Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hasta el fin de mis días

Gente, este es el capítulo final, incluirá el epílogo como un salto a parte.

Vengo a decir que, espero lo disfruten tanto como yo, y no se preocupen, las historia de Butsu y Katakuri aún no se acaba, pero esta en particular, sí lo hace.

Finalmente, los jovencitos:

Vestido final:



Epílogo:


.

.

.

Vivieron plenamente cada momento que se les presentó, cada uno de ellos era especial, empezando por poco más de seis meses, ya no era una delicada y frágil bolita de sueño, ahora era un poco más activo, podía balbucear he intentar pronunciar algo más, pero no eran más que algunos ruidos monosílabos.

- Di, mami... O mejor, di omma, solo eso, omma -Allí estaba Butsu, jugando con Brioche otra vez, trataba de que al menos algún balbuceo sonara un poco más como una palabra.

Mientras Katakuri mantenía un tercio de su atención en el periódico, ojeando las fotos pero a la vez volteando a ver lo que hacían, inclusive jugando un poco con el bebé- Butsu, no creo que...

- Om... Ommua -Al instante ella se quedó de piedra, Brioche sujetó un mechón de su cabello para jalarlo, mientras el periódico de Katakuri se doblaba hacia abajo mostrando su expresión desencajada.

- ¿El niño acaba de...?

- ¡Lo sabía, lo sabía! -Su madre alzó al pequeño en brazos, haciendo que se riera.

- ... Mi turno.

.

.

.

Para sus primeros pasos casi se morían de la emoción, habían puesto un Den Den Mushi a grabar mientras atraían la atención del pequeño con juguetes, en un intento de que se levantara y diera aunque fuese un par de pasos, pero tristemente no daba gran resultado.

- Caray, y yo que creí que iba a hacerlo, ya se levanta solo y no camina... Bueno, será otro día, iré a preparar su baño, ve buscando su botella para que no se ensucie -La morena se levantó, yendo en dirección al baño para llenar la bañera del infante.

- Ya lo dijo será otro día -El Charlotte dejó al pequeño sentado en su corral de juegos para irse a la cocina, el baño era lo último que le daban, así dormiría todo el rato.

Apenas volvió con la leche tibia en mano que se percató de algo, Brioche estaba de pie, inclusive parecía dudoso de algo, apenas sus pequeños ojos se desviaron a su gigantesco padre sonrió, acercándose a pasitos torpes pero constantes, haciendo que este casi tirara la botella que traía en mano, impresionado se acercó, viendo como el pequeño finalmente caía contra su mano, haciendo que por una vez, él riera con fuerza.

- ¿Comer te motiva tanto? No tienes remedio -Dijo antes de darle la botella, haciendo que el pequeño moviera sus piecitos con gusto.

- ¿Me perdí de algo? -Comentó la madre mientras regresaba por el pasillo- O mejor dicho... ¿Te diste cuenta que aún está grabando y no me perdí de nada?

- ¿Y eso qué importa? Caminó solo, y hacia mí -Apenas dijo esto la morena comenzó a reírse, no siempre se expresaba así, lo aprovecharía.

.

.

.

Un total de catorce años habían pasado, a diferencia de lo que mucha gente creería, Butsu casi no había cambiado, simplemente se quitó el flequillo, pero su antiguo estilo de vida volvió a ser lo que era, trabajaba tanto en Komugi como en Pesutorī, esta segunda a la distancia, y su gente al enterarse de su historia casi sufre un infarto, pero al verla bien y de regreso aunque fuese cada cierto tiempo, les hizo un gran bien, claramente se vieron en la obligación de hacerse más independientes desde hacía algo de tiempo, pero no pasaba nada, su señora siempre velaba por su bien.

Durante ese tiempo el crecimiento tanto de ella como el de Katakuri como padres había sido bastante, aunque había algunos momentos difíciles de tratar, las cosas se resolvían de la mejor manera, el tiempo cambiaba, no podían tratar a Brioche como un bebé toda la vida. Butsu había formalizado la integración a la sociedad de su raza, los niños y jóvenes recibían la educación necesaria para seguir creciendo, los adultos gracias a su naturaleza gentil eran aptos para conseguir trabajos, inclusive les daban luz verde para empezar sus propios establecimientos, mientras que con sus amigas, bueno, Dinora era su mano derecha y consejera junto con Willa y Marie, quienes para sorpresa de muchos hombres, terminaron casándose entre si, aunque a su par de amigas no les sorprendía en realidad, esas dos eran más unidas de lo que comúnmente se vería; por otro lado sus padres finalmente se encontraban felizmente en paz, disfrutando de su vida amorosa y pasando todo el tiempo posible con su hija y nieto, puede que aquello no recuperaría el tiempo perdido, pero sí dejaría buenos recuerdos que atesorar.

Brioche creció mucho, el chico cercano a los quince años, ya medía dos metros, además de que era una combinación increíble, sus rasgos eran el punto medio de sus padres, como si estos se combinaran, aunque su físico era un tanto más parecido a Katakuri, su forma de ser era casi como Butsu, enérgico pero no hiperactivo, carismático, apuesto y fuerte, pero sobretodo... Algo estúpido, al menos en la vida diaria, en lo que a los estudios se refería, era bastante inteligente, no tanto como su madre, pero era el mejor de su clase, se le quitaría con el tiempo, y como no, era la luz de los ojos de sus padres, Katakuri apenas y había cambiado un poco, ahora en lugar de chaleco usaba una chaqueta completa, una camiseta y se había cambiado de guantes, pero lo demás era igual. Mientras que con su hermano mayor, la relación con Ginger era más cercana que nunca, la ahora ex pirata había decidido colgar la espada poco después de iniciar su maternidad, pese a que amaba su vida marítima, tenía una hija que la necesitaba, una vez que Candy creciera lo suficiente como para ya no necesitarla, podría darse una última aventura, no perdía nada con ello, mientras que la mencionada hija era una increíble combinación de sus padres, sus rasgos eran como los de Perospero adaptados a la delicadeza de Ginger, era alta a sus catorce, cerca del metro noventa, bastante delgada, sumamente blanca, ojos negros y con cabello azul oscuro, el cual empezó a cambiar con el tiempo, empezando a manifestar múltiples lunares rojos, no un tono cualquiera, sino el rojo fuego que caracterizaba a la familia de su madre, claro que esto casi le tira la mandíbula de la impresión pero ¿Qué se le iba a hacer? Estaba en sus genes.

Cada nieto estaba dotado de sus propios talentos, Candy justo como su madre era una cantante estrella con gran talento para la música, como era de esperarse toda una prodigio, además de estar maravillosamente dotada para la esgrima, guapa y muy lista. En cambio Brioche no solo era bueno peleando a mano y armado, sus dotes de repostería eran impecables, además de que adoraba bailar y tocar el piano, cosa que sorprendió a todos, pero su tía estaba más que encantada de enseñarle a pulir sus habilidades.

Ambos chicos como se esperaba eran prácticamente inseparables, más que primos parecían hermanos, aunque no eran precisamente similares, sus formas de actuar eran prácticamente polos opuestos, Candy era bastante refinada, femenina y elegante, mientras que Brioche... No era mal educado, pero el chico era algo... Brusco, cosa que lógicamente chocaba con la forma de ser de su prima, pero no se podía negar que eran un increíble dúo, una joven espadachina estrella de la música, y un fuerte alfa dotado para el combate mano a mano y armado.

Linlin no podía estar más complacida con los nietos que había tenido gracias a aquellas mujeres, la soberana aún en el trono de su propio país, consentía a aquellos jóvenes casi como si fuera ella misma, claro, siempre y cuando demostraran valer lo suficiente.

- Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres ¡Cuatro! -La madre más alta finalizó esta palabra con una fuerte palmada de manos, sorprendiendo a su hijo y haciéndolo caer sentado- Brioche ¿Qué te dije?

- Atento al factor sorpresa... -Se levantó pasándose una mano por su trasero adolorido, haciendo que su madre riera volteando los ojos- Pero no te rías.

- "No te preocupes Ma, tengo los sentidos de un zorro, nada me sorprende" -Imitó su voz de forma cómica, logrando que su hijo desviara la mirada y ella volviera a reírse- Vamos no te amargues, te dije que siguieras practicando por tu cuenta, piensa en algo luego que tu papá nos espera para la merienda.

- Espero que haya tostadas de maní, quiero algo de eso -Comentó antes de que su madre lo despeinara.

- Si no hay, yo las preparo -Ante su respuesta su hijo saltó entusiasmado, ella nunca perdería el toque.

