Era de madrugada, había una gran calma dentro de la casa de Elrick, por primera vez en más de ocho siglos el silencio no era doloroso, la Muerte Negra 616 podía dormir tranquilamente.
Y por primera vez en cinco años, Elrick sentía paz al estar dentro de la habitación de su pequeña hermana.
La puerta principal de la casa se abrió, alguien entró tratando de no hacer mucho ruido, subió las escaleras y se dirigió a la habitación de Elrick, quien se había despertado por el sonido de los pasos de aquella persona, fue entonces que se levantó y abrió la puerta dilucidando que alguien entraba a su habitación, dónde ahora Nirelle dormía.
—¿Sara? —dijo para sí mismo somnoliento.
El chico salió y se dirigió al cuarto de enfrente, entrando y encendiendo la luz sólo para confirmar que efectivamente, se trataba de Sara, sin embargo, se sorprendió al ver algo más, pues su prometida tenía agarrada a la Muerte de la cara con ambas manos, besándola en los labios, y Nirelle estaba despierta, sonrojada, pues había sido despertada de esa manera.
—Sa-Sara —mencionó Elrick casi dejando escapar un chillido.
—¿Uhm? —la nombrada abrió los ojos un poco, y luego completamente notando que a quien estaba besando no se trataba de su prometido, separándose al instante— ¡¿Mía?!
—Ho-Hola… —dice la joven nerviosa.
En un instante, Sara se hizo para atrás cayendo de espaldas, Gon se acercó a ella y le movió la cabeza con su hocico, claro que él ocultó sus alas. Elrick se apresuró a ayudarla.
—¿Estás bien? —preguntó el chico con sonrisa nerviosa.
—Sí. ¿Qué hace aquí? —aun estaba en el suelo.
—Nirelle sufrió un accidente —la ayudaba a pararse—, y ya que no tiene familia, pues…
—Lamento la intromisión —responde la chica.
—Un momento —habla Sara acomodando su vestido—. ¿Nirelle?
Elrick se preocupó por un momento, pues no sabía cómo explicar que el nombre de 616 no era Mía.
—Supe que la hermana de Elrick se llamaba así —responde la Muerte—. Pensé que le dolería si tenía que pronunciarlo, así que sólo le dije otro nombre. Lo siento.
Sara sentía que había algo más en las palabras la joven, pero también sentía que ella no trataba de ocultarle ese algo por maldad.
—Entiendo —dice sonriendo—. Pero no debes cambiar tu nombre por los demás, si lo haces es como si te negaras a ti misma.
—Eh, sí. Comprendo. Mañana me iré para no causar problemas.
—¿Estás loca? Claro que no. Sufriste un accidente, entonces quédate aquí hasta que te recuperes —menciona Sara con sonrisa sincera. Nirelle quería negar—. Nada de peros. No hay problema alguno.
—Gracias Sara —mencionó aliviada.
—Cielos Elrick, al menos me hubieras avisado con un mensaje de texto, así no habría entrado en la habitación y besado a Nirelle —dice sentándose en la cama.
—Lo siento —menciona con una pequeña risa el chico.
—Aunque… —Sara tomó con una mano el rostro de la chica y la alzó un poco— No besa mal, de hecho, creo que lo hace mejor que tú.
Sara hizo un tono burlón y pícaro acompañando a esas palabras, lo que hizo a Nirelle sonrojarse y a Elrick soltar una carcajada.
—¡Oh! ¡Se ha puesto roja! Ja, ja, ja, lo siento.
–Vamos a dormir, Sara —menciona el chico tratando de no reír de nuevo—. Es la habitación de enfrente.
—Pero esa habitación era de…
—Sí. Pero dormiremos allí.
A Sara le extrañó que su prometido sugiriera eso, pues sabía que le costaba entrar a esa habitación, después de todo, él tenía contratado a alguien que le hacía la limpieza periódicamente al cuarto. Sin embargo, notó que ahora era diferente, y que se veía feliz.
—Muy bien —dice sonriendo felizmente por eso y saliendo de la habitación despidiéndose del perro—. Entonces iré a acomodarme. Buenas noches Nirelle.
—Bu-Buenas noches —regresó el gesto.
—No vayas a robarte a mi novia —espeta Elrick en broma mientras se ríe.
—No lo haré. Ella es una buena persona.
—Sí, lo es. Así que no vayas a irte mañana —dice saliendo de la habitación mientras se despide de ella y del can.
—Ya lo escuchaste —añade Gon acostándose a un lado de la cama.
—Sí. No me iré.
Pasaron cinco días, Nirelle estaba ya recuperada casi en su totalidad. Ocultar a Sara que la Muerte no comía era duro, afortunadamente Gon sí podía hacerlo, aunque tampoco tiene la necesidad, así que hacían que él comiera por ella.
Durante ese tiempo, los Antediluvianos la fueron a visitar todos los días, Amiel era especialmente detallista, Sara se emocionaba cada vez que el mayor le mostraba afecto a Nirelle, incluso tomó muchas fotos. Cabe recalcar que Sara se volvió su amiga, aunque no sabía que en realidad son vampiros.
—Gracias por cuidarme —menciona con una sonrisa.
—No hay problema —dice Sara en un cálido abrazo.
—Ya viene siendo hora de que me retire, me iré mañana. Muchas gracias.
—¿Segura que ya estás bien? —pregunta Elrick. Ella asiente.
—¿Por qué no la acompañas a dar un paseo? —pregunta Sara a su prometido.
—Eh, claro. ¿Te molesta si lo hago? —menciona el mayor viendo a Nirelle.
—No, al contrario, me encantaría.
Así, la Muerte y el Cadejo se despidieron de Sara y tomaron rumbo con Elrick. En el camino, Gon volvió a ser invisible y sacó sus alas, luego voló para dejar al par de amigos solos, pues 616 tenía que hablar con el humano de algo sumamente importante.
—¿Y de qué necesitas hablar? —pregunta intrigado esperando casi con impaciencia.
—¿Recuerdas aquella vez que preguntaste a Leila sobre la regla que rompí?
—Ah, sí. ¿Qué ocurre con eso?
—Está completamente prohibido que una Muerte cambie de forma directa el destino de alguien. Y yo cambié el tuyo. Tenías que haber muerto en aquel accidente.
—¿Me salvaste?
—Uhm, pues sí, básicamente. Pero para hacerlo tomé la vida de alguien más.
—¿A qué te refieres?
—No se puede obtener algo sin dar otra cosa a cambio. El sujeto que provocó el accidente era un borracho empedernido sin ningún respeto hacia la vida. Tomé el tiempo de vida restante que le quedaba y te lo dí a ti.
Elrick estaba sorprendido ante esa revelación. Notaba lo que su mirada era decaída.
—Mató a alguien por mí. ¿Por qué me salvaste? Aún no sabías que era tu familia.
—No sé porqué decidí hacerlo. Tal vez inconscientemente vi a Neizan en ti. Sentí que eras una buena persona, y no quise que tu vida terminara de esa manera.
—No sé que decir, más que sólo, gracias. ¿Pero por qué me cuentas esto ahora?
—Verás, los jefes mayores se han enterado de todo. Así que me van a enjuiciar por haber roto la regla primordial.
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