Volví a la realidad luego de lamentarme y caer al suelo, desconcertada con la respuesta de papá de no poder llevarme a la feria este año solo porque al estúpido ese que tengo como familia se le ocurrió de buenas a primeras a servir para algo.

Espero que se atraganten los comensales al probar su comida.

—Pequeña no me dejaste terminar, está vez no te acompañaré pero habrá alguien que te llevará a la feria —comentó dándome esperanzas.

Mis ojos comenzaron a brillar emocionados por la revelación de papá, sin embargo tenía una orden que entregar así que tuve que irme y regresar a trabajar.

«Parece que tendré que esperar a hasta que cerremos» —pensé al terminar con la orden y dirigirme hacia otra mesa a atender la clientela.

Las horas pasaban con lentitud ¡Diablos hasta el tiempo está enemigo mío!

Estoy tan ansiosa de saber cual será mi acompañante en la feria.

—Esta es la famosa repostería de la que todo la cuidad habla —recitó un joven que pareció ser un ejecutivo de esos estirados y, sí que lo era parecía una fortaleza impenetrable y alta hasta miedito me entró al principio —Jovencita está aquí el dueño, quiero hacerle un encargo especial.

¿Es a mí? Y qué pasa con esa sonrisa de telenovelas ¿acaso cree que me derretirá con semejante acto?

—Si señor, un momento —asiento al poste de luz —Papá, un joven con traje quiere hablar contigo.

—¡Ah mi carmelo! Ese debe de ser Nell, tú no sabes pero él es el hermano mayor de tu prometido —me soltó de golpe.

Me quedé frizada. Mi supuesto cuñado parece una torre y no inclinada, entonces mi prometido se debe parecer a él ¿verdad? porque son hermanos ¿cierto? no lo que ocurrió conmigo y Marcelo que el saco todo lo lindo y yo me quede como el príncipe sapo pero sin final feliz.

Bueno al menos tiene modales, aunque es un poco intimidante.