Mi hermano obediente cruzó miradas conmigo, sé que quería lanzarme por las escaleras con la forma en que lo hizo; el es así de simple, mirada cortante y seca, llena de odio y sedienta de sangre.

—Espero que llueva y tengas que venir a casa. Ojalá y ese estúpido evento se cancele, le rezaré a todos los demonios para que se cumpla mi deseo —amenazó con furia, para luego irse.

—¡Uy! Que miedo —agregué sarcástica —¿Tal y como pasó el año pasado, en que hizo un sol tan radiante? por favor, no le rindas culto a esas cosas; recuerda que somos una familia religiosa —declaré.

Él bufó sin préstame atención y cerró su habitación.

Yo entré al lavabo y me bañé, cepillé y lavé mi cabellera, no quería tener este cabello así, lo prefiero esponjado como los pastelitos de papá.

Al salir del baño (por cierto no me bañé anoche, así que tarde un buen tiempo) mamá estaba mirándome y me llevó a mi cuarto.

—¿Hija sabes lo que quiero verdad? —preguntó comenzando a peinarme —No te olvides de traerme el póster de la novela que será vendido cerca de la feria, toma el dinero, no lo olvides el póster en donde presentan a todos los personajes, no el individual, sino en el que están todos juntos ¿va? ¿Me harías ese favor cariño? Te daré estos doscientos extra para que compres algo para ti —me suplicó luego de entregar el dinero. Mamá está en modo generoso y dulce, más ventaja para mí.

Tomé el dinero y esperé a que terminara de peinarme, dos coletas con un abundante afro; me vestí con unos shorts, camisa negra, tenis negros y sencillos; y un par de tirantes blancos ¡Lista para la guerra!

Bajé a la cocina con mamá y Marcelo no estaba, ¿será verdad lo de la menstruación? Bueno aunque es algo improbable ya que él no tiene un aparato reproductor femenino y también está en todas sus facultades, entonces ¿Qué era ese líquido blanco?

Dejé mis absurdos pensamientos y me concentre en el desayuno; waffles con crema batida. Papá estaba leyendo el periódico muy calmado, después de todo hoy no había trabajo en la repostería, solo tenía que ir con el idiota a su clase de cocina y dejarme a mi en manos de un extraño; pero da igual, por los menos esta vez este extraño individuo no me llevará a un baile y me vista como payaso en circo.

No quiero pasar por eso de nuevo.

«¿Cómo habrá terminado esa fiesta? espero que no me hayan grabado, porque si no el abuelo va a hacer de las suyas» —pensé mientras terminaba mi comida.

—¿Talía y tú hermano, está enfermo o algo? —preguntó mami en lo que untaba mermelada al pan, para comerlo.

—Yo solo sé, que no sé nada —recité como filósofa en sus días de gloria —Solo puedo aclarar que ví un líquido blanco, casi transparente saliendo de su pierna ¿Ustedes saben lo que es? —interrogué curiosa.

Papá casi te atragantó con un pedazo de wafle y mamá me miró sorprendida, luego dejo la mesa y fue hasta la habitación de Marcelo.

No sé qué fue lo que dije mal pero al parecer era algo que yo no debía saber, al menos por ahora; eso según mis suposiciones y las acciones que presencié.

Marcelo y mamá osa entraron en la cocina; no sé lo que pasó en la segunda planta, pero viendo el mal estado en que estaba mi hermano no fue una cálida charla madre e hijo.

Las marcas rojas en sus mejillas y parte del brazo derecho hablaron por si solos, pero desgraciadamente yo no pude contenerme como papá y reí a carcajadas; el odioso ese me miró con su cara toda hecha un poema trágico y vengativo, pero si algo le hace a mi habitación o a algo que me pertenezca juro por todos los gatitos hermosos que Margaret dió a luz y los tuve que dar en adopción, que lo despellejo cual pollo en fechas festivas.

Marcelo Sirhe Park no me tientes, si no quieres sufrir las consecuencias.