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Me presento.

AQUÍ ESTÁAAAA, la historia detrás de la adopción, junto con una sorpresa.

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Pasaron varios días desde lo sucedido con Kinsei, no sabía con exactitud cuántos, quizás unas dos semanas o más, pero desgraciadamente no pudo volver a conectarse con él ¿Cómo se supone que funcionaba eso? Más de una vez había resultado enormemente cansada y al único que veía era Brioche, claro que no tardaron en hacerse amigos, esa lucecita era todo un personaje, que a medida que más la veía, más crecía, aunque aún podía permanecer serena para no caer en la locura. Porque así como se había hecho amiga de su conciencia y lo que posiblemente era su lado más humorístico, también se había tomado el tiempo de conocer a Dinora, Willa y Marie, siendo la primera quien más confianza le había dado, realmente no parecía ser mala persona, simplemente se habían presentado en malas circunstancias, inclusive había conocido varios aspectos interesantes de cada una de ellas; Dinora era una fashionista, le encantaba el Jazz y Soul, lo que claramente le causaba el deseo de escuchar a Soul King en vivo, por otro lado Willa había sido criada en cautiverio por aquellos científicos, así que no tenía mucho por lo que luchar, cosa que la había convertido en alguien bastante sumisa y nerviosa, ella todo lo que quería era vivir sin miedo a tener que pelear otra vez, la pobre era propensa a sufrir ataques de ansiedad, mientras que Marie era la más tranquila y madura de las tres, había estado allí desde su adolescencia pero atesoraba sus recuerdos con cariño, y podía asegurar que le encantaban los conejos y las muñecas de trapo.

Por otro lado, conocer a los demás había sido más difícil, tenía corto acercamiento a las hembras ancianas, y los niños por mucho que trataban de acercarse, no lo tenían permitido, siendo el abuelo Ju, uno de los pocos que había podido conocerla, claro que el anciano no solía permanecer callado cuando se encontraba con los demás, contando con lujo de detalles el como su alfa parecía ser más de lo que habrían esperado, pero al mismo tiempo querían mantener el pensamiento realista de que sin voluntad, no podrían hacer nada.

Aunque muy distante a sus pensamientos, Butsu demostraba tener bastante espíritu tratándose de escapar, se tomaba su tiempo observando, analizando y midiendo los tiempos de lo que debían hacer, inclusive sacaba provecho de la situación perfeccionando su poca práctica en combate, al igual que no dejaba de lado los ejercicios más simples, a pesar de que era algo musculada desde antes, esto era más por ejercicios de rutina, inclusive se había tomado el tiempo de hacer siempre los estiramientos de sus clases de ballet, aunque el espacio fuera limitado, no tenía ningún problema en seguirlos haciendo, no iba a dejarse vencer, si quería seguir su ideal, debía seguir adelante, por lo que también hacía memoria de todo lo que sabía, memorizando desde literatura hasta un sin fin de fórmulas químicas y físicas.

Aunque, exceptuando esto, notaba una lista de cosas que la tenían extrañada.

Primero, en lugar de dos barras recibía tres.

Segundo, su cuerpo no sanaba como antes.

Tercero, se cansaba más rápido.

Y la cuarta pero más preocupante, no le había bajado, aunque quería pensar que era por estrés y no... Otra cosa, después de todo, su período era fijo y un atraso así era algo que no pasaba a menos que estuviera enferma o estresada.

Y siempre que su mente trataba de pensar en algo que la calmara, terminaba rezando al cielo, la tierra y todas las religiones que conocía para que solo fuera estrés.

Pero también estaba sucediendo algo extraño, y era que por alguna razón, lograba escuchar cuando aquellos científicos soltaban comentarios aleatorios o murmuraban cosas acerca de crear un macho nuevo, pero esta vez con su ADN, no iba a negar que eso la tenía bastante preocupada, si ya estaban experimentando con ella, significaba que se venía una pelea grande, mucho peor a las múltiples a las que se había enfrentado; a pesar de que los sintéticos "mejorados" eran más agresivos y fuertes que los normales, después de agarrarles el truco y usar una buena cantidad de fuerza, no representaban un gran desafío, o al menos no para ella, después de todo, esas cosas ya habían noqueado a las otras con anterioridad, y eso que no les había tomado mucho tiempo.

