Hoy vuelvo a ser niña...
PARTE III
Los sábados vamos a catecismo, con Maruja. Somos todos los del barrio...
Cuando la maciza figura del padre Urdampilleta aparece en el patio mostrando su franca sonrisa en su colorada y bonachona cara, todos gritamos y aplaudimos; sabemos que se vienen los sorteos de figuritas de santos que seguramente usaremos para jugar a la levantadita. Antes de terminar la clase, ya nos recuerdan la hora de la misa del domingo; Jorge pregunta, como cada sábado, si darán chocolate con bizcochos; el domingo que sí lo hacen, él va.
Muy seguido nos llevan a hacer práctica de confesión. ¡Qué nervios!!!
Pero antes de pasar practicamos los pecados que confesaremos...
- Yo digo que cuando mamá me pide la pala, demoro en llevársela - expreso yo.
- Ta -dice mi hermano - yo le digo que le saqué las monedas a mamá.
- Yo le contesté mal a mamá - dice Silvana - ¿Servirá? ¿Será un buen pecado?
Y así seguimos hasta que pasamos todos, repitiendo algunos pecados al padre. ¡Por suerte los elegimos bien!!! Ninguno de nosotros ha cometido ningún sacrilegio, que eso es muy feo y grave, como nos dice Maruja. Salimos contentos de la iglesia y dispuestos a cometer algunos pecaditos y así tener algo para confesar...
Los lunes, miércoles y viernes, voy a clases de piano y solfeo. A mí me aburre bastante, así que cuando puedo me pongo a leer las revistas de historietas de mis primos, pero cuando siento los pasos de mi tía, también mi profesora, tiro la revista para atrás del piano y hago como que no me sale la partitura.
Jorge estudia acordeón, jaaa, por lo menos va a clases con Nardo.
Mamá nos toma el solfeo pero como ella no sabe nada le inventamos las notas y cuando aparece un bemol o un sostenido, nos pregunta:
- ¿Y esto cómo lo hacen?
Y nosotros le decimos: do sostenidoooo, si bemoool... y la gorda queda contentísima y nos permite salir a jugar.
Como dije, mientras yo estudio piano, Jorge "estudia" acordeón. Su profesor, Nardo, tiene una pierna ortopédica y suele tener algunas colgadas en el garage con las que juegan y se divierten sus alumnos, entre ellos, mi hermano.
Jorge recorre a pie unas seis o siete cuadras, con el acordeón a cuestas, tres veces por semana. Cuando regresa de la clase siempre apoya el acordeón en el suelo, en la esquina de casa y plaza por medio, para descansar. Por suerte estoy yo, esperándolo... Cuando cree poder descansar, aparezco corriendo y le digo:
- ¡Daleee, apurateee!!! ¡Mamá está enojadísima con vos!!!
Jorge levanta en seguida el acordeón con su estuche, mientras me pregunta:
- ¿Por qué??? ¿Qué hice???
A lo que yo respondo, protectora y con prisa:
- Dice que estás demorando mucho porque te quedás jugando por ahí y que te va a dar unos chancletazos...
Jorge camina todo lo más rápido posible pues su carga es realmente pesada y llega a casa bufando y colorado. Saluda con recelo, porque cuando la gorda se enoja... ¡mammma mía!!!
- ¡Llegué! - dice jadeando
- ¡Holaaa!!! - dice mamá, con una sonrisa en su rostro. ¿Cómo te fue?
Jorge, sin entender nada pero más tranquilo, le responde:
- ¡Bien!!! Hoy aprendí una canción nueva.
- ¡Qué bien!!! ¡Ya la cantaré! - responde mamá y sigue preparando la merienda.
Jorge y yo nos miramos, levantamos los hombros y hacemos una mueca con la boca, merendamos y nos vamos a jugar con la barra del barrio.
En la próxima clase de acordeón pasa lo mismo... y en unas cuantas clases más... siempre la misma historia de mi parte, Jorge que llega acalorado y bufando... y ni un reto de mamá...
Por fin, se anima a contar lo que yo hago cada tarde...
A partir de ese momento, en la agarradera del estuche pasamos un palo de escoba y marchamos los dos a la clase de acordeón. Yo regreso a mi casa y a la hora lo voy a buscar y lo ayudo a cargar el instrumento.
¡Y cómo pesa esa cosa!
¡Al final resultó bien buchón el naboleti de mi hermano! A mí me resultaba muy divertido decirle que mamá estaba enojada pero bueno, ¡se me terminó la jodita!
Por suerte papá se apiadó de mí, por algo soy la nena de papá, y mandó a hacer un carro. ¡Uffff! ¡Qué suerte! Ahora Jorge va en bici tirando el carro con el acordeón. Creo que es re pesado todo eso pero no digo ni mu. Deberé inventar alguna otra cosa para molestar "al más lindo de los tres", como dice mamá.
La verdad es que, de tocar acordeón, no sabe nada pero salva los exámenes con Sote y mención especial.
Solo le sale muy bien "Mi amado se fue en un bote" y mamá lo canta adaptado a su realidad: "Mi amado se fue en bicicleta, muy lejos las ruedas lo llevaron... " Todos los días se arma cantarola en casa. ¡Son un chiste los dos!
Es muy gracioso ver a Jorge tocando, pues saca la lengua muy afuera.
ilargiluna
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