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Capítulo 38: Sálvala

—¡Debe haber algo que podamos hacer!

De vuelta en la actualidad, Elrick estaba desesperado por hallar una forma de hacer despertar a su amiga. Ya eran las 23:50 y la joven seguía sin rastro alguno de que fuera a despertar.

—Lamentablemente, no hay nada que hacer —responde Esteban sin dejar de verla con el ceño fruncido y apretando su muñeca por detrás.

—No nos queda más que rezar por su alma —añade Sam con dura resignación, pero aún con plegarias de esperanza.

Elrick no podía hacer nada más que apretar los puños de la impotencia, a un lado estaba Gon, quien empujaba con su trompa la mano de su dueña mientras soltaba pequeños chillidos de tristeza.

¿Rezar? ¿De qué nos sirve ahora sí no va a ayudar? ¿Por qué tan siquiera no le cumple un milagro a quien ya ha sufrido mucho? Preguntas como esas iban y venían en la mente del muchacho, más como reproche que como dudas buscando sus respuestas

—Elrick ¿a dónde vas? —preguntó Leila sin obtener contestación.

El chico caminó saliendo de su habitación entrando a otra que quedaba frente a la suya. En esta, la decoración era una muy alegre, pues un color rosa pastel se plasmaba en las paredes y teniendo adornos femeninos e infantiles, también había un balcón por el cual el joven salió, y apretó el barandal que tenía mientras miraba al cielo con lágrimas corriendo por sus mejillas.

—¿Por qué? ¿Por qué ella? ¿Por qué la haces pasar por todo esto?

Elrick bajó la mirada y cerró los ojos, tenía muchos sentimientos mezclados, como el miedo, tristeza, ira. Así que abriendo los ojos un poco, miró sus manos, luego las juntó pegándolas a su pecho.

—Sé que no te he rezado desde aquella vez. Desde... —tragó doloroso por tener que mencionarlo— que te llevaste a mi hermana, que era lo que más amaba en el mundo. Te odié desde ese momento y nunca más quise saber de ti. Pero —cerró los ojos fuertemente—, por esta vez te pido que ahora sí me escuches, por favor, no te la lleves a ella, por favor, te lo ruego. Sálvala.

—¿Te preocupas tanto por ella? —esa voz desconocida le hizo abrir los ojos repentinamente.

Amiel, sus hermanos, tíos y su primo aparecieron frente a él, estaban siendo levitados por la habilidad de Adir.

—¿Podrías dejarnos pasar y ver a Estrellita? —preguntó la melliza preocupada.

—Hermano, él es el humano por el que ella se arriesga —añadía Hiram sin apartar la mirada de Elrick, de hecho, nadie le retiraba la vista.

Este tipo es el que lastimó a 616 —frunció el entrecejo con desdén, cosa que comprendía muy bien Hiram.

—Ya veo. Este muchacho se parece mucho a él —piensa el mayor poniendo más atención que el resto—. Chico ¿puedes darnos el permiso para pasar?

—¿Darles mi permiso?

—Nosotros los vampiros —explica el mellizo—, no podemos entrar a una casa a no ser que seamos invitados.

—Ni de broma —gruñía apretando los puños—. ¿Creen que voy a dejarlos pasar especialmente teniendo a ese maldito con ustedes?

Elrick estaba furioso viendo a Hiram a la vez que le señalaba.

—Ese desgraciado lastimó a 616. Todos ustedes son vampiros ¿y quieren que los dejé pasar?

—Por favor —habla Lena casi sollozando—. Todos estamos preocupados por ella.

—Es verdad —dice Hiram con un semblante decaído—. Lo siento, yo la ataque antes, pero ahora estoy arrepentido, fue un grave error de mi parte. Si es necesario yo no entraré.

—Al menos deja a nuestro hermano verla —añade el mellizo.

—Por favor —menciona Adir—. Amiel está muy preocupado.

—¿Amiel? ¿Quién de ustedes es ese tal Amiel? —pregunta el chico habiendo relajado un poco su enojo.

—Soy yo —responde el mayor.

Por unos segundos Elrick quedó viendo a los Antediluvianos, notando que en verdad todos estaban preocupados por su amiga. De acuerdo, entren. Concedió retrocediendo para dejarlos pasar y guiarlos a la habitación donde estaba 616.

