36. ¡A comer!
Uno, dos, diez, media hora después de haber realizado nuestro pedido la chica llamada Crista, lo sé soy muy metiche cuando quiero pero no era un secreto lo ví en su placa, que estaba del lado de su corazón sobre un voluptuoso par de toronjas que se balanceaban de aquí allá con la bandeja.
—Aquí tiene señorita, un plato de papas fritas con salsa de tomate, un plato de pechuga de pollo con crema y una malteada de chocolate —dictó dejando mi almuerzo en la mesa —Y esta es su orden joven, un plato de pollo asado mediano, una ensalada sin tomate; para el postre dos pastelillos de chocolate y un zumo de naranja y melón como bebida, espero que lo disfruten —agregó al finalizar con la comida de cada uno.
Yo empecé a comer mi gran plato, y agarraba tres papas para llevarlas a mi boca, tomé un trozo de la pechuga con mis manos desnudas, que antes las había lavado con un desinfectante que tengo en mi bolsillo de emergencia.
Eak y yo nos observamos mientras comíamos, y no, no eran miradas melosas y para nada románticas más bien era lo contrario; podría decirse que un par de niños están presumiendo lo que comían como si fuese un filete o un caviar de primera clase.
Las miradas se perdieron mientras pasó el tiempo y los dos nos concentramos en lo importante en ese instante, la comida y el sonido que emitían las bocinas de restaurante.
—Estuvo delicioso.
—Mas delicioso está este pastelillo —comentó luego de una mordida el imbécil rompiendo la poca paciencia que me quedaba —¿No quieres probarlos son dulces y esponjosos? —agregó colocando el postre al lado de su mejilla intentando otra vez presumir.
—No gracias, los postres de mi papá son mejores. Además no necesito que me presumas como si fueras anuncio de supermercado barato —contesté dejando una expresión seria en mi contrincante.
Nos miramos con ojos amenazadores, como si estuviéramos en película de artes marciales...
—Disculpen... ¿Necesitan algo más? —interrumpió la mesera.
—No hermosa, solo estaba jugando a las miradas con mi pequeña compañera —respondió caballeroso y pegajoso como príncipe de cuentos para niñas.
Yo me quedé callada, y le dí una patada en el pie, y fue que gracias al mantel largo que no se notó mi “pequeña” travesura.
Ya habían transcurrido quince minutos y la piruja esa nada de largarse ¿acaso no es consciente de que está en su horario de trabajo? Bueno en fin, revisé mi teléfono para ver la hora y faltaban diez minutos para las tres ¿Era tan tarde?
Quite el sacó que estaba sobre mi mochila, me lo puse y me fui de la mesa.
—Eak, te espero en el auto y paga la cuenta —dije con una leve furia en la oración —Y Crista ¿verdad? Estás en horas de trabajo, deberías atender a lo que te corresponde y no ir flirteando con cualquier “individuo” que veas usando traje y accesorios costosos; no conseguirás nada, mejor has tu trabajo bien así por lo menos tendrás más paga ¿No crees? —agregué saliendo del establecimiento.
Me dirigí al estacionamiento y a unos veinte pasos Eak salió detrás de mi, me gire al escuchar su voz llamándome y lo espere a que llegara a mí.
—¡Estas loca! como le dices eso a la mesera —gritó —Tuve que darle mi número para que dejara de chillar —agregó con enojo.
—Primero, nada de lo que dije la ofendió de ninguna forma, solo le hice ver que los trabajos se hacen bien o no se hacen; segundo cuidado con el tono en que me hablas, soy una señorita y ni se te ocurra alzarme tu mano no soy una perra o prostituta ¿va?; tercero te pagaré todo el dinero que utilizaste en mí y cuarto ¿quién demonios le da su número a un extraño? ¿Acaso careces de sentido común? podrías haberle dado un número falso —le dije.
Él me miró asombrado y comenzó a pensar en lo que yo le había dicho con la cabeza agachada, cuando la alzó de nuevo y me contestó:
—Tienes razón, no puedo refutar a tu argumento. Vamos, tenemos que seguir con nuestro pequeño paseo —recitó tomándome del brazo para ir al automóvil.
Ya estamos en la carretera, aunque ninguno ha dicho nada después de que estamos rumbo al parque, la situación se tornó incómoda y para aligerar el ambiente encendí la radio y puse una sintonía de música relajante, creo que fue la adecuada para este tipo de situaciones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro