16.- Redención
No estaba dentro de sus planes el dormir, el cansancio estuvo pero su cuerpo y su mente estuvieron en diferentes sincronías, uno totalmente exhausto mientras el otro revoloteaba sin parar totalmente alerta, repasando las facciones de Allen hasta que en algún momento entró en paz y se sumió al sueño junto a él.
"De pie en el laberinto, esperando lo maravilloso"
Al despertar el pequeño peso a lado suyo se esfumó, volvió a estar vacío y la basta idea le hizo abrir los ojos de golpe, su sueño se esfumó en cuanto comprobó que se encontraba solo en cama ¿A dónde pudo ir ese brote de soja?
Se vistió presuroso sin importarle amarrar su cabello en una coleta. La casa aunque era grande representaba todo un reto para Allen sabiendo que no podría llegar tan lejos al no poder caminar aunque le dio puntos al no encontrarlo en la habitación ni en las contiguas a esta.
Allen no estaba allí.
Estuvo a punto de llamar a algún empleado, despedirlos en dado caso que hubiesen ayudado a ese idiota a trasladarse. Sabían de su existencia, lograron verlo más de una vez en su estado como humano y jamás se acercaron en su ayuda, porque Allen jamás la quiso, se quedó callado simulando ser un solo huésped, nadie mas allá de Lavi, la enfermera y la gente que lo capturó sabia de su existencia como tritón.
No fue hasta subir al segundo piso que lo escuchó.
"Perder y borrar, la derrota nos hace vulnerables"
Fue la misma voz que lo atrajo cierta noche, un suave tarareo, casi imperceptible que de no ser por el completo silencio de su alrededor hubiese sido imposible de escuchar, pero ahí estaba, conforme se acercó la voz torno fuerza, lo guiaba de nuevo hacia la entrada del estanque tal y como la vez que el sirenio quiso matarlo. La única diferencia fue el ver a Allen en la orilla, sobre la arena artificial creando de nueva cuenta pequeños espirales con los pedazos de conchas mezcladas y totalmente ajeno a la presencia del nipón.
Descansó sobre el marco de la puerta sin deseos de interrumpirlo, porque joder. Su voz era hermosa, recitando en un idioma que jamás conocería pero sabiendo que la letra era aún mas hermosa o quizás no, podría ser un himno de guerra endulzado con la bella voz del tritón mas hermoso que vería en su maldita vida.
Sin embargo, su voz se fue apagando.
"Quiero encontrar un lugar donde podemos estar cómodos"
—¡Moyashi!
No llegó a tiempo para atraparlo mas si para verlo desplomarse sobre la arena, agitado y tembloroso, un temblor que aumentó en cuanto lo tomó en brazos.
—¿Eres idiota? —el idiota fue él al no darse cuenta de su estado, de no prever su declive ¿Que esperaba? ¿Qué demonios esperaba? Allen ardía en fiebre. Palpó su frente corroborando más esto, observó su semblante cansado, el brillo de sus ojos irse apagando pese a la renuencia del albino de dejarlo ir del todo solo para seguir mirándolo.
—Me estoy muriendo y no puedes ser más educado... Bakanda —pese a la situación el tritón no se alteró, gastaría más energía entrando en pánico por algo que era inevitable. Estaba lo suficientemente cansado para seguir aferrándose al deseo de no morirse lejos de su hogar.
—No te vas a morir, te lo dije
Lo aseguró.
"Ojalá pudiéramos escapar, yo sabría dónde ir"
Pero... Después de unas semanas esa seguridad se fue yendo al demonio junto con sus esperanzas.
Doctores, especialistas, psicólogos, lo intentó todo. El quiebre de Allen fue tal que los primeros diagnósticos podrían arrojar algo similar al cáncer, un nuevo virus que lo hacia alérgico al agua de mar, un cuadro de depresión profunda o todo mezclado que ninguno de esos incompetentes pudo definir con exactitud ni mucho menos ofrecer un tratamiento o cura, aunque por otro lado congeniaban en algo; Allen moriría en cuestión de nada si no hacia algo ya.
"No puedo dejar de llorar, asustarme y gustarme sonreír "
—¿Podrias dejar de poner esa cara de palo? Hay muchas expresiones que puedes usar, más bonitas que te harían ver bien —Preguntó Allen con fingido enfado contrastando con la leve línea curva de sus labios.
El animo del menor mejoró desde su estadía en esa casa, irónico ya que su cuerpo no estaba en armonía con ello. Se mantenía arropado con un tumulto de mantas sobre si para guardar calor, cómodamente recostado en la cama de Kanda pero sin su compañía por las noches, no compartiendo la comodidad sino viéndolo a su lado sentado en una silla hasta que perdía el conocimiento por el cansancio. Y al despertar nada cambiaba, seguía en su sitio, como si velara sus sueños cada noche— ¿Vas a dormir conmigo hoy?
—No —por su parte Kanda simulaba trabajar, con varios archivos sobre una pequeña mesa, algunos papeles regados en el borde de la cama y los más importantes sobre su regazo—. Estoy trabajando —pero estuvo lejos de hacerlo, todo aquello no era más que información, alternativas para recuperar la salud de Allen, volverlo a su estado natural para que volviera a donde pertenecía.
"Muriendo, muriendo"
—Kanda... —un nuevo llamado, uno más adormilado que la anterior queja, uno que alcanzó a perturbar al nipón y parar su lectura para verle—, hace frío —no fue ninguna réplica, solo una mención vaga que dio antes de arrastrarse hacia el sueño profundo. O eso estuvo a punto de hacer de no ser por el movimiento brusco a su lado.
Escuchó el inconfundible sonido de las hojas, un chasquido de lengua del mayor y una fuente de calor la cual no tardó en tomar ante el abrazo que le ofrecía Kanda debajo de todas esas mantas.
—Eres tan molesto —El azabache bufó y dejó que Allen descansara contra su pecho mientras él intentaba retomar su lectura—. Antes que te duermas contestame algo. Dijiste que los tritones no vuelven a su hogar ¿Sabes por qué?
Hubo un silencio de segundos, pensó que ese brote de soja se había quedado dormido ya hasta que notó su respiración y le escuchó con el mismo tono adormilado. —No lo sé... Siempre veía que mis hermanos se iban, mis hermanas volvían después de varias lunas llenas pero ellos no... lo único que llegaban eran sus crías
Había olvidado por completo eso...
"¿No sabes que estoy intentando?"
—Asi que es cierto que salen del mar para tener hijos con humanos
—Si... Creo que si, me fui antes de que mi padre me dijera todo eso —lo capturaron antes que conociera los secretos de su propia gente. Y el sólo recordatorio hizo enfurecer a Kanda.
—Duerme ya, estaré aquí —dio por finalizada la conversación antes que lograra extenderse más. Después de todo, si Allen no sabia parte de sus orígenes no le serviría en nada el preguntar.
"Esperando, esperando, por una resolución"
Después de esa noche la salud del tritón empeoró.
—Allen se niega a comer, tiene miedo de regresar todo lo que ingiera, tenerlo viviendo de suero no hará que mejore —la enfermera había dejado de lado su semblante optimista una semana atrás en cuanto el sirenio estuvo a punto de sufrir un paro respiratorio. Y en todos sus años de carrera jamás vio que alguien se deteriorara tanto en tan poco tiempo.
Sólo quedaba rezar, rezar a cualquier dios por su salvación y el perdón del mismo Kanda.
—El idiota ya tiene bastantes piquetes para soportar más entre cada examen que le hacen, nada arroja resultados, todos son unos incompetentes —y por más que lo intentara todo fallaba.
—Ellos nunca han tratado con una criatura como Allen, él es diferente, su trato debe ser diferente, debe estar con los suyos
—No puede ¿No lo ves? Ese Moyashi dejó de ser lo que era por razones que no sabemos
—Nunca se pierden las raíces, en algún lugar dentro de ese muchacho persiste lo que es. Usted se encargó de arrebatarle su origen, lo menos que puede hacer es tratar de regresarsela
"Decir esas palabras, mi conclusión"
La lista de las cosas que le molestaban al azabache era larga, digna para sacar varios volúmenes con el grosor de un directorio telefónico. Sin embargo, la verdadera lista se reducía a cinco cosas:
Le molestaba arrepentirse de muchas decisiones en su vida.
Le molestaba recordar que su niñez a pesar de ser un caos tenia un lado rescatable a causa de una persona.
Le molestaba pensar en Alma todos los días.
Le molestaba no haberlo podido salvar.
Y le molestaba saber que posiblemente no podría hacerlo con Allen.
Esa tarde como últimamente era su costumbre estuvo atento a lo que la cocinera preparaba para el albino desde el otro lado de la cocina mientras la mujer ya se sabia el ritual de su jefe para ordenarle y escuchar sus exigencias y a decir verdad jamás le escuchó hablar tanto con sus empleados.
En cuanto el alimento estuvo listo el nipón solo se dispuso a tomar la bandeja entre manos, bandeja que dejó caer al instante en el que divisó a Allen.
Su reacción fue inmediata, estúpidamente rápida al verlo de pie, tambaleándose como siervo recién nacido queriendo dar sus primeros pasos. Fue torpe pero increíblemente se mantuvo de pie ¿Después de cuantos intentos? Los raspones en sus rodillas indicaban que le tomó practica perfeccionar sus pasos torpes y que todo tuvo frutos al llegar a su destino; él.
Al estar plenamente consciente de sus actos el japonés ya había acortado distancia entre ellos y tomado al albino en sus brazos.
—Suficiente, si te sobreesfuerzas la cocinera hará estofado de tritón
—Antes que eso pase quiero ver el océano —sus músculos por fin se relajaron, se dejó hacer por el mayor y sólo se encargó de cerrar los ojos, exhausto por la proeza que realizó y esperando haber proyectado en su voz la necesidad que tenía de ver el sitio en donde nació.
"¿Hay algo que diga o haga que tenga este efecto en ti?"
Cuando volvió a abrir los ojos, lo que en un principio pensó que sería un parpadeo se convirtieron en largos minutos de inconsciencia. El escenario cambió a su alrededor, el cielo naranja del atardecer lo cegó por momentos y volvió a apretar los párpados por la incomodidad que reflejaba.
—Bastardo ¡Responde cuando te hablo! —escuchó el enojo de Kanda en la lejanía, hizo eco como si ambos estuviesen dentro de un túnel ¿Hacia cuanto le llamaba de esa forma?
—Kanda... —Allen balbuceó incapaz de enfocar todavía su alrededor y sacar conclusiones de lo que ocurría, solo se aferró de lo que su cuerpo captaba; movimiento, viento, un olor que le recordó a la masa espesa y negra que contaminaba parte de su hogar y por último el característico aroma del océano.
Estaban cerca.
—No vuelvas a dormirte idiota, ya casi llegamos —le importó un demonio haber rebasado el límite de velocidad por mucho, el pánico le hizo actuar cuando sus esfuerzos para despertar al brote de soja fueron en vano y no lo pensó dos veces en tomar uno de sus autos para llevárselo hacia la playa.
"Me pregunto si lo harías, me tratarías como lo haces"
Su llegada fue igual de estrepitosa como su salida. Entre la torpeza del azabache al estacionarse como en dejar las llaves puestas y el motor encendido ¿Que importaba? Si aquella parte de la playa era suya, todo a kilómetros estuvo a nombre de Tiedoll y por ende suyo como heredero.
Cargó al albino sobre su espalda, por primera vez en su vida mantuvo una conversación para mantener a Allen despierto en su camino por la arena mientras el tritón peleaba consigo mismo al reunir fuerzas para no cerrar los ojos.
Estaba cansado, lo único que quería hacer era dormir, pero, lo que más deseaba era ver de nuevo el océano.
Las olas golpeaban creando aquel bonito sonido que bien podría arrullarlo, el olor a agua salada inundó sus sentidos y la fresca brisa impregnada de mar llegó a golpearle con suavidad. Estuvo tan cerca, tan malditamente cerca.
—¿Te arde? —no escuchó algún quejido de su acompañante, ni siquiera una queja o petición de que se alejara.
—No... No arde nada —eso fue suficiente respuesta para hacer que Kanda avanzara mar adentro, cuidó sus pasos mientras la arena bajo él se volvía inestable por el agua, las pequeñas olas que llegaban hasta la orilla no fueron lo bastante fuertes para tumbarlo y aún así la poca fuerza del tritón le abrazó más entre cada paso. Unos cuantos más y sus pies tocarían de nuevo el océano.
Y cuando finalmente lo hicieron no hubo reacción. No volvió a rechazar lo que toda su vida conoció.
Pero tampoco su cola volvió.
—Extrañaba esto —pese a su decepción no se dio el lujo de deprimirse, posó su mejilla sobre la cabeza del nipón y disfrutó la sensación. Esto hasta que Kanda le soltó y lo atrajo frente a él.
Enredar las piernas sobre su cadera fue un reflejo automático y un gusto el colgarse de su cuello.
—¿Podemos ir mar adentro? Si soporto esto tal vez pueda recuperar mi cola —la esperanza seguiría.
—Será nuestra última opción
"El amor me salva, me mata al igual que un arma"
Lo único que tenia en el puerto fue un gran Yate que utilizaba cada año en el aniversario de la compañía, aunque siempre estaba en mantenimiento y siempre había alguien a su cuidado que esta ocasión fungió como su capital. Aquel hombre no hizo preguntas innecesarias, hacerlas le costaría su empleo y como todo buen empleado se limitó a partir con ambos chicos a bordo.
El viaje duró largos minutos para Kanda que cada vez se impacientaba más mientras que Allen después de tanto tiempo disfrutaba del viento contra su rostro y la imagen del cielo en la cima.
—¿Y si no funciona? —pero, entre su ensoñación la realidad le golpeaba, le hacia dudar y aferrarse más al nipón que hasta ese momento no se separó de él.
—Volveremos a intentarlo mañana —volverían a hacerlo todas la veces que fueran necesarias.
—No creo que pueda haber un mañana —No para él.
—Tu de verdad quieres que te golpee —Allen rió por lo bajo sin ganas, hundió el rostro contra el cuello ajeno y soltó un gran suspiro. Según las palabras del capitán improvisado faltaba poco para llegar— ¿Me odias, Moyashi? —no pensó su pregunta, jamás la formuló en su mente por completo aunque la duda estuvo desde el primer momento en que se dio cuenta de sus acciones hacia el sirenio.
Allen se removió contra su cuerpo buscando el calor que hacia semanas anhelaba volver a sentir. Repartió un beso, dos, tres... Contra su cuello y habló. —Un poco
Definir si lo odiaba, lo quería o le daba igual seria difícil de responder. Solo sabia que sentía algo, lo bastante bueno para sentirse relajado a su lado y lo suficientemente malo para querer dañarlo en venganza.
"Abrázame, conóceme, muéstrame, tu eres mi bendición"
El yate dejó de avanzar y fue señal de llegar hasta su destino, una parte del océano lo mas alejado que pudieron llegar. Equipados con un par de tanques de oxígeno para buceo e indicaciones rápidas de como usarlos estuvieron listos. Estaban a nada de saber la verdad.
—Kanda, si esto no funciona...
—Cierra la boca, funcionará —no le dejó hablar, empujó al menor hacia el agua y le siguió inmediatamente.
"Libera este rehén, dolor de corazón"
Dado que Allen no podía nadar al no familiarizarse con sus piernas se encargó de guiarlo hacia el fondo, sujetó su mano en todo momento y se detuvo hasta donde le era permitido permanecer sin sufrir algún daño dada la profundidad. A esa altura bajo el mar los rayos del poco sol del atardecer difícilmente llegaban allí, sin embargo lo poco que logró ver bastó para cerciorarse que Allen siguió con la misma forma. Nada cambió.
Y solo esperó.
Esperó y esperó.
¿Cuanto más debía exprimir su poca paciencia?
Era estúpido esperar por un cambio significativo al primer intento pero aquello daba entrada a los siguientes, cada uno mejor que el anterior al aprender de los errores hasta que finalmente se pudiera perfeccionar, para que por fin Allen volviera a ser un tritón. Sin embargo, el tiempo estuvo encima de ellos.
Solo hubo oportunidad para un intento. Uno que falló.
Al saber esto, al entrar en razón en nipón perdió el último grado de esperanza, a varios metros sumergido y con un chico agotado mental y físicamente, uno que apenas pudo mantenerse en consciencia
"Tu posesión"
Nadó poco mas de un metro hasta que Allen le impidió avanzar al negarse a seguir. De haberse quedado callado y escuchando lo que tenía que decirle antes de sumergirse sabría que la decisión del albino fue definitiva. Que no volvería a tener otra oportunidad y si fallaba no saldría del mar, jamás, incluso si le costaba la vida.
Nació en el océano, moriría en el océano.
La convicción del menor se mostró en su mirada, un gesto que el azabache quiso golpear y el deseo se incrementó al verlo deshacerse del tanque de oxígeno. Estaba condenadamente loco e iba a llevarlo a la superficie quisiera o no.
"Te digo, cuando dices..."
Sintió la despedida del albino en el abrazo que le dio y la traición al aprovecharse de la cercanía y privarle de su propio oxigeno al atreverse a quitárselo. Y no lo hizo como deseo para que se quedara allí, consigo a morir sino para orillarlo a irse y eventualmente dejarlo. Kanda debía seguir con su vida.
Las reservas de aire en sus pulmones bastarían para nadar en ascenso hasta el yate mas se negó a moverse de su sitio, a pesar de ver el sufrimiento de Allen al no tener más aire. Irónico, ya que anteriormente no lo necesitaba y ahora su sistema lo pedía a gritos.
La insistencia en los gestos del albino pese al sufrimiento al pedirle que se fuera también los pasó de largo. El japonés empezaba a marearse por el esfuerzo y estuvo consciente que el tiempo se había acabado.
No convencería a ese idiota a irse con él así como Allen no le permitiría quedarse allí.
Y se veía hermoso bajo en agua, el movimiento de su cabello, la media sonrisa que le regalaba y aquella sensación a su alrededor que le apretaba el pecho, que le decía que sería la última vez que le vería.
Lo único que pudo hacer fue besarlo, volver a sentir sus labios, aquellos que le parecieron tan dulces a pesar de probarlos por primera vez de forma brusca.
"Cuando dices que me amas..."
En respuesta el tritón le otorgó las últimas reservas de oxígeno que ya no necesitó, después de ello saboreó ese beso como el último, como la despedida de ambos.
Ese humano le arrebató de su mundo, le privó de pequeñas vivencias en su propio hogar y lo mantuvo cautivo bajo un titulo de adorno. Pero también, a cambió le otorgó nuevas experiencias, en veces unas más amargas que las anteriores. en ocasiones extrañas, buenas, lo poco rescatable de Kanda Yū fueron los últimos momentos en los que recapacitó, ese entendimiento al ver que lo que hizo estuvo mal y sus intentos de enmendarlos. El que fuese demasiado tarde fue lo triste.
Su visión en la oscuridad era perfecta, pudo ver a ese tonto alejarse hasta el punto en que sus pulmones colapsaron y con ello llegó la agonía de ahogarse, una que duró menos de lo esperado conforme su cuerpo se fue hundiendo en el vacío.
Mentiría si dijese que verlo no le encogió el corazón, se cegaría al pensar que no sentía nada por él. A esas alturas lo admitía, lo quería, lo quería de una forma extraña que jamás entendería.
Y sólo esperaba que lo recordara siempre, así no moriría del todo.
"Suena como el cielo"
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Notas finales: Quieren matarme lo sé (╯︵╰,)
Esperaban que acabara así? La mayoría que comentó quiso que Allen volviera con los suyos pero ni en Disney la sirenita volvió a casa y en el cuento original se volvió espuma de mar (?).
No puedo decir nada en mi defensa salvo que este final estuvo previsto desde el principio. Las pistas fueron dadas de forma breve, tanto monólogo interno debió decirles algo (?)
Tomen esto como el final. El extra sera algo muy corto, 500 palabras o poco más. Solo daré a conocer algunas cosas que no se aclararon en varios capítulos. Y no hay más que decir que gracias, le metí mucho amor a este fic, por ello tardaba tanto en actualizar, prometo que mi próximo Yullen será sin tantas pausas (个_个)
Curiosidad: El fic nació porque escuche una canción y me puse a pensar que quedaría con eso, por eso tiene el mismo nombre y aquí esta el link si la quieren escuchar.
https://m.youtube.com/watch?v=AMvIfxRrY0k
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