Un vistazo al pasado (Butsu 2/2)
Seguimos con el mismo vestuario, no a pasado nada desde la primera parte.
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Estuvieron descansando un buen rato, simplemente estaban recostados en silencio, era tranquilo y los ayudaba a relajarse un poco, al menos así no les tocaría pensar en nada en lo que se daban una pausa, bueno, aunque no era una pausa muy larga, nuevamente les había dado hambre, claro haber tomado un desayuno ligero temprano en la mañana siendo dos personas con un apetito enorme no era de mucha ayuda.
- Iré... A servir algo para llenar -Se levantó del sofá, seguida por la atenta mirada de Katakuri, parecía un niño gigante.
Volteó a ver el álbum, pasando las páginas con cierto cuidado, hasta que una serie de fotos en específico llamó su atención- ¿Porqué tienes un uniforme de la Marine?
- Ah eso -Rió ligeramente mientras servía una limonada- Me estaba probando el uniforme de papá, él era ingeniero mecánico además de un científico, le encantaba innovar con todo... -Abrió el refrigerador sacando algunas cosas, alcanzaría hasta el almuerzo- Pero renunció y se quedó con el uniforme, para cuando tomé la foto yo ya tenía 15.
- ¿Porqué renunció, fué por tu hermana acaso?
- No, se retiró antes... -Guardó lo que había usado y dejó las cosas sucias en el fregadero- Fué cuando se enamoró de mamá, fué bastante rápido, pero les duró lo suficiente como para construir una vida juntos y tener dos hijas.
- ¿Acaso los embrujaron o qué?
- No sé si llamar embrujo a salvarse la vida mutuamente -Llevó las cosas en una bandeja hasta la mesa y volvió a sentarse- Iban a matarlo, no era un peleador muy físico, pero sabía disparar... -Le pasó su vaso, había traído un par de tostadas con cosas para ponerles- A fin de cuentas, ella prefirió salvarlo, y él hizo lo mismo por ella, le disparó a uno de sus compañeros cuando trataron de llevársela y huyeron, ella estaba sola pero era más fuerte que muchos otros... Fué durante su viaje de escape que todo pasó, papá ni siquiera recuerda cómo fué que terminaron casados -Pasó las páginas y encontró su foto de bodas, se veía a una mujer alta y pelirroja con el vestido que Ginger había usado, estaba cargando a un hombre en traje mientras ambos se reían- Se veía pequeño a su lado.
- ¿Qué tanto? -Miró otra de sus fotos, en esa se veía la diferencia de sus tamaños, el hombre se veía algo robusto, pero la mujer lucía un poco más intimidante.
- Mamá 1,97 y papá 1,70 -Volvió a las fotos en las que salía ella, el uniforme le quedaba algo corto- Y como era ancho su ropa me quedaba bien, en ese momento yo ya tenía la estatura de Ginger.
- Entonces creciste a base de estirones -Bebió un poco de su vaso, antes de toparse con otra foto, algo extraña- ¿Está de qué es?
Miró la foto, y frunció el ceño ligeramente, algo disgustada- Ah esa, olvidé quemarla -Katakuri la miró con una ceja alzada, pidiendo una explicación- Es cuando... Tuve mi primer "novio" por así decirlo, fué algo tan detestable, ni siquiera podría considerarlo una relación.
- ¿Tan malo fué? -En parte no le sorprendía, si bien ella era una buena mujer, más de uno se aprovecharía de ello, tener buen corazón te convertía en blanco fácil.
- Fué horrible... Era un manipulador, y yo estaba vulnerable en ese entonces... Apenas tenía 14...
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Apenas habían pasado unos meses desde que su padre falleció, no solo permaneció guardando el luto, también se vió en la obligación de rechazar la propuesta de su hermana sobre irse juntas muy lejos de ahí, pero ella prefirió quedarse, sabía que aunque no todos la soportaran, la necesitaban allí, sino ¿Quién mantendría el orden? Entonces la mayor se fué bajo la promesa de que volvería cada tres meses para verla tampoco pensaba en abandonarla así como así.
Y claro que, aunque estaba triste contaba con ciertas personas, la señora Haggin que solía reunirse con sus padres para venderles instrumentos musicales o reparar los que estuviesen dañados, o el señor Wanzu quien había sido un soldado en su juventud y ahora en sus 50's era profesor, al menos eran los únicos adultos en los que confiaba con toda seguridad, así que solía pedirles ayuda cuando las cosas eran difíciles. Pero aún así, pensaba como la adolescente que era, solo buscaba... Cariño, no uno familiar, sino de alguien ajeno a ella, que la escuchara y le permitiera desahogarse, tan solo se quería enamorar, escuchar un lejano llamado, encontrarse un príncipe encantador y... Bueno, que fuera alguien que no se asustara con su boca, sus dientes de adolescente eran un poco grandes, y aún le faltaban seis años para mudarlos otra vez, estaba creciendo y más de uno había descartado la idea de invitarla a salir.
