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10: Noche de estudio.

Hoy es el día... El día en el que le diré que nunca me gustara y que se consiga a otra persona que joder. El día en el que me quitare una carga de encima, pues gracias a él no he podido dormir a gusto, y no, no es porque me guste.

Al llegar al colegio, note que no vi al zorro en todo el día, cosa que me parecía raro, pues por lo general lo veo moviéndose de pasillo a pasillo. En fin, como si me importara verlo, claro que no me importa. Es más, no iré con él, me quedare y me iré de pinta la última clase.

- Tsundere, el profe Smith te quiere hablar. - De la nada apareció Trabis con aquel apodo que tanto detestaba. Me levante y me dirigí a la salida, no sin antes darle un golpe en el estómago. Al salir, note que estaba vacío y solo estaba el zorro allí. Pude notar como el lince se iba corriendo, despidiéndose con aquel estúpido apodo.

- Dime... - Exclame de forma fría mientras miraba al zorro. El siempre vestía la misma vestimenta para el trabajo. Una camisa de cuadros negra con rojo remangada, acompañadas de un par de tenis Converse y unos pantalones negros tipo jeans.

El zorro no respondió, en cambio, poso su mano sobre un casillero, aprisionándome de un modo u otro. Solo sonreír y me miraba a los ojos, sabía que en ese día iba a ir a su departamento, pero no creo que quiera estudiar conmigo.

- Nos verán... - Susurre intentando irme, en cuanto note como colocaba la segunda mano alrededor de mi cabeza, rodeándome ahora de forma posesiva.

- ¿No tienes clase? - Pregunte un poco molesto, empujándolo, pero el soltó una pequeña risa burlona y sonrío.

- No, y tú tampoco al parecer. - Susurro acercando sus labios a los míos, pero alcance a quitarme, dándome en la mejilla. No era lo mismo que un beso en los labios, pero igual merecía un buen golpe en el estómago, cosa que detuvo con una de sus manos y el alzo contra el casillero de nueva cuenta, manteniéndome inmóvil.

- Carajo, suéltame. - Exclame pateando su entrepierna, la cual fue mi escapatoria. El zorro solo se hincó y se quejó, tomando su hombría y soltar uno que otro jadeo de dolor.

- No soy un juguete, si lo quieres, págalo, hay muchas en las esquinas. - Susurre entrando al salón y mirando por un punto ciego al zorro, esperando a que se fuera. Podía ver como comenzaba a reír, ¿Qué acaso era masoquista? No lo entiendo.

- Cada vez, amo más a ese lobo. - Susurro alejándose del lugar. Eso me enfureció, sonrojándome y aplastando un cuaderno que tenía en mano, casi atravesándolo con las garras.

Finalmente suspire y deje que se alejara de forma lenta, esperando hasta que el día terminara.

Horas después, el zorro había llegado para dar su clase, recordándome frente al grupo que debía ir a su casa para poder aplicar el tipo "Examen". De repente, un chico alzo la mano, pues tampoco había entendido un tema. Me sentí aliviado nuevamente, no debería asistir.

- Veras, tienes que hacer citas. - Exclamo el zorro, dándome un golpe bajo mentalmente, no me salvaría de nada después de todo. Mierda.

- Bien, pasare asis... - Fue interrumpido, lanzando otra tiza al enano, dándole en donde mismo.

- Tengo más cajas de tiza, puedo lanzarte más. - Exclamo mientras suspiraba pesadamente. Al parecer el enano estaba interrumpiendo la clase.

- Bien, tomare asistencia. - Exclamo tomando la lista y comenzando a tomar asistencia. Toda la clase fue normal, incluso cumplió la promesa de dejarnos salir temprano, pero yo me quede para ir a su departamento.

- Vamos al coche, te llevare a mi departamento. - Susurro abrazándome por la espalda, a lo que yo respondí con un codazo en el estómago.

- Espera, tengo que avisarle a mi padre. - Susurre sacando mi celular, pero el idiota me lo quito y lo metió en su bolsillo, sacando su celular y mostrándome un mensaje que escribía mi padre, en donde estaba de acuerdo con que asistiera y que incluso me quedara por una noche.

Me ardía la cara, que hijo de puta es. Todo esto es planeado.