—¿Por qué cambiaste de opinión? —pregunta el mayor.

—Tu nombre. Ella mencionó tu nombre mientras estaba inconsciente.

Todos se sorprendieron al enterarse de eso. El joven y los vampiros entraron al cuarto donde todos estaban acompañando a la chica.

—¡¿Qué hacen ellos aquí?! —réplica Gon gruñendo y en guardia.

—¡Elrick! ¿Los dejaste pasar? —añade Leila alterada.

Las Muertes sacaron sus guadañas, poniéndose en posición de ataque.

—¡Basta! —Elrick alzó la voz asustado— Necesitamos a alguien que la llame para que despierte. Este tipo, Amiel, puede hacerla despertar.

—¿Qué has dicho, muchacho? —pregunta el hombre confuso.

Elrick les explicó la situación a los vampiros, Adir, Lena y Jaziel soltaron lágrimas, y todos los demás estaban aún más preocupados y arrepentidos.

—Así que eso pasa —menciona Amiel mirándola con arrepentimiento.

—Así es. Pero tú puedes llamarla. Hace poco le dijeron "Estrellita". Si tú le hablas...

—No hay forma de que pueda hacerlo —interrumpió afligido.

El muchacho no comprendía comenzando a desesperarse más. ¿Qué acaso no había nada qué hacer?

—Hace tiempo también creía que eso iba a funcionar, pero no es así. Estrellita sólo fue un apodo que se me salió. No sé lo dí porque haya pensado en él.

—No puede ser —tomaba sus cabellos enloqueciendo.

—Lo siento —Amiel se puso a un lado de la cama tomando de la mano a la menor, soltando lágrimas—. Lo siento mucho, mi Estrellita.

—¿Qué clase de relación tienen ustedes? —pregunta Elrick al ver la reacción del sujeto.

—Mi hermano y Estrellita —habla Adir entre lágrimas—, ellos iban a casarse.

Todos los presentes se asombraron al escuchar esa revelación.

—Ustedes...

—Maldición —refunfuñana Hiram también llorando por la culpa—. Lo siento mucho. Yo provoqué que acabara así.

Nadie comprendía el porqué de las reacciones de los vampiros, especialmente la de Hiram.

—¿Y ese tal Neizan no puede ayudar? —pregunta Elrick desconcertando a todos.

—¿Cómo conoces ese nombre? —Amiel cuestionó mirándole con la sorpresa.

—Además de mencionarte a ti, también dijo ese nombre.

—Ya veo —sus vistas se regresaron a ella.

—¿Qué pasa?

—Neizan era su hijo.

—¡¿Su hijo?! ¡¿Ella tuvo un hijo?!

—En realidad era su sobrino, a quien ella le salvó la vida cuando aún era humana. Lo cuidó y crió por dos años, un año siendo humana y un año después de convertirse en Muerte.

—¿Dónde está? —preguntó temeroso por la respuesta.

—Ahora, bueno, hace siglos que está muerto —él acariciaba la mejilla de ella con los nudillos—. Mi Estrellita —pensaba mirándola con tristeza y ternura—, ahora entiendo porqué te interesa este humano, se parece tanto a Neizan.

—No quiero que ella se vaya —menciona Elrick, a lo que todos lo miraron y vieron que tenía lágrimas—. No quiero perderla a ella también.

El chico se puso al lado contrario de la cama, quedando frente a Amiel, y tomó la otra mano de 616.

—Tú me recuerdas a mi hermana. Ella sólo tenía siete cuando sufrió un accidente haciendo que cayera en coma, yo rezaba todos los días por que despertara, ella era una buena niña. Le pedí muchas veces a Dios que la salvara, pero ella murió, desde ese día, empecé a odiarlo.

Tu carga ¿eh? —Sam veía con compasión a Elrick, ahora entendía el porqué de su rechazó en la Iglesia.

—Dios, por favor, a ella no. Por favor, sálvala.

Todos cerraron los ojos, comenzaron a rezar, incluso los Antediluvianos, todos pedían por el despertar de la Muerte.

Dale un nombre.

¿Qué? —Elrick abrió los ojos, pero parecía que nadie había hablado— ¿Qué fue eso?

Tienes que hacerla despertar. Tú tienes que salvarla. Dale un nombre y llámala.

¿Yo?

Sálvala.

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