Pero a pesar de sus teorías y suposiciones, nada la habría preparado para la noticia que le tenían, por lo que cuando aquella científica apareció acompañada de al menos seis sintéticos mejorados, se tomó un momento para dejar de lado sus estiramientos y mirarla.

- Bueno querida, es hora de tu nuevo examen -Sonrió alegremente, extrañando a la mujer- Oh pero no te preocupes, solo vendrás tú, así que si colaboras sería fabuloso.

- Supongo que puedo hacerlo si lo dices de esa manera -Sin gran problema se dejó poner las esposas en manos y tobillos, siendo rodeada por aquellos hombres.

- Verás, es algo interesante -Esta comenzó a andar, siendo seguida por la morena- En este examen volveremos a medir tus capacidades pero ahora contra las de... Tu nueva copia.

- Ah, así que de eso se trataba el chisme -La científica empezó a andar de espaldas, viéndola extrañada- Tu personal no es precisamente callado y mi oído es algo... Agudo -Ante su comentario, la humana rió.

- Me agradas, me agradas, hasta me dan ganas de darte una jaula más grande -Volvió su vista al frente, sin borrar la sonrisa de su rostro- Pero ahora, debo comprobar una cosa.

Después de aquel comentario, terminó en una sala oscura, la cual se iluminó apenas se cerraron las puertas, quedando solo ella y un extraño sentado frente a un escritorio en el centro de la sala, la voz de la científica la guió a su asiento a través del comunicador de la puerta, se sentó en el asiento vacío frente al del extraño, que claramente era el sintético que aquella mujer demente había mencionado... Pero había algo raro ahí, si ella tenía el pelo negro ¿Porqué el de él era rosa? Además de que tenía los ojos rojos. Poco convencida de las anteriores palabras de la mujer, acercó sus manos a un sensor en su escritorio, el cual libró sus muñecas de las esposas, haciéndola estirar un poco sus manos.

- Muy bien, dejando de lado las preguntas, van a realizar un examen teórico evaluado sobre cien que determinará las cualidades de 1000 en comparación a ti pequeña alfa, las preguntas son variadas así que comiencen, tienen treinta minutos.

Al decir aquello una pantalla apareció en cada escritorio, apenas se encendieron estas mostraron variedad de preguntas, por lo que sin mucha demora comenzó a responderlas con lo que según tenía entendido era la respuesta correcta, aunque algunas de estas preguntas la confundían, tomando en cuenta que se trataban de cálculo, y aunque hacía los procedimientos de memoria, estos no daban ningún resultado que se marcara en las opciones, por lo que simplemente las tachaba y se saltaba a la siguiente pregunta.

Y sería mentira decir que no se sentía presionada con aquel tipo delante suyo ¿Así se sentían los demás con su presencia? Porque de ser así, era asfixiante. Sin más que tragar fuerte y seguir con lo suyo, siguió respondiendo las preguntas pendientes, tenía que sobreponerse antes el peso de su mirada, que tanteaba entre ella y su propia pantalla, hasta el punto en el que ya estaba al borde de todo, pero la cosa empeoró cuando él en lugar de seguir respondiendo preguntas, se pasaba por encima del escritorio para comenzar a olerla, acercando la nariz a su cabello, moviéndose por su oreja y llegar al hueco entre su hombro y cuello, acercando lo más posible su nariz, casi pegándole la cara a la piel.

Aunque el puñetazo que ella le clavó en el rostro fué bastante inesperado, al menos para los demás, para la líder de tal investigación, no tanto.

Aunque como cereza del pastel, se lo dió en el momento exacto que respondió la última pregunta, segundos antes de que el tiempo terminara.

- Bueno, eso es todo -Se escuchó en la sala, el macho estaba en el suelo, mientras que Butsu mantenía una postura impecable- Al parecer querida has demostrado un intelecto más elevado al de nuestro 1000, tienes otro 100 perfecto en el examen, en cambio nuestro chico sacó un 75.

- ¿Ya me puedo ir? Su "chico" me molesta más de lo que creí -Habló claramente irritada, su lado más enamorado hablaba en conjunto con la peor parte de su carácter.

- Te irás... Pero a otra sala, hay ciertas personas esperando por tí -Dicho esto la mujer apagó el altavoz riendo, lo que se venía era una inesperada sorpresa.

- Señora... -Uno de sus subordinados se le acercó- ¿No estará pensando en eso verdad?

- Sí lo estoy haciendo, es hora de que se vean, hay que ponerle emoción al asunto.

Ante de salir volvieron a ponerle las esposas, dejando al extraño de cabello rosa atrás; pero muy a diferencia del mal presentimiento que tenía con él, estaba sintiendo uno distinto, su corazón estaba acelerado, mientras que un sentimiento agridulce se manifestaba en sus hombros, como si algo realmente pesado estuviera encima de ellos.

Al entrar a la sala, todo volvía a ser oscuridad, pero a diferencia de antes, un par de luces se veían al fondo, iluminando a dos personas que parecían atrapadas en un par de dispositivos de contención, los cuales se sujetaban alrededor de sus brazos y piernas, por debajo de las muñecas hasta los codos, y cubriendo desde sus pies hasta las rodillas. Volvieron a soltarle las esposas antes de cerrar la puerta, dejándola allí con aquellos desconocidos, lentamente se acercó, sintiendo su corazón golpeando cada vez más fuerte y rápido, casi saliéndose de su pecho, y con total nerviosismo y manos temblorosas, los observó con atención, una pareja, una mujer de piel posiblemente pálida, largo cabello blanco liso y grueso, este tenía varios mechones multicolor, a su lado un hombre de contextura media y hombros anchos, cabello gris oscuro sin ningún color adicional, sus cabezas colgando hacia abajo, parecían dormidos.

Y casi como si de un interruptor en sus cuerpos se tratara, estos alzaron la cabeza, con sus ojos iluminados, rojo en él y púrpura en ella.

Él tenía dos colmillos, una cicatriz en el ojo derecho y un ligeras de marcas de vejez bajo los ojos y a ambos lados de la boca, mientras que la mujer albina tenía las mismas marcas de la edad y una cicatriz en su frente, pero a diferencia de los demás, no tenía dos o cuatro colmillos, ella tenía seis.

Y por alguna razón, sus miradas atravesaron todas sus angustias, clavándose en lo más profundo de su corazón, sintió temblar sus rodillas, he incapaz de permanecer de pie, cayó arrodillada frente a ellos, con un fuerte sentimiento de vulnerabilidad, para que segundos después un par de lágrimas se escaparan de sus ojos, mientras que los brillantes orbes de estas personas la miraban asombrados, hechos un huracán de emociones, incapaces de contenerse comenzaron a forcejear débilmente, siendo liberados a los pocos segundos para terminar cayendo al suelo, se levantaron lentamente, apenas pudiendo sentarse, pasaban la mayor parte del tiempo sedados.

- ... ¿Butsu? -La débil voz de la mujer le llegó al alma, tenía un tono tembloroso, pero a la vez dulce- Mi... ¿Mi niña Butsu?

- Te reconocería donde fuera... Solo nuestra niña tendría esa cara... Y esos lindos ojos que te delatan -La voz del hombre resonaba en su cabeza, la reconocería donde fuera, aún si no supiera su nombre.

- Si eres tú... Hanabira cumplió su promesa -La mención del nombre de su madre fué la última flechada que se clavó en su pecho, aunque la sola mención de su propio nombre lo decía todo.

- ... Es extraño... -Las lágrimas comenzaron a fluir en los tres, mayormente en ella- Como lo supe sin siquiera conocerlos.

