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Soobin lo miró con su ceño fruncido y su boca ligeramente abierta, sin poder creer las palabras que habían salido de los labios de su querido amigo apenas hace unos segundos.
—¿Es alguna clase de broma? —murmuró el mayor, acomodándose mejor en el sofá.
Se encontraban en la sala de la casa del menor, habían acordado tener una pacífica noche de películas para recuperar el tiempo perdido, pues durante los últimos meses su comunicación había bajado notoriamente, ya que el trabajo y los estudios consumían gran parte del tiempo de ambos.
Taehyun posa una mano en su pecho y su rostro se deforma en una expresión ofendida. —¿Crees que estoy bromeando?
—Kang, me estás pidiendo que seamos pareja por un día, como regalo de cumpleaños —repite las palabras de su menor, haciendo énfasis en toda la oración para que notara la rareza de la situación—. Si no estás bromeando entonces definitivamente estás demente.
—¡Eres tú quien dijo que ni siquiera sabía qué regalarme! en lugar de estarme cuestionando deberías agradecerme por darte al menos una idea —hizo un pequeño puchero con sus labios, cruzando sus brazos sobre su pecho. No podía negar el hecho que lo que estaba pidiendo si era algo extraño, más teniendo en cuenta la situación entre ambos.
Soobin y Taehyun eran muy buenos amigos, siempre estaban apoyándose mutuamente y se divertían mucho juntos.
Pero, ellos habían terminado hace cuatro meses.
Podría decirse que su relación en un inicio era como vivir en un cuento de hadas, pero conforme el tiempo pasaba, fue decayendo hasta llegar a lo tóxico. Y ambos estaban conscientes de ello, pero ninguno tuvo la suficiente voluntad para darle un fin a esa historia que poco a poco se volvía más y más oscura.
A causa de las constantes peleas sin sentido, terminaron en varias ocasiones en tan sólo un año, pero siempre regresaban porque sentían que no podían vivir en paz si estaban lejos.
Dependían emocionalmente del otro, y aunque eso comenzaba a dañarlos, no querían alejarse porque los sentimientos que compartían eran realmente fuertes.
No fue hasta que Soobin finalmente, una noche, decidió terminar con su historia de una vez por todas. Amaba a su pequeño novio, pero sabía que si no lo hacía entonces nunca podrían realmente avanzar.
Sorprendentemente Taehyun estuvo de acuerdo, pues como ya no hablaban tanto como al inicio justamente para evitar peleas, no sintió aquel intenso dolor en su pecho que había aparecido en cada una de sus rupturas. De alguna forma su mente ya estaba asimilando que esa sería la última vez que terminarían, y que no volverían a regresar.
Por primera vez en mucho tiempo, Taehyun pudo manejar su apego ansioso y logró dejar ir a Soobin, así como el mayor lo dejó ir a él.
Aunque después de unas semanas entablaron de nuevo comunicación por mensajes, acordando esta vez tener una tranquila y sana amistad.
Pero la mente de Taehyun hacía de las suyas, haciéndolo sobrepensar constantemente; a tan pocos días de su cumpleaños, sus pensamientos se sentían muy confusos, al igual que sus sentimientos. Desde que su relación con Soobin terminó, tuvo que reducir aún más la comunicación que mantenían para —según él— desaparecer por completo los sentimientos que aún tenía hacia su mayor, cosa que no resultó en lo absoluto, porque cada vez que lograba convencerse de que ya no sentía nada, el pelinegro le mandaba dulces mensajes que lo hacían confundir y retroceder en su proceso.
Por eso, quería aclarar todo antes de llegar a conclusiones equivocadas que podrían traerle mucho más dolor.
—¿Estás seguro que es lo que quieres? —le preguntó suavemente el mayor. —Sabes que no me negaré a menos que no estés completamente seguro de lo que me estás pidiendo.
Taehyun lo meditó por unos minutos más. —Tomaré el riesgo. Puedes verlo como... un novio de alquiler, sólo que sin paga porque soy muy pobre —rió divertido, contagiando al pelinegro, quien lo observaba con cariño.
Parecía que seguían gustándose y amándose, pero no querían llevarlo más allá de la amistad que ya tenían.
—De todas formas ya había aceptado hacerlo gratis —despeinó dulcemente los cabellos rojos del contrario, escuchando sus quejidos de molestia por la acción, haciéndolo sonreír.
Soobin por un momento quiso preguntar la razón de todo eso, pues fue un pedido bastante repentino y extraño. Pero prefirió no seguir cuestionándolo y sólo conceder el deseo del más pequeño para darle felicidad en su día especial.
Faltaba exactamente una semana.
Su acuerdo sería válido a partir de la media noche del cinco de febrero.
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