
Capítulo 20: Otro final feliz
POV Jade/Hermione
Resultó que caí agotada por el hecho de que no había comido nada en la semana, además del esfuerzo ejercido en la batalla, siendo que mi cuerpo todavía es muy joven; ¡que desgracia la mía al estar atrapada en un cuerpo de doce años! Los chicos se alarmaron y terminé nuevamente en la enfermería del colegio, donde fuimos regañados por Pomfrey, quien avisó a McGonagall que había aparecido.
Minne se soltó a llorar mientras me regañaba, se habían alarmado cuando vinieron a verme y no me encontraba en la enfermería, también regañó a Harry y a Ron, yo estaba tan feliz de estar de vuelta que no lo pude evitar y me lancé a los brazos e McGonagall, quien, algo sorprendida, me correspondió. Pronto me dieron algo de comer, para llenar mi estomago y reponer fuerzas.
No tardó mucho para que todos se enteraran de que había despertado, el incidente donde hechicé a Lockhart quedó solo entre nosotros, que terminamos por echarle la culpa a la varita de Ron, el cual no se enojó, dado que habíamos logrado salvar a Ginny. Pomfrey, no tardó en dar por sentado que tendría que estar nuevamente en la enfermería por otros dos días, pues tenía que asegurarse de que estaba perfectamente.
Los padres de Ron ya se encontraban ahí, sorprendidos con la situación, Molly se abalanzó hacia su hija, seguida de Artur, yo sonreí ante eso, pronto vi detrás de ellos. El profesor Dumbledore estaba sonriendo, junto a la profesora McGonagall, que respiraba con dificultad y se llevaba una mano al pecho.
Fawkes pasó zumbando cerca de Harry para posarse en el hombro de Dumbledore. Sin apenas darme cuenta, nos encontramos atrapados en el abrazo de la señora Weasley.
— ¡La han salvado! ¡La han salvado! ¿Cómo lo hicieron?
— Creo que a todos nos encantaría enterarnos — dijo con un hilo de voz la profesora McGonagall.
La señora Weasley nos soltó, estaba nerviosa, pero me acerqué a la mesa y deposité encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubíes incrustados y lo que quedaba del diario de Riddle. Tal vez no estaría de más el contarles lo que sucedió.
— Bueno… ¿por dónde empezar? — dije intentando ordenar las cosas en mi cabeza — pasaron muchas cosas… — dije y miré como todos, incluidos los chicos, se acomodaban esperando a que relatara todo lo que yo viví. Sonreí ante me gran audiencia.
Fuimos a la oficina de Dumbledore, pues ahí me sentía más seguro, y en el camino organicé lo que contaría a todos, las cosas que no diría y lo que modificaría levemente para no hacer sospechar.
Conté lo de la voz que no salía de ningún sitio y que solo Harry; que yo había comprendido que lo que él oía era un basilisco que se movía por las tuberías; que el comportamiento de Ginny me hizo entender muchas cosas; había tenido contacto con el Tom del diario; que había adivinado que Myrtle la Llorona había sido la víctima de hace 50 años, y que la entrada a la Cámara de los Secretos podía encontrarse en los aseos precisamente por eso… también el que mi enfrentamiento con el monstruo la primera vez, tuve que hechizar a la chica de Ravenclaw par que no lo viera a los ojos, explicando la función y ventaja que me dio el equipo de maniobras tridimensional, aunque terminé con el veneno en mi sistema.
También les conté que, al despertar y escuchar todo el alboroto fuera de la enfermería, decidí no perder el tiempo, pues sino sería tarde para Ginny. Dije que fui por los chicos, ya que, para abrir la cámara, necesitaba a un hablante de parcel, también que Fawkes me ayudó, exenté mis platicas, preguntas e insinuaciones para molestar a Tom.
— Muy bien — señaló la profesora McGonagall, cuando hice una pausa — así que averiguaste dónde estaba la entrada, quebrantando un centenar de normas, añadiría yo. Pero ¿cómo demonios conseguiste salir con vida?