- Porque eres nuestra niña, jamás podríamos olvidarnos -Con cierta inseguridad, la albina acercó su mano, tratando de alcanzar su hombro, aunque no se esperó el que su hija se acercara abruptamente, abrazándolos a ambos.

- Nuestra bebé -Entre ambos la abrazaron, apoyando sus rostros en la cabeza de su hija- Por favor cree en que nunca quisimos esto...

- No sabíamos qué hacer, pero fué Hanabira quien nos salvó... Confié en su palabra de protegerte de este lugar -La voz quebrada de su madre decía la verdad, así que tranquilamente puso sus manos en sus rostros separándose poco a poco, viendo sus rostros dolidos.

- Y les doy las gracias -Sonrió genuinamente, sí había sido buena madre- Ella fué muy buena conmigo aunque fuera por poco tiempo... Falleció hace casi treinta años.

Su madre puso sus manos en sus mejillas, secándole las lágrimas con cariño- Octubre 31 a las 8:45 de la noche... Nació una niña sana de cinco kilos, una muy especial... Eso pasó hace casi 35 años.

- Los hemos contado todos sin falta -Su padre posó su mano sobre su cabeza, acariciando su cabello de forma reconfortante- Lo que más nos alegraba de tí, era la sola idea de tenerte... Nos habría encantado ser parte de tu vida.

- Yo... Soy Charlotte Butsu, tengo 34 años, cumpliré 35 el próximo mes... Tuve una familia adoptiva muy buena y amorosa, incluso tengo una hermana 3 años mayor muy genial llamada Ginger -Se limpió un poco la nariz, tratando de no volver a llorar- Me gusta la ciencia, los vestidos y bailar mucho, mi animal favorito son las tortugas... Mi comida favorita es la carne asada, soy una repostera y jefa de una isla muy hermosa... Hace unos meses me casé y... Algo en mí me dice que tendré un hijo.

Ante esta última noticia se llevaron las manos al rostro, entre asustados y sorprendidos, con sus ojos brillantes de la emoción ¿Apenas conocían a su hija y y recibían la noticia de que serían abuelos? No podía ser. Inmediatamente volvieron a abrazarla, la verdad, esto se convertía en un sentimiento agridulce, sintiéndose plenos de poder ver y abrazar a su niña aunque fuese una vez después de tanto tiempo, pero con la triste sensación, de que podría ser la última vez que lo harían.

- Puedo preguntar... ¿Cómo llegué con ella? Nunca lo supe.

- Entonces no pudo darte su diario -Algo de tristeza se notó en la voz de su madre- Si sabes de ese diario... Lo escribimos los tres juntos, tenía una carta para tí al final, decía todo lo que necesitabas.

- Pero ahora estamos aquí, y podemos decírtelo.

~ ~ ~ ~ ~

Eran una pareja joven, se habían conocido mientras escapaban de un grupo de traficantes, no había sido una presentación muy buena ya que había incluído un par de caídas y peleas, pero desde ese día se tendían la mano para no dejar al otro atrás, aunque que inicialmente no se habían llevado muy bien, puesto él era muy bromista, mientras que ella no soportaba su "sentido del humor" no era precisamente ofensivo, simplemente era tan malo que le era imposible soportarlo, por lo que apenas abría la boca, deseaba que no fuera para decir una estupidez.

Pero... Ah no iba a engañarse, con el tiempo logró sincerarse consigo misma, Hideyoshi era ligeramente estúpido, pero también cumplía un buen rol como líder, después de todo, le daba su espacio, era considerado y siempre se aseguraba de que tuvieran algo para comer a pesar de las dificultades, ya que estar constantemente en movimiento les impedía permanecer en un solo lugar, en cambio Mei a pesar de su seriedad, demostró que en realidad esa era tan solo una corteza que escondía a una mujer risueña, gentil, inteligente y preocupada, la cual siempre le agradecía por medio de sus acciones. A causa de esto terminaron inevitablemente enamorados, confesando sus sentimientos en una noche de luna nueva; desgraciadamente no pudieron celebrar una boda como les hubiese gustado, pero si habían tenido tiempo para... Otras cosas, de las cuales había resultado un sorpresivo embarazo, y a pesar de la felicidad que esta noticia les daba, también significaba que debían esconderse aún más, pues ya no se trataba de sus propias vidas, ahora había otra que dependería de ellos.