- Desearía ser más pequeña... -Se dijo a si misma, viendo cómo ya medía casi uno ochenta- O al menos crecer más lento -Se dejó caer sobre el escritorio que ahora le pertenecía.
Casi como por arte de magia escuchó golpes en la puerta, por lo que se apresuró a bajar mientras se ponía el cubrebocas, algo agitada abrió la puerta para encontrarse a la madre de la pequeña Mirla, quien para su sorpresa, no se encontraba con ella.
- ¿Es muy urgente? -La mayor se veía agitada, probablemente lo era.
- Hay... Atravesaron el campo... Están yendo casi todos -Oh no, la situación ameritaba su presencia.
- Entonces iré enseguida, vuelve con Mirla -La mujer asintió, antes de salir corriendo nuevamente.
Se armó de valor antes de salir, prácticamente tenía un uniforme de Marine puesto, a excepción de la chaqueta y la gorra, y como no si casi todo lo que su padre usaba era negro y a ella le quedaba perfectamente, cosa que en parte la hacía ver más mayor de lo que realmente era. Al salir de casa con paso firme, se le veía casi como un soldado yendo a dar la pelea de su vida, aunque simplemente cumplía con su deber, su cabello permanecía atado en una trenza de raíz, dándole un toque más serio a su aspecto. En cuanto llegaron a la orilla vió con claridad, un bote hecho para navegar, no parecía un barco debido al modelo que este tenía, aunque era considerablemente grande, habían unas seis personas, unas gemelas y cuatro hombres, el que parecía ser el líder se paró al frente de ellos, parecía poseedor de un extraño carisma, que en cierta parte le provocaba un sentimiento extraño.
- Buen día, nos gustaría tener una audiencia con su jefe, ahora mismo de ser posible -Dijo con un tono... Difícil de describir.
- Pues aquí estoy -Tomó un aire de autoridad, no iba ponerse tan amable en ese momento- Si gustan una audiencia, debería saber con quiénes sería.
- Oh, perdone Madame, pero tenemos un problema, si nos permite permanecer una semana o dos aquí para reabastecernos, también para reparar nuestro pequeño transporte, solo si usted nos lo permite.
- No negamos alojamiento a nadie, pero más vale que demuestren merecerlo, aquí los problemas tienen cierta tendencia a... Explotar -En parte era mentira... En parte.
Por suerte no pasó gran cosa después de haber hecho el acuerdo, no solían recurrir a ella por separado, normalmente era el líder quien lo hacía, probablemente por ser el más capacitado, generalmente usaba palabras complicados además de que trataba de usar un tono que probablemente intentaba ser seductor, pero para su mala suerte, contra la Jefa no tenía mucho efecto, quizás con una que otra mujer, pero no era la gran cosa, solo trataba de gastar la menor cantidad de dinero posible, hasta se atrevía a pedir cosas gratis, pero siempre recibía respuestas negativas con la última.
Los días pasaron y lento pero seguro, la persuasión de ese hombre sobre la joven líder surtía efecto, simplemente con pequeñas acciones, palabras amables y buena conducta, en poco tiempo ya le tenía confianza suficiente para hablarle sin tanta formalidad, cosa que la morena no tomó tanto en cuenta. Esa noche recibió una nota en la puerta de su casa, parecía un aviso sobre pasar más tarde, no le tomo mucha importancia y se encargó de sus pendientes, quería empezar a hacerse ropa, la de sus padres le quedaba pero pronto dejaría de hacerlo, quien sabe cuánto más crecería, quizás... ¿Tres y veinte? Bueno, las chicas crecían por menos tiempo, seguro llegaba a ese número nadamás. Aunque este pensamiento no duró mucho, sus planes se vieron frustrados por unos golpes en la puerta, se sorprendió por la hora, pero sin querer ser cruel se apresuró a abrirla, encontrándose al líder de sus... Visitantes.
- ¿Necesita algo? -Preguntó con una ceja arqueada.
- Madame yo... Quería pedirle un favor -Parecía preocupado, quizás algún problema- De no ser molestia ¿Me permite una audiencia ahora?
Aquella propuesta le extrañó, pero preguntaría después- Supongo que está bien, pase.
Todo había empezado con normalidad, nada más que un par de disculpas y el comunicado de que tenían un tripulante enfermo y si podían permitirles quedarse un poco más mientras este se curaba, cosa que le extrañó ya que tenían un hospital perfectamente funcional allí mismo, el hombre insistió en que esta persona desconfiaba de los desconocidos y había permanecido la mayoría del tiempo en el bote, y que solo salía para tomar un poco de aire en las noches, decidió no insistir y accedió a su petición, recibiendo montones de gracias y lagos referentes a su bondad, un poco incómoda por la situación simplemente sonrió y le dijo que podía irse si había terminado, aunque aún faltaba algo.
La invitó a una cita.
Y ella aceptó, pudo haberse negado pero algo en él le insistió a aceptarlo.
Sin querer detallarlo mucho, su cita había salido decentemente bien, aunque había un solo detalle que permanecía firmemente en su lugar, y era que no le permitía verle el rostro o tratar de acercarse en exceso, aún era muy joven y ciertamente trataba de ser precavida con algo así, tampoco quería pasar por algún momento particularmente incómodo, aunque ya lo hacía cada vez que se negaba a quitarse el cubrebocas para besarlo, porque oh vaya sorpresa, habían empezado una especie de relación, basada en una que otra muestra de afecto.
Tristemente, no todo era como la joven deseaba.
Él había empezado a buscarla en malos momentos, no sabía si era a propósito o solo alguien mal organizado, pero no le gustaba en lo más mínimo ¿Práctica de ballet? Supuestamente tenía una emergencia ¿Clases de costura? De repente estaba mareado ¿En la cocina? Quería "ayudarle" pero solo estorbaba ¿Papeleo? De repente se sentía solo y abandonado, pero oh vaya tenía algo de tiempo para dedicarle he inmediatamente se convertía en la mala.
El estrés solo la empeoró, estaba cansada, tenía ojeras y le costaba concentrarse ¿Y como no hacerlo con tal molestia detrás suya? Por muchos intentos de dejarlo amablemente como tenía planeado, ese manipulador solo lograba hacerla sentir culpable, oh si tan solo existiera una entidad más allá de lo conocido que la liberara de su sufrimiento, con gusto le haría un altar, ya que por muchos deseos que tenía de matarlo, tampoco quería hacerlo realmente.
Se levantó de su escritorio con la espalda hecha polvo, iría a tomar un baño y luego a dormir. Tenía papeleo pero ciertamente necesitaba un largo descanso; se desvistió camino al baño, soltó su cabello y el cubrebocas terminó en el suelo, cerró la puerta y presionó el botón de la bañera, iba a ser su tiempo, no respondería a nadie a menos que fuese una urgencia. Puso una esfera de baño con escencia a lavanda y se metió al agua, aaahh extrañaba estar tan relajada. Cerró los ojos disfrutando el momento, agua caliente, burbujas y nadie que la molestara, todo era perfecto.
Después de unos minutos salió del baño, yendo directamente hacia su habitación, con una bata de baño puesta y secándose el cabello con una toalla, al abrir la puerta de su habitación, se quedó helada, allí estaba él, revisando sus fotos, y como no, la habitación estaba desordenada.
- Sabes... Pensé en venir a verte, pero por la ropa pensé en que habría... Alguien más aquí -Dicho esto se volteó, con una mirada de total desprecio dirigida hacia ella- Pero me encontré con otro tipo de mentiras.
- No son mentiras sin palabras falsas primero... -Su voz salió de manera forzosa, casi como si le hubiera dado un empujón.
- Tendrás razón... Pero pudiste decirme la clase de monstruo que eres -Utilizando una voz gélida la miró directamente a los ojos, la había lastimado- Me sorprende haber empezado a creerme mi propia mentira sobre gustar de ti, creí que tendría que buscar el dinero por mi propia cuenta -Dejó caer las cosas que tenía en las manos, acercándose a ella, paso por paso.
No quiso retroceder, a pesar del daño que sintió al escuchar eso- Lo dices como si siquiera se me hubiera ocurrido tal estupidez ¿Dinero? Ni que fueras tan especial.
- Vaya, tienes la razón de nuevo... -Una vez lo suficientemente cerca, la obligó a retroceder, dejándola contra una puerta- Pero, hay cosas que se pueden arreglar... Aunque me dé asco hacerlo.