- Maldito... - Susurre dándome la vuelta y me dirigí a la salida. Casi media hora después, llegue a aquel edificio departamental en donde vivía el zorro, adentrándome a su hogar y dejando mi mochila por un lado.

- ¿Tienes video juegos? - Pregunte aventándome al sofá, dejando mi cuerpo desplomado en la extensión de este.

- Ejem, no venimos a jugar video juegos, venimos a estudias, mocoso. - Exclamo mientras retiraba su camisa y dejaba ver un poco de lo que era su tonificado y bien cuidado cuerpo. Esperen, me llamo mocoso. Jamás me habían dicho así, ni siquiera cuando lo era.

- Como sea, pásame mi mochila. - Exclame sentándome y frotando mi rostro un poco. El contrario me la arrojo a un lado, dándome la oportunidad de sacar mi cuaderno y el de sacar su libro.

- Bien, ¿Qué es lo que no entendiste? - Me pregunto con toda tranquilidad, encendiendo la lámpara de la sala para poder ver mejor, la cual encendió con un aplauso.

- Todo... - Exclame dejando caer mi rostro y mirando hacia abajo. En ese momento, acaricio mi hocico con su cola con la intención de que mirara nuevamente arriba, cosa que hice.

- Bien, comencemos desde el principio... - Susurro suspirando tranquilamente. También suspire y me puse cómodo, pues suponía que sería algo largo.

Pasó casi una hora y ya sentía sueño, pero al menos ya entendía la mayor parte del tema.

- Sabes, tengo que orinar, vuelvo luego. - Exclamo dejando el libro en su asiento y dirigiéndose al baño. Me acosté en el sillón, dejando el cuaderno en mi rostro y comenzando a cerrar los ojos profundamente.

Después de momentos, mi cuaderno fue retirado, dejando un beso en la punta de la nariz en su lugar.

- Aun no podemos dormir. - Susurro acariciando mi rostro. Esperen. Apreciemos la escena un poco. ¡El imbécil estaba sobre mí!

- Quítate de encima. - Exclame mientras comenzaba a empujarle, sintiendo como se hacía más pesado. El tonto meneaba su cola de lado a lado y sonreía, estaba feliz de lo que estaba haciendo.

- ¡Ordeno que te quites de encima! Voy a... - Fui interrumpido por una de sus manos, la cual se había adentrado por mi vestimenta, me estaba acariciando el abdomen.

- Vas a... ¿Qué? - Pregunto con un tono coqueto, elevando más y más mi vestimenta hasta dejar ver mi pecho. ¿Qué le sucedía? No soy un fácil.

- A... A... Q-Quítate... - Susurre casi inaudible, no quería dejar salir ningún jadeo o gemido, pero era complicado. Hasta que sentí un poco de tranquilidad, había retirado su mano. El zorro me veía a los ojos de forma fría.

- ¿Qué? ¿Se te acabaron las baterías? - Pregunte en modo de broma, pero este se levantó y me jalo hasta la pared de nuevo, ahora colocando una de sus rodillas entre mis piernas.

- Thomas... Te amo. - Susurro antes de darme un beso en los labios. No pude reaccionar a tiempo.

- ¡Quítate! No me... - Volvió a callarme con otro beso, ahora un poco más apresurado y más corto, casi un "Piquito".

- Joder, deja de hacer... - Me volvió a callar. ¿Qué es que no entiende que no lo amo? Tiene que enamorarme bien, no solo con besos. Eso sí, no correspondí a ninguno.

- ¡Deja de...! - Callado de nueva cuenta. Sera mejor que me lo quite de encima, mis labios comenzaban a saber cómo a los de él. Solo que, este beso fue más largo, quizás más largo que los anteriores juntos, haciendo que me sonrojara. Despacio fue soltando mis muñecas y fue tomando mis caderas, haciendo que me encorvara un poco. Su cola se entrelazo con la mía y poco a poco iba intensificando el beso, el cual no correspondí.

No puedo más, ¿Dónde carajos practico? Es como si te besara un ángel, era simplemente placentero. Después de momentos besándole, decidí corresponder, abrazándole del cuello. Acababa de caer en sus encantos. Se separó de nuevo, dejando ver un hilo de saliva que unía nuestras bocas.

- ¿Ya no quieres que te bese? - Pregunto un poco pícaro mientras acariciaba mis mejillas.

- Yo... - Me quede mudo. Por alguna razón, veía al mayor más atractivo de lo normal, y su sonrisa me transmitía tranquilidad. Ahora fui yo quien continúo con aquel beso, haciendo que se volviera poco a poco más intenso.

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¡!!ALERTA DE LEMON!!!

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Quien diría que de aquel muro, nos fuimos al sofá y después a su cama, todo eso sin despegar aquel beso que nos mantenía unidos de forma apasionada. Una vez en sus sabanas, comenzó a retirarme la ropa, de lo cual no me negué, deje que las arrojara por donde le diera la gana. No paso mucho tiempo para que ambos solo estuviésemos en ropa interior, la cual consistía en un par boxers negros, ambos ajustados. Sus manos me recorrían todo el cuerpo y comenzaba a excitarme estar con aquel zorro de aquella forma, poniéndome erecto en cuestión de minutos.

Sus labios se dirigieron a mi peludo cuello, donde comenzó a besarme y lamerme de forma lenta, dejando sus suspiros sobre mi piel, haciendo que me estremeciera mil y un veces. De manera instintiva, me abrace a su torso con las piernas, dándole total libertad de mi cuerpo a aquel zorro que me estaba enamorando cada vez más rápido. De la nada, comenzó a succionar mi cuello, como si intentara dejarme un chupete, pero este no se vería gracias al pelaje. Fue bajando poco a poco, recorriendo mi piel con besos, haciéndome jadear poco a poco más fuerte con forme pasaba. Sus manos comenzaron a frotar mis pezones, haciendo que comenzaran a ponerse erectos y un poco rozados.

Después de unos momentos jugando con mis pezones, comenzó a bajar mi ropa interior, dejando ver mi erección, cosa de la cual me daba un poco de pena, por lo que me puse rojo. El zorro se detuvo y se hincó mirándome. Al ver su cuerpo tonificado sobre el mío era un poco excitante, muchas personas desearían tener a alguien así, pero el idiota termino enamorándose de mí.

- Eres hermoso. - Susurro acariciando mi vientre de forma lenta. Ese comentario termino por dejarme más rojo que todos los frutos rojos del planeta. Después de momentos, decidiríamos que haríamos el amor, pues no por nada está desnudo frente a mí y dejando que le haga una felación a sus dedos. Al separarlos, los deje lo suficientemente lubricados como para pudiesen hacer su trabajo. Con sus dedos, comenzaron a acariciar mi ano, haciéndome gemir de forma ahogada, no quería ser humillado de aquella forma. Se mantuvo acariciando en forma de círculos mi ano hasta dejarlo completamente lubricado, pero quería que se acostumbrara, por lo que introdujo dos de sus dedos en mi interior, haciéndome gemir alto. Debía admitir que era un gemido bastante afeminado. Retiro su mano después de momento dentro de mí, para después hacer lo mismo, pero con su miembro, Penetrándome lentamente hasta sentir como llegaba hasta mi interior, no podía entrar todo en mí. No podía mentir, dolía de la puta madre, pero sus cariñosos mimos y sus besos en mis labios hacían que me tranquilizara un poco, dejando que poco a poco comenzara a ser más placer que dolor, hasta que después fue mero placer. Sus embestidas eran profundas y un poco rápidas, pero no lo suficiente como para partirme en dos. Mis gemidos iban al compás de sus embestidas, mezclados con los jadeos del zorro y la cama rechinante, sin duda, la melodía perfecta para los oídos ajenos.

La noche era larga, y en aquel momento de pasión, hacía que se pasara rápidamente, después de todo, dicen que divirtiéndote, el tiempo se va volando. Después de alrededor de cincuenta minutos haciendo el amor, el zorro termino corriéndose dentro de mí. Podía sentir su cálido esperma dentro de mí haciendo que soltara un gemido largo y placentero. Aquello indicaba que ahora no solo era mi maestro de literatura.

Al separarse de mí, cubrió ambos cuerpos con las sabanas mientras me continuaba besando.

- ¿Ahora me amas? - Pregunto acariciando mis caderas, haciéndolas lucir bastante femeninas.

Aquella pregunta me hizo pensar un poco, pero no respondí, solo me acorruque en su pecho, usándolo de almohada para descansar.

- Te amo, idiota...


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