Aunque no todo lo bueno dura para siempre.

.

.

.

No mucho tiempo después de que Monkey D Luffy lograse su meta de convertirse en el rey de los piratas, el imperio de Big Mom no tardó mucho en venirse abajo, tal y como aquel joven le había asegurado a Katakuri la noche en que lo venció, la soberana fué derrotada por él, y todos sus hijos tomaron caminos diferentes, algunos simplemente desaparecieron, otros pasaron a ser aliados de los Mugiwara, y casos particulares como los del primer y segundo hijo, que tras dar la cara en batalla contra los enemigos de su progenitora, se marcharon en compañía de sus esposas he hijos, y aunque dejar a su familia fuese doloroso, también tenían las suyas propias de las cuales cuidar. A sabiendas de qué era lo mejor que podían hacer, partieron rumbo a Pesutorī, volviendo al lugar en el que todo había empezado; aún para sorpresas de la gente, las cosas cambiaron, esta vez sería Ginger quien desarrollaría el papel de líder que aún le correspondía, claro que no era lo mismo compararla a ella con todos los años en los que Butsu estuvo al mando, pero su hermana tenía mucho que hacer con un cambio tan grande.

Contrario a lo que mucha gente esperaría, el pequeño trío familiar Charlotte no permaneció en aquella isla de forma permanente, esperaron un par de meses para que viajar fuera seguro, ya era el turno de la hermana menor de irse lejos, no todos en su tierra eran lo que este pequeño poblado había sido años atrás. Emprendieron un nuevo viaje a tierras lejanas, guiados por el instinto de su líder, todos juntos siguieron adelante para otra vez, tener un nuevo comienzo, esta vez para siempre.

.

.

.

Tres años desde aquello, encontraron tierras prósperas que no habían sido reclamadas, por lo que tomaron la decisión de establecerse allí. Construyeron sus nuevas vidas, primero casas comunitarias, luego residencias personales y finalmente terminaron por establecerse completamente como un pueblo que no se limitaba a casas esparcidas, había negocios pequeños, calles y se mantenían respetuosos con el ambiente, este cambio había sido mucho más eficiente, puesto que no solo tenían provisiones para vivir tranquilamente, sino que también se encontraban mucho mejor preparados, logrando establecer un pequeño país de tierras boscosas, en el que residían los grandes "terrores" la naturaleza, cuando realmente eran bastante pacíficos a decir verdad.

Poco después debido a su sistema de autoridad, establecieron una monarquía basada no solo en su postura de liderazgo, sino que también esta sería considerada una meritocracia, en base al pensamiento de su ahora proclamada Reina, solo obtendría su favor aquel que realmente llegara a merecerlo.

Con tan solo unos meses en los que su pareja de líderes no estaba, terminaron por sorprenderlos con la construcción de un palacio tradicional, según el pensamiento de los demás, la familia real necesitaría de un lugar no solo para vivir, sino también encargarse de los asuntos especialmente importantes. Una explicación un poco vaga para la morena, pero lo hecho, hecho estaba, por lo que terminó por mudarse junto con sus familiares a dicho lugar, que siendo honesta, había sido una maravilla de pieza arquitectónica, bastante fiel a las enseñanzas que Kinsei le había dado años atrás, ella lo sabía todo, y podía traerlo de regreso.

.

.

.

- Ginger no me digas que...

- Sí, así es -La mayor puso un cofre en frente suya, este tenía algunos grabados en forma de ondas- Me costó un montón, pero lo logré, tuve que intercambiar un par de tesoros, soltar un poco la cuenta del banco y... Un par de amenazas de muerte, pero los conseguí -Allí estaban sobre la mesa, no solo el cofre, sino un diario que lucía bastante estropeado- La Modo Modo no Mi y el diario de mamá.

- Pero... No podría volver a nadar en el mar...

- En realidad... Te das cuenta que el mar no es tan necesario, aunque... Existe una posibilidad.

- ¿Y esa es...?

- Que lo haga yo.

- ¿Y cuál es el riesgo?

- Podría explotar.

- Creo que mejor guardo estas cosas.

- Si quieres hacerlo, hazlo después, ve esto como mi regalo por tu nuevo reinado, el resto lo dejo en tus manos -Se tronó el cuello y estiró la espalda, no había hecho a un lado la flexibilidad, pero vaya que se había oxidado- Por cierto, Candy llega mañana con Peros para el cumpleaños de Brioche, me adelanté por tu regalo.