La sujetó por el cuello con fuerza con una mano, a lo que instintivamente la contraria forcejeó sujetando su brazo con ambas manos, mientras que él introducía la otra en su bata de baño, observando la figura de la adolescente, estaba cerca de cumplir quince años y ya era alta, delgada y físicamente atractiva, claro que solo lo haría con tal de asustarla un poco o tal vez... Torturarla lo suficiente como para que cediera. Aunque lo último con lo que contaba era una fuerte patada a la entrepierna y luego otra en el estómago, que logró empujarlo lo suficiente como para hacer que se golpeara contra la pared, acelerada por la adrenalina la menor se arrastró a su habitación, cerrando con seguro la puerta, escuchando como el mayor golpeaba exigiendo entrar. Se vistió con apuro con lo primero que recogió, un vestido de pijama. Casi cayéndose logró ponerse una pieza de ropa interior y salió por el balcón, claro que sí la casa no fuese tan grande, no le daría miedo soltarse, pero en ese momento valía más alejarse de allí. Apenas la puerta se abrió, se soltó del borde, dejándose caer, afortunadamente, pero con dolor, un par de árboles y arbustos le amortiguaron la caída. Se levantó apresurada y salió corriendo, bajo la mirada atónita de su perseguidor.
Corrió, apenas logró alejarse, quiso gritar, pero apenas abrió la boca, sintió el aire atorarse en su garganta, mientras que un dolor punzante apareció en su brazo, se sintió mareada, y apenas unos segundos después, todo se oscureció.
Le dolía la cabeza, no podía ver con claridad, solo sabía que le dolía todo, especialmente el brazo. Escuchó unos pasos acercarse, unos ligeros y otros más pesados, a pesar del mareo, sabía de quienes se trataba.
- Veo que despertaste, ese sedante de efecto inmediato hizo un buen efecto, de no hacerlo, habrías sido un problema -La voz se escuchaba algo rara, pero pudo identificar que era de mujer.
- Lo lamento querida, pero supe que encontraría más dinero vendiendo tu existencia a la esclavitud -No hacía falta decir de quién era la otra voz- Vaya sorpresa cuando me dieron tu precio, cuántos ceros, vales unos buenos millones.
- Tranquila, te venderemos al mejor postor, con suerte serás una mascota antes que una esclava.
- .... -Casi en automático, su cuerpo respondió con rabia, saltando en su dirección con intención de atacar, lamentablemente se vió interrumpida, sintiendo el collar de metal lastimarla, mientras una pesada cadena lo aseguraba a la pared, haciéndola toser.
- Tuvimos que cubrir eso pequeña bestia, tus impulsos salvajes son muy agresivos, dignos de un monstruo sanguinario como tú -El hombre rió, recibiendo un gruñido enojado como respuesta.
- No te preocupes, se te pasará -Salieron del lugar, dejando sola a la menor.
- ...-Bajo la cabeza, sintiéndose culpable, enojada consigo misma por lo sucedido, debió decirle que no he ignorarlo, así hubiera evitado el desastre, ella era un desastre- ... Quieres un monstruo... Te daré uno -En ese momento, su furia se manifestó.
Esa misma noche, la luna presenció la brutalidad de un joven corazón triste, uno que terminó lastimado, con las manos y ropas empapadas en sangre, mientras que la rabia y el miedo se hacían cargo de evitar que otra cometiera su más grande error. Caer por la peor persona de todas, no utilizaría a nadie nunca más, ni él, ni ningún otro miembro de esa tripulación.
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Después de escucharla atentamente, Katakuri bufó con molestia- Así que... No supiste cómo pasó.
- Solo lo hice, mi instinto asesino es más de lo que puedo manejar -Juntó sus propias manos, con el ceño ligeramente fruncido- Y aunque me atormenta lo que hice... No me arrepiento de nada.
El Charlotte posó su mano sobre las de su esposa, cubriéndolas con cariño- No te preocupes... Yo tampoco me arrepentiría, sobretodo desde lo que pasó con Brulee.
Ella sonrió, sabía que era verdad, él nunca le mentiría por hacerla sentir mejor- Y es bueno saber que no estoy sola -Su sonrisa se extendió, antes de lanzarse sobre Katakuri, su sensibilidad la volvía loca de la mejor manera.
Y él lo sabía.
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¡Por fin! Después de siglos.
Disculpen todos por la desaparición, esta vez el bloqueo creativo estubo fuerte, pero bueno, sigamos.
Aclaraciones:
- Yep, Butsu cometió múltiples cagadas en su adolescencia y adultez joven.
- La furia que refleja allí, es más contra si misma.
- Habrá más de Katakuri en el próximo, próximo capítulo.
- Lo bueno está cada vez más cerca, ajio, ajio.
Y bueno eso es todo, recuerden siempre ser educados, respetar la cuarentena, normas de salud, atropellar pedófilos y patear comunistas.
¡Bye, bye~!
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