
Capítulo 54: Más dudas que respuestas
Una conferencia se llevaba a cabo en la sala de una universidad, el tema era la exploración del universo, científicos debatían sobre los descubrimientos de nuevos planetas y estrellas.
—Nirelle, llegaste antes —dice Marc saliendo de su portal sin guadaña en mano.
—El tema me interesa —menciona con una sonrisa—. ¿Qué es lo que quieres decirme? ¿Encontraste algo?
—Sobre eso… —el joven tenía un semblante serio y decaído, cosa que extrañó a la chica.
—¿Marc? ¿Qué ocurre?
—Sebastián vino a verme. Nirelle, sometieron a Mila, y me advirtió que dejara de investigar sobre ti.
Nirelle estaba muy consternada. ¿Qué era tan importante como para amenazar con tal de que no saliera a la luz?
Aquella Mila de la que la Muerte Azul hablaba es su Cadejo.
—Marc, lo siento. ¿Mila está bien?
—Sí, lo está. Pero no comprendo qué es lo que tratan de ocultar con tanta cautela. Lo poco que pude hallar no revela nada.
—¿A qué te refieres?
—La vida de la chica de quién tomaste el cuerpo no es nada especial. Su familia eran simples campesinos, y sus orígenes tampoco son gran cosa. No hay nada que esa chica tenga de especial, su sangre no está relacionada a nada espiritual.
—Pero si no tiene nada, ¿por qué la sangre es tan valiosa? —esa poca información más que aclarar algo terminó creando más preguntas a la joven.
—Escucha, seré más cuidadoso con mis pasos.
—No —sonrió—. Ya te arriesgarte mucho. Gracias por tu ayuda, pero aquí se termina esto —su expresión cambió a uno serio—. Debí preverlo cuando vi a Tara ese día.
—Es verdad. ¿Crees que haya ido porque Shafer le contara algo? Después de todo su área también es el conocimiento.
—Tal vez, pero si es así no van a decirme nada —Nirelle suspiró, esto ya era complicado, no había forma de continuar investigando con las Muertes mayores interrumpiendo, al menos no de forma legal—. Bien, gracias por tu ayuda, pero déjalo.
—¿Segura?
—Segura —dice con una sonrisa—. Bueno, debo irme.
Nirelle abrió su portal y apareció dentro de un edificio cuyo interior era blanco en las paredes y el suelo de porcelanato con lirios blancos en las orillas. Todos los edificios de las Muertes son diferentes, tanto en color como en piso, a excepción de las Muertes Negras.
El tipo de adorno del piso representa más sobre el tipo que es, en este caso, los lirios blancos en Las Muertes Blancas, representa la pureza y el compromiso a su labor, el camino de pétalos de rosas rojas en el área de Muertes Rojas representan al amor, el rio corriendo bajo el cristal con las Muertes Azules es el conocimiento. Nirelle se dirigió directo a ver a Esteban, ya que él le dio permiso especial de poder verlo sin ser anunciada.
—Nirelle, bienvenida —menciona parado con un libro, dirigiendo la mano a un sofá.
—Vamos a ahorrarnos las formalidades ¿quieres? —menciona con una sonrisa— ¿Qué es tan importante para que no quieran que yo lo sepa? ¿Qué me están ocultando? —su expresión cambió, mirando firme a los ojos del contrario.
—No es necesario que lo sepas. Sólo dedícate a cumplir tu trabajo.
—Me dicen que tengo que cuidar mi sangre, pero no me dicen el porqué. Es muy contradictorio porque no sabré de que manera protegerla.
—¿Quieres la verdad? —dice el mayor dejando su libro en una mesa, acercándose y poniéndose en frente.
—Por supuesto.
—La verdad es que no puedes soportar la realidad. Va más allá de tu comprensión y no podrás manejarlo. Créeme, es mejor que no lo sepas. Por eso incluso tu vampiro lo mantiene en secreto.
—¿Qué has dicho? ¿Amiel lo sabe?
—Todos queremos tu bien, y es por eso que no vamos a permitir que lo descubras, incluso si es por eso que llegas a odiarnos.
Declaración que dejaba muy claro que Esteban no hablaría más sobre el asunto.
