Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15: Reencuentro

—¿Tú crees que disfruto de esto? ¿O que no me importa lo que le suceda a los humanos? ¡Tú no sabes el peso que cargo! —616 miró con frustración a Elrick.

—Yo no sabía —dijo en voz baja, avergonzado—. Lo siento —su semblante de culpa se apreciaba con facilidad en su rostro.

—Por supuesto que no sabías. ¿Cómo lo harías? —ella recogió su guadaña, la convirtió en brazalete.

—¿A dónde vas? —preguntó el chico al verla caminar, alejándose de él.

—A cualquier lado, necesito estar sola.

—Espera —el joven la tomó de su brazo, la presión no era autoritaria, pero sí la reclamaba.

—¡Sólo déjame sola! —espetó sin apartar su brazo, cubrió sus ojos con la mano del brazo que tenía libre— Sólo déjame sola, necesito estarlo, por favor.

Elrick no quería hacerlo, algo en él le pedía que no la dejara irse, pero decidió hacer caso omiso y soltó el brazo de la chica, quien sólo caminó sin un aparente rumbo fijo.
El joven se quedó ahí parado hasta que ya no pudo verla más, entonces decidió volver a casa, él también necesitaba estar solo y descansar, no quería pensar más, estaba agotado mentalmente y eso se relejaba también en lo físico. Una vez estuvo dentro de su hogar, tomó un baño y se dispuso a dormir, después de llorar de frustración.

616 estaba sentada recostada sobre sus rodillas bajo un gran sauce, el viento susurraba y mecía las ramas lánguidas. La mente de la Muerte le traía recuerdos, unos cálidos donde recordaba risas alegres y el sentimiento de seguridad, y también había memorias de un calor abrasador en los cuales escuchaba gritos de agonía, y miedo.

Tapó sus oídos como intentando callar esos alaridos que se reproducían dentro de su cabeza, hasta que un sonido la sacó de sus pensamientos, era su dispositivo, que recibía una llamada. Vio quién era el que intentaba comunicarse y contestó de inmediato.

—Marc... —dijo decaída y aliviada al contestar la llamada, aunque su interior no dejaba de permanecer inquieto.

616, al fin logro contactarte. ¿Dónde te has metido? —la voz era de hombre.

—He tenido algunos problemas. ¿Qué pasa?

¿Cómo que qué pasa? Me pediste que investigara la daga que hallaste en el ritual que interrumpiste de aquella niña.

—Ah... eso... —meditó un poco, no tenía ánimos de atender el asunto, al menos no en ese momento.

¿Te encuentras bien?

—Sí, estoy bien, ¿qué hallaste? —frotó su frente queriendo que eso la tranquilizara.

Bien, pareciera no ser gran cosa, aparte de tener cuarzos y algunas gemas incrustadas adornando el mango. Pero en realidad tiene algo oculto, en la cuchilla.

—¿En la cuchilla?

Sí, esta tiene algo escrito en la cuchilla que sólo puede ser vista cuando entra en contacto con la sangre.

—Un mensaje oculto.

Algo así. El texto está en latín, y se completa por ambos lados. Dice... Et beatos vos cum sanguine...

—Corpusque munere —completó preocupada mirando al suelo, como si algo hubiera allí, a su lado, sus fosas nasales captaban un ligero olor a quemado.

¿Ya lo conocías? —el del otro lado de la línea estaba impresionado.

—No exactamente. Lo he escuchado antes.

¿Sabes lo que dice?

—No. ¿Qué significa?

Su traducción es: Te llamo con sangre. El cuerpo es un regalo —las voces cesaron por unos instantes, el sonido de las hojas por el mecer del viento era lo único que estaba presente, y también el trinar de madera siendo comida por el fuego, pero esto ultimo solo lo escuchaba 616, en su cabeza—. ¿Hola? ¿Estás ahí?

—¿Encontraste algo más?

Por el momento, no. ¿Tienes algo en mente o una petición?

—Tengo una idea de lo qué es. Gracias por tu ayuda.

No hay problema. Si surge algo más, te avisaré.

