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Capítulo 39

—Ahí lo tienes. —Resonó la voz de Suna detrás de mí.

Sus manos rodearon mis caderas y me acercaron a su cuerpo.

Miré a mi alrededor frenéticamente, buscando a mis hermanos.

—No te preocupes, no hay nadie mirándonos. —Me tranquilizó Suna, dándome un beso en el hombro.

Me di la vuelta para poder ver su rostro. —¿Qué estás haciendo? —Pregunté.

—Estoy bailando contigo. Sabes, fue deprimente verte aquí, en medio de una multitud, bailando sola.

Puse los ojos en blanco. —Sin embargo, lo estaba haciendo muy bien.

—Pero conmigo lo haces mejor.

Me mordí la lengua sin saber qué responder, lo que hizo que una sonrisa de satisfacción apareciera en el rostro de Suna.

—¿Qué tal si vamos a un lugar más privado? —Dijo, acercándose más a mi oído para ser escuchado sobre la música.

—¿Por qué? ¿La chica con la que estabas coqueteando antes no aceptó cuando se lo propusiste?

Suna arqueó una ceja. —No, no le pregunté. Pero creo que ella habría ido a cualquier parte conmigo.

—Entonces ve a buscarla. ¿Por qué desperdiciar una oportunidad como esa?  —Dije con desdén.

Su sonrisa se hizo aún más grande. —¿Estás celosa, Izumi-chan?

Resoplé, alejándolo y saliendo de la habitación llena de gente.

Por supuesto, Suna me siguió.

—De ninguna manera. ¿Estás celosa porque simplemente hablé con una chica? —bromeó.

—No estoy celosa.

—¿No lo estás?

—Para nada.

—Mhmmm, para mi pareces estarlo.

—Obviamente, no me conoces tan bien. 

Pero lo hace. —Mi conciencia me contradijo.

—Bueno, no es a ella a quien quiero de todos modos.

Me encogí de hombros, como diciendo que no me importaba. Obviamente eso no era cierto.

Esas palabras me afectaron más de lo que pretendía.

—¿Por qué no dejas de enfurruñarte y vienes conmigo ahora? —Dijo el moreno, agarrándome del brazo y haciendo que me detuviera.

Me solté de su agarre. —No quiero.

—Tengo algo que enseñarte.

Solté una risa sarcástica. —Ya puedo adivinar qué es.

—No puedes. Lo que piensas, lo guardaré para más tarde.

Miré a Suna con sospecha. Él me guiñó.

Resoplé y le tendí la mano. Suna no perdió el tiempo en agarrarlo y arrastrarme con él por la casa. Subimos las escaleras y entramos en una habitación vacía.

—Mira. —dijo, abriendo una ventana al techo y colocando una silla debajo.

Me hizo subir primero y luego él me siguió. Estábamos en el techo de la casa.

—¿Ves? —preguntó, señalando al cielo. —Aquí hay menos iluminación artificial, por lo que puede ver las estrellas mejor que en su casa.

Eso era cierto. Me pregunté cómo no lo había notado antes.

—Ahora mírame. —Ordenó Suna, y no tuvo que preguntar dos veces. —Sé que piensas que soy un playboy que solo piensa en follar, pero no es cierto, no lo soy.

Suspiré. —No creo que eso sea todo lo que eres. Y de todos modos, no me importa. 

—¿Alguna vez dejarás de mentir? Ambos sabemos que eso no es cierto.

Estaba a punto de replicar, pero Suna me hizo callar colocando una mano en mi boca. —Déjame hablar. Es bastante obvio que nuestra relación ha evolucionado últimamente, y no solo en la esfera física. Me gusta cómo estás conmigo, cómo bromeamos y nos burlamos el uno del otro, pero ahora no tienes que esforzarte tanto para convencerme de que no te preocupas por mí, porque sé que eso no es cierto .

Hice un gesto con la mano para que se alejara. —¿Y qué? ¿Vas a burlarte de mí por eso? 

Suna se rió. —No. Yo también me preocupo por ti y no tengo miedo de decírtelo.

Me quedé en silencio. Suna sabía muy bien lo que estaba haciendo; se había preparado para ello. Nunca había dicho en voz alta que se preocupaba por mí, a pesar de que me lo había dejado claro de muchas maneras. Lo que acababa de decirme era lo que necesitaba para relajarme y permitirme ser honesta. Todavía no estaba lista para enfrentar todos mis sentimientos, pero poder dejar de fingir que no me importaba fue un gran alivio.

Aparté la mirada de él. Llevé mis rodillas a mi pecho, rodeándolas con mis brazos e inclinándome hacia ellas. —Estaba celosa. —Admití.

—Lo sé. —Respondió Suna y prácticamente pude sentir que puso una sonrisa burlona.

—Pero no tengo ninguna razón para estarlo.

—Hmm ... "Razón" no es la palabra correcta.

Pensé en eso por un momento. —No tengo derecho a estarlo. —corregí.

Suna rió suavemente. —Yo también me pongo celoso cuando estás con otras personas.

No supe cómo responder. 

¿Qué estábamos tratando de decirnos exactamente?

—Sin embargo, puedes relajarte. —Dijo Suna. Se acercó a mí y envolvió su brazo alrededor de mis hombros. —Eres la única con quien miro las estrellas.

Finalmente lo miré. Con el fondo del cielo estrellado y la tenue luz de la luna brillando en su rostro, se veía aún más guapo de lo habitual. Su sonrisa maliciosa fue acompañada por sus ojos cansados, pero que, por una vez, no parecían tan vacíos.

Me incliné hacia él para robarle un beso, porque era lo único que sentía que estaba bien hacer en ese momento. Tal vez podría haberle dicho que él era el único tipo con el que quería verlos: las estrellas o algo así. En cambio, me aparté de sus labios y, con una sonrisa muy similar a la suya, susurré. —No puedo esperar a que te enamores de mí para poder llamarte perdedor.
—Suna se rió y puso los ojos en blanco. 

—Nunca podré bajar la guardia contigo.— Pero estaba mintiendo y ambos lo sabíamos.


AAAAAAAAAAAAAAAAAAA AMÉ ESTE CAPÍTULO LO JURO

KIM.

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