Nirelle salió de allí, regresó a su hogar donde encontró a Amiel en la oficina de la casa, tenía aún más dudas acerca de todo. «¿Tan terrible es esa verdad como para tener que protegerme como si fuera una princesa indefensa?»
Sin embargo, prefirió dejar las cosas así, si incluso Amiel le ocultaba eso, era mejor que no intentara averiguar más.
Así pasaron seis días, y en la mañana siguiente era la boda de su familiar, era de noche, de madrugada, iban a dar las 3:33 a.m. y la Muerte no había dejado de pensar en aquella verdad que tanto le esconden, no podía dejar las cosas así, su mente no se lo permitía, así que si no lograba hallar su respuesta en la luz, tenía que hacerlo en lo oculto.
Ella fue al risco de flores rojas, sacó su guadaña y esperó a que fueran las 3:33. Cuando la hora llegó, empuñó su arma mientras su hoja tenía un tenue brillo blanco, alzándola y clavándola en el aire, pareciera que la dimensión estaba siendo cortada, pues la punta se hundió en el aire.
Con dificultad bajaba la hoja hasta que abrió una especie de línea del que emanaba un color anaranjado, su brazalete regresó y ella se quitó su sudadera amarrando las mangas en su cintura, pues al lugar donde iba no sería precisamente uno fresco.
Al entrar, apareció frente a unas largas escaleras, observó a su alrededor tratando de visualizar cierto lugar hasta que lo encontró, así que fue bajando aquellos escalones de piedra.
No sé preocupó por el portal abierto, ya que fue abierto por una Muerte sin deseo se que nada más cruzará la salida.
Conforme bajaba, iba hallando a los seres habitantes del lugar, seres que fácilmente puedes saber qué son.
Ellos la veían, unos con odio, otros con burla, pero todos confusos.
¿Qué hará una Muerte aquí abajo y en especial dirigiéndose a ese lugar? Era la pregunta que todos se hacían. Prontamente ella llegó.
—Tienes agallas para bajar al infierno —menciona uno de esos seres, un demonio, sin cabello y varias líneas dibujadas en su cuerpo—. ¿Para qué vienes a ver a nuestro Presidente?
—Asuntos personales —responde la chica con una sonrisa.
—Oh, la zorra quiere hacerse la graciosa. Pero una porquería como tú no puede pasar —el demonio se alzaba para iniciar una pelea, a lo que La Muerte se preparaba para sacar su arma.
—Todos tranquilos —una voz gruesa se escuchó, un hombre alto salía de aquel edificio pareciente a un castillo antiguo, un sujeto de apariencia blanca, cabellera larga y tan oscura como la noche, ojos de un rojo fuego—. Vaya sorpresa la que tenemos de verte por estos parajes, mi pequeña puta.
—Tan cálida bienvenida como ha de esperarse, Conde Glasya-Labolas —responde con una sonrisa La Muerte.
—¿Qué desea la hija del ser a quien tanto odio?
—Una conversación amistosa —Nirelle no dejaba de mostrarse sonriente a pesar de las miradas penetrantes a su alrededor, en especial la de ese comandante del infierno.
—Tienes pelotas en aparecerte de esta manera frente a mi puerta —el ser se había acercado a la joven poniendo un tridente con las puntas filosas en la coyuntura que une el mentón y la garganta—. No sabes las ganas que me provocas de querer destrozaste.
—¿Puedo saber el motivo? —pregunta sonriendo aún.
—Tu padre se llevó a uno de mis mejores soldados, le convenció de traicionarnos.
—¿Y por eso me odias? ¿Por ser hija de mi padre?
—Ni más ni menos.
—Oh. Bien, pero, no estoy aquí para revivir viejos rencores familiares —menciona alejando el tridente con un dedo índice—. Así que ¿podemos hablar?
—Esa sonrisa es característica de él. Bien —dice retirando el arma—, vamos dentro.
El interior del edificio era espacioso, no había muebles más allá que un trono de piedra al fondo donde el conde fue a sentarse. Arriba de él, un estandarte estaba colgado con el siguiente emblema.
—¿Qué es lo que quieres?
—Necesito información, tú manejas el conocimiento del pasado y el futuro. Quiero saber sobre el origen de mi sangre —firme y seria era como se mostraba.
—¿El origen? ¿Podrías ser más específica?