—De acuerdo, hasta pronto.

Cuando la llamada terminó, mordió suavemente la piel del nudillo de su pulgar mientras apretaba un poco el teléfono.

—Esos desgraciados tratan de regresarlo —musitó para sí misma, los sonidos de su cabeza habían cesado, pero no significó que dejara de pensar.

El clima cambió, las nubes grises ocultaron el sol y algunas gotas comenzaron a caer para luego llover. El olor de lluvia envolvió el ambiente, y a pesar que la Muerte no lo sentía, sí sabía que la temperatura se había hecho un poco más fría gracias al agua.

—Qué gusto volver a verte, mi florecilla —dijo la voz masculina, con gusto.

La voz conocida tomó por sorpresa a 616, quien abrió los ojos con sorpresa sin voltear a ver, pues la "persona" estaba recostada en el tronco de aquel sauce, junto a la chica.
No fue que no se hubiera dado cuenta de que alguien estaba ahí, es que en verdad ahí no había nadie. Su sorpresa fue porque en realidad no sintió la presencia de cuando se acercó tanto.

Giró su cabeza para cerciorarse de quién era, al voltear vio que se trataba del hermano mayor de Hiram.

—¿Amiel...? —asombro, no había mejor forma de describir lo desbocado que hizo a su corazón acelerarse por encontrarlo de nuevo, y tan cerca.

—Así es, mi florecilla. Hace mucho que no te veo —mencionó mientras intentaba acariciarle la mejilla, a lo que ella se alejó velozmente, empuñándo su guadaña.

—Aléjate de mí —advirtió, hostil—. ¿Quién eres?

—¿Quién soy? —inclinó la cabeza con confusión— Vamos, dijiste mi nombre hace unos momentos —añadió levantándose, mostrando una sonrisa amigable.

—No te hagas el tonto conmigo, podrás parecerte a él, incluso tener la misma voz. Pero no eres Amiel.

—¿Cómo lo supiste?

Preguntó cambiando su apariencia de un hombre de cabello corto y oscuro, a uno de cabello largo y rubio, con una complexión corporal más delgada, la ropa era la misma a la de los Antediluvianos. Seguía mostrando una sonrisa.

—Oh claro, tenías que ser tú, Izan. Tu actitud te delata, para empezar, Amiel no sonríe de esa forma, y además, él nunca me ha llamado florecilla.

—Oh, qué torpe de mi parte —el rubio mostró su burla llevando el cabello hacia atrás.

—¿Qué quieres, Izan?

—Pues me enteré que estabas por aquí, y que tuviste una pelea con Hiram. Así que quise saludarte.

—¿Ah, sí? Pues hola, ahora lárgate.

—No seas así —la sorna salia con naturalidad—. Sólo quiero conversar contigo, y pedirte un favor.

—Un favor ¿eh?

Ella pensó: Sea lo que sea no es nada bueno proviniendo de estos vampiros, especialmente de él. Y si no le doy lo que quiere, peleará, ya estoy muy herida, si comienzo una lucha ahora no tendré oportunidad alguna.

—Déjame beber tu sangre.

—¿Beber mi sangre? —cuestionó sorprendida.

—Sí, tú tienes algo especial, Amiel lo sabe, así que déjame beberla primero —dice caminando con una expresión ansiosa.

—¿De qué hablas?

Al principio la cara de Izan era divertida, después cambió por una de sorpresa. —¿Tú no lo sabes?

—¿Saber qué?

—Esto es increíble, realmente no lo sabes —reía bufón, como si el mejor chiste se le hubiera contado—. Supongo que es por eso que incluso Amiel lo mantiene en secreto —la reacción no hacía otra cosa más que desconcertar a la joven—. En realidad eso no importa. ¿Me dejarás morder tu cuello voluntariamente? ¿O tendré que hacerlo bruscamente? Decide.

—Prefiero que mi sangre se quede dentro de mí —respondió dibujando una sonrisa forzada.

—Uhm —gesticuló divertido—, así que quieres hacerlo a la manera difícil. Bien, por mí no hay problema. ¿Pero qué me dices de ti? Te ves cansada. ¿Crees que tendrás oportunidad conmigo en ese estado?

—¿Crees que me voy a entregar así de fácil?

—No —Izan iluminó sus ojos, sonrió y relamió sus labios, extasiado—. Era claro que no.

Por unos segundos el vampiro desapareció de la vista de 616. Ella se mantenía a la defensiva observando a todos lados, lo único que percibía era el sonido de la lluvia tocando el suelo. No paraba de pensar en qué hacer al no lograr sentir la presencia del vástago, y también se quejaba en silencio por el dolor de sus heridas.

—¿Qué buscas? —el vampiro sorprendió a la Muerte dándole una patada en el abdomen.

Ella gritó por el golpe, retrocedió por el impacto pero logró evitar su caída sosteniéndose con su guadaña, tosía un poco de sangre dado que el golpe fue directo en una herida profunda de sus anteriores peleas.

—Esto será muy sencillo. Deberías dejar de pelear, sólo desperdicias sangre.

—No me jodas.

Levantando su arma, 616 corrió para enfrentar a su enemigo dando un tajazo, el cual Izan evitó y se colocó detrás de la chica, intentó acertar otro golpe en la misma herida. Pero la Muerte sabía que haría eso, así que con fuerza regresó el palo de la guadaña hacia atrás, atinando un golpe en el estómago del vampiro. Izan se abrazó por el acometido, después recibió una patada en el mismo sitio que lo lanzó lejos.

—Te regreso el golpe —dijo burlona. Corría hacia él para cortarlo mientras Izan se levantaba para continuar la batalla.

—Ni herida dejas de ser dura.

Todos los vampiros tienen la habilidad de usar su propia sombra como armas, el cual se transforma en una en específico. Hiram, por ejemplo, puede convertirla en espada. En el caso de Izan, su sombra es una ametralladora, para ser más específicos, una M134 Minigun.

Oh carajo, ¡esto tiene que ser una broma!, dijo en sus adentros 616, frenando sus pasos para correr de manera horizontal.

—¡No creas que también te lo dejaré fácil! —carcajeó disparando su arma —¡CORRE!

—Maldito demente —por un momento 616 se detuvo, clavó la guadaña al suelo y con ambas manos al frente creó una barrera para defenderse de los disparos de Izan.

Las balas de la arma del vampiro no eran balas como tal, sino energía. El polvo era levantado por el impacto de dichas balas, dejando poca visibilidad para 616.
Los disparos pararon, la chica no podía mantener más su escudo, así que tomó de regreso su guadaña manteniendo su atención en todos lados por dónde pudiera aparecer Izan.

—¡Hola!

El vampiro sorprendió a 616 golpeándola nuevamente en el abdomen, pero esta vez usó su Minigun como si de un bate se tratara, sacó a la chica de la nube de polvo, la guadaña cayó a un lado del rostro femenino clavándose al suelo.

—Vaya, sí que eres difícil de roer —añadió acercándose, golpeando por tercera vez la herida en el abdomen, esta vez con la planta de su zapato ejerciendo presión.

—¡Ahhh! —ella soltó un grito de dolor a la vez que trataba de contenerlo de nuevo.

Izan puso una cara sádica, le gustaba ver las expresiones de agonía en sus víctimas, a él le fascinaba jugar con ellos. La Muerte estaba exhausta, yacía en el suelo sin poder moverse, su fuerza la había abandonado, después de todo tenía múltiples lesiones en su cuerpo debido a las recientes peleas.

Rayos, ya no me queda fuerza, no puedo mover ni un músculo, pensaba, le costaba respirar. Incluso quiero dormir... Qué irónico...

Comer, beber, dormir, esa clase de cosas no son algo que entes como los fantasmas o las Muertes tengan la necesidad de hacer, después de todo, no son humanos o seres vivos como tal.

—¿Qué ocurre? ¿Estás cansada?

—Púdrete —mencionó con la poca fuerza que le quedaba.

—Qué agresiva. Tal vez se deba a que no ves a alguien conocido —su tono de voz le pareció extraño a la joven, mas no podía procesar o pensar de qué se trataba, tampoco era como que quisiera—. Probemos con ese chico.