Aunque fué difícil, lograron encontrar un lugar alejado en el cual estuvieron instalados la última semana de gestación, hasta que en la última noche de Octubre, su esperado bebé nació, una niña que distaba de lo que habrían esperado, pensaban en cabello gris o blanco, ojos rojos o morados, pero lo único que vieron en estas características, era negro y más negro, cosa que para ser sinceros, más que un escándalo de pareja, solo les provocó angustia.

Porque conocían esos rasgos, solo podían significar una cosa.

El alfa perfecto había nacido, y ahora debían ser prácticamente inexistentes si querían mantener a su niña a salvo.

Esa misma noche organizaron lo poco que tenían y antes que saliera el sol, huyeron al puerto, buscando a cambio de cualquier trabajo un viaje a cualquier lugar lejano.

Allí la conocieron, bajo un cielo un tanto nublado y con amenaza de lluvia.

Se estaba gritando con uno de los encargados del puerto, ella le había pagado por adelantado su estadía allí y él se negaba a dejarla ir, alegando que aún faltaba dinero, siendo una clara mentira. Una cosa llevó a la otra y antes de que pudiera lanzarse a golpear al encargado, Hideyoshi se había ofrecido a ayudarle con ello si les hacía ese favor que tanto necesitaban.

La pelirroja algo dudosa terminó aceptando, y gracias a él, salieron bien librados de aquel suceso, por lo que con total confianza les dió lugar en su barco, aún sin entender mucho la razón de su apuro, prefirió no preguntar mucho, eran una pareja joven con una recién nacida y se notaban bastante angustiados por alguna razón en particular. Internamente tenía un mal presentimiento pero al mismo tiempo, no podía evitar ser empática con ellos, más que nada por el hecho de que necesitaban ayuda por una bebé y ella por su parte también tenía una niña, que tan solo un par de meses atrás había cumplido tres años. Se atrevería a decir que gracias a esto logró entablar ligeras conversaciones con ellos, principalmente con Mei, quien poco a poco trataba nuevos temas, y sus charlas se prolongaban cada vez más, resultando en una lenta pero bastante sincera amistad, aquello era algo que la pareja de la albina no podía creer, Hanabira y Mei habían conectado bastante rápido gracias a su sentido de maternidad, ni a él le había tenido confianza a ese ritmo.

Pero por otro lado, la angustia de los padres seguía presente, por lo que con el corazón en la mano, ambas mujeres iniciaron un pequeño plan para asegurar la vida de la niña.

En caso de que algo les pasara, Hanabira se encargaría de finalizar el viaje junto con la bebé hasta el lugar más inaccesible que conocía, y le entregaría un diario lleno de anotaciones para ayudarle en el futuro, pero si no sucedía nada, era libre de hacer con aquel diario lo que quisiera. Por lo que durante varias noches, se sentaban los tres juntos en el camarote de la mujer, mientras la pequeña descansaba, Mei explicaba con lujo de detalles de todo lo que se trataba ser un Kemonohito, desde sus sentidos agudos hasta su esperanza de vida, después de todo, era una de las pocas que aún conocía la historia sin errores, en cambio Hideyoshi añadía detalles importantes a tratar, su posición le daba poder sobre los demás, pero si quería hacerse valer en ello, debía ir más allá de solo dar órdenes.

Tras una semana entera escribiendo, no solo lograron terminarlo, inclusive le añadieron una carta y un pequeño mensaje, junto con la decisión final de su nombre, Meiyo Butsu, querían reservar la entrega del diario para cuando ella tuviera 18, más que por un cliché, tratarían de hacerlo por su madurez mental, con el único deseo de que ella no los odiase por eso.

Pero claramente las cosas no serían tan pacíficas por mucho.

Una noche lluviosa, los dos dormían a ambos lados de la cuna improvisada que Hanabira les había dado, era lo suficientemente cómoda y segura como para que la pequeña Butsu durmiera sin problemas, mientras tanto ellos se acomodaban en una cama algo pequeña, al menos para ellos, no era mucho lo que les habían podido dar, pero era suficiente para descansar sin gran problema.

Un estruendo se escuchó, he inmediatamente la bebé comenzó a llorar, su madre aún algo confundida por el sueño la tomó en brazos intentando calmarla, mientras que su padre se frotó la cara, ahora un poco más despierto se acercó en dirección a la puerta, para que poco después esta fuera abierta bruscamente por Mizu y el capitán.

- ¡Traficantes nos atacan, rápido vengan conmigo! -La castaña que sostenía un nunchaku en su mano derecha, se notaba bastante agitada, mientras que el capitán se veía en condiciones similares.

- Por favor confíen en nosotros, Hanabira está afuera cuidándonos la espalda, estarán bien.

Se miraron con duda, pero finalmente asintieron- Digan hacia dónde y los seguiremos -El tono seguro del peligris le daba al menos un mínimo de calma a su esposa, quién permanecía intranquila.

- Mizu, cúbrenos mientras los guío, confío en tí -La mujer asintió, antes de volver a subir- Los escoltaré al refugio, síganme.

Con la dificultad del llanto presente, lograron llegar a dicho lugar, mientras que fuera se escuchaba la pelea, Hanabira y Mizu maldecían mientras se encargaban de su "compañía", aunque también se escuchaban disparos, choques de espadas o gente cayendo al mar.

Hasta que la noticia de una segunda y tercera nave los sorprendió.

Sería mentira si dijeran que no estaban asustados.

Hideyoshi se las ingenió para dejarle el espacio libre a Mei, por mucho que no le gustara, debía separarse de ambas y darles tiempo, por lo que apenas darle un último beso a su niña y su mujer, se alejó del lugar llamando la atención por su lado, y apesar de que ella estaba en total desacuerdo con dejarlo a su suerte, no solo debía seguirlo como alfa, sino también confiar en él como su pareja, porque era un hecho que su fuerza era superior, además de que si iba con él, solo estarían arriesgando más a Butsu, así que ella también debía idear algo ¿Pero dónde? Si se encontraba en un refugio reducido con... Un momento, si había una cama, algo podía hacer, por lo que inmediatamente se puso manos a la obra, apagando la luz una vez terminó.

Los pasos y golpes en las paredes no tardaron en escucharse, así que con una corta despedida, besó la frente de su bebé, huyendo de aquel espacio con un pequeño bulto entre sus brazos, logrando llamar la atención de los criminales, los cuales no dudaron en perseguirla; a ojos de la tripulación, lo que ella hacía parecía más un desperdicio, ni siquiera Hanabira los entendía ¿Tanta preocupación para arriesgarse así? Oh en cuanto salieran de aquello, se encargaría de la situación.

Un despliegue de Haki fué suficiente para derribar a los humanos, mientras que aquellos falsos seres sintéticos apenas se habían tambaleado, aunque uno que otro había caído, estaba cansada y sus energías no estaban en lo que se consideraría óptimas condiciones, una pelea larga y forzosa le estaba pasando factura, aunque todavía se mantenía en pie para pelear, esos desgraciados parecían salir hasta de sus bolsillos, además de que eran resistentes como no tenía idea, sin duda, peores que una patada en el culo por la mañana, y ahí se preguntaban ¿Porqué no utilizaba su Ora Ora No Mi? Ese era el problema, los desgraciados no tenían aura, parecían cascarones vacíos, por lo que el uso de su poder era para potenciar su propia energía.