- ¿Y cómo está Perospero?

- Mejor, desde que le pusieron una cadera artificial está como nuevo, dice que ya no siente los setenta -Y ante su respuesta, comenzaron a reírse.

.

.

.

Un barco llegaba a tierras desconocidas, un hombre trajeado de cabello rubio algo largo amarrado en una coleta baja fué el primero en bajar acompañado de un reno con gorro, observaron el puerto, había unos cuantos botes pesqueros de gran tamaño amarrados al muelle, fueron en dirección al poblado que se veía a la distancia, para que poco antes de llegar fuesen interceptados por un chico bastante alto de cabello granate con ojos del mismo color, con algunos destellos rojos, poseía una peculiar sonrisa afilada, además de que se notaba bastante amigable, con ropas que les recordaban un poco a su visita al país de Wano.

- Sean bienvenidos a las tierras de la Reina Charlotte, soy el eterno príncipe Charlotte Brioche, es un placer -Hizo una ligera reverencia en señal de educación, sorprendiendo al par, ese chico les recordaba a alguien.

- Ho... Mucho gusto -Le regresaron la reverencia, un poco fuera de lugar, en serio que les resultaba familiar, pese a que no lo conocían de ningún lado- Un... Disculpe, dijo, Charlotte.

- Así es, pero antes que nada ¿Necesitan algo en particular? -No, no lo conocían a él, pero sí su apellido.

- He... -El hombre de cabello rubio dudó un momento, pero afortunadamente el reno tomó la palabra.

- Tenemos algunos compañeros enfermos y venimos a comprar medicamentos y provisiones para viajar.

- Si están enfermos lo mejor será traerlos, vengan conmigo les daré paso libre al palacio -Volteó a ver a su escolta, quienes esperaron sus órdenes- Por favor, hay que ayudarlos  a buscar a sus compañeros, y que uno de ustedes venga conmigo para notificar a mi madre.

El reno regresó en dirección al barco mientras que el hombre de traje acompañó al joven príncipe, al llegar a su destino grande fué su sorpresa al ver tal lugar, era asombroso. Para su buena suerte no tardaron mucho en llegar a la oficina de la madre del joven, quién se veía reluciente haciendo algo tan simple como anotar un par de cosas en un libro mientras vestía sus ropas de diario, un encantador vestido blanco que hacía resaltar su ligero bronceado y cabello oscuro, que se encontraba recogido en un moño con trenza.

- Mamá, tenemos una emergencia -Al llamar su atención la mujer subió la cabeza desacomodando ligeramente su flequillo, mostrando unos grandes ojos realmente encantadores, y su particular dentadura sobresaliente.

Como era de esperarse por el rubio, corazones saltaban de su ojo y pecho, encantado por la particular belleza de la reina- ¡Madame, mi reina, es un honor conocerla! -Dicho esto, hizo una pronunciada reverencia, sacándole una suave risa- Sanji a su servicio majestad.

Rió un par de segundos, al ver la expresión desencajada de su hijo y los gestos exagerados de aquel extraño- No hace falta tanta formalidad, está bien si me dices señora -Puso el libro a un lado junto con la pluma, dejándolo abierto para que la tinta se secara- ¿Cuál es el problema?

- Ah, cierto -Inmediatamente se acomodó, mirándola directamente, aún sentada de rodillas era bastante más grande que él- Señora, mis compañeros están enfermos y necesitan atención médica urgente, quería saber si podría por favor contar con su ayuda.

- Envié a unos guardias para que fueran a buscarlos, pero tú tienes la última palabra.

- No pasa nada pueden traerlos, Brioche llama a los doctores y que por favor los cocineros preparen algo también.

- Gracias señora, en verdad.

Con su ayuda la tripulación se vió en mejores condiciones, fueron correctamente atendidos con las impecables guías y atenciones del doctor reno, quien fascinado por las extrañas propiedades curativas en la sangre de aquellas personas, se vió bastante entretenido por ello, pasando su tiempo entre los médicos. Por otro lado el cocinero se vió interesado en indagar con el príncipe, si se suponía que el imperio de Big Mom había caído cerca de cuatro años atrás ¿Porqué poseían su apellido? Podía ser una coincidencia o algo realmente malo.