— supongo que se refiere a mi primer enfrentamiento — dije y asintió — la verdad es que no lo sé con certeza, cuando me di cuenta, intenté extraer todo lo posible del veneno por medio de mis conocimientos de medicina muggle, supongo que eso retrasó los efectos más severos lo suficiente como para que el profesor Dumbledore me diera las lágrimas de Fawkes. — Dumbledore esbozó una leve sonrisa, por lo que tragué duro, no había forma de que yo lo supiese, ya que estaba inconsciente.
— Lo que más me intriga —dijo Dumbledore amablemente — es cómo se las arregló lord Voldemort para embrujar a Ginny, cuando mis fuentes me indican que actualmente se halla oculto en los bosques de Albania.
— ¿Qué… qué? —preguntó el señor Weasley con voz atónita—. ¿Sabe qui-quién? ¿Ginny embrujada? Pero Ginny no ha… Ginny no ha sido… ¿verdad?
— Fue el diario —dije inmediatamente, cogiéndolo y enseñándoselo a Dumbledore — Riddle, o más bien, Voldemort lo escribió cuando tenía dieciséis años.
Dumbledore cogió el diario que sostenía y examinó minuciosamente sus páginas quemadas y mojadas. Asintiendo a mi explicación con una sonrisa.
— Soberbio — dijo con suavidad — Por supuesto, él ha sido probablemente el alumno más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts. — Se volvió hacia los Weasley, que lo miraban perplejos — Muy pocos saben que lord Voldemort se llamó antes Tom Riddle. Yo mismo le di clase, hace cincuenta años, en Hogwarts. Desapareció tras abandonar el colegio… Recorrió el mundo… profundizó en las Artes Oscuras, tuvo trato con los peores de entre los nuestros, acometió peligros, transformaciones mágicas, hasta tal punto que cuando resurgió como lord Voldemort resultaba irreconocible. Prácticamente nadie relacionó a lord Voldemort con el muchacho inteligente y encantador que fue delegado. — dijo mientras volteo a verme — la buena noticia, es que, en mi ausencia, la señorita Granger y sus amigos, se comportaron a la altura de la situación.
— Pero Ginny — dijo la señora Weasley — ¿Qué tiene que ver nuestra Ginny con él?
— ¡Su… su diario! — dijo Ginny entre sollozos — He estado escribiendo en él, y me ha estado contestando durante todo el curso…
— ¡Ginny! — exclamó su padre, atónito — ¿No te he enseñado una cosa? ¿Qué te he dicho siempre? No confíes en nada que piense si no sabes dónde tiene el cerebro. ¿Por qué no me enseñaste el diario a mí o a tu madre? Un objeto tan sospechoso como ése ¡tenía que ser cosa de magia oscura!
— No… no lo sabía — sollozó Ginny — Lo encontré dentro de uno de los libros que me había comprado mamá. Pensé que alguien lo había dejado allí y se le había olvidado…
— La señorita Weasley debería ir directamente a la enfermería — terció Dumbledore con voz firme — Para ella ha sido una experiencia terrible. No habrá castigo. Lord Voldemort ha engañado a magos más viejos, y por mucho, más sabios. — Fue a abrir la puerta — Reposo en cama y tal vez un tazón de chocolate caliente. A mí siempre me anima — añadió, guiñándole un ojo bondadosamente — La señora Pomfrey estará todavía despierta. Debe de estar dando zumo de mandrágora a las víctimas del basilisco. Seguramente despertarán de un momento a otro.
La señora Weasley salió con Ginny, y el padre iba detrás, todavía muy impresionado.
— ¿Sabes, Minerva? — dijo pensativamente el profesor Dumbledore a la profesora McGonagall — creo que esto se merece un buen banquete. ¿Te puedo pedir que vayas a avisar a los de la cocina?
— Bien — dijo resueltamente la profesora McGonagall, encaminándose también hacia la puerta — te dejaré para que ajustes cuentas con ellos.
— Eso es — dijo Dumbledore. Salió, y Harry y Ron miraron a Dumbledore dubitativos, mientras que yo evitaba el contacto visual. — Creo recordar que les dije que tendría que expulsaros si volvían a quebrantar alguna norma del colegio — dijo Dumbledore. Ron abrió la boca, horrorizado. — Lo cual demuestra que todos tenemos que tragarnos nuestras palabras alguna vez — prosiguió Dumbledore, sonriendo — Recibirán el Premio por Servicios Especiales al Colegio y… veamos… sí, creo que doscientos puntos para Gryffindor por cada uno. Ron se puso tan sonrosado como las flores de San Valentín de Lockhart, y volvió a cerrar la boca. — Pero hay alguien que parece que no dice nada sobre su participación en la peligrosa aventura — añadió Dumbledore y me tensé — ¿Por qué esa modestia, Gilderoy? — al instante los chicos y yo volteamos sorprendidos de verlo ahí.
— Profesor Dumbledore — dijo Ron enseguida — hubo un accidente en la Cámara de los Secretos. El profesor Lockhart… — dijo intentando inventar algo creíble.
— ¿Soy profesor? — preguntó sorprendido — ¡Dios mío! Supongo que seré un inútil, ¿no?
— intentó hacer un embrujo desmemorizante y el tiro le salió por la culata — expliqué a Dumbledore tranquilamente.
— Hay que ver —dijo Dumbledore, moviendo la cabeza de forma que le temblaba el largo bigote plateado — ¡herido con su propia espada, Gilderoy!
— ¿Espada? — dijo Lockhart con voz tenue — No, no tengo espada. Pero esta chica sí tiene una. — Señaló en mi dirección — Ella se la podrá prestar.
— ¿Te importaría llevar también al profesor Lockhart a la enfermería? — dijo Dumbledore a Ron — Quisiera tener unas palabras con Harry y la señorita Granger.
Lockhart salió. Ron miró con curiosidad a Harry, luego a mí y a Dumbledore mientras cerraba la puerta. Dumbledore fue hacia una de las sillas que había junto al fuego.
— Siéntense — dijo, y Harry tomó asiento, incomprensiblemente azorado, yo me senté igualmente a su lado, pero más tranquila — Antes que nada, quiero darles las gracias — dijo Dumbledore, parpadeando de nuevo — Deben de haber demostrado verdadera lealtad hacia mí en la cámara. Sólo eso puede hacer que acuda Fawkes. — Acarició al fénix, que agitaba las alas posado sobre una de sus rodillas. Harry sonrió con apuro cuando Dumbledore lo miró directamente a los ojos, pero después los posó en mí. — Así que han conocido a Tom Riddle — dijo Dumbledore pensativo volviendo su mirada a Harry — Imagino que tendría mucho interés en verte.
— Profesor… ¿Por qué sé hablar pársel? Acaso ¿me parezco a él? — pregunto incómodo.
— Tú sabes hablar pársel, Harry — dijo tranquilamente Dumbledore — porque lord Voldemort, que es el último descendiente de Salazar Slytherin, habla pársel. Si no estoy muy equivocado, él te transfirió algunos de sus poderes la noche en que te hizo esa cicatriz. No era su intención, seguro…
— ¿Voldemort puso algo de él en mí? — preguntó Harry, atónito.
— Eso parece.
— Así que yo debería estar en Slytherin —dijo Harry, mirando con desesperación a Dumbledore — El Sombrero Seleccionador distinguió en mí poderes de Slytherin y…
— Te puso en Gryffindor — dijo Dumbledore reposadamente — Escúchame, Harry. Resulta que tú tienes muchas de las cualidades que Slytherin apreciaba en sus alumnos, que eran cuidadosamente escogidos: su propio y rarísimo don, la lengua pársel… inventiva… determinación… un cierto desdén por las normas —añadió, mientras le volvía a temblar el bigote — Pero, aun así, el sombrero te colocó en Gryffindor. Y tú sabes por qué. Piensa.
— Me colocó en Gryffindor — dijo Harry con voz de derrota — solamente porque yo le pedí no ir a Slytherin…
— Exacto — dijo Dumbledore, volviendo a sonreír — Eso es lo que te diferencia de Tom Riddle. Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades. — Harry estaba en su silla, atónito e inmóvil, pero entonces me volteo a ver — Seguramente la señorita Granger lo sabe al igual que yo. — sonreí y asentí.
Durante un minuto, ninguno de los tres dijo nada. Luego Dumbledore abrió uno de los cajones del escritorio de la profesora McGonagall y sacó de él una pluma y un tintero.
— Lo que necesitas, Harry, es comer algo y dormir. Te sugiero que bajes al banquete, mientras escribo a Azkaban: necesitamos que vuelva nuestro guarda. Y tengo que redactar un anuncio para El Profeta, además — añadió pensativo — Necesitamos un nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Vaya, parece que no nos duran nada, ¿verdad? — preguntó a los dos.
Harry se levantó y se dispuso a salir. Pero apenas tocó el pomo de la puerta, ésta se abrió tan bruscamente que pegó contra la pared y rebotó. Lucius Malfoy estaba allí, con el semblante furioso; y también Dobby, encogido de miedo y cubierto de vendas. Apreté mis manos conteniendo mi furia.
— Buenas noches, Lucius — dijo Dumbledore amablemente.
El señor Malfoy casi derriba a Harry al entrar en el despacho. Dobby lo seguía detrás, pegado a su capa, con una expresión de terror.
— ¡Vaya! — dijo Lucius Malfoy, fijos en Dumbledore sus fríos ojos — Ha vuelto. El consejo escolar lo ha suspendido de sus funciones, pero, aun así, usted ha considerado conveniente volver.
— Bueno, Lucius, verá — dijo Dumbledore, sonriendo serenamente — he recibido una petición de los otros once representantes. Aquello parecía un criadero de lechuzas, para serle sincero. Cuando recibieron la noticia de que la hija de Arthur Weasley había sido asesinada, me pidieron que volviera inmediatamente. Pensaron que, a pesar de todo, yo era el hombre más adecuado para el cargo. Además, me contaron cosas muy curiosas. Algunos incluso decían que usted les había amenazado con echar una maldición sobre sus familias si no accedían a destituirme.
El señor Malfoy se puso aún más pálido de lo habitual, pero seguía con los ojos cargados de furia, mientras yo sonreía con burla posicionándome al lado de Harry.
— ¿Así que… ha puesto fin a los ataques? — dijo con aire despectivo — ¿Ha encontrado al culpable?
— Lo hemos encontrado — contestó Dumbledore, con una sonrisa.
— ¿Y bien? — preguntó bruscamente Malfoy — ¿Quién es?
— El mismo de la última vez, Lucius —dijo Dumbledore — Pero esta vez lord Voldemort actuaba a través de otra persona, por medio de este diario.
Levantó el cuaderno negro agujereado en el centro, y miró a Malfoy atentamente. Harry, por el contrario, no apartaba los ojos de Dobby. El elfo hacía cosas muy raras. Miraba fijamente a Harry, señalando el diario, y luego al señor Malfoy. A continuación, se daba puñetazos en la cabeza.
— Ya veo… — dijo despacio Malfoy a Dumbledore.
— Un plan inteligente — dijo Dumbledore con voz desapasionada, sin dejar de mirar a Malfoy directamente a los ojos — Porque si Hermione y Harry, aquí presentes — el señor Malfoy dirigió a Harry una incisiva mirada de soslayo — y su amigo Ron no hubieran descubierto este cuaderno… Ginny Weasley habría aparecido como culpable. Nadie habría podido demostrar que ella no había actuado libremente…
Malfoy no dijo nada. Su cara se había vuelto de repente como de piedra. Cuando me miró, su cara decía claramente un “al parecer sigues con vida”. Ante eso, yo sonreí con burla y vi como apretó el mango de su bastón donde se encontraba su varita.
— E imagine — prosiguió Dumbledore — lo que podría haber ocurrido entonces… Los Weasley son una de las familias de sangre limpia más distinguidas. Imagine el efecto que habría tenido sobre Arthur Weasley y su Ley de defensa de los muggles, si se descubriera que su propia hija había atacado y asesinado a personas de origen muggle. Afortunadamente apareció el diario, con los recuerdos de Riddle borrados de él. Quién sabe lo que podría haber pasado si no hubiera sido así. — El señor Malfoy hizo un esfuerzo por hablar.
— Ha sido una suerte —dijo fríamente. Pero Dobby seguía, a su espalda, señalando primero al diario, después a Lucius Malfoy, y luego pegándose en la cabeza. Y Harry comprendió de pronto. Hizo un gesto a Dobby con la cabeza, y éste se retiró a un rincón, retorciéndose las orejas para castigarse.
— ¿Sabe cómo llegó ese diario a Ginny, señor Malfoy? — le preguntó Harry. Lucius Malfoy se volvió hacia él.
— ¿Por qué iba a saber yo de dónde lo cogió esa tonta? — preguntó.
— Porque usted se lo dio — respondió Harry — En Flourish y Blotts. Usted le cogió su libro de Transformaciones y metió el diario dentro, ¿no es así?
Vio que el señor Malfoy abría y cerraba las manos. Decidí no intervenir, disfrutaba ser la espectadora de algunas escenas.
— Demuéstralo — dijo, furioso.
— Nadie puede demostrarlo — dijo Dumbledore, y sonrió a Harry — puesto que ha desaparecido del libro todo rastro de Riddle. Por otro lado, le aconsejo, Lucius, que deje de repartir viejos recuerdos escolares de lord Voldemort. Si algún otro cayera en manos inocentes, Arthur Weasley se asegurará de que le sea devuelto a usted…
Lucius Malfoy se quedó un momento quieto, Harry y yo vimos claramente que su mano derecha se agitaba como si quisiera empuñar la varita. Pero en vez de hacerlo, se volvió a su elfo doméstico.
— ¡Nos vamos, Dobby! — Tiró de la puerta, y cuando el elfo se acercó corriendo, le dio una patada que lo envió fuera.
Oyeron a Dobby gritar de dolor por todo el pasillo. Harry reflexionó un momento, y me vio, a lo que yo sonreí y asentí animándolo, él asintió.
— Profesor Dumbledore — dijo deprisa — ¿me permite que le devuelva el diario al señor Malfoy?
— Claro, Harry — dijo Dumbledore con calma — Pero date prisa. Recuerda el banquete. — Harry cogió el diario y salió del despacho corriendo. Aún se oían alejándose los gritos de dolor de Dobby, que ya había doblado la esquina del corredor.
Sonreí, ya sabía que era lo que pasaría, estaba contenta, por fin Dobby sería libre, Dumbledore me sonrió.
— Usted es una buena influencia para ellos… — ante eso sonreí, mientras el se mostró pensativo nuevamente — creo que… usted, realmente es aún más brillante y capaz que el señor Riddle, siempre me sorprende señorita Granger, sin contar que su aura encantadora, resulta ser más sincera…
— Eso es un gran alago viniendo de su parte, profesor. — dije feliz de escuchar eso.
— Sé que hay cosas que no puede contarme, cosas que realmente no puedo entender, pero, así como confía en mí, yo confío en usted. — ante eso, asentí — solo una cosa más… usted tuvo el diario en sus manos… pero usted no creyó en las palabras de señor Riddle, que estoy seguro, fueron muy amables como para confiar en el y ser engañados fácilmente.
— Se quedó con mis notas, tuve que volver a recordar que había escrito, eso fue realmente molesto, además, dijo que mis anécdotas eran extrañas. — dije y después fruncí el ceño, entonces Dumbledore sonrió — después de eso no dejaba de insistir, lo que me fastidió y me hizo darme cuenta de que estaba desesperado; al analizar el diario con el poco conocimiento que poseo, me di cuenta de que realmente era magia negra.
— Comprendo… — dijo y sonrió.
— Con respecto a la carta para la liberación de Hagrid, agradecería que la mandara usted lo más pronto posible. — me dijo mientras me extendió la carta.
— Yo me encargo — dije recibiéndola. — gracias, profesor. — dije saliendo apresuradamente de ahí.
(…)
Fui tras mi lechuza, con la que mandaría la carta, pero antes de dejarla ir, simplemente abrí un portal para ella, que daba directamente a azkaban, mi lechuza, que agitaba las alas con emoción de su primera entrega, pasó por el portal emocionada. Así aceleraría la llegada de Hagrid.
Esa noche, la cena fue impresionante, mejor que ninguna antes vista en Hogwarts, lo mejor es que duró toda la noche, cuando nos dieron los puntos, y cuando llegó Hagrid… Cuando entró por esa puerta, corrí a gran velocidad para lanzarme a abrazarlo, se le escaparan varias lágrimas, nos agradeció el haberlo salvado.
El padre de Malfoy fue sacado del consejo escolar, pero a diferencia del libro, Draco no pareció afectado, los chicos celebraron el hecho de que había despertado, Fred y George también, los alumnos de Ravenclaw se acercaron para agradecerme, mientras que otros me daban obsequios de distintas formas y tamaños, felicitándome por mi recuperación.
El resto del ultimo trimestre pasó tranquilo, mandé el manuscrito y me mandaron dos primeras impresiones, por lo que le regalé a Hagrid la suya ya firmada, el realmente parecía estar gozando el momento, lo que me hizo sonreír, me sentía vigilada, pero no le daba mucha importancia, volví a reunirme con Theodore en la biblioteca, donde el no dudo ni un segundo en abrazarme.
Después de eso, pasamos mas tiempo en la biblioteca leyendo, uno al lado de otro, también pasé más tiempo con Oliver, dándole en si a su pregunta, ya que el año entrante, me uniría sí o sí al equipo de quidditch, había encontrado una nueva forma de molestar a Draco, pero la emplearía el próximo año, además de que, aunque no lo pareciera, estaba afectado por todo lo que sucedió a lo largo de este curso.
Los exámenes se cancelaron, como se esperaba, saqué unos cuantos libros más en lo que quedaba del curso, no esta de más mencionar que Lockhart había sido mandado a san Mungo para recuperar la memoria, donde terminé colándome para meterle las escenas de la película algo alteradas, pues era el intentando hechizarnos con la varita de Ron y la varita lanzándole el hechizo de regreso. Asegurándome así, que no hablara de más, pues haría evidente su farsa.
Peeves estaba más que feliz, dándome un reporte de todo lo que hizo en la semana el la que me ausenté, diciéndome cosas como “puse en su lugar a esos mocosos malcriados por usted” o “hice apestar a el loco profesor que no dejaba de decir que usted estaba muerta” para terminar con un “sabía que usted no moriría jefa”.
Los petrificados volvieron en si y Colin tomó fotos nuevamente de todo como si no hubiese un mañana, estaba feliz por él, aunque también me seguía junto con Ginny a todos lados, nos retratamos más de una vez, fue divertido mientras duró, el año terminó de maravilla, entre sentimentalismos y descubrimientos, la relación de Percy salió a la luz, y llegó el momento de volver a casa.
Harry nos dio su numero para que lo llamáramos a la casa de los Dudley, probablemente el próximo año sería el mejor para entregarles un celular sencillo para evitar todo esto, aun así, no estaba de más contactarnos por las lechuzas, era hora de darles uno.
Mi viaje de regreso a casa fue al lado de los chicos, donde aprovechamos hasta el ultimo momento y nos fuimos con nuestras respectivas familias. Me despedí de los chicos dándole a Harry unas bombas de somníferos, que haría a sus tíos dormir, además, no cuenta como magia, sino más bien como… ciencia.
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Bien, último capítulo del día, gracias por su apoyo y comentarios ♥️
Con esto terminamos el segundo libro de la saga 💜 Cuídense mucho 😉
Nos leemos pronto 🥰💜
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