Saludo a todos los presentes y comienzo a supervisar, al parecer encontraron sillas y mesas (adoro a mi primo). Marcelo ya estaba vestido y lo admito no se ve tan mal al menos perece una persona de la sociedad; también ví como Margaret y Hansel que jugaban en el pasto (se ven tan adorables).

—Bien Harold repasemos —Llamo a mi primo —¿La comida y bebida?

—Esta lista, tanto la salado como la dulce; y también los licores y las bebidas para menores.

—¿El altar?

—Estamos terminando de colocarle los últimos detalles.

—¿Los anillos y el gran pastel como se encuentran?

—Tengo un par de anillos con las medidas de los tíos acá en esta cajita —Me mostró. Como le hace para conseguir todas esas cosas ¿Brujería quizá?

—Perfecto solo faltan los invitados y mamá; el vestido para mamá y el cura —enuncio.

—Talía tenemos un problemita —avisó Harold.

—¿Cuál es el problema? —pregunto cruzada de brazos.

—El cura.

—¿Qué pasa con el cura? —Vuelvo y lo interrogo.

—¡No tenemos cura! —exclamó dejándome casi sorda con su voz un poco afeminada.

—Bien, yo lo resuelvo. En la casa de al lado vive la madre del cura de la iglesia, solo le pediré un favor —digo para que se calme antes de que le dé un ataque de pánico y mamá nos descubra.

—¡Eres un ángel! —dijo retomando su alegría —¡Federico mueve esa rosa hacia la izquierda! —le escucho ordenar antes de irme a la casa de la señora Martha.