616 frunció el ceño debido a que el vampiro se transformó en un pequeño que no pasaba los diez años. Su cabello castaño claro era largo hasta las orejas, y sus ojos eran avellanas, tenía una lunar en la esquina del ojo derecho, y la sonrisa infantil era inocente.
Además de poder cambiar la forma y estructura de sus sombras, los vampiros también poseen habilidades propias. Izan podía transformarse en cualquier persona, siempre y cuando esa persona existiese y lo hubiera visto antes, ya que no le era posible modificar la apariencia de la persona en cuestión; incluso puede imitar la voz.

—¿Qué te parece? ¿Así está mejor? —dijo con la voz limpia y cálida.

No uses su voz..., la chica estaba quedando inconsciente, a lo que Izan levantó el pie y lo dejó caer con fuerza en el estómago de 616, provocando que se desperezara un poco y comenzara a toser sangre. Después el vampiro retiró su pie, se arrodilló en una pierna y con sus brazos levantó la parte superior del cuerpo de la joven, acercándola al suyo.

Buon appetito, miele. (Buen provecho, cariño)

Izan mostró sus colmillos, hizo la cabeza de 616 hacia atrás jalándola de sus cabellos para estirar su cuello, se dispuso a beber su sangre clavando su mordida, pero antes de penetrar la piel, el vampiro sintió un agarre en su propio cuello.

—Tienes diez segundos para darme una buena razón del porqué no debo asesinarte ahora mismo.

—A-Amiel... —mencionó Izan alejándose del cuello de ella, volviendo a su apariencia original. En su tono de voz era obvio su preocupación, y tampoco era posible negar la ira que emanaba su primo.

—Seis segundos.

—¡No, espera! Sólo quería un poco, no pensaba acabarme su sangre. Te la iba a dejar para que te divirtieras con ella después

—Ya veo —dice Amiel con total calma—. Ponla en el suelo.

—S-Sí.

El vampiro rubio recostó con delicadeza el cuerpo de la chica, quien aunque no estaba inconsciente, tampoco estaba muy lúcida, su vista era borrosa, así que poco se enteraba de lo que ocurría. Amiel, por su parte no soltaba el cuello de Izan, el cual estaba temeroso de tragar, incluso de seguir respirando.

—Izan.

—¿Sí?

—Es una lastima que tu habilidad se pierda.

—¿Qué?

Ejerciendo fuerza con su mano, Amiel arrancó parte del cuello de su compañero, salpicando un poco de sangre en el rostro de la chica.
El cuerpo de Izan se desplomó de lado, el mayor tiró la parte que arrancó, quedando su mano cubierta de sangre mientras se lavaba un poco por la lluvia que caía.

Se arrodilló en una pierna junto a ella, y con la mano que tenía limpia retiró sin problema la mancha de sangre del rostro de la chica gracias a la lluvia, también limpió su propia mano para evitar mancharla de nuevo.

El mayor le pasó sus brazos por debajo de las piernas y la espalda, la cargó como una princesa y recostó la cabeza de la joven en su pecho.

—Me alegra verte de nuevo, mi Estrellita —mencionó el vampiro con una leve sonrisa. 616 levantó su rostro sólo para ver quién era.

—Amiel —habló susurrante y con dificultad, sus párpados le pesaban, ya no podía mantener la poca consciencia que tenía y terminó cayendo dormida.

Por unos segundos, Amiel se quedó viendo a la chica, pensando en lo tranquila que se veía durmiendo a la vez que su mirada se posaba en su cuello.

—Ahora mismo sería muy fácil beberte —le besó el cuello—. Pero aún no es el momento.

En ese instante, la lluvia paró, dejando sólo las nubes ocultando el sol y el olor a tierra mojada. El Antediluviano miró al cielo, sabía que debía irse antes de que el cuerpo celeste brillará de nuevo, así que se puso en marcha llevándose consigo a 616 cargada en brazos.

—Descuida, mi Estrellita, sólo duerme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro