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50. Calma, respira y aguanta

Estábamos en el ascensor, mi cuerpo no dejaba de transpirar ¡Esa chica, como se le ocurre hacer esas cosas! Sus labios tan suaves e inexpertos...me volveré loco ¿Qué clase de niña hace esas cosas?

Quise continuar con el beso y darle una lección, pero ella apartó mi cuerpo en cuanto sintió mis manos en su cadera ¡Maldición! ahora soy yo el que parece un idiota.

-Te gustó mi pequeño regalo -balbuceo pícara recostada en un extremo del ascensor.

-Así que, ese pequeño piquito que me diste fue un regalo ¿Me hubieras dejado continuar y te hubieras sentido muy bien? -Me acerqué un poco y le susurre al oído.

-Ya lo hablamos en el auto Nell, puedes hacerme lo que quieras, pero debes saber las consecuencias de eso, eres libre de tocarme si quieres -me dijo en un tono dulce, pero sexy a la vez.

¿Es enserio? ¿Ella puede ser así también? Ella quiere que yo vaya preso, o aún peor que su familia me deje sin huevos.

Bueno al llegar al piso nos dirigimos a mi apartamento, y si yo estaba suspirando del alivio, por que si nos hubiéramos quedado más tiempo en un espacio tan cerrado como ese, no sé si podría seguir conteniendo mis impulsos.

Entramos a la casa y ella tiró su mochila y se acostó en el sofá, entonces le dije poniendo la parte superior de mi cuerpo frente a ella:

-Entonces querida así es como te comportas en una casa nueva.

-Si tienes algún problema con que me acueste en tu mueble, búscame un lugar para dormir querido -me habló acercándose a mi rostro.

¡Dios! Que haré con esta chica y sus tentaciones, es peor que una prostituta de las que tratan de dejarte en bancarrota, tengo que resistirme, tengo que, pero oírla decir eso hace que me den escalofríos.

Yo traté de ponerme más cerca de su boca, quiero besarla, pero no sé como reaccione, o al menos quiero intimidarla un poco a ver si se aleja, o se asusta de mí.

¡Tengo que hacer algo para que me deje tranquilo!

-¿Qué? ¿quieres otro beso? -me preguntó con una sonrisa macabra ¿Qué planeas Talía?

-Si lo quiero, quiero muchas cosas de tí ¿me las vas a dar? -conteste aún encima de ella.

-Me gustaría, pero no -se negó empujando mi cuerpo lejos del sofá -Conformate cariño, ese regalo fue debido algo, si quieres más tendrás que ganartelos -agregó confiada.

No, no puedo con esto ¿en realidad tiene quince años? Incluso su aptitud en la fiesta de mi mejor amigo hizo que la sanguijuela esa de Arlen pasará el ridículo, y a mí me manipula con sus actos tentadores y ese delicioso trasero ¡Dios ayúdame!

-Esta bien querida -afirme -Me iré a duchar, si quieres puedes venir -agregué para ver como reaccionaría.

Ella sonrió y me lanzó un guiño.

Yo literalmente huí de ahí, entré a mí habitación y la cerré, hasta incluso sonó un estruendo por ello.

Empecé a desvestirme y admiré mis pectorales y demás músculos, parece que tendré que ir a gimnasio para rebajar una pancita que noté debido al pastel de zanahoria.

En fin, me bañé y luego me puse algo de ropa cómoda, unas bermudas cuadriculadas y una camiseta en un tono gris, con mis zapatos negros, pero no los de la oficina, éste era un par más ligero y cómodo.

Salí de mi habitación y la ví urgando en la nevera con una leve inclinación hacia abajo, está niña solo quiere hacerme imaginar cosas...

-Oye ladrona, te dije que te tenía preparado algo, tienes tanto apetito -le grité para llamar su atención.

Al voltear su cuerpo hacia donde yo estaba, su boca estaba manchada de algo rojo y en sus manos tenía un pan con salsa de tomate, al parecer encontró la despensa.

Me le acerqué y quite la mancha de su boca ella me miró con una mueca extraña y me cuestionó:

-¿Dónde está el queso y el jamón? ¿Has ido al supermercado por lo menos? ¿Cómo planeas alimentarme?

-Cariño la cena está aquí -le dije señalando el horno -Solo hay que calentarla en el microondas, si quieres puedes irte a bañar y vestirte con uno de los trajes de la habitación femenina; cuando regreses la cena estará servida -agregué.

Ella se tomó alrededor de cinco minutos para decidir, y luego se fue al baño sin hablar, solo afirmó con su cabeza que estaba de acuerdo.

¡Ahora como demonios voy a mantener la compostura!

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