Epílogo
He recibido peores propuestas que la suya, los tres condenados años que pasé junto a él, fueron una aventura que relatar.
Lo odio, lo sigo odiando desde el primer momento, en que aquella sonrisa confiada de galán de película de adolescentes, se fijó en mí.
Y hoy, con los años, he aprendido mucho. No, aún no lo acepto. Mi corazón se aceleró cuando estuvo frente a mí, el día de mi graduación de secundaria, cuando bailamos, y yo usé unos pantalones, junto a mis tenis negros, y aquel día mi madre estaba en contra de esa vestimenta.
Qué recuerdos aquellos...
Algunos chistosos, otros que...me dan vergüenza el solo pensarlo, como mi primer beso. Pero que idiota fuí...
-Demonia, ya es hora -enunció Marcelo al abrir la puerta.
-Hora de que, mono viudo. Ni que me fuera a casar.
-Él está aquí de nuevo, y está esperando en la sala. ¿Quieres que venga para acá? -Me sugirió con burla.
-¡Ya voy! Ni loca que estuviera para invitarlo a mi habitación, además mañana me toca ir la universidad. No tengo tiempo de hacer nada. Ni siquiera he ido con Margaret a pasear.
Bajé los escalones y...ahí estaba. El gigoló, la sanguijuela, el perverso hombre del cual me hice cómplice, y el que ha sido destinado a ser mi esposo. Nell Leynor en sus treinta, con unas rosas y una caja de color negro...
-¿Cuál a la razón de esta visita? Acaso no te has rendido luego de tres años, en que perdiste la apuesta.
-No he renunciado, ni lo haré. Tú, solo tú eres a quien deseo, no solo tu cuerpo bien formado. Quiero tu cariño -discurso -Talía, de verdad no sientes nada por mí. Todos estos años juntos, no significaron nada, vas a negar el hecho, de que aquella noche, no eras tú la que quería tener sexo conmigo -añadió hincado frente a mí.
-Primero, párate de ahí. Pareces un perro callejero.
-No lo haré. Necesito respuestas, tengo el derecho de saber por que no admites que me amas, porqué me quieres lejos de ti, al menos dime, si yo no fui el único que sintió este amor que me quema por dentro ¡Dime Talía!
La situación en la que me encontraba era incómoda. No sabía qué hacer. Este día tenía que llegar tan pronto, apenas tengo veintidós ¡Soy muy joven! Pero por que él no solo se rinde. Hay muchas mujeres dispuestas a portar su apellido ¿Porqué yo tengo que tener esa carga?
Me quedé parada en silencio, él estaba aún postrado en el suelo, es más difícil así, no quiero lastimarlo.
-Nell levántate.
-¡No hasta que me respondas!
Él quería que yo le dijera mis sentimientos.
Y lo que le dije fue:
-Si sabes que siento algo, por que no solo me dejas tranquila -le revelé.
-Entones te casaría...
-Oye, oye, alto ahí. Aún soy una estudiante, no tengo tiempo libre. Así que no te hagas ideas locas.
-¡Pero tú ya dijiste que me amabas! Entonces que es lo que falta -me cuestionó aún de rodillas.
-Nell, el hecho de que te ame no significa que tenga que estar atada a tí. Sé que lo que sientes es puro, a pesar de las veces en que demostraste lo contrario, siempre estuviste ahí, conmigo. Pero trata de entenderme, no estoy lista, es una gran carga que necesito analizar. Todavía podemos seguir como estamos, yendo a citas y eventos como pareja -le respondí mientras yo misma tomé la caja y las flores -Y Nell. Cuando me veas portar lo que hay en esta caja, ese día será en el cual yo acepté tu propuesta. Ahora podrías levantarte, tienes más de veinte minutos en esa posición.
-Entonces esa es tu respuesta.
-Si, esa es.
-Pues no importa que tantos besos te robe, ya eres mía. Ves que nunca pierdo -enuncio al agarrarme y tumbarme al suelo -Pequeña Talía, sigues siendo esa rebelde y desafiante niña de la cual me enamoré.
-Y tú sigues igual de travieso que siempre joven Nell -conteste entre besos. Si el muy descarado se puso a besarme en plena sala.
-Nell creo que deberíamos parar.
-Por que, si esto apenas empieza -respondió.
-Creo que hay muchos espectadores mirando.
Y si de repente los padres de él, su hermano, mis padres e incluso el abuelo Pablo y no olvidemos a la pandilla de mis primos, estaban muy concentrados viéndonos.
¿Qué acaso somos una maldita telenovela, para que nos miren con tanto asombró?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro