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La fría madrugada del cinco de febrero finalmente había llegado, el reloj marcaba exactamente la media noche y con ello las ilusiones de Taehyun aumentaban.
Recibió felicitaciones de sus familiares, de sus amistades más cercanas e incluso de personas que jamás imaginó que recordarían su cumpleaños. Tenía el presentimiento que aquel día marcharía de maravilla y eso le ponía más que contento.
Aunque estaba en espera de un mensaje en especial, de aquella persona que aún lograba causarle un revoltijo de emociones y que probablemente haría de su cumpleaños aún más maravilloso.
Desafortunadamente, terminó quedándose profundamente dormido durante el proceso a pesar de que ya había logrado soportar un poco más de dos horas despierto, estando atento a cualquier notificación o llamada.
No fue hasta unas horas después, cuando el sol ya estaba iluminando toda la ciudad, que confirmó lo que tanto temía desde días anteriores; no tenía ni un solo mensaje de Soobin. Eso le había desmotivado ligeramente, pero quiso no darle mucha importancia en ese momento, pues consideraba que era relativamente temprano y todavía quedaba mucho tiempo. Tal vez sólo estaba algo ocupado, definitivamente cumpliría con su palabra...
O al menos eso quería pensar el menor para no romper a llorar.
Intentó distraer su mente para no pensar demasiado las cosas; se puso aún más bonito para comer con toda su familia —comida que habían organizado como una pequeña celebración para Taehyun— y disfrutó de pasar tiempo con sus pequeños sobrinos que lo incluían en sus juegos, llenando el ambiente y su corazón de una agradable calidez gracias a las dulces risas de los menores.
El día seguía transcurriendo, y las esperanzas del pelirrojo bajaban con cada minuto que pasaba.
Incluso le mandó un par de mensajes al mayor, haciendo lo posible para mantenerse positivo y no perder la frágil ilusión que se escondía en su corazón.
Hasta que el ruido y la gran iluminación en su casa se desvanecieron después de unas horas en las que convivió con su familia.
Su madre ya estaba descansando en su propia habitación; le deseó nuevamente un feliz cumpleaños antes de hacerlo, diciendo que esperaba que haya disfrutado de la pequeña fiesta y que estaba muy contenta de que estuvieran un año más juntos.
La dulce sonrisa que Taehyun le había brindado, desapareció en cuanto la mujer salió de la habitación, siendo sustituida por una mirada llena de tristeza y un rostro serio.
Se dejó caer suavemente en su cama, observando la conversación abierta en su celular, los mensajes que no habían sido respondidos en todo el día. Ni la más mínima señal de vida.
Suspiró cansado, después de un largo rato aclarando sus ideas, decidiendo finalmente llamarle.
Cubrió sus ojos con su antebrazo luego de colocar el celular en su oreja.
Un timbre.
Dos timbres.
Tres timbres.
Se levantó de golpe, sentándose torpemente en la cama en cuanto la llamada fue atendida al cuarto timbre.
—¿Soobin hyung? ¿Estabas trabajando? ¿Todo bien? —murmuró, con un atisbo de preocupación en su voz. Incluso si no se había aparecido, sabía que siempre tenía una razón para ello y trataba de comprenderlo.
—Disculpa, no soy Soobin. Él está duchándose ahora mismo, cuando termine le digo que te devuelva la llamada.
Abrió ligeramente su boca, dispuesto a decir algo, pero la llamada fue terminada abruptamente, dejándolo aún más confundido. ¿Una voz de mujer?
Una punzada comenzaba a apoderarse de su pecho, haciéndole respirar irregularmente. Se levantó como pudo y fue rápidamente a abrir la ventana de su habitación, sintiendo momentáneamente el alivio cuando el aire levemente frío golpeó con suavidad su rostro.
Su mente estaba revuelta y saturada de miles de pensamientos para nada positivos. Todo era tan confuso, no sabía qué debía pensar o en qué debía confiar.
Solo sabía que dolía. Dolía tanto que ni siquiera se sentía capaz de soportarlo.
Tomó nuevamente su celular después de unos minutos, volviendo a llamar aquel número, suplicando que todo se tratara de un malentendido.
—Soobin, por favor, responde... —murmuró por lo bajo, sintiendo sus ojitos cristalizarse, mientras sus temblorosas manos intentaban aferrarse al celular en su oreja para no dejarlo caer.
Un pequeño grito lleno de impotencia y frustración abandonó sus labios cuando la llamada fue desviada al buzón de voz. Y lo mismo sucedió con las siguientes tres llamadas, terminando de romper su débil y frágil corazón.
Al final del día, en la oscuridad de su habitación y entre lágrimas y sollozos, Taehyun había caído en cuenta de que al parecer no le importaba a Soobin tanto como decía.
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