—Las Muertes me ocultan una verdad que no quieren que yo descubra. Pero no encontré nada más allá que no fuera sobre una familia tranquila.
—Uhm. Sé lo que quieres saber.
—¿Qué es?
—Lamentablemente para ti, incluso nuestro Gobernante también prohibido revelarlo.
La cara de la chica mostraba obviamente confusión y desconcierto. ¿Una verdad tan preciada que Dios y el diablo estén de acuerdo en no revelar?
¿Qué demonios está pasando? Pensó tensa.
—Uhm, por tu cara veo que surgieron más dudas —ella le frunció el entrecejo—. Bien, no voy a revelarte nada, pero si puedo darte una pista.
—¿Pista? ¿Cuál?
—Bien, buscas en el lugar equivocado.
—¿De qué hablas?
—Dijiste que investigaste el cuerpo que tienes, sin embargo, eso no es lo que tienes que ver —el mayor sonrió levemente—. ¿No entiendes, verdad? —ella negó.
—Pongamos un ejemplo. ¿Sabes cómo surge un nuevo vampiro?
—¿Eh? Sí. Por medio de «El beso del vampiro» El vástago drena toda la sangre de su víctima bebiéndola por la arteria carótida, haciendo que esta muera de debilidad, cuando ya no queda gota alguna en las venas, el vampiro creador llena de nuevo el cuerpo de su víctima con su propia sangre. Sólo una gota de sangre en los labios es suficiente para despertar la sed y que comience a beber, naciendo así el nuevo Neonato.
—Oh, tu dueño te entrenó bien —hizo pequeños aplausos burlones.
—Claro —rodó los ojos hastiada—. ¿Qué tiene que ver eso?
—Cómo puedes ver —Glasya subió los puños con los dedos índices levantados en posición paralela—, la sangre del vampiro y la víctima pueden ser de diferente grupo sanguíneo y aún así se intercambian —el demonio cruzó los brazos formando una X—. Tú te estás enfocando en la sangre y nada más —termina bajando las manos.
—Sigo sin comprender. ¿Por qué no debo prestar atención en la sangre? Es lo que todo mundo busca.
—Cuando un cuerpo muere, la sangre se coagula. El alma no es más que energía que mantiene el cuerpo caliente y hace que la sangre se mantenga en ese estado líquido y fluya por las venas, pero si no hay energía, no hay sangre que corra. Es por eso, que los vampiros beben sangre, sus almas están aprisionadas en su interior. En pocas palabras, no es ese cuerpo y esa sangre ajena que posees en dónde debes enfocarte, sino, en la esencia de tu alma.
—¿Mi alma?
—Sí, así de fácil. Eso es todo lo que voy a decirte.
¿Por qué cada vez que obtengo respuestas sólo surgen más preguntas? Se preguntaba en su interior mirando al suelo. Ella agradeció para empezar a retirarse.
—No te vas a ir así nada más. Devuélveme a Shafer o muere —la joven sonrió.
—Lo siento, pero Shafer es libre de permanecer dónde él quiera, yo no puedo ordenarle nada.
El interior del castillo comenzó a temblar y un aura oscura se percibía alrededor del Presidente de esa sección.
—No te hagas la tonta conmigo. Así que, ¿eliges la muerte?
—Uhm. Bueno, hay un pequeño problema con eso. Y es que ya estoy muerta.
La Muerte sacó una pelota de goma rellena de agua, la arrojó arriba y lanzó una aguja haciéndola explotar, bañando con una pequeña lluvia el interior en lo que ella corría.
—¡Maldita! —la voz guturada de la criatura se alzaba en el interior, el agua estaba bendita.
Nirelle salía a prisas de ahí, demonios trataron de detenerla, pero no se permitía ser apresada.
Saltando de techo en techo y de escombro a escombro, se dirigió a la salida. Una vez cruzó, levantó su guadaña con la hoja brillante y lanzó un tajazo del cuál un hilo de luz se incrustó de lado a lado del portal como si cosiera una tela rasgada, hasta que este desapareció cerrándose como si nada hubiera estado ahí.
La joven se echó para atrás dejándose caer en el pasto, faltaba poco para el amanecer y veía aquel planeta que parecía estrella.
—Así que, incluso el diablo.
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