Papá volvió a la mesa con la caja que contenía el postre.

Despedimos a Nell con un apretón de manos, y este me guiñó sin que mi padre lo notará, al igual que él yo le hice una mueca de desagrado en respuesta a su muy tonta insinuación.

—Que agradable joven —recitó mi padre.

Agradable un pedo de los que le salen a Marcelo.

Bueno, continúe haciendo mi trabajo luego de esa irritante visita, y tome uno de los caramelos que tenía en mi bolsillo para alejar todo mal humor que se apoderó de mí durante ese corto periodo de tiempo.

Al menos saborear aquel dulce era más satisfactorio que mirar la cara de ese don juan, que se cree la última bebida en medio del desierto.

Despaché varias órdenes de las que ya no me acuerdo; ayudé a Ori a lavar los platos y molesté un poco a mi hermano mayor (adoro hacerlo enojar).

—¿Pudín ya estás lista? vámonos —dijo papá.

—Anda mocosa solo tienes que dejar ese delantal ahí —bufó Marcelo.

Es que soy un poquitín perfeccionista, y quería terminar de ordenar un poco las mesas luego de limpiarlas, en parte lo hice también para que papá me dé mi recompensa.

Estoy ansiosa por ir y comprar ejemplares o quién sabe si me encuentro con una caseta que regalé libros.

Dejando eso de lado, salí del local y mi hermano y papá se encargaron de cerrarla mientras yo planeaba con Michelle desde las sombras ir a su departamento para pasar la noche con ella.

—Bueno eso es todo por hoy mis pastelillos, nos vemos mañana temprano, cuídense —despidió el mayor de todos.

—¿Papi hermoso, puedo ir a casa de Michelle hoy? —interrogo condimentando mi voz haciéndola más dulce e inocente.

—No —contestó tajante —Mañana tienes clases y tienes sueño profundo, solo le haces caso a la melodiosa voz de tu madre en la mañana, además no quiero que te secuestren por ahí. Michelle lo lamento pero, puedes irte en la motocicleta de Ori escuché que hay ladrones frecuentando locales —discursó dando su último veredicto.

Bien, no hay problema tengo que obedecer a mi padre. Todo sea por los libros.

—Esta bien, nos vemos entonces, cuídense los dos —hablo un poco desanimada.

Al llegar a casa tiró la mochila al llegar va mi habitación, me recuerdo en mi cojín y a mi derecha elijo uno de los veinte libros que he podido conseguir los últimos años, si es una pequeña cantidad pero tiene ejemplares que releo una y otra vez.

Y lo más hermoso de todo esto es que “mi adorado tormento” me ha estado viendo desde hace un bien tiempo, suelto mi libro y captó toda mi atención hacia ella.
De su boca sale un “Bañate debes mantener tu higiene” “las niñas deben de verse bonitas”.

Patrañas.

Aunque la belleza exterior valga, la personalidad y el trato que das a otras personas son factores que determinan tu belleza interior, es decir, que no importa si luces como un zombie hambriento si tratas con respeto a los demás ¿serás tratado de la misma?

Pues fíjate que no este mundo es solo apariencias y relaciones con personas de alguna familia reconocida para que puedas tener todo a tu disposición.

Qué cruel no salió este mundo.