—Bueno entonces...

—¿Tienes novia? —le pregunté de golpe. Soy curiosa.

—No, sabes que las chicas de nuestro clase son unas muñecas huecas, sacandote a ti por supuesto y...a unas cuantas más —me contestó directo.

—¡Pero no estás tan mal y, eres inteligente! —exclamé. Pero es cierto si es por su apariencia el no esta mal y no es mala persona, bueno el hecho de que sea más frío que el hielo lo hace un poco intimidante, pero ya, nada del otro mundo.

La verdad no entiendo cómo pueden haber personas tan ciegas. Después de una charla, un poquito larga por cierto; fuimos juntos al aula de informática a recoger nuestras pertenencias, hasta que el maestro me detuvo. Vaya forma de arruinarme la conversación.

—Señorita Sirhe, quédese un momento, tengo cosas que discutir con usted —ordenó llamándome con autoridad, pensé que ese poder lo había perdido con esas plásticas y travestis en formación (sin ofender a aquellos que si lo son, claro).

—¿Dígame qué necesita? —cuestioné indicándole a Peters que se fuera y me guardara un pupitre.

—¿Este trabajo tuyo...a quien se lo pediste? Dudo que una inexperta en la tecnología, tenga conocimiento de lo que ha expuesto.

—Y yo dudo que un hombre que apenas cursa sus veintes sea capaz de enseñar ¡Ve! no todos somos lo que aparentamos —respondo cortante —Si me disculpa, tengo una clase a la que debo asistir —añadí dejando aquel lugar.

Lo dejé ahí, con la palabra en la boca. Si cree que seré objeto de rumores raros relacionados a él, se equivocó de chica, muy embobado lo vi que se quedó mirando mi cuerpo, ¿Maestro? mi trasero es mejor dando literatura que él. Pervertido.

Dejando eso de lado, tomé mis clases y gracias al cielo Peters me guardo un pupitre, pensé que no lo haría. Tomé mis clases y luego fui a casa, hoy no me tocó quedarme en la tienda, es jueves de verduras, hay ofertas en el mercado, de seguro los más glotones buscan vegetales para así rebajar y comer mas delicias preparadas por mi papá. Dormí, toda la tarde, no tenía tareas pendientes así que era hora de darme un respiro, relajarme y no estresarme.

Al despertar ya eran las nueve de la noche, supongo que las únicas despiertas éramos mamá y yo; así que sin que lo notará caminé a hurtadillas hacia la cocina tomé mi cena y me la comí (un puré de papas con jamón frito) riquísimo, adoró el jamón. En fin tragué lo más que pude hasta que mi estómago dejó de susurrar, volví a mi alcoba y leí hasta que mis ojos vieran la luz del otro día.

—¡Pan con pasta dental! —exclamé al abrír mis ojos en la mañana.

¡Faltan solo un día más!

Poco a poco se va acercando el evento más importante para la comunidad lectora.

Dejando mis ánimos a un lado, me paré de mi asiento en donde había despertado y fuí directa al baño de lo único que me percaté fue de tomar mi toalla, lo demás lo olvidé.

—¡Abre le puerta Marcelo, llegaré tarde por tu incompetencia! —exigí con un poco de enojo, de nuevo esta calmando sus deseos en el baño ¡Consíguete una novia ya!

—¡Ya, ya mocosa ojos de café amargo! ¡Me iré! disfrute su baño —susurró a mi oído.

Yo en repuesta a ello, aplaste sus dedos con las sandalias que llevaba puestas, muy interesante la cara que hizo como si tuviera estreñimiento.