Todo era hermoso.

Luego dejar el estacionamiento comencé a ver cómo La plaza (el parque del centro, nombre más raro para un parque) estaba decorada con puras frases de libros y cartulinas con forma de dichos ejemplares, mi sonrisa era de par en par; a pesar de que el viaje al principio fue un poco desconcertante, luego se fue yendo al fin la tensión que una vez estaba acumulada.

En fin...que digo este año se esmeraron, todo maravilloso y cuando entramos en lleno al centro de todo y vimos las casetas bien lindas y llenas, mi emoción no cesada, aumentaba aún más.

El primer puesto que visitamos estaban regalando marcapáginas y rotuladores, aunque solo podías elegir un color del marcador, lo que era triste pero ni modo. Yo tomé uno de color violeta fluorescente y un paquetito pequeño de marcapáginas negro; era realmente hermoso eran como una cuerda con caravelitas con huesitos y todo, ya estoy que no me aguanto de usarlo; por otro lado mi acompañante tomó un rotulador verde y un marcapáginas blanco, de lo más simple.

Dejamos el puesto, y fuimos al área en donde estaba fantasía, uno de mis géneros favoritos, ví un rotulador gris y quise que fuera mío, parecía como una escoba y un pequeño gatito colgando ¡Lo quiero! Pero me costó veinte de los doscientos que mamá me dió.

Adiós dinero, solo me quedan ciento ochenta.

—Talía estaré aquí al lado en el área de terror, nos encontramos acá en unos minutos —avisó mi compañero de aventura.

Yo afirmé y me adentré más a la caseta. Ya que esta estaba abierta al público, y podía observar más de cerca los ejemplares.

—¿Saskia? —hablé al mencionar el título y comencé a echarle un vistazo.

Era interesante, atrayente y la portada era linda, tenía todo lo necesario para ser leído por mi, pero costaba más de cien y yo no tenía nada; tristemente devolví el libro en su aparador, saqué mi libreta de apuntes (no la de autógrafos) y plasme el título allí.

Exploré un poco más y anoté un total de ocho libros que llamaron mi atención, mi dolor era evidente y no pude comprar ninguno pero, al menos ví las portadas, tal vez los encuentre en la librería.

—¡Oye chica! —me llamó una joven —Eres la camarera de la cafetería —aclaró al verme.

—¿No te acuerdas de mí?, yo fuí hace unas semanas a la tienda y tú me atendiste, estaba con mis compañeros —explicó.

¡La chica lista que estaba con los decerebrados!

Pues es obvio que estuviera acá, es un evento para los amantes al conocimiento y a la ficción. Que linda, me recordó.

—Hola hermosa ¿qué haces acá? ¿eres parte de la feria también? ¿Acaso escribes? —interrogué.

—Pues mi tía es la autora de muchos de estos libros, y estoy acá ayudando con el puesto —me confesó.

—¡Oh! ¿Y dónde está? Quisiera que me firme mi libro de autógrafos.

Perfecto ¡Tengo una clienta que conoce a una autora!

Bueno, ella se fue por unos momentos y trajo a una joven mujer (muy linda), mi corazón se aceleró y mi sonrisa era demasiado alegre, incluso para mis días normales.

—Bueno, mesera Talía. Esta es mi tía Jeancelly, es escritora de fantasía y pues...acá la tienes, pregunta lo que quieras —me dijo dejándonos solas.

—Hola hermosa ¿has leído uno de mis libros? —preguntó.

—Bueno...yo no la he leído por desgracia, pero acabo de ver ese libro Saskia, ¿es de usted? cuando tenga algo de dinero me lo comprare —hablé tímida ante ella.

—Pero, esos libros, los de ese aparador, son gratis —reveló —Son mis primeras obras, así que quería donarlas para que alguien las disfrutará tanto como yo al crearlas —contestó sonriendome.

Mi cara se quedó como ¿Qué? ¿Entonces son gratis? ¿Todos?

Me aventure a volver en donde estaban los ejemplares y los busque en el aparador móvil (girando aquí y allá) hasta encontrar los ocho, Jeancelly se me quedó viendo y se río, no en burla si no como alegre de verme así con sus creaciones. Entonces despues de recogerlos, ella misma tomó libro por libro y me le hizo una dedicatoria.

Que suerte la mía, la autora misma me ha dado dedicatorias, incluso un marcapáginas con frases de cada libro y su autógrafo en mi libreta, que me atreví a pedir luego de que firmó los libros.

¡Ya tengo ocho ejemplares, vamos a por más!