Capítulo 56: Alguien del pasado
Otro día normal para la Muerte 616, ya había pasado un tiempo desde la boda de sus familiares, ella ahora estaba haciendo lo habitual, liberando a los Devoradores de su sufrimiento y protegiendo a vivos y muertos. Ella seguía buscando por sí misma las respuestas de la información que obtuvo del demonio Glasya, lo hacía con mucho cuidado para no preocupar a Amiel y no alertar a los jefes mayores.
Muchas veces se quedaba viendo las constelaciones como si pudiera encontrar algo a través de ellas, Amiel la veía ahí, pérdida en el espacio, sabía que pensaba en el secreto y muchas veces sentía la necesidad de decirle la verdad, sin embargo, su miedo era más grande.
—Nirelle —dijo acercándose, pero ella seguía concentrada con la vista al cielo—. Mi Estrellita.
—¿Ah? ¿Qué pasa? —pregunta ofreciendo su sonrisa.
—Nada. ¿Cómo estás?
—Bien. Sigo pensando en aquello, pero no tienes de que preocuparte.
—Lo siento.
—Está bien.
El mayor miraba la espalda de la joven, ella no tenía su sudadera puesta, sólo una camisa sin mangas, dejando ver parte de la herida detrás del hombro de Nirelle, él la abrazó y besó en esa marca.
—¿Aún te sientes mal por ese día? —pregunta la chica acariciando la cabeza de Amiel.
—Sí. Casi te pierdo, por ese maldito pulgoso.
—No llames así a los Licántropos —menciona soltando una risa—. Además, Haka era tu amigo.
—No puedo llamarlos de otra forma. Después de hacerte esa herida, ese imbécil estaba encima de ti olfateándote antes de comerte. Tuviste suerte de que no te hayas infectado.
—Sí, bueno, pero me salvaste y no me convertí en uno de ellos —dice moviendo su mano derecha restando importancia al asunto.
—¿Uhm? ¿Cuándo te ocurrió esa herida en el brazo? —preguntó al notar la marca de mordida.
—Ah, esta. Bueno…
En ese momento, Gon tocaba la puerta con su pata pidiendo permiso para entrar, a lo que la pareja confirma el sí.
—¿Qué ocurre?
—Tenemos trabajo. Unos chicos jugaban con la ouija y las cosas se salieron de control.
—¿Qué les pasa a los jóvenes hoy en día? —dice suspirando dándose un pequeño golpe en su frente— Bien, vamos.
Nirelle se colocó su sudadera y luego el par se despidió del mayor, yéndose por el portal.
Amiel sonreía, pero esa expresión se fue cuando sintió una presencia fuera de la casa, al salir al balcón, vio a una criatura no agradable para él. «¿Tenías que aparecer de nuevo?» se dice a sí mismo sacando sus garras y bajando con una mirada fiera acercándose al roble.
—Aquella vez te perdoné la vida por petición de ella. ¿Y vuelves a sabiendas que te mataré sólo por haberte acercado de nuevo? —Amiel pregunta con desprecio en su voz.
—No has cambiado en nada, mi viejo amigo —la criatura se levantó, un enorme lobo con pelaje color gris y una cicatriz en el lado derecho del rostro que pasa por su ojo, los cuales son de color ámbar.
—Tú y yo ya no somos amigos. Te pedí sólo una cosa y no te importó. ¿Tratas de tomarla de nuevo?
—No. Sólo vengo a advertirte.
—¿Advertirme? ¿De qué hablas?
—Tu novia se está acercando a ese secreto que tanto has estado protegiendo.
—¿Qué? —su confusión y preocupación relucieron ante tales palabras, haciendo que su semblante palideciera.
—Él la está guiando. ¿Y sabes qué más? Ella le está ayudando.
—¡Eso no puede ser verdad! ¡Ella está muerta! Yo la maté.
—¿Estás seguro? Tú me contaste que sólo la viste caer en el rio, que nunca viste su cuerpo.
—No es… posible…
—Yo ya cumplí con decírtelo, después de todo te debo una por no sacarme el ojo con tu guadaña —dice retirándose, pero fue frenado por el vampiro.
—Espera, no fue por esto sólo por lo que viniste ¿verdad?
El lobo se mostró burlón, poniéndose frente al vampiro en una actitud un tanto santurron.
—Hace poco vi a tu novia en el lago. Muy bonito cuerpo he de decir.
—¿Tú quieres que te mate? —de más está decir que no le hizo gracia cuando sus garras salieron a la vista.
—Inténtalo, pero sabes que incluso ahora puedo darte pelea, aunque fue muy poco, alcancé a lamer unas gotas de su sangre. A lo que me lleva a mi pregunta, ¿por qué tú no la has tomado? La tienes en tus manos, perdidamente enamorada de ti, y aunque es una Muerte ahora, sigues siendo más poderoso.
—Más poderoso ¿eh? —ahora fue Amiel quien se mostraba sonriendo, bufó burlón aún con el ceño fruncido— Es verdad, puedo fácilmente clavar mi mordida en su cuello y beberla a la fuerza. Sin embargo, no me compares contigo, perro salvaje. Nunca tuve la intención de tenerla a mi lado para aprovecharme.
—¿Perro salvaje?
—Sí. Eso dije. ¿Algún problema?
—Si mal no recuerdo —hacía caso omiso para ese insulto—, tú ibas a convertirla. Eso significaba beber su sangre ¿y me dices que no te ibas a aprovechar?
—Gajes del oficio si así prefieres llamarle. Pero ya no tengo necesidad de hacerlo.
—Cómo sea, ya sabes lo que tenías que saber. Ahora me voy.
El lobo se adentró en el bosque perdiéndose en la oscuridad, Amiel se recostó en el tronco del árbol, deslizándose hasta sentarse y poner sus manos en la cabeza teniendo la mirada al suelo.
—Ella no puede estar viva. Si es así, yo… Mi Estrellita, ella de seguro tiene pensado revelarle la verdad.
Mientras tanto, 616 y su Cadejo llegaron a una casa lujosa, el hijo de los dueños estaba con cinco de sus amigos, los seis chicos tenían trece años, todos aterrados porque había actividad paranormal.
Los padres del chico estaban de viaje, por eso aprovecharon para jugar con la ouija.
—En mis tiempos las personas huían de estas cosas —menciona la Muerte con aburrimiento—. ¿Y ustedes jugando como si de un simple pasatiempo se tratase?
—¡Un demonio! —gritó una chica, sin embargo, ella era única que podía verla.
—Cuida tus palabras, muchacha —réplica Gon gruñendo—. Están ante su protectora —relajó su semblante—. Un momento... ¿Puede vernos?
—Ella debe ser quien creó el vínculo a este plano —Nirelle responde con tranquilidad.
Fue entonces que el interior del hogar comenzó a temblar. La Muerte veía a su alrededor, definitivamente había algo.
—Lo que está aquí. ¿Qué es lo que busca? —se pregunta Nirelle al pasar su vista por los muchachos, pero en especial, a la menor que podía verlos.
—¿Con qué estamos tratando? —Gon cuestiona la situación mientras la chica toca el tablero ouija con la punta de la guadaña.
Una sombra se paseaba por las paredes, yendo de un lado a otro siendo rápido, la Muerte alzó su mano ennegrecida hacia los chicos creando una barrera a la vez que los forzó a desmayarse.
La sombra no dejaba de moverse, Nirelle la seguía con la mirada y Gon gruñía. Entonces la joven entró a la protección, parándose frente a uno de los muchachos, poniendo la punta de la guadaña en la parte trasera del cuello de la chica que los veía.
—¿Podrías detener tu teatro? —menciona con una voz seria.
—616, oye ¿qué estás haciendo? —Gon estaba confuso al ver a su amiga amenazando a una humana, sin embargo, se extrañó cuando esa humana rió.
—¿Cómo supiste que se trataba de mí? —menciona burlona la menor.
—Fácil, tengo experiencia reconociendo a los vampiros —responde la joven con una sonrisa—. Sin embargo, es muy joven.
—¿Una vampira? —dice el Cadejo asombrado.
—Niña, ¿con qué propósito haces esto?
—Sólo quería conocerte —responde burlona la menor.
—¿Conocerme?
—Sí —su voz se escuchaba guasona, toda su actitud lo era—. Al pecado personificado.
—¿Qué? —los ojos de la Muerte brillaban con enojo.
616 alzó su guadaña, el Cadejo expandía los ojos con asombro, pues sabía que esa clase de comentarios era tocar una fibra sensible de su dueña.
Con agilidad la Muerte se volteó evitando con su arma, que la sombra perteneciente a la joven vampira le diera una estocada, quien se levantó tomando su oscuridad, la cual formó una alabarda medieval de dos metros en cuya cabeza de armas, hay una punta de lanza como peto superior, una chuchilla transversal en forma de hoja de hacha por un lado; y por otro peto más pequeño por su opuesto, en forma de enganche con la punta partida, una hacia arriba y la otra hacia abajo. Rápidamente 616 cerró más la protección excluyendo a la menor de ella.
—Eres hábil, sin embargo, nadie puede manejar mejor una guadaña que Amiel.
—¿Qué? ¿Cómo conoces a Amiel?
La menor sólo sonreía burlona hacía la Muerte. «¿Quién es esta niña? ¿Qué relación tiene con Amiel? ¿Y con qué razón involucró a estos chicos en un juego ouija?» 616 tenía muchas dudas sobre esa joven, Gon estaba en guardia, gruñendo. Fue entonces que la Muerte sintió algo atrás de ella, volteó por un momento visualizando así el tablero, esa pequeña distracción fue aprovechado por la vampira, quien lanzó un golpe intentando ensartarle la punta de su lanza.
Por supuesto la Muerte se defendía bloqueando cada estocada que la menor lanzara, sin embargo, mientras ella evitaba los golpes, notaba algo peculiar en ella, y era que su estilo de pelea era muy parecido al de su amado, por no decir que era idéntico.
La adolescente arremetió contra la contraria haciendo que retrocediera y se puso a la ofensiva.
—¿Qué relación tienes con Amiel? —Nirelle estaba muy intrigada.
—Uhm —agrandó su sorna sonrisa junto a un sonrojar se su cara—. Soy su esposa.
—¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡Amiel no está casado!
—Bueno, no. Pero él estará conmigo al final. Así que, aléjate de él —su ceño se frunció junto a su amenaza sin quitar esa expresión maliciosa.
¿Quién demonios es esta chica? Se preguntaba Nirelle dudosa de las recientes confesiones de esa muchacha. No creía, no quería creerle. Amiel no le mentiría ni le ocultaría algo como eso, y menos si se tratara de una chica que aunque haya vivido tantos años como él. No la engañaría (¿o sí?).
—Por cierto —la voz de la vampira le sacó de sus pensamientos—. ¿Crees qué es conveniente que te enfoques en mí?
—¿Ah? —Nirelle volvió a presentir algo— Gon. Entra a la barrera y protege desde adentro a los adolescentes.
—¿Qué? —el Cadejo se miraba confuso— ¿De qué…?
—Es una orden.
Gon estaba asombrado, pero acató lo que su ama le dijo, después de todo era la primera vez que Nirelle le pedía algo diciendo que era una orden.
—Muerte —menciona la menor atrayendo su atención.
Al momento de ver a la joven, un bola de fuego salió de la ouija golpeando en el centro a 616 haciendo que chocara de espaldas a la pared, soltó su guadaña y con ambas manos apretó la parte de la ropa que quedaba en su estómago.
—Hola, Muerte, es un placer —una voz masculina hablaba, sin embargo, sólo Nirelle la escuchaba, pues la oía en su cabeza.
—¿Qué? —algo se había metido en su interior, algo que sabía lo que era— ¿Qué quieres?
—¡Nirelle! —Gon estaba preocupado desde la barrera.
—¡No te apartes de los chicos!
El can no podía hacer tanto, mientras él permaneciera dentro de la protección, la mantendría activa aunque hubiese sido 616 la creadora.
—Bien, dime ¿quién eres y qué deseas?
—Quién sea no te ha de importar, y lo que deseo, es tu cuerpo y alma.
—¿Por qué?
—Eres valiosa. Tienes el poder para cambiarlo todo, así que coopera por las buenas, o sufrirás la agonía de tomar tu cuerpo y devorar tu alma por la fuerza.
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