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Capítulo 8: Invitación

La Muerte 616 y Sara estaban manteniendo una conversación amistosa, como quien se conocen hace años, y ante eso Elrick estaba incrédulo. Su prometida podía verla a ella y al Cadejo. ¿Por qué? Leila le contó que la razón por la que posiblemente él ahora podía ver a los seres del otro lado, debía ser por haber estado tan cerca de La Frontera, es decir, haber estado a punto de morir. Pero Sara es capaz de ver a la Muerte y entablaba una conversación con ella.

—Oh, que tonta, no me he presentado. Soy Sara —mencionó con una risita melosa.

—Un gusto Sara, soy Mía —ella apretó la mano de la humana en son de la presentación.

¿Mía? Al fin se tu nombre, pensó Elrick poniendo una cara triunfadora.

—Por cierto, Elrick, ¿ya has tomado tu medicina? —pregunta Sara obteniendo la negativa apenada de su prometido, a lo que ella le miró mal por no recordar él que debía ingerirla— Entonces espera aquí, te la traeré —se retiró por un momento para buscar la medicina del joven y traerla.

—Muy bien, ahora dime porqué puede verte —mencionó Elrick intrigado, y apurado por si Sara no tardaba en volver—. Creí que los humanos no podían verlos.

—Y no lo hacen, no al menos que yo lo desee. Incluso puedo cambiar la forma de la guadaña —sonrió alzando el brazo y mostrando un brazalete en su muñeca.

—Ya veo, incluso Gon...

—Puedo ocultar mis alas a voluntad —respondió el canino que estaba echado junto a los pies de 616.

—Bueno al menos ya se tu nombre. —la cara burlona de Elrick apareció haciendo soltar una pequeña risilla a la chica.

—Ese no es mi nombre.

—¿Qué? Pero acabas de decir que...

—Lamento decepcionarte, pero sólo dije un nombre al azar —abanicaba la mano restando importancia—. ¿Acaso querías que le dijera "¡Oh! Soy una Muerte Negra, mi número de identificación es el 616"?

—Eh, pues no —susurró apenado.

—He vuelto. Aquí tienes —mencionó Sara entregándole a Elrick un vaso con agua y una pastilla—. Por cierto Mía, ¿no gustas tomar algo?

—No, gracias. De hecho, Gon y yo ya debemos irnos.

—¿Tan pronto? —dijo Elrick después de haber tomado su medicina.

—Tengo trabajo —el chico bajó la mirada por un instante, después de todo sabía a lo que se refería—. Es un gusto que te estés recuperando del accidente. Cuida bien a este tonto. ¿De acuerdo Sara?— mostró una sonrisa haciendo que la joven se riera.

—¡Claro!

616 se despidió de la pareja y caminó hacia la puerta junto a Gon. Sara llamó la atención de Elrick tocándolo con el codo.

—¿La invitaste? —preguntó la joven susurrando.

—¿A dónde?

—¿Cómo que a dónde? A la boda —Sara estaba sorprendida.

—Ah, no. Es que... —él buscó una buena cuartada para decirle por qué no invitó a una amiga si se llevaban bien—. Es que ella no estaba en la ciudad, y no me había avisado que volvía —la contraria asintió creyendo, pero volvió a insistir en que aprovechara para que la invitara—. ¿Estás de acuerdo con que vaya?

—¿No es tu amiga? A mí me agrada —rio—, y Gon también.

—Bien —la pareja se acercó sonriente a la chica—. 6... Digo... Mía —ella volteó confusa—. A Sara y a mí nos haría muy felices que pudieras acompañarnos a nuestra boda.

—¿Eh? No. Es-Está bien... —616 alzó las manos moviéndolas ligeramente de lado a lado, mientras ponía una sonrisa nerviosa.

—Por favor, nos encantaría que tú y Gon vinieran —añadió Sara.

—Pero...

—Por favor —ahora mencionó Elrick con una sonrisa amable.

616 volteó a ver a Gon con duda de si aceptar, después devolvió la mirada a la pareja. —¿Están seguros? No quisiera ocasionar problemas sólo para añadir a un invitado más.

—Claro que no. No nos importa si sólo son un par de invitados —mencionó Sara muy emocionada.

—¿Un par?

—¡Si! Tú y Gon, no olvides traer al perrito —Sara se acercó a acariciar la cabeza del can, cosa que a Gon le gustó, pues empezó a mover la cola inconsciente. 616 dejó salir una pequeña risa al notar que a su amigo le gustaba la acción—. Entonces, ¿vendrán?

—Sí. Está bien. Gracias —dijo apenada pero sinceramente alegre.

—Genial —dijeron al mismo tiempo la pareja, muy felices.

Elrick le entregó la invitación a la chica, después de eso la Muerte y su Cadejo salieron de la casa y se dispusieron a continuar su trabajo, volviendo a ser invisibles, 616 regresando la guadaña a su forma original y Gon haciendo aparecer sus alas. El día se había nublado y las gotas de lluvia descendían, haciendo que los que estaban desprotegidos se apresuraran a refugiarse para no quedar empapados y con frío, en cambio 616 y Gon no tenían ese problema, e iban caminando a paso tranquilo. Solo se refugiaron bajo la cornisa de un establecimiento para poder apreciar bien la invitación de la boda.

—No creo que se sea una buena idea —menciona la chica mientras leía la invitación.

—Sólo es una formalidad, deberíamos ir. Nos estarán esperando —dijo Gon mientras se sacudía. 616 se quejó bajo porque casi salpica la invitación.

—Una boda —lo meditó un poco—. Nunca he ido a una.

—Entonces esta es una buena oportunidad —el can estaba sentado tranquilo admirando la lluvia caer, escuchando agradable el sonido que hacían las gotas al impactar contra el suelo.

—Sí... —dijo ella manteniendo una leve sonrisa— Deberíamos llevar un regalo. Tal vez deba preguntarle a Marco.

—Tienes razón, él sabe de esto. Es su área.

La Muerte guardó la invitación entre sus ropas y volvió con su compañero a caminar felices bajo la lluvia, pero para ella era más su emoción de tener la oportunidad de presenciar de cerca esa celebración. Sin embargo, había un extraño ser cuya atención fue puesta sobre la chica, observándola entre las sombras. Salió un poco de ellas gracias al ocultamiento momentáneo del sol. Estaba cerca de emprender rumbo a ella, no obstante se frenó por las nubes que abrían paso de nuevo a la estrella del cielo, haciendo que regresara al resguardo de las sombras del callejón. Sonrió y se acomodó de brazos cruzados y su espalda contra la pared, debía de esperar un poco pero podía hacer eso. Esperar un poco más no era nada con todos los años que llevaba haciéndolo.

—¿Qué tenemos aquí? Una Muerte y un humano... ¿siendo amigos? —rio bajo y divertido— Esto es interesante.

Sus ojos se iluminaban, era lo que podía captar la atención primero en vez de los cuerpos que estaban al fondo.

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