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Capítulo 60: Haka

Nirelle y Haka estaban sentados frente al lago, viendo pasar el tiempo sin decir una palabra.

—Tú no eres humana, estoy seguro.

—¿Qué? —le miró con extrañeza alzando una ceja— Bueno, no, no lo soy… —fue interrumpida.

—No me refiero a que seas Muerte, sino que jamás fuiste humana —Nirelle levantó las dos cejas con consternación—, careces de sentimientos negativos hacia los demás. Como a mí, por ejemplo, no me guardaste rencor ni miedo después de que te atacara.

—Fue un accidente —relajó la mirada—. Ya olvídalo, de hecho, ya que volviste, voy a ayudarte a arreglar las cosas con Amiel.

—¡De ninguna manera! —espetó alzando la mano como simulando ser una barrera, cosa que hizo a la chica manotearlo con sonrisa divertida— Sabes bien que jamás me perdonará.

Haka era un niño humano de 10 años cuando conoció a Amiel. El menor tenía mucha curiosidad sobre él, así que constantemente le acechaba cuando iba al lago a dormir.

—¿Acaso es tu territorio? —preguntó Amiel con ojos cerrados, pues siempre sentía la presencia del infante.

—N-No —contestó alerta mientras el otro se reincorporaba a quedar sentado y mirarlo.

—¿Te molesta que venga?

—No. Sólo tengo curiosidad por tu especie —dijo más confíado—. Soy Haka, el heredero de la tribu del Norte, hijo de Amahau.

Licántropos. Bien, Haka, ¿me permites seguir viniendo? —Amiel preguntó no porqué estuviera en propiedad ajena, pues el bosque no le pertenece a nadie, el mayor preguntó por simpatía de un niño.

—¿Eh? Sí. Bueno, la naturaleza es de todos, no soy quien para prohibir tu visita —el chiquillo, quien estaba escondido de los arbustos, se levantó dejándose ver con ropas marrones, ligeras y algunas marcas de pintura en su cara.

—Entonces, gracias —dibujó una leve sonrisa de lado.

—¿Puedo saber tu nombre?

—Soy Amiel.

Con el pasar de los años el menor se hizo amigo del vampiro, cuando Haka cumplió los veintidos, se convirtió oficialmente en hombre lobo, a partir de ahí el pasar del tiempo fue más lento, tanto así, que a sus ciento cincuenta años, el parecía tener apenas treinta.

—Parecemos de la misma edad —menciona Haka divertido.

—Sí, pero soy más viejo que tú.

—Ja, anciano. Por cierto ¿sobre qué querías hablarme?

—Lo que ocurre… —el mayor volteó a sus espaldas, como pidiendo a alguien que se acercase— Necesito que cuides de ella por tres días, mi clan vendrá y no quiero que esté en peligro.

Amiel llevó a la Nirelle de diecinueve años de aquel entonces, quien salía con una mochila a sus espaldas y cargando a su gato Iván.

—Oh ¿ella es tu novia de quien me habías contado?

—Estrellita no es mi novia —dice el mayor apenado causando la risa a su amigo.

—Tranquilo, ¿pero estás seguro? Va a estar sola durante la noche.

—Por eso te lo estoy pidiendo, tengo absoluta confianza en ti —Haka estaba sorprendido.

—Bien, entonces no voy a decepcionarte. Pequeña, vamos —dice transformándose en un gran lobo gris y agachándose.

—Bien, sólo serán tres días —dice mirando a la joven—, luego Haka te traerá de vuelta aquí y regresaremos a casa ¿sí? —él carga a la chica en brazos poniéndola en el lomo de su amigo.

—Estaré bien —responde feliz la menor—. Si es tu amigo no tengo de que preocuparme.

Así se pusieron en camino, la menor contenta de cabalgar sobre un lobo sintiendo el roce del viento en su rostro.
Finalmente llegaron hasta un riachuelo, comenzando a caminar despacio, adentrándose en el bosque del otro lado hasta que llegaron al campamento de la tribu.

Niños corriendo, mujeres danzando y guerreros entrenando, era lo que se podía observar, una gran vista que llenada de curiosidad los ojos de la joven quien había ya bajado del lomo del lobo.

Prontamente la menor se acopló al lugar, ella dormiría en la tienda del jefe, Haka. A los más longevos les parecía extraño, pero acataron a su líder, el primer día fue lleno de preguntas de la joven quien no paraba de mostrarse sonriente al averiguar sobre las costumbres de la gente del lugar, por la noche una bienvenida en la hoguera con danzas rítmicas al son de la música e historias de la tribu, dejando como resultado a una chica tan cansada que Haka tuvo que llevarla cargando a su tienda para que durmiera mejor. Nadie le preguntó sobre su nombre, pues Haka se encargó de ello.

