mask por hacer una revuelta estando borrachos y dejar moribundos a varios tipos?
Camus: Si, y también donde lograste embriagar a Mu y Shion te castigo limpiando su templo por un mes.
Milo comenzó a reír a carcajadas recordando aquellas anécdotas– ¿ahí fue tu primera vez embriagándote, ¿no? ¡Oh, espera! ¡Nos embriagamos juntos!
Camus Ríe bajito—tengo buena resistencia, pero siempre sus bebidas me logran embriagar
Milo: Deben estar adulteradas o algo... Porque siempre me pierdo por completo cuando voy ahí...—Sigue caminando, entrando al pueblo de Rodorio y sin recordar que tenía a Camus de la mano. Sólo iba sonriendo y platicando animadamente con su mejor amigo.
Camus: Tomando en cuenta lo que cuestan sus botellas no lo dudaría—va tranquilo recordando las aventuras de jóvenes
Milo llegando al bar, abre la puerta, haciéndose a un lado para que el galo pase primero– Me sorprende que sigamos viniendo a pesar de estar conscientes de que nuestra vida y moral corren peligro...—Camina detrás de él.
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