Listo, se larga al fin este estúpido.

Le entregué su orden y estaba bebiendo su malteada; yo me retiré y mi sonrisa era muy notoria, y él, al voltearme de golpe vió mi felicidad. Me jodí.

—Pero mira nada más, que hermoso rostro sonriente tenemos aquí —enunció fingiendo asombro. Maldito degenerado termina tu bebida y vete.

Su cara cambió de una leve y muy falsa sorpresa, a una muy dispuesta a no dejarme ir por más que yo insistía y forcejeaba.

—Si, lo admito, estoy feliz pero, no es por lo que tú piensas así que baja de esa nube y cae en la realidad —contesté —Además no necesito que tú me conquistés. Ya tengo suficiente, con las tareas que tengo que hacer y unos compromisos pendientes; no necesito tus piropos antigüos o tus agarres de telenovela dramática, prática eso con ellas —expliqué señalando a las clientas que disimulaban no estar al tanto de mi situación.

—No, ellas son muy fáciles; a la que quiero es a ti. Piel morena, ojos como café recién tostado y ese carácter fuerte y desafiante; a pesar de ser tan joven. Simplemente hermosa —señaló describiendo los rasgos de mi rostro.

—Por muy...¿cómo lo digo? Meloso, baboso y degenerado que te muestres delante de mi, no conseguirás nada ¿Está claro? Y pues agradezco tus intentos fallidos pero... Puedes dejar de joderme, o quieres que te reporté por acoso al menor —le advertí en voz baja.

Tragó el último sorbo que le quebaba de malteada y ahí se notó un poco de nervios.

—Sabes que, princesa de papá. Ninguna mujer se me ha resistido, y tú una pequeña larva en desarrollo, no vas a ser la excepción. Lamento informarte, que este juego apenas comienza, dulzura.

¡Maldito! Aún después de lo que dije sigue queriendo cortejarme, bien si el quiere guerra, guerra tendrá; será mejor que se prepare.

Después de ese arranque de palabras con Nell, me soltó al terminar su monólogo bien estructurado para una puberta con ansias de un cuerpo tallado, por nada porque no es una jodida escultura, solo va al gimnasio regularmente por lo que noté (muy poco por cierto); una cara de infarto, como si su cara provocará algo tan grave como eso; y lo mejor de todo dinero, si tiene, el muy inútil, pero él no lo produjo así que no es de él, es de su familia.

Antes de irse pasó por la cocina, yo quería espiar un poco para saber de que estaban hablando pero me tocaba limpiar y pues no pude, tuve que quedarme haciendo mis diversas tareas en la tienda. Al verlos salir a los dos; papá me indicó que fuera hasta allá, Nell estaba muy contento y me estaba mirando como si me preparara para algo.

—¿Qué diablos dices papá? No me niego, no quiero ¿porque yo? Que vaya Marcelo, o tú yo no quiero ir —supliqué a mi papaíto con todas mis fuerzas; bueno con las que tenía a disposición en ese momento.

El pendejo ese, nada más se quedaba sonriendo triunfante sin ninguna mínima intención de ocultarlo, cínico.

¿Ni siquiera son las cinco de la tarde y ya me tengo que ir? ¿De que tanto te ríes bastardo?