Me tomé un ratito para llegar hasta donde la vieja alcahueta, toque la puerta y ví como su rostro arrugado me observaba con una mueca desagrado (ella también se levantó del lado equivocando).

—¿Qué se te ofrece pequeña? Si vienes a vender dulces no quiero ahora —balbuceo haciendo señas con sus manos como si yo fuera un canino.

—No señora Martha, solo necesito que llame a su hijo para que dirija una ceremonia de aniversario —le explico con mi expresión apenada y angelical como si no hubiera roto un plato.

—El llegará a las ocho mija está en un retiro de la parroquia, le diré tu mensaje ¿Y para cuándo lo necesitas? —preguntó la muy chismosa.

—Para hoy mismo, lo necesito para el aniversario de mis padres que es hoy —le contesto con una sonrisa de niña buena «Mi actuación está mejorando ja,ja,ja» —pienso sarcástica.

—Claro querida —afirmó —Aun recuerdo cuando tenía la edad de tu madre y andaba con Luis ¡Oh mi querido Luis! Que Dios lo tenga en su santa gloria —Comenzó a relatar.

—Bueno, yo me voy ha sido un placer y muchas gracias —me despido para librarme de sus comentarios e historias de juventud. Hoy no puedo escuchar sus delirios vieja Martha.

Me fui y regrese al patio donde todo estaba organizado, solo teníamos que esperar al cura y a mamá.