Capítulo 55: Ramo
Nirelle se quedó tendida en el suelo por unos minutos mirando al cielo, analizando la información que tenía. Todo daba vueltas entretejiendo más preguntas mientras más pensaba en la respuesta.
Le era inútil seguir buscando la aguja en el pajar, al menos por ahora, tenía un compromiso que cumplir y el sol comenzaba a mostrarse.
—Tengo que irme —hablaba para ella misma—. Tendré que cambiar mi ropa, pero si entro así, Amiel se dará cuenta, después de todo apesto a ese lugar y su olfato es muy agudo.
La joven se enderezó, su guadaña se hizo brazalete y ella se disponía a tomar un baño y a lavar su ropa en el lago que queda al otro lado del bosque para mitigar su olor, tenía tiempo pues aún faltaban horas para la boda de Elrick y Sara.
Así se fue encaminada allí, el canto de las aves inundaba el lugar, la fragancia del bosque era placentera con el rocío siendo iluminado por los primeros rayos solares, que también eran reflejados en esa agua tranquila y casi cristalina.
Nirelle arrancó flores silvestres y rosas que habían antes de llegar al límite que mostraba el lago, se colocó en la orilla del agua y allí se quitó la ropa quedando desnuda, lavó sus prendas y las dejó secando al sol con los pétalos de aquellas flores y rosas cubriéndolas para que se inpregnase con su fragancia. Luego ella entró al agua sumergiéndose completamente en esta, alzándose con la vista al cielo dejando que el agua resbale en su cuerpo mientras el sol le daba.
Una marca de rasguño se alojada en su hombro detrás de su espalda al lado izquierdo, una marca hecha por un hombre lobo cuando ella aún era humana, y una mordida mucho más reciente que el zarpazo en su brazo derecho que ella quedó viendo, poniendo en su rostro una leve sonrisa al recordar cómo fue hecha.
Después de lavar su cuerpo salió del agua, tomó más pétalos y comenzó a restregárselos para inpregnarse con su esencia. Volvió a poner su ropa y sacudió sus cabellos para esparcir el agua que haya quedado resbalando en ellos, después de eso sólo caminaba de nuevo al bosque para salir de él y regresar a su hogar para recoger a Gon. Mientras que en los árboles subyacentes al lago, una enorme criatura se encontraba observando a la chica, en la penumbra que se formaban por la luz que no llegaba a ese punto.

La joven llegó a la casa, encontró a su canino aún durmiendo en el sofá y prefirió dejarlo así un rato más, así que subió a la habitación de Amiel donde dormía con él, y entró con sigilo acercándose al cajón cerca de la cama donde el mayor yacía dormido para tomar un cambio de ropa.
En el momento de retirarse, Amiel la tomó por la espalda y la arrastró con él a la cama, comenzando a hacerle cosquillas.
—¿A dónde fuiste tan temprano? —pregunta burlón dejando de torturarla con la risa.
—Ja, ja, ja, eh, ¿dando un paseo? —responde de igual forma.
—Oh —Amiel la abrazó con ternura mientras sonreía y respiró su aroma, notando el olor de las rosas, pero pronto su alegría se esfumó en cuanto percibió otro olor algo peculiar—. Estrellita, en verdad. ¿A dónde fuiste?
La menor trató de no sonar culpable y mantenía una sonrisa.
—Necesitaba dar un paseo. ¿Por qué?
—Hueles a azufre.
Los ojos de Nirelle se abrieron un poco, Amiel en verdad tenía un olfato agudo. «¿Cómo tan siquiera pensé que un baño en el lago y unas flores iban a encubrirlo?» era el pensamiento de la joven, quien ya no podía mantener su sonrisa y terminó contando todo a su compañero.
—¿Fuiste ahí abajo? ¿Cómo se te ocurre? —estaba parado pasando una mano frustrado por su cabello.
—Quería respuestas, y ya que nadie en la luz me las iba a dar, tuve que buscar por otro lado.
—¡Te pusiste en grave peligro! —la elevación de su voz mostraba la molestia y angustia.
—¡¿Entonces por qué no sólo me dices la verdad y evitas que me exponga de esa manera?!
—¿Qué?
—Lo sé, Amiel, sé que tú sabes la verdad sobre mi sangre. ¿Por qué nadie me dice nada? ¿Qué verdad tan maldecida tengo para que no quieran que me entere?
—Nirelle —el mayor abrazó con fuerza a la joven, en su agarre se notaba la preocupación y el miedo—. Me prometiste que no harías nada a mis espaldas…
—¿Amiel? —lograba sentir un pequeño temblar del contrario.
—Te lo suplico. No busques más. Detente, no quiero que sufras y me aterra que lo sepas.
—¿Cuál es esa verdad tan oscura? Lo siento. Está bien, no haré que te preocupes más —la menor lo abrazó también, recostando su cabeza al pecho—. Perdóname.
—No, yo lo siento, se que quieres respuestas, pero no puedo dártelas y las Muertes tampoco. Es por tu bien, así que no trates de encontrarlas.
—Perdón —pedía aferrándose un poco más a él, quien se notaba más alivado.
—Está bien, en verdad me alegra que entiendas —el mayor no dejaba de abrazarla, sentía que su amada había comprendido la situación—. Bueno, ahora vete, tienes que asistir a la boda —sonrió alejándose un poco sin soltarla.
—Sí. Es una pena que tú y tu familia no puedan ir.
—Sara quería invitarnos también, pero ya agregó un par de lugares más para ti y Gon, anexar otros siete iba a ser muy problemático.
—Bueno, si me sueltas me iré a cambiar.
—Uhm —Amiel puso una cara pícara—. ¿No quieres que te ayude?
La joven sonrojada rió nerviosamente, el mayor se carcajeó y salió de la habitación para preparar el desayuno de su familia.
Nirelle se cambió, aunque su ropa no era muy distinta de la que tenía, tomó el par de regalos que daría a los novios, el cual cada collar venía en su propia caja de regalo color blanco con un listón igual de blanco formando un moño.
Bajó las escaleras y Gon ya la esperaba en la puerta, todos los demás ya estaban en la mesa, la joven pasó rápido moviendo la mano mientras se despedía, al salir abrió su portal y se trasladaron hasta quedar frente a la Iglesia.
—Ella iba vestida casual —menciona Lena.
—¿Qué nadie le dijo sobre la vestimenta? —pregunta en reproche Adir.
—Bueno, jamás ha visto una boda antes —responde Amiel sonriente—. Tampoco es que a Elrick y a Sara les vaya a molestar.
Nirelle apareció frente a la Iglesia de Sam, un enorme moño blanco colgando en la entrada junto a decoraciones de flores blancas y rojas que se extendían hasta dentro formando un pasillo al altar.
Dentro la ceremonia ya había comenzado y Sam, quien precedía el evento hacia la condición: «Si hay alguien que esté en contra de esta sagrada unión, que hable ahora o calle para siempre»
Justo en ese momento, Gon y Nirelle entraban a la Iglesia, haciendo que todas las miradas se posaran en ellos, pues se había hecho visible.
—Ya llegó —menciona Elrick con una sonrisa.
—Ella viene casual —Sara soltó una pequeña risa.
—Creo que se debe a que nunca había presenciado una boda —añade Sam.
—¿Qué pasa? —Nirelle se encogía de hombros, pues no estaba acostumbrada a las miradas desde hace años.
—Es verdad, quizá sí debí decirle que se vistiera formal —pensaba Gon.
—Pasa, no te quedes ahí, tu lugar está aquí al lado mío —le dice Elrick para que se sentara en el lado de los acompañantes del novio.
La joven y su perro se encaminaron, ella estaba nerviosa —después de todo era vista—, y se sentó. Los ojos de los padres de Sara la veían con extrañez y desaprobación.
La ceremonia continuó y ambos sellaron su compromiso con el beso, todos aplaudían, la joven también y Gon ladró como felicitación. Antes de salir, la pareja se dirigió a la chica.
—Vamos —dice Elrick, Nirelle estaba confundida.
—A la fiesta de bodas —menciona Sara—. Vendrás con nosotros en auto.
—¿Ah? No, está bien, iré después —estaba sorprendida, incluso algo apenada.
—No, irás con nosotros.
La novia tomó a Nirelle de la muñeca y llevándosela casi arrastrando con Gon siguiéndoles, los invitados por supuesto, sorprendidos.
El auto ya estaba en la entrada, una corta limusina negra los esperaba, los 4 entraron y el vehículo comenzó a moverse. Nirelle veía por la ventana el pasar del paisaje de la ciudad, con las manos pegadas al vidrio encantada del paseo.
—Supongo que es su primera vez viajando en auto —Elrick se divertía con la expresión de la joven.
—Parece una niña —menciona Sara en voz baja para su ahora esposo mientras tenía el puño levemente cerrado para ocultar su risa—. Nirelle ¿Es tu primer viaje en auto?
—¡Sí! —responde con entusiasmo la joven— Ah, es verdad, tomen— extendió sus manos con los regalos—. Son sus obsequios.
Ambos le agradecieron el gesto y abrieron sus presentes, maravillándose por él. Cada uno de la pareja ayudó al otro a poner su collar, Nirelle veía con felicidad el amor que se profesaban ambos y la hacían sonreír, aun así, sus ojos se postraban más en el bello vestido de novia que Sara tenía, parecía una reina con la tela de seda y los adornos en este que hacían parecer que brillaba con diminutas estrellas.
—¿Te gusta el vestido? —pregunta Sara.
—Es muy bonito, te queda perfecto y te ves hermosa.
—Tú también te verás hermosa el día en que te cases.
—¿Eh? —la chica se sonrojó ligeramente ante el comentario, provocando que la pareja se riera.
En poco tiempo llegaron al lugar de la fiesta, un salón de recepciones grande adornado con flores rojas y blancas, mesas acomodadas elegantemente y una pista de baile en el centro.
Los ojos de la Muerte brillaban ante el escenario que prontamente se fue llenando con la llegada de los invitados. Nirelle tenía un lugar al lado de Elrick y un lugar más al lado de ella donde Gon se sentaba.
Al lado de Sara estaban sus padres, quienes veían a la extraña con rareza, especialmente por la cercanía tan estrecha que tenía con su yerno.
—Hija, ¿quién es esa chica? Está muy pegada a tu esposo —pregunta la madre de Sara, estaban apartados.
—Es una amiga de Elrick, y su nombre es Nirelle. Ellos dos son muy cercanos.
—¿Y si es su amante?
—Madre, no es así. Sabes que Elrick no tiene familia, sus padres murieron el año pasado, por eso terminamos posponiendo el compromiso. Esa chica es para él como su hermana. Le hace feliz tenerla cerca y a mí verlo así. Así que no saques esas conclusiones.
Prontamente llegó el momento del primer baile, la joven veía felizmente a la pareja bailando, una escena mágica. «¿Así que esto es una boda? Es muy lindo». Era su pensamiento.
¿Así hubiera sido la mía con Amiel? Se preguntaba la joven mientras sigilosamente le entrega su comida al can.
Cuando el baile terminó, la pareja fue a la mesa, Sara se sentó, pero Elrick no.
—¿Podrías concederme la siguiente pieza?
—¿Qué? No, yo no sé bailar —menciona Nirelle apenada.
—Yo te enseño —dice Elrick llevándosela a la pista, tomando la mano de la chica y poniendo la otra en su hombro, mientras él pone su mano en la cintura de la joven—. Ahora solo debes seguirme.
El baile era lento, Elrick lo pidió así para que Nirelle aprendiera, ella veía sus pasos concentrada.
—¿Es la primera vez que estás en una boda?
—Sí —contesta sin despejar su mirada de sus pies.
—Pues será mejor que te acostumbres antes de la tuya.
—¿Qué? —la joven alzó su mirar a su amigo, quien le indicó que voltease, cosa que hizo— ¿Qué haces aquí?
—¿Podría concederme el privilegio de bailar con usted? Mi Estrellita —Amiel se presentaba con un traje oscuro y elegante, a los ojos de Nirelle, él parecía un príncipe.
Elrick guió a la joven hasta el mayor, entregándole su mano para luego marcharse a sentarse con su esposa. Amiel la tomó pegando su cuerpo al de ella, apenándola, pues todos estaban viéndolos mientras bailaban.
—Estás roja —menciona él con una sonrisa burlona.
—¿Y de quién es la culpa? ¿Y qué haces aquí? —intentaba parecer molesta, algo que no conseguía y sólo provocaba que el hombre la mirara con ternura.
—Sara me llamó diciéndome que hiciera esto. Así que aquí estoy.
—No creí que bailaras.
—Nunca lo hicimos. Y veo que para ser tu primera vez haciéndolo eres buena.
No tardó mucho para que las personas se unieran a la pista, Elrick y Sara también, pero Sara era quien dirigía el ritmo de su pareja para estar cerca de Nirelle y Amiel, como una forma de fangirlear con ellos.
Mientras tanto, arriba de un edificio, la familia de Amiel veía la escena, Adir por supuesto estaba con la cámara grabando y tomando fotos de Nirelle y su hermano.
El tiempo avanzó, un juego esperado por las mujeres solteras llegó, un juego que Nirelle no conocía, así que sólo estaba sentada al lado de Amiel.
Sara subió a una silla de espaldas al público reunido, con ramo en manos comenzó a balancear sus brazos para lanzar el ramo de novia, haciendo fintas al principio para luego soltarlo de repente, cayendo en las manos de la Muerte con todas las miradas dirigiéndose a ella.
—Oh. Parece que te ha tocado —menciona el mayor.
—¿Qué cosa?
—Según la tradición, quien logra atrapar el ramo de la novia será la siguiente en casarse.
—¿Q-Qué? —Nirelle se puso roja de nuevo.
—Qué casualidad ¿no?
El mayor la besó justo ahí, sorprendido a los invitados, haciendo feliz a la pareja de recién casados y a la familia de Amiel, y por supuesto, a Nirelle también.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro