Capítulo 30
También hubo otro ruido, un gruñido animal que parecía proceder de la profundidad del pecho de Jasper. Éste intentó empujar a Edward a un lado y sus dientes chasquearon a pocos centímetros de su rostro.
Al segundo siguiente, Emmett agarraba a Jasper desde detrás, sujetándolo con su abrazo de hierro, pero Jasper se debatía desesperadamente, con sus ojos salvajes, de expresión vacía fijos exclusivamente en ella.
Bella cayó al suelo cerca del piano, con los brazos extendidos de forma instintiva para parar su caída entre los trozos irregulares de cristal. Justo en aquel momento sintió un dolor agudo y punzante que le subió desde la muñeca hasta el pliegue del codo.
Aturdida y desorientada, miro la brillante sangre roja que salía del brazo y después a los ojos enfebrecidos de seis vampiros repentinamente hambrientos, exceptuando los ojos cálidos de Larissa junto a los ojos preocupados y aterrados de Angela.
Carlisle fue el único que conservó la calma con la misma o un poco menos que la de Larissa. En el aplomo y la autoridad de su voz se acumulaban siglos de experiencia adquirida en las salas de urgencias.
- Emmett, Rose, llévense de aquí a Jasper.
Emmett, que estaba serio por vez primera, asintió.
- Vamos, Jasper.
El interpelado tenía una expresión demente en los ojos, continuó resistiéndose contra la presa implacable de Emmett. Se debatió e intentó alcanzar a su hermano con los colmillos desnudos. El rostro de Edward estaba blanco como la cal cuando rodó para cubrir con su cuerpo el de Bella en una posición claramente defensiva.
Profirió un sordo gruñido de aviso entre los dientes apretados.
Rosalie se había puesto delante de Angela protegiéndola tan sobreprotectoramente como Larissa había hecho al segundo, y ayudó a Emmett a regañadientes en su forcejeo para sacar a Jasper por la puerta de cristal que Esme sostenía abierta, aunque sin dejar de taparse la nariz y la boca con una mano.
- Lo siento tanto, Bella - Se disculpó entre sollozos antes de seguir a los demás hasta el patio
- Deja que me acerque, Edward - Murmuró Carlisle- Larissa ayúdame con esto y lleva a Angela con nosotros.
Transcurrió un segundo ante de que Edward asintiera lentamente y relajara la postura. Carlisle se arrodilló a su lado siendo seguido por Larissa y se inclinó para examinarme el brazo.
- Toma, Carlisle - Dijo Alice mientras le tendía una toalla
- Hay demasiados cristales dentro de la herida - Negó Larissa analizando la herida
Carlisle alzó y desgarró una tira larga y estrecha de tela del borde del mantel blanco. La enrolló en el brazo por encima del codo para hacer un torniquete.
- Bella - Dijo Carlisle con un hilo de voz- ¿Quieres que te lleve al hospital o te curo aquí mismo?
- Aquí, por favor - Susurro la respuesta
Bella noto como Larissa le dijo algo solo para ellos por el volumen casi inexistente y el movimiento vibratorio de sus carnosos labios.
- Te traeré el maletín - Se ofreció Alice
- Vamos a llevarla a la mesa de la cocina - Le sugirió Carlisle a Larissa
- ¿Cómo te encuentras, Bella? - Le pregunto Edward
- Estoy bien.
El rostro de Edward parecía tallado en piedra, Alice ya se encontraba allí. El maletín negro de Carlisle descansaba encima de la mesa, cerca del pequeño, pero intenso foco de luz de un flexo enchufado a la pared.
Edward la sentó con dulzura en una silla. Carlisle acercó otra y se puso a trabajar sin hacer pausa alguna. Edward permaneció de pie a su lado, todavía alerta, aunque continuaba sin respirar.
- Sal, Edward - Suspiro al notar su tensión
- Puedo soportarlo - Insistió, pero su mandíbula estaba rígida y sus ojos ardían con la intensidad de la sed contra la que luchaba, una sed aún peor que la de los demás
- No tienes por qué comportarte como un héroe. Carlisle y Larissa pueden curarme sin tu ayuda. Sal a tomar un poco el aire.
- Me quedaré - Decidió él
- ¿Por qué eres tan masoquista? - Mascullo
- Edward, deberías ir en busca de Jasper antes de que la cosa vaya a más. Estoy segura de que se sentirá fatal y dudo que esté dispuesto a escuchar a ningún otro que no seas tú en estos momentos - Intervino Larissa con firmeza sin dejar la suavidad de su voz
- De ese modo, harías algo útil - Añadió Alice
- Sácalo, Alice. No quiero que mi chica corra con el riesgo también - Le ordeno Larissa desinfectando una pinza para Carlisle- Y que Rosalie lleve a mi chica a mi habitación, ella sabrá cuidarla mientras estas con Jasper.
Edward entrecerró los ojos como si pensara que estaban confabulado contra él, pero finalmente, asintió y salió sin hacer ruido por la puerta trasera de la cocina junto a Alice quien ya lo había sostenido por el codo.
- Bien, ya no queda nadie - Suspiro al ver como Rosalie se llevaba a Angela- Está claro que soy capaz de desalojar una habitación.
- No es culpa tuya - Consoló Carlisle sonriendo entre dientes- Podría pasarle a cualquiera.
- Podría - Repitió- Pero casualmente sólo me pasa a mí.
Él volvió a reírse junto a Larissa esa vez.
- Es un tierno imán de problemas, señorita Swan - Comento Larissa, concentrada en la herida
Su calma y su aspecto relajado de ambos extrañaban aún más a Bella, si cabe en comparación directa con la reacción de los demás. No lograba descubrir ni una pizca de ansiedad en sus rostros querubines. Trabajaban con movimientos rápidos y seguros. El único sonido aparte de las respiraciones era el tenue tic, tic de las esquirlas de cristal al caer una tras otra sobre la mesa.
- ¿Cómo puedes hacer esto? - Le pregunto- Incluso Alice y Esme... - Su voz se extinguió y sacudió la cabeza maravillada
- Son años y años de práctica - Le explicó Carlisle- Ya casi no noto el olor. Sobre todo, Larissa mantiene más años en esto.
- ¿Crees que te resultaría más difícil si abandonaras el hospital durante un periodo largo de tiempo y no tuvieras alrededor tanta sangre?
- Quizás - Se encogió de hombros, pero su pulso permaneció firme- Aunque nunca he sentido la necesidad de tomarme unas largas vacaciones - Le dirigió una brillante sonrisa- Me gusta demasiado mi trabajo.
- ¿Cuántos años más llevas? - Se dirigió a Larissa
- Perdí la cuenta después del milenio - Se rio ante los amplios ojos cómicos de Bella- Lo sé, estoy demasiado vieja, Angela siempre se burla por ello cuando me salen mis costumbres de época pese a que mis hermanas tienen aún más que yo, al ser mayores que yo.
- ¿Tus hermanas se llevan muchos años?
- Por unos pocos siglos - Asintió mirándola con suavidad- Tendrás una cicatriz tan fina que no lograras ni ver, soy una excelente cirujana plástica.
- ¿Cirujana plástica? – Pregunto maravillada
- Tuve que hacer algo todos estos siglos libre - Comento con diversión- La medicina en la rama que más me gusta, pero no la ejerzo como Carlisle, prefiero hacerlo exclusivamente para mi Angie y sus hermanitos cuando se lastiman alguna cosa. Aunque no dudo en hacerle de escritora anónima en mis tiempos libres, algún día te daré unos de mis libros.
Bella asintió con la cabeza aún más maravillada ante esa idea, apenas terminaron de curarla Larissa no dudo en irse con Angela siendo recibida con un abrazo preocupado por ella.
- Tranquila, linda. Jasper ni nadie te harán daño - Murmuro protegiendo inconscientemente a Angela entre sus brazos
- Lo sé, pero me preocupa Bella - Contesto con voz rota
- Ahorita bajamos para que la veas, amor - Llevo su mirada a Rosalie- Gracias por protegerla y cuidarla.
- No es nada - Sonrió con cariño hacia la pareja- Angela es de la familia y a la familia se protege.
Angela abrazo a Rosalie sorprendiéndola ya que no se esperaba un abrazo cálido de la pequeña humana.
- Gracias por aceptarme en la familia.
Rosalie le sonrió enternecida abrazándola con mayor firmeza sintiendo esa calidad humana que siempre añora desde su transformación.
- Eres familia desde que nuestra pequeña Larissa fijo sus ojos en ti - Comento suavemente escuchando la queja de la mayor ante el diminutivo de edad
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