26. Ceniprieta
Parezco un payaso peor que Alia, aún continuo mirándome en espejo y no logro reconocerme; ese tal Moon hace un buen trabajo, supongo. Bueno luego de que él pagará por mi peinado y maquillaje nos fuimos a otro lugar para que él se diera su merecido baño, si señores el muy idiota quería bañarse otra vez y yo no puedo porque el maldito maquillaje y mi cabello serán igual que antes, ahora parezco una princesa de cuentos de hadas pero la gran diferencia es...¡que yo no quería esto en primer lugar!
Estábamos en su apartamento; un muy grande y lujoso departamento. Él se fue a bañar y me dijo que entrará a una puerta al lado de su habitación y me cambiará allí y así lo hice; aunque fue un gran asombro el que experimente al ver tantas joyas, zapatos, perfumes y demás accesorios femeninos.
¡No es un simple gigoló! Es un acosador nivel dios.
Me puse unos tacones negros junto con el vestido, aunque no se iban a notar quise sentirme más alta al usarlos, y la sensación era gratificante. Quise ponerme algún accesorio pero, parece que no había alguno que le combinará a este costoso trapo, de repente salió un Nell con traje y corbata en combinación con mi atuendo y puso unos aretes en forma de perlas en mis orejas y un par de pulseras de la misma piedra, buscó entre todos los perfumes y rocío uno con un aspecto extraño en mi cuello y por toda mi extremidad superior.
—Ahora si. Estas perfecta, Talía. Serás la estrella de esta noche y todos admirarán tu extraña y tentadora belleza —susurró en mis oídos, estúpido, ¿quién lo manda a decir tanto batido de chocolate?
—Gracias por tus cumplidos pero, solo hago esto porque no tengo otra alternativa; y no quiero terminar en una correccional por huir de un pretendiente más, siendo demasiado insistente conmigo —explique dejando muy en claro que no se propase conmigo.
Después de eso salimos de donde él vivía. De nuevo estábamos en la carretera, faltaba poco para que dieran las ocho de la noche y aún no sabía a dónde diablos me iban a llevar con estas ropas de la “alta costura”; nos estacionamos en la parte trasera de un hotel y tomamos el ascensor; cuando Nell tomó mi mano como si fuera a llevarme a un altar, me di cuenta de que la actuación iba a comenzar.
—Bien, solo no olvides caminar con ese mismo orgullo con el que me rechazabas, princesa —comentó Nell a mi oído.
—¿A dónde carajos me trajiste? —pregunté molesta.
—A ningún lugar en especial, solo es la fiesta de un gran amigo mío, de seguro lo conoces.
—¿Serás idiota ahora? Pensé que por lo menos te quedaba algo de materia gris, metiéndome en una fiesta a la que no fuí invitada —le regañe, pellizcando su brazo con la mano que no estaba siendo sometida por él.
Y después de cruzar aquellas palabras por unos breves instantes; el elevador se detuvo.
Salimos de allí y todos los invitados se quedaron viéndonos y chismeando en voz baja, intrigados por mí (o eso creo, en realidad no lo tengo muy en claro). La hija de un repostero. El momento era incómodo, realmente está es una más de las peores situaciones de mi vida; los estirados me veían con curiosidad, y cuando al fin nos detuvimos, vi la mesa en donde su nombre estaba inscrito.
Esta será una noche larga, larga y tormentosa para mí.
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