A unas cuantas horas del sueño la menor comenzaba a sollozar, Haka comenzó a cantarle una canción de cuna, la misma canción que su madre le cantaba a él durante las noches de tormenta, haciendo que la joven se calmara y siguiera durmiendo.
Al día siguiente el líder se encontraba haciendo entrenamiento junto a sus compañeros, Estrellita veía atenta los movimientos, analizando y aprendiéndolos.

—¿Quieres intentar? —preguntó uno de los guerreros.

—¡Sí! —sin más la joven aceptó gustosa, algo que sorprendió a todos.

Haka no quería que ella participara, pero eso no detuvo a la joven quien asombró a los guerreros utilizando el estilo de pelea que su líder acababa de hacer.

El mayor felicitó a la joven y los guerreros igual. El segundo día fue diferente a lo que Haka pensó, pues terminó enseñando y practicando combate con ella.
En el tercer día las mujeres sirvieron de modistas para la chica, con un vestido de piel de león que llegaba a sus rodillas, botas de cuero y el cabello peinado y adornado con una corona de flores, la menor se divertía con los niños e Iván.

—Ella sería una buena esposa para ti —menciona uno de los guerreros a Haka.

—No seas ridículo, para empezar no me gusta y para continuar, esa chica ya tiene a Amiel.

—Bueno, sigue siendo humana, la puedes transformar —el tono burlón apareció con una risita. Pero Haka suspiró negando con la cabeza.

—No, de ninguna manera. Y no insistas —dice apartándose y caminando hacia ella—. Hola.

—¡Hola! —menciona levantándose con alegría— ¿En verdad está bien si me llevó esta ropa?

—Sí, es un obsequio.

—¡Muchas gracias! —dice realzando la felicidad mientras da una vuelta observando el vuelo de la falda danzar por el movimiento.

Una gran fiesta de despedida durante la noche se le dio a la joven, quien conquistó el lugar con su alegría.
Al día siguiente todos se despidieron de la chica, ella subió al lomo de Haka mientras cargaba a Iván y así se fueron rumbo al lugar donde sería el reencuentro con Amiel.

—Me divertí mucho, la próxima vez convenceré a Amiel y a los demás de venir, Adir va a estar encantada.

—La hermana menor de Amiel ¿no? Ja, ja, ja, espero conocerla.

—¡Sí! Ella es muy gentil, ustedes se harían muy buenos amigos.

—Oh, genial.

La joven caminaba al lado del aspecto humano de Haka, quería disfrutar más el paseo. Al pasar sobre una raíz gruesa de un árbol, ella resbaló y trató de no caer agarrándose del tronco, sin embargo, se hizo una cortada en la palma de la mano, el mayor intentó atraparla, pero sólo logró que la chica pasara su mano herida por su boca, manchándole de sangre y haciendo que accidentalmente tragara un poco del líquido rojo.

—Haka, lo siento. ¿Haka?

Los ojos del mayor hacían parecer que estaba ausente, luego estos se tornaron color ámbar con la iris achicándose por los lados, el pelaje de Iván se erizaba y el de Haka comenzó a aparecer con su característica animal, sin embargo, era más que sólo su apariencia de lobo, pues esta vez él estaba erguido, parado sobre sus patas traseras, sacaba sus garras y mostraba sus filosos colmillos con los ojos de una verdadera bestia viendo a su presa.
Lanzó un zarpazo que la menor esquivó, tomó a su gato y comenzó a correr hasta el punto dónde vería a quien tenía que recogerla.
Ella pensaba en Amiel, imploraba por él.

De pronto las garras de Haka rasguñaron detrás de su hombro izquierdo haciéndola caer al suelo, Iván lanzaba pequeños arañazos sin lograr hacer alguna marca, pues nada podía hacer contra aquella bestia, quien se acercó poniéndose sobre la menor, olfateándola y dándole una lamida cerca de la cara.
Ella sólo podía cerrar sus ojos con fuerza por el dolor y el miedo, Haka abrió su boca para devorarla, pero en ese momento, Amiel apareció con su guadaña en mano y rasgó el rostro de su amigo, quien por el dolor regresó en sí y volvió a su forma humana cubriendo su cara ensangrentada.

—¡¿Qué demonios haces?! —preguntó el mayor con rabia— ¡Te pedí que la cuidaras!

¿Qué? ¿Qué estaba haciendo? —pensaba al observar a su alrededor cuando de pronto vio a la chica herida— ¿Qué ha pasado?

—¿No vas a darme una explicación? —más que pedir, lo exigía— ¡¿Por qué?!

Haka estaba muy confundido, no comprendía el porqué su amigo le gritaba y amenazaba con su arma.
Cuando estaba por ir a matarlo, la menor le pidió que no lo hiciera, a lo que él obedeció, pues ahora tratar la herida era más importante.

Haka intentó hablar con él en varias ocasiones, pero era en vano, pues se notaba la decepción en la mirada de Amiel. «No te mato sólo porque ella me lo pidió» fueron las últimas palabras que pudo cruzar su amigo antes de acceder a alejarse.

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