Una postura, respiración profunda y un impulso, fué lo necesario para derribar a los que se lanzaban sobre ella, algunos decapitados, no lograrían levantarse, mientras que otros tantos no se levantarían por un rato. Hecha una estela escarlata, se movió entre los barcos enemigos derribando a cuántos pudo, mientras que por otro lado, Mei se movía ágilmente, mientras que Hideyoshi le cubría la espalda en plena lucha, aunque la situación empeoraba, esos desgraciados eran cada vez más, desde humanos hasta sintéticos, claramente la cosa se ponía peor.

Hasta que el cielo se enfureció.

Las olas entorpecían su enfrentamiento, hasta que finalmente una serie de enemigos y una ola derribaron a su más fuerte peleadora, se cayó al mar comenzando a hundirse, en medio del caos Mizu saltó inmediatamente en su rescate, logrando sacarla a tiempo para volver a subirla, y aún con cierta debilidad, la mujer se apresuró en por la pareja, pero para su desgracia, los habían agarrado, se acercó lo más rápido que pudo mientras Mizu le cubría la espalda, para ser derribada nuevamente por otra ola, tanto puto mar le complicaban la vida.

- Tategami Hanabira -Ante la mención de su viejo apellido alzó la mirada, con el naranja intenso de sus ojos brillantes de rabia- Veo que hiciste lo posible... Pero no suficiente.

- No creas que esto se queda así, no me importa tener una situación poco favorable -La risa de aquel viejo psicótico la molestó aún más.

- ¿Qué puedo decir? Eras el mayor problema, con nuestros agitadores tirarte el mar encima no es nada difícil.

- ¡No te creas que...! -En ese momento, se fijó en lo que sucedía, el bulto que Mei tenía entre sus brazos, no era su bebé, sino una farsa.

- Muy tarde -Arrebató el señuelo de los brazos de la albina, poniendo una mueca de molestia- ¿Qué es esto?

- Si buscas un bebé, no vas a encontrar nada aquí -La voz firme del peligris, ayudaban a la credibilidad de su mentira- Se quedó atrás en la isla anterior ¿En serio creíste que correríamos el riesgo?

- Prefiero dejarlo atrás antes que ceder -El tono fuerte de la mujer marcó la sentencia ¿Un varón? No podía serlo ¡La cadena indicaba que debía ser niña!

- Aunque fué un desperdicio de recursos al menos conseguimos algo, llévenlos a las jaulas.

Aunque la tripulación trató de impedirlo, la última mirada que los padres le dirigieron a la pelirroja hizo que los detuviera, sabía lo que esa mirada significaba, no solo se trataba de seguir adelante con el plan, sino que, era lo que sus ojos pedían, no quería abandonarlos, pero no podían seguir arriesgando su idea. Apretó puños y dientes con rabia, viendo como se alejaban. Se retiraron rápidamente, antes de que algún ataque sorpresa les cayera encima, mientras que los ahora capturados padres rezaban al cielo y la tierra el haber tomado la decisión correcta.

~ ~ ~ ~ ~

- No lo hicimos por gusto... Nos hubiera encantado criarte y verte crecer -La voz rota de su padre se acompañaba el tono dolido que su esposa tenía.

- Por favor perdona a estos viejos -Ante los fuertes sollozos de su madre solo apretó aquel abrazo, haciendo que se callara.

- No hay nada que perdonar... No hicieron nada malo -Se separó ligeramente de ellos, con una sonrisa de lo más hermosa- Incluso quiero contarles todo.

A pesar de su mala situación, había un detalle, un pequeño detalle que se convertía en una nueva esperanza para todos.

Su anillo de bodas aún la acompañaba.

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Y aquí está querido público, por fin la reunión, la historia detrás de la adopción y bueno, jeje cositas.

Se viene por fin el rescate y ta dah, como dirían en gringolandia.

There's a bun in the oven, jujuju.

Hay un bollo/pan en el horno, para quienes no hablen inglés.

Bueno mi gente, cualquier duda me la comentan y se las respondo, no pasa naaaaada.

¡Bye~ bye~!

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