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Dilo y lo haré

Vestido diario:


Traje de práctica:

Pijama:

Me habría gustado encontrar algo diferente pero ese traje de baño fué lo más cercano que encontré, así que mejor finjamos que no tiene ningún logo y que bueno está combinado con unas botitas altas.

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Habían pasado cerca de dos semanas y media desde la partida de su cuñada y hermano, Katakuri mientras tanto había estado explorando un poco más en la vida personal de su esposa, si bien conocía gran parte de sus intereses, no los conocía todos, pero en parte era interesante observarla con detenimiento, dándose el lujo de fijarse en todos los detalles; cosa que le había servido mucho ya que esto fué de utilidad para descubrir una cierta lista de cosas.

Odiaba las aceitunas y los pimientos le daban asco al punto de querer vomitar... Pero le gustaba usarlo para sazonar, excepto las aceitunas, ni las quería cerca.

Le gustaban las plantas, especialmente las flores, claro que prefería dejarlas en tierra. Eso lo tendría anotado, no le daría un ramo a menos que estuviera en una maceta.

Practicaba ballet y desde niña, pero había tenido que dejarlo por hacerse cargo del negocio y la isla, por lo que solo lo hacía en casa, y claramente con menos intensidad que en sus clases.

Al parecer era buena y sabía tocar los tambores, aunque eso era algo que tenía muy de lado, solo lo hacía cuando Ginger se lo pedía.

Un hobby que tenía era el de hacer ropa para muñecas, gracias a estas se había inspirado para hacer su propia ropa, por lo que lo especial de todos sus vestidos era que ella misma los confeccionaba con tal maestría que ya ni utilizaba patrones para hacerlos.

Y aunque no lo parecía, era toda una genio de la química ¿Coeficiente intelectual? Ni idea pero prácticamente había pasado todos sus estudios sin gran esfuerzo, aunque siempre valoraba el buen trabajo.

¿Algo más? Ah sí, sí bien había notado que tenía una condición física más que estupenda, era una peleadora bastante fuerte, que a ver la paliza contra Dinora era una prueba pero contra algún hermano... Pues sí, de momento se tomaba el tiempo de ver cómo le estaba dando pelea a Oven. Si bien su hermano parecía contenerse, era más referido a usar sus poderes, tampoco quería que ella terminase chamuscada, contra alguien físicamente más fuerte, era cuando sus prácticas le servían, era más técnica en ese momento, debía usar correctamente su peso y fuerza para tener una oportunidad de derribarlo.

- ¿Crees que sí podrá? -Preguntó Daifuku quien se tomaba una de las bebidas traídas por los homies y sirvientes.

- ¿Crees que la hubiera dejado si no lo hiciera? -Estiró un poco su cuello haciéndolo crujir, estaban únicamente ellos cuatro en una de las salas de entrenamiento, por lo que se tomó la libertad de no usar bufanda- Mira, ya hasta lo tiene acorralado.

Y efectivamente, estaba enganchada a su cuello con una pierna, sujetando su tobillo para no soltarse, mientras el menor de los trillizos trataba de librarse apresuradamente pero demonios ¿De qué estaba hecha? Le faltaba el aire y no podía quitársela de encima.

- Me sorprende que no digas nada al respecto -Comentó el segundo sin dejar de mirar la divertida situación.

- ¿Porqué tendría celos si solo me está dando ideas? -Su hermano lo miró con el ceño fruncido y los ojos muy abiertos- ¿Qué?

- Si no fuera porque son pareja eso ya sería un escándalo -El mayor se encogió de hombros.

- Somos pareja de casados, si fuéramos novios sería lo mismo, pero sin anillos, fin del... Oye ya se puso morado -Dejaron su conversación de lado para fijarse en que efectivamente su hermano había cambiado de color mientras su cuñada le exigía que se rindiera.

- Estoy tentado pero dejaré que se libre solo, ya sabrá que hacer.

Parecía una guerra de silencios, Oven forcejeaba y Butsu no cedía, el mayor incluso trataba de estrellarla contra la pared con tal de quitársela de encima, claro que para esto utilizaba su otra pierna, empujando lo suficiente para hacerlo tambalear, finalmente la asfixia hizo lo suyo y el Charlotte tuvo que desistir, declarando a la mujer como ganadora. En cuanto lo soltó este inmediatamente comenzó a toser, recuperando el aire perdido mientras que poco a poco volvía a su color natural, poniéndose una mano en el pecho, para poco después caer rendido mientras daba respiraciones profundas.

- Nada mal -Dijo Katakuri apenas esta se le acercó y chocaron palmas, en lo que Daifuku iba a ver el estado de su hermano menor- A todo esto ¿Porqué quisiste entrenar hoy?

- Bueno... He estado algo aburrida, a pesar de que ya no tengo pedidos pendientes y todo eso, no quiero descuidarme y... La situación con tu hermano me hizo recapacitar ¿Y si pasa algo y no estoy en mis mejores condiciones? No me gusta la idea de correr ese riesgo, no,no,no.

Tal ocurrencia le causó unas ligeras ganas de reír, pero no iba a descartarlo, después de todo, se exponía al peligro constantemente- Te daré la razón por eso.

- Muy bien ahora que ya hubo dos ganadores, toca que peleen entre ustedes -Dejaron las bebidas de lado y fueron a sus lugares, cada uno en posición mientras los hermanos se ponían a un lado- ¡Ahora!

La primera en lanzarse fué Butsu, pero siendo sinceros, no tenía muchas oportunidades contra Katakuri, si bien había logrado someter a Oven, esto le había costado bastante, y el mayor tenía un buen grado de superioridad en combate contra sus hermanos por lo que si quería lograr algo, debía hacer su mejor intento, era capaz de resistir sus golpes claro, pero la idea era derribarlo, así que eso quedaría a la suerte.

Aunque, para no hacer la historia muy larga, la morena no duró más de un minuto contra su esposo, quién a pesar de las fuerzas que su mujer hacía, logró someterla y derrotarla limpiamente.

- Caray... -Se levantó ligeramente adolorida, posicionando ambas manos en su espalda- Pesas.

- El músculo pesa más que la grasa -Se estiró, haciendo crujir su espalda.

- Y yo estoy oxidada... -Dió una inhalación profunda mientras se doblaba en forma de puente, llegando a pegar su cabeza con sus talones mientras que su trenza se regaba por el suelo- Necesito tener más práctica... -Se levantó despacio, volviendo a respirar con normalidad una vez se acomodó- Volveré a eso después de trabajar.

- Bueno, nosotros nos vamos -Daifuku invocó a su genio, llevándose a Oven consigo, dejando sola a la pareja.

Una vez solos un corto silencio se hizo presente, aunque no duró mucho, puesto que Katakuri lo rompió- Butsu... ¿Puedo hablarte de algo... Posiblemente incómodo?

Esta pregunta la sorprendió pero accedió con un gesto de cabeza, para después sentarse en el suelo de la sala mientras tomaba una botella de agua- Adelante ¿Qué es? -Preguntó antes de tomar un trago.

- ¿Qué opinas sobre tener hijos? -Esta pregunta la sobresaltó un poco, llegando a ahogarse con el líquido, procediendo a escupirlo y toser.

- Ay eso... -Respiró varias veces para calmarse y finalmente poder responderle apropiadamente- Pues... No estoy a favor pero tampoco en contra.

- Explícate por favor.

- Ah... ¿Cómo lo digo?... Mira, si es porque realmente quieres que tengamos un bebé y pensemos en una vida familiar... Claro que me encantaría, sería maravilloso -El peligranate asintió, en señal de que prosiguiera- Pero no quiero si solo lo haces por complacer a tu madre, y no me malinterpretes, tu madre me agrada muchísimo, pero si es por ella no quiero hacerlo, para mí un hijo es porque amas y te comprometes con tu pareja, no por complacer a los demás... ¿Si me entiendes?

Suspiró aliviado, para mirar a su mujer quien esperaba una respuesta- Lo entiendo, y me gusta más que estemos de acuerdo con eso -Luego fué ella quien suspiró de alivio, por lo que procedió a levantarse.

- Bueno mejor vamos a... -La entrada de un subordinado los alertó, haciendo que lo mirasen mientras se cubrían el rostro con disimulo, él con molestia y ella con curiosidad.

- D-Disculpen... -Tragó con fuerza antes de hablar- Katakuri-sama, Butsu-sama, un barco ha atracado en el puerto, nos ha llamado la atención el que dijeran que buscaban una audiencia con Butsu-sama, vine en cuanto pude a informar.

- ¿Una audiencia? -Esta respuesta los confundió a ambos, pero le provocó una muy mala espina a la mujer- Los atenderé, haz que vayan al barco principal de Katakuri en Komugi, estaré allí antes de que lleguen.

- ¡Sí señora! -Este corrió de inmediato, dejando a Katakuri pensativo y Butsu algo preocupada.

- Por favor no me preguntes, es algo que quiero comprobar, solo... Acompáñame.

Y sin mediar palabra fueron a la habitación que tenían en el castillo de Linlin, tomó una ducha, secó su cabello y lo ató en una cola alta, se cambió de ropa he inclusive lució un calzado diferente. Se notaba extrañamente seria, y su marido ciertamente no quería preguntar, si no daba explicaciones, era por una muy buena razón. Pasaron por los espejos para llegar al despacho perteneciente a Katakuri, claro que este al no usarlo casi nunca prefirió dejarlo para que su esposa trabajase en él, allí trataba con los papeleos de sus pedidos o cosas importantes sin la molestia de ser interrumpida, pasó a sentarse tras el escritorio con una mirada seria, mientras que su esposo permanecía detrás suya con los brazos cruzados, intrigado por lo que sucedería a continuación.

Tras unos toques, la puerta se abrió, dándole paso a lo que ella deseaba simplemente fuera un fantasma de su pasado, entrelazó sus dedos mientras mantenía sus codos apoyados sobre la madera del mueble, su mirada no mostraba más que seriedad, sin llegar a inmutarse cuando su falsa ex pareja, quien tenía una enorme cicatriz que iba desde el lado derecho de su cabeza hasta su clavícula, inclusive con una falta de cabello en esa zona, entraba arrastrando un tanque de oxígeno mientras portaba su respectiva mascarilla, siendo no solo el metal de este lo que sonaba, sino también el pesado paso de una pierna prostética, levantó la cabeza y la miró ligeramente sorprendido, pero también con una expresión divertida en su rostro.

- Así que era cierto... Estás viva ¿Quién lo diría? -Posicionó el tanque a su lado, exponiendo que así como su pierna, también poseía un brazo falso.

- Había olvidado que eras un insolente -Su tono severo provocó una sonrisa ligera en Katakuri, mientras que la morena permanecía seria- Más te vale que digas a lo que viniste antes de que te echen.

- Bueno, venía a consultar con la Yonkou soberana, pero tenía que ver para creer, tú, aquí, con un hijo Charlotte, quien lo diría.

- Habría que decir eso de tí, juraba que estabas muerto, pero ciertamente eres una rata con suerte -Abandonó su postura para levantarse con la intención de salir, mirándolo desde arriba se veía tan miserable- Si no tienes más que decir, mejor lárgate... Ah y no te molestes por hablar con Mama, no creo que molestar a su nuera favorita sea buena idea.

- Aparte de deforme, mentirosa ¿No te cansas niñ...? ¿¡Ah!? -En ese momento, cayó al suelo por la impresión, Mogura estaba a tan solo milímetros de él, clavada en la pared con tal fuerza que de haberle atinado, le habría separado el cuerpo por mitades ¿Pero cómo?

- Sin duda eres un insolente -Alzó la cabeza en dirección al Charlotte, los ojos de Katakuri brillaban con intensidad, y no era por algo precisamente bueno- Tienes el descaro de irrumpir en el territorio de Big Mom, por tu culpa interrumpen nuestro entrenamiento y más encima tienes el descaro de mirar a mi esposa a los ojos he insultarla... -Mientras pronunciaba estas palabras sujetó a su mujer por la cintura para luego apartar el escritorio de un empujón- ¿Algo más que añadir?

- ¿Su... Su esposa? -Ante su pregunta la mujer se acomodó el flequillo, revelando la pequeña corona de matrimonio que adornaba su dedo anular.

- Esposa del hijo más fuerte de la tripulación de los piratas de Big Mom, además de ser el primer Comandante Sweet -Pronunció orgullosa, mientras apoyaba su mano su pecho- Viendo que no te maté en el pasado... Te dejaré elegir ahora, o lo haces a mi modo y te vas nadando, o dejo esto en manos de mi hombre -Ante la segunda opción desvió la mirada al mayor, quien estiró su brazo para recuperar su arma.

Ante las palabras de la mujer, recuperó su aire altanero y se levantó, a pesar de la mirada severa que la pareja le dirigía- Como si realmente me importara lo que tuvieras que... -Lo último que vió fué un tacón blanco a centímetros de su cara, antes de salir rodando fuera de aquel lugar.

- Usted no aprende ¿Verdad? -Preguntó con burla, mientras apoyaba su calzado sobre el abdomen de este, impidiéndole respirar correctamente- No le colmas la paciencia a la mujer de más de cuatro metros ¿Oíste enano? -Le presionó una última vez, antes de dejarlo respirar nuevamente.

- Me encantaría matarte yo mismo... Pero no vale la pena -Hizo una seña con su mano, llamando la atención de un par de soldados chess- Llévenselo a la biblioteca, ya luego veo qué hacer.

Inmediatamente un par de soldados lo alzaron, llevándoselo- ¡No creas que es todo mujer! ¡Ellos lo saben! ¡¿Me oyes?! ¡Lo saben todo!

Se retiraron en silencio, con los gritos del hombre a sus espaldas, poco les importaba lo que estuviese gritando, después de todo, su palabra había dejado de valer hacía mucho tiempo, o al menos así era para ella, pues sus palabras generaban cierta inquietud en el hijo Charlotte, puesto que le hacían pensar en lo que las personas de Pesutorī le habían dicho ¿Acaso se refería a eso? Sería mejor asegurarse por su cuenta, también se encargaría de no dejar que Butsu saliera sin escolta, y no solo eso, su madre debía enterarse y claramente se venía un mal momento puesto que debía advertirle sobre el peligro que corría, y por mucho que confiara en ella, no podía evitar sentirse preocupado, por lo que se encargaría de interrogarle en otro momento, mientras tanto, se ocuparía de lo demás.

- No quisiera irme pero tengo que ir por... Un asunto con Mama -Le palmeó la cabeza un par de veces, a lo que ella respondió con un asentimiento de cabeza.

- Pero recuerda que me prometiste no hacer nada mañana porque pasaríamos el día juntos, si vas a hacer algo, haz todo hoy -Le abrazó con cariño por un momento, antes de dejarle retirarse, mientras que ella se iba por su lado.

Y tras esta despedida, Katakuri sintió un extraño peso sobre sus hombros, su instinto le decía que algo malo iba a pasar, pero no se sentía seguro sobre qué, por lo que prefirió enfocarse en sus labores del día, informaría a su madre lo sucedido, se reuniría con Cracker y Smoothie para su próximo viaje, además de que tenía que hacer una llamada a Pesutorī y asegurarse de que todo lo que ese enfermo decía era cierto; pensarlo lo dejaba muy inquieto, y no pensaba dormirse con tal duda rodando en su cabeza, así que se puso a trabajar de inmediato.

Tristemente no logró hablar con su madre al instante puesto que ella se encontraba tomando su siesta, por lo que se adelantó su reunión con sus hermanos, cosa que... Se terminó extendiendo más de lo esperado, debido a que estos se pusieron a discutir sobre a dónde ir y cuántos barcos llevar, pasó su merienda entre papeles, autorizando mercancías y cosas de estilo en Komugi. Al acabar pudo tener la oportunidad de hablar con su madre y contarle lo sucedido, claramente ella se sorprendió bastante ¿Cómo era posible? Obviamente estaba molesta por no haberlo sabido antes, pero hizo que todas las precauciones fueran inmediatas, inclusive habría un grupo de soldados en cada isla que le sirvieran de escolta si pensaba ir a algún lado. Ahora con un mínimo de alivio, fué en dirección a la prisión de la biblioteca, donde Mont-d'Or le estaba esperando, no habían sido órdenes, pero prefería esperar a su hermano debido a que tenían un prisionero por orden suya.

- Hermano aquí está -Abrió el libro en el que se encontraba, tal y como los demás, con las manos clavadas por un pin de papel- No ha parado de reírse y decir cosas raras.

- Oye -El prisionero dejó de reírse, para subir la cabeza en dirección al Charlotte, ahora emitiendo una risa diminuta- ¿De qué estuviste hablando antes?

- Ellos lo saben... Quieren a la hembra... Me encargaron llevármela una vez, y casi morí... Pero no... No desistí... No cuando supe su valor...

Extrañado, alzó una ceja, para luego mirar a su hermano- Trae al equipo de tortura, y necesito un informe de esto para Mama.

- ¡Enseguida hermano! -Salió apresurado ante su orden, llamaría a cuánta servidumbre fuese necesaria.

- Ella es... Un tesoro, el tesoro que se creía perdido -Mientras se reía, el mayor lo observaba en silencio, esperando algo más- No le queda mucho tiempo... Han creado al macho perfecto.

Este comentario consiguió molestarlo ¿Cómo se atrevía?- Cuida tu vocabulario, si no estás muerto es porque de algo ibas a servir.

- Está condenada, está condenada -Canturreó mientras movía su cabeza- Se acabó, nunca podrá escapar, solo así se sabrá cómo llegar a la cúspide de todo.

- ¡Confiesa algo útil de una maldita vez! -Golpeó la pared enojado, sin recibir respuesta por unos segundos.

- No importa cuánto la protejas, ella jamás estará a salvo.

Apretó su puño, volviendo a su postura usual, mientras que su hermano entraba junto con lo que había pedido- Hagan lo que quieran con él, pero que confiese hasta el último detalle -Dicho esto, salió del lugar, bajo la atenta mirada del enloquecido prisionero.

Decidió regresar a su hogar, sintiendo como una vena le saltaba en la frente, estaba enojado, y decir mucho era poco ¿Acaso creía que tras las órdenes de su madre se quedarían de brazos cruzados? Ni loco dejaría que tal cosa pasara. Utilizando el Mirror World llegó de forma directa desde su habitación, las luces estaban apagadas, y la puerta cerrada, con la cama a medio tender, justo como la habían dejado en la mañana, se dirigió a la cocina, igualmente nada, todo a oscuras, una ligera espina de malestar apareció en su estómago, por lo que salió de la casa directo a la calle que en esa hora no le ayudaba mucho, se estaba haciendo tarde ¿Dónde estaba? Si ella solía estar en casa a esa hora, y en caso de no estar, dejaba una nota o le llamaba directamente, el pánico que comenzaba a hacerse presente aceleró su corazón, siguió buscando por todos los lugares posibles, hasta que el sonido de su Den Den Mushi lo alertó, y oír la voz de su esposa al otro lado de la línea le dió paz.

- ¿Todo bien? No quería molestarte pero ya se hizo tarde, y quería saber si ya cenaste.

- Ah... No... No pasa nada -Respiró aliviado, tenía que decirle- Y no he cenado, más bien había salido a buscarte.

- Oh... -Escuchó su risa ligeramente nerviosa- Disculpa me había dejado el Den Den Mushi en casa, salí apresurada ya que iba a comprar unas cosas con Anana -Ante la mención de su nombre la niña habló.

- ¡Hermano mayor Butsu me va a hacer un vestido! -Dicho esto ambas chicas se rieron.

- Se quedará en la casa esta noche y la de mañana, así tendrá su ropa lista cuando vuelva a Whole Cake, te esperamos entonces ¡Catcha! -Una vez finalizó la llamada se le escapó un suspiro de alivio, no entendía como pudo llegar a creerse algo así, aunque como mínimo tenía la seguridad de que estaba bien.

En cuanto regresó las cosas pasaron con normalidad, no le sorprendía la calma con la que Anana veía sus rostros, después de todo, ser una niña aterradora le servía de algo. Mientras que Butsu, completamente ajena a la preocupación de su esposo, se veía de lo más tranquila, y así se mantuvo hasta la hora de dormir, dejarían a la pequeña de cabello rosado dormir en la misma habitación que ellos, más que nada por su propia insistencia, y el mayor sabía que tenía las de perder, después de todo, era incapaz de negarle algo a su mujer, mucho menos en compañía de su hermana más pequeña.

Durante la noche durmieron con tranquilidad, o al menos así fué hasta una hora entre las dos y tres de la madrugada; la mujer se levantó en dirección a la cocina, iría a buscar algo de beber. Un vaso tras otro, bebió agua más que suficiente, aunque un tanto insatisfecha, aprovechó de entre las manzanas que había comprado más temprano.

- Hermana Butsu... -La presencia de Anana la hizo mirarla, la niña estaba despeinada y arrastraba un conejo de peluche por una de las orejas- Tengo sed.

- Entonces dame un minuto y te serviré algo -Cargó a la menor para subirla a la barra de la cocina, y tomar un vaso para darle un poco de agua- Aquí tie... -El sonido de un arbusto moviéndose la alertó, haciendo reaccionar a sus sentidos- Dame un momento...

Le hizo entrega del agua que había pedido, para luego acercarse cautelosamente a la ventana, la abrió con sumo cuidado, esperando no alterar a lo que sea que estuviese allí; agudizó el oído y olfato, esperando detectar algo conocido, pero ahí había algo raro, ese olor le era vagamente conocido ¿Acaso...?

- ¿Dinora? -En ese momento algo bastante fuerte le sujetó la cabeza y la jaló, sacándole la mitad del torso por la ventana- ¡Ana...!... Na... -Murmuró como pudo, tratando de golpear con una mano y sujetarse con la otra.

Actuando rápido, la infante corrió en dirección a la ventana, sujetando el tobillo de su cuñada para empezar a jalar de él- Tran... Quila... Te tengo...

Tristemente, con sus esfuerzos desperdiciados, no logró ayudarle, casi como si hubiera caído dormida de repente, el cuerpo de la morena dejó de resistirse, facilitando la huida de sus captores. Angustiada, la pequeña quién cayó fuera de la casa con ella, no pudo pensarlo mucho y se decidió a correr detrás suya, viendo cómo era inmovilizada y metida en una caja; corrió tanto como pudo, inclusive tirando su muñeco en el proceso, esperando al menos, ver sus caras, pero tristemente, no podía verlos.

Comenzaba a llover, cada vez más y más fuerte, no podía ser, no podía ser ¿Qué diría su hermano mayor? Es más ¿Qué diría su madre? Debía salvarla de algún modo, no podía quedarse de brazos cruzados; a pesar de la carrera que daba, tropezó cerca del puerto, cayendo de cara sobre un charco, no podía ser, había perdido su rastro pero ahora era más que definitivo, levantó la cabeza del agua sucia, con las lágrimas saliendo a mares, debía volver, sí, haría todo lo que pudiera para ayudarle. Se levantó y comenzó a correr en dirección contraria, volviendo por donde había venido, por suerte no era un camino muy complicado, pero cada paso que daba se sentía cada vez más lento y pesado, tanto que en un cierto punto volvió a caerse, ahora sobre un camino de tierra; no iba a rendirse, volvió a levantarse, incapaz de correr comenzó a andar arrastrando los pies, no faltaba mucho, ya hasta podía ver la gran casa desde lejos. Desgraciadamente, al querer dar un último paso, volvió a caerse, esta vez sin fuerzas para levantarse, no pudo hacerlo como quería.

Katakuri por su parte, se encontraba buscando por toda la casa, dormía hasta hace poco, casi como un golpe al pecho se despertó de forma abrupta debido a la lluvia, dado a qué el cielo comenzaba a tronar con bastante fuerza, al notar la ausencia de las mujeres en la habitación se levantó en dirección a la cocina, solo para encontrarse un vaso con agua derramada, una manzana mordida, las luces encendidas y la ventana abierta ¿Qué había pasado, dónde estaban? Sin poder evitarlo imaginó lo peor, comenzando a buscar por toda la casa sin resultados, no tardó en correr fuera, esperando alguna respuesta, y lo que aclaró sus dudas de inmediato fué ver el peluche de Anana tirado en el suelo, recogió el muñeco y comenzó a andar llamándola, sin recibir respuesta. No le tomó mucho divisar un pequeño bulto rosado tirado en la tierra, corrió en su dirección y se encontró con la dolorosa imagen de la pequeña inconsciente, la levantó del suelo para sostenerla entre sus brazos, buscando a su mujer con la vista, no podía ser, si era cierto...

- Onii-san... -La débil voz de la niña le hizo mirarla- Se... Se la llevaron... Traté pero... No... No pude.

No dijo nada, regresó a su casa, en dónde con un paño y agua tibia para limpiarle el rostro y envolverla en una toalla, la dejó recostada en el sofá, esperando que recobrara el calor- Anana, si puedes decirme ¿Viste algo?

Negó con la cabeza- Me estaba dando agua, había algo afuera y... -Frunció el ceño, con los ojos llorosos- Eso se la llevó...

- ¿Dijo algo? Antes de que pasara.

- Dijo un nombre... Di... Diana... No, Dinora -Abrió los ojos sorprendido ¿Esa no era la mujer de hacía un tiempo ya?

- ¿Hay algo más que hayas visto? -Si ya tenían un nombre, solo hacía falta una última pista, algo, cualquier cosa.

- La... La metieron en una caja, eran muy grandes, así como tú -Cerró los ojos con fuerza, tratando de recordar- Mientras se la llevaban, se cayó... Como dormida, dejó de moverse.

- Gracias por tu ayuda Anana, ya tenemos por dónde empezar -Finalizó la conversación, acercándose al espejo, comenzando a golpearlo ligeramente- ¡Brulee despierta!

Al otro lado de este, en su habitación, la mujer espejo quien roncaba con un antifaz puesto se despertó abruptamente al escuchar los gritos- ¡Lo estoy!... ¿He? -Miró el espejo en su pared, el como su hermano la llamaba, se levantó somnolienta para saber qué quería- ¿Qué sucede Onii-chan? Son casi las cuatro.

- Despierta a todos, y alerta a Mama de inmediato -Su hermana confundida, temió lo peor- Se llevaron a Butsu, aún debería estar cerca.

Con una expresión sorprendida, se puso manos a la obra- ¡Enseguida!

Esperaban que aún no fuera demasiado tarde.

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¡Por fin! Esta fué una parte que por mucho tiempo estuve pensando en cómo ejecutarla pero aquí está.

Después de esto habrán momentos sentimentales, verdades saldrán a flote y demás cositas, o eso espero poderles cumplir.

Y bueno, el muerto no tan muerto me pareció necesario así que ahí está.

Cuídense mucho del covis, usen su mascarilla, laven sus manitos y pónganse su vacuna si tienen la oportunidad.

¡Adiós~!

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