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7. Mudanza exitosa

Rondaban ya las seis de la tarde. El rubio había empacado y estaba recostado boca arriba en su cama...

“Bello conejo”.

Llamó una voz familiar al rubio, este despertó luego de que aquella persona presionara el timbre muchas veces y lo llamara con mucha insistencia, debido a eso no pudo conciliar el sueño por mucho que trató.

—¡No te enseñaron que el timbre se toca una sola vez, maldita sea! —exclamó el menor con una mueca de desagrado y unos ojos adormilados a Chris al abrirle la puerta.

—Fíjate que si me lo enseñaron, pero como no me respondiste, me desesperé, y ya ves que sucedió conejito —habló el moreno rozando su mano con la mejilla del pequeño.

—¡No me toques don juan! ¿A qué viniste? Ya empaque, si ese era tu gran martirio —enunció Eros señalando la maleta.

El mayor esbozó una sonrisa al instante, tomó la maleta y la llevo hasta su auto, jalando a Eros con él. Al llegar al automóvil sentado en el lugar del copiloto, se encontraba un curioso joven tocando y mirando, como si fuera un pequeño descubriendo un nuevo lugar, las risillas constantes de su supuesto jefe eran muy notables, y en sus pensamientos imaginaba a su presa como un pequeño conejo que había cazado en su jaula.

El vehículo estaba en marcha, el silencio era incómodo, ya que no había un tema de conversación para hablar, aunque las miradas provocativas y lujuriosas de “cierta persona” eran muy insistentes, entonces Eros comenzó a hablar para cortar la tensión...

—¿Cómo le haremos con esta farsa? No se supone que debemos conocernos, ya que según tú nuestro noviazgo es ya de medio año —enunció haciendo comillas con sus dedos.

—Tranquilo. Yo ya sé todo sobre ti Eros Alexander —contestó el que hacía de chófer.

—¿Cómo es que sabes mi segundo nombre? ¿Me investigaste? —interrogó curioso.

—Claro amante a la comida chatarra, el día que me rechazaste por primera vez, me comunique con un detective y le pedí que te siguiera e investigará todo sobre tí —afirmó sin el más mínimo apice de delicadeza.

Eros se sintió un poco enojado, y abofeteo el rostro del piloto del medio de transporte, el rubio recibió en cambio un beso profundo al estacionar el auto en el condominio, en donde el pequeño iniciará su nuevo y sencillo trabajo. El menor de los dos se resistió al principio, pero conforme se fue acostumbrado era arrastrado por las caricias y los sutiles movimientos del mayor...

—Tienes que acostumbrarte a mi besos mi amor, ya que habrán muchos más de donde vinieron los que te regalé —comentó altanero después de acto.

Ambos bajaron del carro y se dirigieron al apartamento en donde se consumará su “amor”. “Este es mi pequeño hogar cariño” fue uno de los comentarios que recitó el mayor al presentarle su casa, y el lugar de trabajo de él. Eros se sorprendió mucho al ver la “pequeña” morada en donde estaría alojado por un buen período de tiempo y fue guiado por el dueño del lugar a la habitación en donde se quedarían algunas de sus pertenencias, y la ropa y demás cosas de la habitación se quedarían en donde duerme Christopher.

Sin presiones el rubio empezó a organizar sus cosas en donde no había ropa de su “novio” mientras el otro se daba un baño. Cuando Eros terminó, fue a la cocina y se puso manos a la obra, husmeó en la despensa y la nevera y encontró mucho de donde poder hacer una cena como si fuera de restaurante, con paciencia buscó las ollas y cucharones que le harían falta, y cuando él salió de la ducha para tomar un poco de agua de la nevera, observó a su presa muy concentrada en la comida, se le acerco por detrás aunque él pequeño lo notará y le besó el cuello tomándolo por la cintura.

—Ya hasta encontraste que cocinar mi amor —le susurró al oído luego de besarlo y pegarse a su parte trasera.

—¿Qué diablos te pasa, planeas matarme del susto? —replicó enojado.

—Mis padres quieren conocerte y vienen hoy —afirmó —Yo atiendo esto tú ve a darte un baño, te deje ropa lista en la cama cariño.

—Gracias mi amor —respondió sarcástico antes de dejar la cocina.

Él obedeció y fue a bañarse “¡Amo este baño!” gritó al descubrir el agua caliente, ya que en donde vivía no tenía acceso a ese tipo de lujos.

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