- Entonces ¿Porqué tienen el apellido de Big Mom? -Preguntó el Vinsmoke mientras tiraba su cigarro ya acabado.

- Oh eso... Bueno, soy su nieto -Finalmente, sus sospechas se confirmaron- Mi padre es hijo de ella, y mi madre después de casarse se quedó con el apellido.

- Entonces eso significa que...

- Somos la descendencia de Big Mom, pero no por eso somos piratas, mi mamá decidió hacer lo mejor por los suyos, y papá también.

- Y si tú mamá es la reina y dentro de todo, la autoridad principal ¿Eso los hace una sociedad matriarcal?

- No realmente, seguimos la jerarquía de que el alfa es el que manda, no importa si es hombre o mujer, seguimos al líder que la tierra y la noche nos asigna.

- La... ¿Noche?

- Es un significado espiritual -El chico se encogió de hombros- Se considera la razón de porqué es la única con cabello y ojos negros, nadie más que el alfa perfecto los tiene y claro, no es hereditario

- Entonces eso significa que.... -Antes de seguir hablando, un hombre extraño les cayó encima.

- ¡Estoy despierto! -Un par de personas huyendo, objetos volando por el pasillo y muchos gritos saliendo de la habitación- He... ¿Sanji?

- ¡Tremendo idiota! -Se levantó bruscamente dándole un golpe en la cabeza a su capitán, haciéndolo encogerse por el golpe- ¡Nos caíste encima!

- Ay ay ay... -Se pasó las manos por la cabeza, poniéndose de pie- Sanji... -Apenas se percató de la presencia del joven, este volvió a sonreír de inmediato- ¡¿Katakuri?! -Emocionado lo sujeto de los hombros sacudiéndolo- ¡Ha pasado mucho tiempo, ven vamos a pelear quiero ver cuánto te has fortalecido vamos, vamos!

- Soy... Su... Hijo... Bri... Oche... -Su voz se sacudía a la par que él, tratando de que lo soltara- Él... Es... Mi... Pa...

- ¡Luffy ya suéltalo! -Le dió otro golpe, haciendo que soltara al mareado chico, quien terminó en el suelo- Él no es Katakuri.

- Soy su hijo... El eterno príncipe Brioche... -Se levantó tratando de mantener el equilibrio, le había dado una buena sacudida- Y Yo... Ay... -Y el pobre vomitó.

- ¿Qué es todo ese ruido? -La madre del joven apareció, viendo la situación con una ceja alzada- Ay Brioche.

- Woa... ¿Quién es usted señora? -El chico la miró desubicado antes de recibir otro golpe- ¡¿Y eso por qué?!

- ¡Más respeto a la reina!

Un tanto confundida, solo atinó a reírse, mientras que Sanji inmediatamente tiraba corazones- No pasa nada, he dicho que pueden decirme señora.

- Ayayay... Oiga señora Reina ¿Usted se casó con Katakuri?

- Sí, mi esposo me contó de tí -Levantó a Brioche por la ropa, el pobre estaba más batido que un merengue- Si tus amigos se han despertado pueden mandar a decirme, están invitados a comer.

- ¡Yahoo, comida, comida! -Aunque en ese preciso segundo, su cocinero se lo llevó arrastrado por la oreja- ¡Ay ay ay, Sanji!

Unas cuantas horas más tarde se tomaron un tiempo para cenar, grande fué la sorpresa de Katakuri al reencontrarse con el capitán Sombrero de Paja, pese a que la cena terminó en que tenían jurada una pelea, tanto la reina como la navegante se aseguraron de ponerles un buen alto agarrándoles la oreja, no iban a tener peleas en la mesa, luego tendrían tiempo para eso.

Pasaron unos días antes de su partida, siendo despedidos por toda la familia en el muelle, como era de esperarse, Luffy y Katakuri terminaron un poco golpeados por ponerse a pelear, pero qué se les iba a hacer, así lo quisieron ellos, pero afortunadamente por otro lado, la esposa he hijo del Charlotte, lograron amistarse fácilmente con el grupo pirata, les habían resultado bastante simpáticos.

.

.

.

¿Cuántos años habían pasado ya? Más o menos diez, pero, lo importante era algo más, Brioche se estaba casando, el ahora hombre de cuatro metros y medio se había enamorado de la hija mayor de la Reina Nefertari Vivi de Arabasta, y todo por haberla conocido en un evento social un par de años atrás, la conexión entre ambos fué inmediata, por lo que inevitablemente hicieron lo que el corazón mandaba durante un largo tiempo, y ese día era su ceremonia de bodas, ambas madres estaban profundamente enternecidas, la hija de Vivi era unos pocos años menor que Brioche, pero claramente su madurez he inteligencia había sido el detonante de todos sus encantos, él la amaba y claramente, ella sentía lo mismo.

- Cómo puedo estar tranquila... Si el que era mi bebé ahora está en un momento tan especial -La mujer de cabello negro se tapó la boca con la manga de su vestido, y como no, si le era inevitable.

- Mi niña es toda una mujer, y ahora está cumpliendo su sueño más hermoso -Y como si hubieran abierto un grifo, ambas madres comenzaron a llorar como si no hubiera un mañana.

Brioche se iría a Arabasta con su ahora esposa después de su luna de miel, ahora que la hija mayor se había casado, había una nueva generación de gobernantes asegurados para Alubarna, sus padres lo iban a extrañar, pero no había nada más que hacer que desearle todo el bien que pudieran, era su niño después de todo, aunque en realidad, él ya era de todo menos un niño.

Pasado el tiempo y llegada la hora de su partida, el joven príncipe simplemente se despidió de sus padres de la mejor forma posible, asegurándoles correos y uno que otro obsequio, claramente para ellos eso era lo de menos, lo iban a extrañar, eso era todo, claro que no se olvidaron de pedirle una que otra visita siempre que hubiera tiempo, él y su esposa siempre serían bienvenidos a su palacio.

.

.

.

- ¡Abuelita, abuelita!

- ¡Hey vengan acá! -La mujer de cabello aún negro inmaculado se agachó, atrapando en brazos al par de infantes de diferentes edades que se lanzaron sobre ella- Abuelita los extrañó muchísimo.

- ¡Abuelita mira, mira! -Su nieta menor sonrió ampliamente, mostrando que ya le estaban creciendo los colmillos- ¡Voy a ser como tú!

- Eso no es nada ¡Mírame a mí! -El mayor comenzó a hacer torpes piruetas y lanzar golpes al aire- ¡Voy a ser más fuerte que el abuelo!

- Eso ya lo veremos -El mencionado apareció, pese a su edad, apenas y tenía algunas canas, aunque ciertas marcas de la edad ya estaban presentes en su rostro- Vengan, la abuela y yo les tenemos una sorpresa.

Emocionados, los niños salieron corriendo, mientras ellos se tomaban una pausa para ver a su hijo y nuera.

- ¿Y cómo les va en Alubarna? -Preguntó la morena, Brioche estaba ligeramente más bronceado y Siara pese al tiempo que llevaba ahí, aún lo estaba tratando de acostumbrar.

- Ah una maravilla, la lluvia es constante, el agua no falta y Yuba está resplandeciente.

- Y conseguimos hacer algo de tiempo para venir, las cosas van tan bien que mi madre nos dió luz verde para viajar.

- Eso es maravilloso, ojalá las cosas sigan así -Escucharon a los niños llamarles, será mejor que los sigan- Mejor vamos al palacio, deben tener hambre.

La vida era buena, de vez en cuando había uno que otro intento de problema político, aunque no era nada que no se pudiera resolver con palabras seguras y lagunas legales, a pesar de los años no era fácil seguir siendo quienes eran, aún había mucho que imponer por si mismos, no se trataba de una tiranía, sino más bien de dejar en claro que no iban a echarse para atrás y volverse a esconder como si fueran los años oscuros, les había costado estar en dónde estaban, y no iban a dejarse intimidar para darle el gusto a otros, pero afortunadamente gracias a su postura, múltiples reinos los apoyaban, mar, nieve y desierto eran aliados seguros.

Y podían ser abuelos tranquilamente.

.

.

.

No era un buen momento.

Era una noche dolorosa.

Una noche en la que ella nunca había pensado.

Katakuri estaba por morir.

El hombre de más de cien años, con el cabello ahora canoso y rostro arrugado, yacía en su cama, sentado a un lado, se encontraba su único hijo, tan parecido a él y a su esposa, le recordaba un poco a si mismo, pero siendo de todos modos diferente, su nuera estaba parada a su lado, lloraba en silencio tomando su mano como una esposa fuerte, era una buena mujer, el amor entre ella y su hijo era algo sorprendente. Junto a ellos sus nietos, los chicos eran dos tipos, alfa y común, la niña ahora mujer era líder del ejército, y su nieto pese a ser común, era un chico talentoso, un peleador de primera categoría que él mismo había entrenado, tenía un gran futuro por delante.

- Papá... Te quiero... Y agradezco que mi padre fueras tú.

- Y yo a tí niño torpe... Me gusta pensar que lo hice bien contigo -Acercó su mano, despeinándolo unos segundos, antes de bajar su mano.

Desvió su mirada a un lado, allí estaba Butsu tomando su mano entre las suyas, luciendo tal cual la conoció, piel fresca y sin la más mínima arruga, un ligero bronceado, un hermoso vestido blanco y su largo cabello tan negro como la noche más profunda, cayendo elegantemente sobre sus hombros y espalda, con su particular flequillo, ahora con un aspecto más uniforme, aunque siendo honesto, era un poco doloroso ver el como lloraba, sus ojos negros estaban algo irritados, pero sus pestañas brillaban por la humedad de sus lágrimas.

- Es extraño -Todos lo miraban en silencio, pese a su tristeza, todo estaba tranquilo- Aún parece como si todo hubiera empezado ayer.

- Y todo fué hace más de setenta años.

Ginger se encontraba junto a su hermana, pese a que ella también se notaba afectada por la edad, seguía de pie, sana y fuerte, tristemente su esposo había partido un par años atrás, mientras que Candy lucía como toda una dama noble, también estaba casada desde hacía tiempo y tenía unos encantadores pares de trillizos, tres mujeres y tres hombres, se encontraban a ambos lados de su madre, llorando con ella, adoraban a su tío abuelo.

- Y jurabas que iría yo primero -Los presentes soltaron una ligera risa dolida ante el comentario de su cuñada- Agradezco haber confiado en tí.

Siguiendo la ley, su esposa comenzó a tararear una canción, la que habían bailado juntos la noche de la fiesta, detrás de aquella casa en la que vivió y se enamoró, aquella noche en la que la vió tan brillante he ilusionada, dónde sus almas se unificaron para dar paso a la creación de una nueva.

Ella era el amor de su vida, y no se arrepentía ni por un segundo, había tenido un destino maravilloso.

Fué lo último que pensó antes de cerrar los ojos para siempre.

.

.

.

Observaba en silencio aquellas tres frutas frente a ella, la fruta Mochi Mochi, la fruta Ora Ora y la fruta Modo Modo, todas eran suyas, y tenía la posibilidad de escoger alguna de ellas.

Silenciosamente tomó aquella que le habían obsequiado, dándole una suave mordida, sin importarle su horrible sabor, tragó aquella pieza, sintiendo cómo su cuerpo cambiaba internamente.

Alcanzó el diario de su madre adoptiva, juntando sus manos y cerrando sus ojos, una suave luz blanca emanó de sus manos, devolviendo aquel objeto a como era antes de haberse dañado en el agua salada. Apenas se detuvo, lo tomó con las manos un poco temblorosas, sacó de su interior la carta que se encontraba aún sellada, sintió sus ojos picar, con las lágrimas a punto de desbordarse.

- Aún están aquí... Y yo siempre los voy a querer.

.

.

.

La historia que le quedó no fué la más alegre, la Reina Charlotte fué aquella que quedó condenada a sufrir hasta el final, vió morir a su esposo, a su hermana, sus padres, su sobrina, su hijo, su nuera, sus nietos, sobrinos y cada una de sus amigas, uno por uno partieron del mundo para volver a la tierra, su mayor consuelo y a su vez sufrimiento, era ver a sus descendientes, a sabiendas de que crecerían y morirían ante sus ojos, justo como todos.

Jamás tuvo fuerzas para volver a casarse, pese a que se forzaba a si misma para velar por el bien de su gente, cada noche se trataba de encerrarse a llorar, sola y triste, rota en miles de pedazos.

Vivió cientos de años más, superando la esperanza de vida del líder anterior, vió el mundo cambiar durante mucho tiempo, paz, guerras, hambruna y abundancia, cada momento era llevado de la mejor forma posible, no dejaría a nadie atrás.

Cuando finalmente llegó aquella noche.

En silencio y en paz, dió su último respiro en una noche de luna nueva.

La tierra la había reclamado de regreso.

La encontraron en cama, con un hermoso vestido blanco, su larga melena oscura se había hecho totalmente blanca como una luna llena, su rostro pacífico que había permanecido joven durante tantos años, finalmente había sido cargado con todos los años que había vivido, falleciendo como una pacífica anciana, finalmente se había ido.

Su funeral fué algo doloroso para su gente, todos lloraron su muerte profundamente dolidos, finalmente su reina se había ido, y estarían preparados para el caos que se aproximara.

...

...

...

...

...

- ¡Butsu llegarás tarde!

- ¡Voy!

La joven mujer de cabello negro bajó las escaleras de su casa a toda prisa, tenía una reunión importante y no podía darse el lujo de llegar tarde.

- ¿No vas a desayunar? -Con sartén y espátula en manos, su hermana vió como se ponía los zapatos a toda prisa.

- Comeré en la oficina ¡Nos vemos!

Corrió tan pronto como pudo, con un maletín en mano y su bolso colgado al hombro, al llegar se ataría el pelo en el baño, pero de momento no tenía tiempo, tenía todo organizado y habían adelantado la reunión a una hora más temprano, contaba con ese tiempo para llegar pero ya no más.

Al bajar las escaleras de la zona urbana en la que vivía, la vida se la jugó en contra, con el golpe de una pelota de fútbol directo en la cabeza y un mal paso, terminó tropezando y cayéndose como si de una caricatura se tratara, rodó por las escaleras, llevándose por delante a un hombre desconocido.

- Ouch... -Tratando de levantarse se percató de una cosa.

La estaba agarrando, y con bastante firmeza.

- ¿Se encuentra bien? -Lo escuchó, aún con la cabeza casi golpeando un escalón.

- No tanto como me gustaría -Apenas la soltó le ayudó a levantarse, estaba avergonzada- Gracias por su ayuda, yo...

Apenas verlo, sintió una sensación increíblemente familiar, como si lo conociera desde hace mucho. Posó su mano sobre su pecho instintivamente, sintió como a él se le aceleraba el corazón con bastante fuerza, y el suyo propio no se encontraba muy diferente.

- ¿Lo conozco?

- Eso siento yo... -No se soltaron en ningún momento, verse era algo... Tan hipnótico- Soy...

- Charlotte Katakuri...

- Mi reina.

¿Crees que en otro mundo sea igual?

No igual, pero como almas gemelas, siempre van a terminar encontrándose.

.

.

.

Y sí... Este es el final, si les soy sincera, nunca pensé que este día llegaría, pero lo hizo.

Quise hacerlo como una pequeña dinámica como la del primer capítulo, puesto que me parecía la mejor forma de hacer los saltos de tiempo y terminar el fanfic definitivamente.

El epílogo era algo distinto a los muchos que había pensado, pero este fué bastante espontáneo y me gustó muchísimo más.

Pero ahora lo importante, agradecimientos a todos.

Fueron tres años escribiendo esta historia, nunca pensé que llegaría tan lejos y siendo sincera, terminar este fanfic es algo que me resultó difícil.

Quise expresar mucho de lo que personalmente sentí en este pequeño libro virtual, las ganas de llorar no me faltan, y se siente increíble ver que tanta gente lo leyó aunque fuera en silencio, o abiertamente me expresó disfrutarlo, y me motivó a seguir adelante.

Pese a los planes que no cumplí.

O las tramas que no abarqué.

Cada personita aquí, anónima o no, resultó muy especial para mí, y quiero decir que en verdad, estoy muy agradecida con ustedes por haberse tomado el tiempo de conocer y disfrutar esta trama.

Muchísimas gracias por haberme hecho la escritora más feliz de todas, de todo corazón les digo.

Ustedes son mi One Piece.

.

Y cómo un último regalo en esta trama, les doy dos cosas más.

- Primero:

Una sección de preguntas y respuestas respecto a cualquier cosa, será la última publicación dentro de este libro.

* [Preguntas aquí] *

- Segundo:

Habrá un nuevo libro de One Shots acerca de este encantador Shipp que se robó mi corazón.

Dado a que aún no termino semestre, publicaré cuando entregue las evaluaciones más difíciles.

Nos vemos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro